Cuando se llegó el punto en que hasta Daniel Samper podía explicar al universo por qué Kerry debía ganar, ese día entendimos que Kerry podía perder. Vino a resultar que demasiada gente, de demasiados lugares y tendencias, estaba subiéndose al bote demócrata. Terminaron por hundirlo. Propongo que a Kerry le hicieron más daño los amigos que los enemigos.