¿Cómo leer los signos de los tiempos?

Estimado P. Fray Nelson Medina: ¿Qué significa exactamente “leer los signos de los tiempos”? ¿Cuál es la aplicación de este don dentro de la espiritualidad cristiana? ¿Cómo esta forma de examinar la Historia puede ayudar a encaminar, de manera adecuada, el destino no sólo de individuos particulares sino también de toda la sociedad en su conjunto? — D.R.

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Creo que está claro que no hay recetas específicas, al modo de: “Haga esto, luego esto, y luego esto otro, y ya podrá leer cualquier situación…” Pero sí podemos dar algunos principios y también algunas sugerencias:

ALGUNOS PRINCIPIOS

1. El punto de partida es darnos cuenta de que la historia humana es el lugar donde se realiza el “diálogo” entre Dios y el hombre, fundamentalmente a través del ejercicio de nuestra voluntad, que en ocasiones responde y en ocasiones se opone al querer de Dios, que Él ha manifestado a través de las Escrituras, la enseñanza de la Iglesia y sobre todo la voz de nuestra conciencia.

2. Esto significa que podemos captar mejor “qué está sucediendo en el mundo” a partir de una mayor unión con Dios: cuanto más unidos estemos, por fe y amor, a su voluntad, mejor entenderemos qué decisiones del mundo nos llevan a Él o nos apartan de Él. Esta unión con Dios supone una actitud especial de disponibilidad: renuncia de corazón al pecado y también: estar dispuestos a que las ideas y planes de Dios nos superan, nos sorprenden y siempre nos enseñan. Esa es la actitud humilde y de escucha que más nos puede servir.

3. ¿Qué se opone al señorío de Dios? La idolatría, en todas sus formas. El que quiera buscar los signos de los tiempos debe desarrollar una gran sensibilidad para detectar qué se está oponiendo a la gloria de Dios en cada circunstancia. ¿Se trata de una idea, una moda, un placer, un lucro, el ego de alguien? Los ejemplos pueden multiplicarse. Lo importante es que quien quiera “leer” una situación busque de corazón qué puede estarse oponiendo al reinado pleno de Dios: “¿Qué está en guerra contra la gloria de mi Señor aquí?”

ALGUNAS SUGERENCIAS

1. Practicar a menudo el examen de conciencia y procurar la pureza de intención, de cuerpo, de palabra y sobre todo, pureza de corazón.

2. Renovar la oración ferviente, siguiendo el modelo que nos dejó Cristo en el Padrenuestro: “santificado sea tu Nombre; venga tu Reino; hágase tu voluntad…”

3. Formar nuestra conciencia, particularmente en aquellos temas que vemos que tienen mayor incidencia en el ambiente que queremos leer: ¿Qué ideas, modas, tendencias, costumbres, líderes… tienen mayor impacto en el conjunto de la gente, y hacia dónde quieren llevarlos?

4. Cultivar la espiritualidad que San Ignacio de Loyola llamaba de la “santa indiferencia” es decir, la disponibilidad a que Dios haga las cosas a su modo, que puede o no coincidir con lo que a mí me gusta, lo que yo entiendo, lo que yo haría, lo que yo acostumbro.

5. Alimentarse con el ejemplo de los mártires y de tantos santos que mostraron con valentía que eran discípulos de Aquel que dijo y realizó: “Yo he vencido al mundo.”

LA GRACIA del Viernes 27 de Octubre de 2017

Cristo quiere que estemos atentos a las cosas externas que suceden en contra del Evangelio, que toman fuerza y van en una dirección para que obremos en consecuencia.

[REPRODUCCIÓN PERMITIDA – Ayúdanos a divulgar este archivo de audio en las redes sociales, blogs, emisoras de radio, y otros medios.]

La importancia del Don de Ciencia en nuestros días

[Predicación a un grupo de viudas consagradas de la Arquidiócesis de Bucaramanga.]

El don de ciencia nos ayuda a leer la presencia y acción de Dios en los conocimientos que nos brindan las ciencias, la historia, nuestra propia historia y los “signos de los tiempos.” Es don particularmente necesario en nuestra época en que el sentido de la generosidad, el compromiso, la penitencia y la perseverancia se na oscurecido.

Profeta en tiempos dramáticos

“La frase se le atribuía, pero ni la había escrito ni constaba en ninguna grabación oficial. El cardenal Francis George, arzobispo de Chicago entre 1997 y 2014 y presidente de la conferencia episcopal estadounidense entre 2007 y 2010, la había pronunciado en un encuentro privado, donde había sido recogida con el grabador de un teléfono móvil y difundida luego, convirtiéndose en viral por su tenor profético: “Soy el último obispo de Chicago que morirá en la cama. Mi sucesor morirá en prisión y su sucesor será martirizado en la plaza pública”…”

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Herramientas de hermenéutica teológica para la lectura de realidades sociales

Sobre la base de los siete principios de lectura de realidades sociales expuestos en clase anterior, ¿qué herramientas específicas son útiles para leer las realidades humanas, en general, y sociales, en particular?

* Hay tres “grandes preguntas” a las que uno llega por uno u otro camino, y que de alguna manera sintetizan la tarea de leer una realidad:

(1) ¿Qué está sucediendo? (What’s going on?). Aquí entran actores, acciones, escenarios, descripción de procesos, ubicación de contextos, y más información semejante.

(2) ¿Qué es valioso para quién? Más que a través de encuestas o entrevistas, en las que a menudo la gente responde sobre el deber-ser más que sobre lo que es, la observación de cómo invierten y comparten las personas su tiempo, sus datos y sus recursos, particularmente el dinero, hablan de “dónde está su corazón” y cuáles son su prioridades.

(3) ¿Cómo se revela u oculta el Reinado de Dios aquí? Es la pregunta ineludible para una lectura genuinamente teológica. Desde la perspectiva cristiana, esto conlleva tres preguntas derivadas:

3.1 ¿Interesan las “periferias,” que habla el Papa Francisco? ¿Hay acciones, proyectos, intenciones específicas para aproximarse con la Buena Noticia a los que parecen contar menos, sufren más o han sido pospuestos y desplazados?

3.2 ¿Tienen su lugar propio la lectura comprensiva de la Palabra de Dios y la celebración fructuosa de los sacramentos? recordemos que una asamblea que al reunirse no tiene su centro en alimentarse y agradecer el sacrificio redentor de Cristo, culmen del amor más grande, es una asamblea que se está celebrando a sí misma, o celebrando algún ídolo o ideología.

3.3 ¿Sucede en esta comunidad, región o cultura que la construcción de la ciudad terrena es señal clara de la peregrinación hacia la Jerusalén celestial? La promoción humana sola, o el espiritualismo desencarnado ciertamente no expresan la riqueza de sentido y la fuerza liberadora del reinado de Dios.

* Con esas preguntas en mente es precioso acercarse a puntos de observación: textos, eventos, símbolos, líderes, tensiones, cuestiones, centros de poder y, por último, en la medida en que expresan lo anterior, estadísticas.

Principios de hermenéutica teológica para la lectura de realidades sociales

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Además del reconocimiento consciente, hasta donde ello es posible, de los propios condicionamientos y el “desde dónde” de la propia mirada, ¿qué grandes criterios han de guiar en la lectura de las realidades humanas, en general, y sociales, en particular?

Siete principios parecen centrales:

(1) Holístico: lo humano es multi-dimensional, irreduciblemente complejo, amplio y debe aspirarse a completar lo que vemos sin pretender reducirlo todo a un solo principio (como Marx, a la economía, o Freud, a la sexualidad).

(2) Dinámico: lo humano es fluido y contiene tensiones y pulsiones que evolucionan a lo largo del tiempo, a veces de modo inesperado e impredecible.

(3) Catafático: lo humano es comunicable. Afirmar lo contrario (tendencia apofática extrema) llevaría a un callejón sin salida porque nadie puede vivir exactamente las mismas experiencias de otra persona.

(4) Sistémico: el ser humano, y los grupos o sociedades humanas, no son colecciones de eventos inconexos sino estructuras en que los factores están vinculados unos a otros y repercuten los unos en los otros.

(5) Jerárquico: los humanos obramos de acuerdo con prioridades y escalas de valores. Esto implica un tema controversial sobre si es posible medir unas culturas frente a otras,

(6) Analógico: el desarrollo del individuo y el proceso de la sociedad contienen numerosos puntos en paralelo.

(7) Socrático: Lo que desconocemos del ser humano es siempre una porción significativa, y a menudo no sabemos si lo que sabemos es suficiente para explicar lo que no sabemos.

La plenitud de los tiempos

La plenitud de los tiempos

Todas las grandes intervenciones de Dios en la antigua alianza estaban orientadas a la intervención definitiva y plena de Dios, hacia «aquel que había de venir» hacia el Mesías que establecería el Reino de Dios en el mundo. Este momento -la plenitud de los tiempos- aconteció cuando «Dios envió a su Hijo nacido de una mujer» (Gál. 4,4-5).

De hecho, el Antiguo Testamento es una preparación y todo en él anuncia a Cristo y confluye en Cristo. Él es el centro del plan de Dios (Ef. 1,3-19; 3,1-12). Con él han llegado los «últimos tiempos» (Heb. 1,2), el «tiempo de la salvación» (2Cor. 6,2). Con su muerte se realiza la victoria de Dios sobre el mal y sobre Satanás (Jn. 12,31; 16,11). En Él Dios realiza la alianza nueva y eterna (Mc. 14,22-23). Con Él se abre el paraíso, tanto tiempo cerrado (Lc. 23,42-43). Por Él se nos da el Espíritu, que transforma el hombre dándole la nueva vida y realizando la nueva creación (Jn. 19,30-34; 20,22; 3,5; 7,37-39). Él es el centro de la historia, “el Principio y el Fin”, “el Alfa y la Omega” (Ap. 22,13). Él es “el mismo ayer, hoy y siempre” (Heb. 13,8), “el que era y es y viene” (Ap. 1,8), continúa presente en su Iglesia y «no se nos ha dado otro nombre en el que podamos ser salvos» (Hech. 4,12).

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