Hoy hice mercado en Cafam de La Floresta.
Es lo más intrascendente del mundo, lo sé, pero tenía más de 20 años de no hacer mercado. Fue un pequeño servicio en casa de mis padres.
Algo tan elemental me ha servido para pensar en los bienes y límites de la vida religiosa a la que he sido llamado. Dios tenga misericordia de todos.