La nueva evangelización como un nuevo impulso espiritual para evangelizar hoy.
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Alimento del Alma: Textos, Homilias, Conferencias de Fray Nelson Medina, O.P.
[Retiro para el clero de la Diócesis de Chiquinquirá en el Año de la Fe.]
Tema 4. Igualdad y diferencia entre los discípulos
[Retiro para el clero de la Diócesis de Chiquinquirá en el Año de la Fe.]
Tema 3. Los discípulos y la gente
[Retiro para el clero de la Diócesis de Chiquinquirá en el Año de la Fe.]
Tema 2. Esquema del ministerio público de Jesús
Essai de Gilles Bernheim, Grand Rabbin de France.
Mariage homosexuel, homoparentalité et adoption : Ce que l'on oublie souvent de dire. Essai de Gilles Bernh… by Gilles Bernheim, Grand Rabbin de France
El temor a morir es también temor a entregarse, y en ese sentido termina siendo temor a vivir en plenitud.
Participar en el descanso de Dios es descubrir que la propia existencia es gratuidad, alegría y expresión de amor.
3.- Vivir el don de la creación
A veces puede dar la impresión de que la creación es algo que se pierde en la noche de los tiempos. Sin embargo, este acontecimiento es en realidad algo actual: no solo porque el universo y los hombres -nosotros mismos- permanecen delante de nuestros ojos, sino porque Dios continúa creando, es decir, haciendo que surjan seres nuevos y manteniendo en la existencia lo que ya existe. Se trata de una creación continua. Dios no dió el ser a las cosas y se desentendió de ellas, sino que continúa permanentemente sosteniéndolas, porque «si Él retirara a sí su espíritu, si hacia sí recogiera su soplo, a una expiraría toda carne, el hombre al polvo volvería» (Job 34, 14-15). La intervención primera y fundamental de Dios que es la creación es continua y permanente. Y la Biblia nos apunta cómo vivir -también de manera permanente- el don de la creación.
a) Dependencia radical del Creador: todo lo que somos y tenemos, lo recibimos continuamente de Dios; por nosotros mismos no somos nada; todo es recibido como don gratuito. Esta dependencia total del Creador nos coloca en radical humildad como criaturas frágiles e inconsistentes que somos: «¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo has recibido ¿de qué te glorías como si no lo hubieras recibido?» (1Cor 4, 7). El hombre no puede realizarse como hombre rechazando esta dependencia del Creador que le constituye como persona; sin Dios el hombre desaparece, se destruye. Por lo mismo tampoco el ser humano puede reclamar nada a Dios como si le fuera debido: «Oh hombre, ¿quién eres tú para pedir cuentas a Dios? ¿Acaso dice el vaso al alfarero: por qué me has hecho así?» (Rom 9, 20). Por el contrario, la actitud propia del hombre ante Dios es recibir de Él y vivir en la gratitud permanente por todo lo que recibe de su Creador (Sal 50, 7-15.23).
b) También la Biblia repite que Dios cuida de sus criaturas: «el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas» (Sal 145, 9; 103, 13).Y los profetas recalcan que, si es difícil que una madre se olvide del hijo de sus entrañas, es absolutamente imposible que Dios se olvide de los suyos (Is 49, 14-15). También en el hecho de la creación radica la dignidad de toda persona humana, formada a imagen y semejanza de Dios.
c) En la creación encontramos la huella de Dios: lo mismo que podemos conocer algo de un artista por las obras que realiza, así la creación al que sabe contemplarla con mirada limpia le está hablando de Dios, pues le remite al poder, a la sabiduría, a la grandeza de Dios (Sab 13, 1-9; Rom 1, 20).
d) Finalmente, la creación nos remite a nuevas intervenciones de Dios. La palabra «crear» sólo se usa en la Biblia referida a Dios, expresando una acción propia y exclusiva de Él (nunca se dice que el hombre haya creado algo, pues lo más que hace es transformar lo que ya existe). Por eso cuando se quiera hablar de que Dios prepara algo enteramente nuevo, absolutamente insospechado para el hombre, se dirá que Yahveh va a «crear unos cielos nuevos y una tierra nueva» (Is 65, 17). Y San Pablo para indicar el alcance de la redención operada por Cristo afirma: «el que está en Cristo es una nueva creación» (2Cor 5, 17; cf. Gal 6, 15; Ef 2, 10).
4.- Textos principales
Génesis 1-2; Salmos 8; 19, 1-7; 103 – 104; 135, 4-7; 136; 148; Job 38-42; Proverbios 8, 22-31; Eclesiástico 42, 15 – 43, 33; 2 Macabeos 7, 28; Juan 1, 1-18; Colosenses 1, 13-20; Hechos 17, 16-34
Julio Alonso Ampuero es el autor de esta Historia de la Salvación. Texto disponible por concesión de Gratis Date.
[Retiro para el clero de la Diócesis de Chiquinquirá en el Año de la Fe.]
Tema 1. Introducción: ¿Qué clase de personas eran los Doce?
En la prueba, acudir a la luz de la Palabra, y el calor de la fraternidad.
“Imaginemos dos familias muy diferentes. En la primera todo gira en torno al bienestar y al dinero. Los padres trabajan para ganar más y así poder comprar un coche mejor, ir de vacaciones a un lugar exótico, disfrutar de las mejores películas y de fiestas que produzcan sensaciones placenteras…”
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Una pregunta corta, fray Nelson: ¿Se puede comulgar más de una vez en el mismo día, por ejemplo si a uno lo invitan a participar de más de una eucaristía en el mismo día? Gracias por esta y todas sus respuestas. –M.T.
* * *
Por una parte, es verdad que el acto mismo de comulgar es el culmen de toda la celebración eucarística. Todo en la misa mira hacia ese momento en que se significa y realiza la unión entre Cristo y quienes nos alimentamos de sus Sagrados Cuerpo y Sangre. En ese sentido, una misa en la que no se comulga tiene un elemento objetivamente incompleto.
Por otra parte, hay un límite en lo que la mente puede aprovechar. Por dar un ejemplo, leer la Biblia es bueno, pero leer nueve o doce horas seguidas de Biblia hará más daño que bien. Los bienes espirituales se parecen a los corporales en eso: no es sólo la calidad del alimento sino la manera como se provea oportunamente lo que al final hace el mayor bien.
Según eso, la Iglesia ha dispuesto en su Código de Derecho Canónico (canon 917) que hay un límite que debe ser respetado en el número de veces que se comulga diariamente. Puede comulgarse hasta dos veces en el mismo día, y es bueno y saludable que todos respetemos ese criterio.
La Carta a los Hebreos es un impresionante mensaje de consolación y corrección de cristianos en dura tribulación.
[Predicación en el Encuentro “Cristo rompe las cadenas” en Pomona, California, en Enero de 2013.]
* El joven rico (Marcos 10,17-22), es un ejemplo notable de lo que significa buscar en Cristo solamente “información,” es decir, un secreto para redondear y completar la felicidad en esta tierra, mientras uno mantiene el control.
* Otro joven, que después sería el Cuarto Evangelista nos da el contraste (Juan 1,35-39). Este, que era discípulo del Bautista, entra a ser discípulo del señor Jesús. No quiere simplemente información sino verdadera “formación.”
* La diferencia en los finales de estos dos jóvenes muestra lo que sucede, según uno se decide a entregar o no el control a Cristo, es decir, si uno lo recibe como Señor o no.
[Predicación en el Encuentro “Cristo rompe las cadenas” en Pomona, California, en Enero de 2013.]
* Desde el bautismo hemos sido sellados con el don del Espíritu Santo. Es el regalo que Jesús nos ganó con su sacrificio y su Pascua. Pero algunos, quizás muchos, ni siquiera han abierto ese regalo.
* El Espíritu es don penetrante de gracia, que entra en lo profundo de nuestra vida y que también nos acompaña y se nota como cuando se lleva un perfume agradable, que deja su rastro con solo pasar.
* En nuestro interior, el Espíritu nos sana, libera, santifica y fortalece. Se convierte en una luz que nos orienta, haciendo que reconozcamos los signos de los tiempos y que podamos discernir los caminos de Dios en medio de la confusión reinante en nuestra época.
* Hacia afuera, el Espíritu nos capacita para que no seamos resignada ante la mediocridad y el pecado, que se han impuesto como una especie de ley a la que todo el mundo obedece. El joven de Espíritu nos de doblega ante un ambiente pesado o difícil, sino que lo transforma. Ejemplo elocuente de esa batalla que se da en Nombre de Dios es el testimonio impresionante de Juna María Vianney, el Santo Cura de Ars.