Queridos Amigos de Kejaritomene,
Dos noticias se unen a nuestro corazón en estos momentos. La precaria salud del Papa y el eco de la Pascua que celebramos. Como creyentes, no somos ajenos al caminar del Pueblo de Dios y por eso hemos aprendido de San Pablo a alegrarnos con los que se alegran y entristecernos con los que están tristes. Por lo demás, estas dos noticias parece que estuvieran próximas a fundirse la una en la otra, porque estamos seguros de que la muerte de Juan Pablo II, que sucederá cuando Dios lo quiera, será también la pascua de uno de los hombres más grandes de los últimos tiempos.
En la ciudad de La Paz, hace unos años escuché un bello testimonio de quien entonces coordinaba la Renovación Carismática en esa ciudad de Bolivia. Vladimir, que tal es su nombre, me contó cómo había sido su conversión. En la adolescencia había perdido la fe y todo el vigor de su juventud lo había entregado a la causa comunista. Su biblia eran los escritos de Marx y de Lenin; para la Iglesia Católica sólo tenía palabras de desprecio o de ira, porque sólo veía en Ella una aliada de los explotadores de los pobres.