Eucaristía

No se cansan mis ojos de mirarte,

ni de oírte se cansan mis oídos;

ya no cesa mi alma de alegrarse

ni mi pecho termina de alabarte,

Hostia Santa, Jesucristo vivo.

De humildad, mi Señor, tan revestido,

te has hecho amable ante mis ojos;

bajo aspecto de Pan hoy has venido

para ser alimento de tus hijos

y dejarnos entrever tu rostro.

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