Estos días he escrito mucho sobre la Iglesia. Es porque mi dolor, mis preguntas o mis tentativas de respuesta sobre el significado del pontificado de Juan Pablo II brotan de algo más que la admiración o la crítica a ese hombre “gigante.” Aún más que el amor a una persona, cuyo ministerio necesariamente es temporal, lo que descubro es un amor inmenso, incontenible por el misterio de la Iglesia.