¡Oh Dios!, las maravillas, obra de tus manos,
han hecho amable tu Nombre entre nosotros,
y los prodigios que vieron nuestros ojos
nos han mostrado, Señor, que tú eres santo
y que con grande amor nos has amado.
¡Qué dulce pronunciar tu santo Nombre!
¡Qué bello levantar nuestras miradas
a tu feliz mirar reconciliadas,
y hacer eternas nuestras breves voces
al pronunciar tu Nombre que domina el orbe!