Siendo yo todavía un niño, ciertamente rollizo, encontré en casa de mis abuelos, en Barranquilla, una biografía de la Madre Laura. Ella y San Martín de Porres, un humilde hermano dominico, fueron los dos únicos santos por cuya vida me interesé a esas edades. Y hoy puedo hablar públicamente de la santidad de la M. Laura, porque gracias a Dios, este mismo domingo será beatificada por el Papa Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro. De la página del Vaticano tomo lo que sigue. ¡Laus Deo!
Laura Montoya (1874-1949)
La Madre Laura Montoya Upegui, estando en la Basílica de San Pedro en el mes de noviembre del año 1930, después de una viva oración eucarística escribe: «Tuve fuerte deseo de tener tres largas vidas: La una para dedicarla a la adoración, la otra para pasarla en las humillaciones y la tercera para las misiones; pero al ofrecerle al Señor estos imposibles deseos, me pareció demasiado poco una vida para las misiones y le ofrecí el deseo de tener un millón de vidas para sacrificarlas en las misiones entre infieles! Mas, ¡he quedado muy triste! y le he repetido mucho al Señor de mi alma esta saetilla: ¡Ay! Que yo me muero al ver que nada soy y que te quiero!».