¡Un nuevo doctor de la Iglesia!

“El Santo Padre confirmó, este sábado 21 de febrero, la sentencia afirmativa de la Sesión Plenaria de los cardenales y obispos miembros de la Congregación para las Causas de los Santos para la próxima concesión de título de Doctor de la Iglesia Universal a san Gregorio de Narek, sacerdote y monje, nacido en Andzevatsij (en la época Armenia, actualmente Turquía) alrededor del 950 y fallecido en Narek (en la época Armenia, actualmente Turquía) alrededor de 1005…”

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¿Elecciones democráticas en la Iglesia?

FRAY NELSON, Dios te Bendiga… Te agradecería si me colaboras con una duda que tengo: ¿Que pasaría si la iglesia católica permitiera la participación activa de la mujer consagrada teniendo voz y voto para la elección de nuestros próximos papas? Humo blanco en condiciones de igualdad. Muchas Gracias. – T.C.N.

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Dentro de la propuesta que planteas ocupa un lugar central la palabra “igualdad.” Es una palabra muy familiar y querida para nuestros contemporáneos. Así como sentimos horror frente a las discriminaciones también sentimos que hay justicia ahí donde se respeta la igualdad entre las personas.

Sin embargo, cuando uno examina mejor las cosas se da cuenta que tanto el concepto de igualdad como el de discriminación son más problemáticos de lo que parecen. Una persona enferma puede necesitar un medicamento muy costoso que le cuesta a la seguridad social miles de dólares al mes. ¿Qué pensaríamos de una persona sana que llegara a las oficinas del sistema de seguridad social y dijera: “Oiga, yo veo que ustedes gastan miles de dólares en ese enfermo; yo, que no estoy enfermo, no debo ser discriminado por estar sano, de modo que vengo a que me den mi dinero mensual, y aún más, a que me paguen lo que no me han dado antes”?

Uno ve que la igualdad “aritmética,” es decir, la igualdad en términos de “lo mismo para todos,” termina siendo motivo de injusticia. Claramente las posibilidades y necesidades de las distintas personas muestran que obrar con justicia no es lo mismo que obrar con igualdad aritmética.

Lamentablemente los medios de comunicación se obstinan en presentar la igualdad aritmética como la única válida. Ya dejé de contar cuántos titulares van en este sentido: “Sólo un 17% de mujeres son CEOs de empresas en tal o cual país.” La premisa no dicha pero presente es que la cifra debería ser 50 y 50 por ciento. Uno puede preguntar por qué.

La pregunta se vuelve más interesante cuando uno examina las diferencias profundas entre hombres y mujeres, desde la biología y la fisiología hasta el testimonio que da la Biblia. por ejemplo: más de un estudio ha demostrado que muchas mujeres, cuando van pasando sus años fértiles, se plantean seriamente si su forma de máxima realización personal va a ser seguir compitiendo por ascender en una empresa o más bien cultivar otras áreas de su vida, como por ejemplo, el ser madres. ¿Vamos a considerar que son ineptas o manipuladas las mujeres que optan por una maternidad vivida en plenitud en vez de una carrera gerencial que finalmente se traduce en lograr metas y puntos toda la vida para que unos cuantos sean más y más ricos, como sucede a menudo?

Yo no dudo de la capacidad cerebral ni de la capacidad de liderazgo de las mujeres sino que afirmo que los dones son distintos y que esa diversidad no queda en un rincón ignoto de nuestro ADN sino que tiene repercusiones en toda la vida social. Así que me declaro libre del dogmatismo absurdo de la igualdad aritmética cuando se trata de hombres y mujeres–y por supuesto que en muchos otros casos también.

Es verdad que las cosas pueden forzarse sobre todo cuando hay intereses de por medio. Hay varones que han buscado “igualdad” en cuanto a la posibilidad de embarazarse. Resulta muy cuestionable, sin embargo, si el niño así gestado ha sido respetado en sus derechos o visto simplemente como el trofeo para un ego que se apoya en la fuerza bruta de la tecnología. Por el mismo camino van la smadres de alquiler, los hijos de tres personas, los bebés del ADN de dos mujeres o de dos hombres. Y siempre el argumento es: “Nosotros también tenemos derecho; nosotros no debemos ser discriminados.”

Esa palabra, discriminación, tiene una fuerza emocional muy grande, fuerza que los oportunistas saben usar con astucia. Lo que mucha gente no descubre, arrollada por esa fuerza puramente enocional, es que solo hay discriminación cuando precede un legítimo derecho. Se entiende de inmediato con un sencillo ejemplo. Si voy al barrio más exclusivo de mi ciudad y digo: “Vengo a tomar posesión de esa casa que me gustó porque yo no debo ser discriminado de tener la vivienda lujosa que quiero.” Mientras no demuestre que he pagado por esa propiedad mi discurso sólo causará risa o desprecio. No he sido “discriminado” de usar lo que no he pagado. Y no he sido discriminado porque no hay un derecho precedente que diga que esa casa debe ser mía o debe ser también mía. Caso distinto si entran en juego otros factores de discusión como el derecho a un salario justo o cosas parecidas. Pero siempre debe haber un derecho legítimo y demostrado antes de que se peuda hablar de discriminación.

La claridad sobre este punto es necesaria cuando se tratan muchas cosas sobre el lugar de la mujer en la Iglesia. Muchas, muchísimas personas, creen que lo tienen todo claro: la Iglesia debe ordenar mujeres. Mientras las decisiones en la Iglesia Católica no se acerquen al 50 y 50 por ciento, la Iglesia será una institución retrógada, misógina, decadente, patriarcal, insoportable y por tanto incompatible con el mundo moderno, pluralista y demócratico. Todo ese discurso, que a veces se vuelve repetitivo hasta la náusea, solamente pretende decir que hay una discriminación. pero para que eso se demuestre hay que demostrar primero que hay un derecho a ser sacerdote, y ese derecho no aparece en ninguna parte en la Biblia, ni para hombres ni para mujeres.

Y en cuanto a las mujeres, en particular, está claro que la Iglesia no está autorizada para ordenarlas. Cristo, que rompió cuando quiso y como quiso con abundantes prejuicios sociales de su tiempo, eligió doce varones. Decir que al obrar así estaba condicionado es desconocer todos los pasajes bíblicos en que se ve la extrema libertad y sabiduría que mostró el Hijo de Dios en nuestra tierra. Habrá quienes digan que entonces todos los sacerdotes deberían ser judíos pero eso sólo muestra extrema ignorancia. Para los judíos d ela época los galileos eran peor que los samaritanos, a quienes ya tenían por herejes. La escogencia de discípulos, que incluye judíos y galileos, gente de nombre semita y de nombre griego, anuncia la diversidad de naciones de la que vendrían las vocaciones del futuro.

El análisis de todos estos hechos conduce a una sola conclusión: el misterio y el ministerio de la Iglesia no pueden ni deben regirse por criterio sde una pretendida igualdad democrática, que no tiene nada que ver con su origen y estructura, ni menos con una igualdad o democracia de tipo aritmético. Eso no significa que las formas de elección del Obispo de Roma, el Papa, puedan evolucionar, pero parece claro, a la luz de lo ya dicho, que el hecho de que se trate de un obispo, y en realidad el obispo con mayor responsabilidad entre todos, reclama que quienes provean ese cargo sean también obispos, en la medida en que conocen las responsabilidades propias de tal oficio único de origen apostólico.

Curso de Liderazgo Católico para el siglo XXI, 3 de 8: Asamblea

[Curso de Formación con un grupo de Superioras de las Hermanas Canonesas de la Cruz. Lima, enero de 2015.]

Sesión 3 de 8: Asamblea

Conocer el enemigo para conocer la victoria de Dios
* “No tengan miedo. Manténganse firmes y fíjense en lo que el Señor va a hacer hoy para salvarlos, porque nunca más volverán a ver a los egipcios que hoy ven. Ustedes no se preocupen, que el Señor va a pelear por ustedes.” (Éxodo 14)
* “Y tú, ármate de valor; ve y diles todo lo que yo te mande. No les tengas miedo, porque de otra manera yo te haré temblar delante de ellos.” (Jeremías 1)

Importancia de un estrategia de batalla
* “¡Ojalá estuviera ardiendo!” (Lucas 12)
* Recuperar sensibilidad frente a: pecado, conversión, testimonio, gracia.
* Volver a su lugar central: la Cruz, la Sangre, el sacrificio, la santidad.
* Necesidad de la predicación directa, sin mediaciones técnicas o tercerizaciones.
* Integrar liderazgo y dirección de almas.

Integración del amor a Dios y al prójimo
* Sin la alegría de saberse salvado, amado en exceso, el amor al prójimo sólo existe como “transacción.”
* Dice 1 Juan 5: “Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al Padre, ama al que ha nacido de El.” Ese es el amor que crea comunidad.
* La Iglesia, la ekklesía, es ante todo ASAMBLEA de aquellos que han sido convocados por una misma palabra que revela y manifiesta un mismo amor.
* El lugar dinámico que recibe, alienta y transmite ese amor es la COMUNIDAD LOCAL.

Preguntas de interiorización y compartir
* A la luz de lo dicho sobre amor a Dios y amor al prójimo, ¿cómo se relacionan madurez humana y madurez cristiana en nuestras comunidades? ¿Cómo deben relacionarse?
* ¿Qué tipo de estrategias parecen más apropiadas para recuperar el sentido del pecado sin caer en una especie de obsesión que sólo ve pecado en todas partes?
* ¿Recuerdas algún testimonio de fe compartida en tu comunidad local que te haya impactado positivamente?

Sobre la naturaleza de la jerarquía en la Iglesia

La iglesia somos todos y los entes no piensan. Eso nos han enseñado. ¿O será que cuando acá escriben iglesia se referirán a algunos laicos, curas, obispos, arzobispos y cardenales que quieren, que los que somos iglesia, pensemos como ellos quieren? Yo trato de vivir el catolicismo como Jesús nos lo ha dicho desde hace más de 2000 años… (Fragmento de una conversación/cuestionamiento en Facebook)

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¿Puede hablarse del pensamiento “de la Iglesia”? Para algunos, la respuesta es que no, y su razón es que “la Iglesia somos todos.” El problema con esa afirmación, a pesar de la popularidad de la que parece gozar es que equipara a la Iglesia con una realidad creada a partir de decisiones o acuerdos humanos, al modo como se crea una empresa o como la gente se reúne en el club de su preferencia. Y eso NO es lo que enseña el Nuevo Testamento (NT).

Lo que a veces se llama, en tono de desconfianza, “jerarquía,” no es otra cosa que la lógica y única posible continuación del ministerio de los apóstoles. Sin embargo, los datos del NT son claros:

1. La Iglesia nace de la predicación de los apóstoles.

2. Los fieles son asiduos a sus enseñanzas (mira Hechos).

3. Los apóstoles enseñan con autoridad, que incluye declarar qué es y qué no es conforme al Evangelio (mira Gálatas)

4. La autoridad apostólica incluye el derecho, extremo ciertamente pero real, de declarar a una persona por fuera de lo que piensa la Iglesia (mira el caso del incestuoso en 1 Corintios)

5. Esta autoridad no declina ni puede disolverse porque los desafíos de los creyentes no son menores, sino incluso mayores, a lo largo del tiempo (mira 1 y 2 Timoteo, y Tito); por ello es preciso que la fe y la doctrina tengan su custodia natural en los sucesores de los apóstoles.

6. No hay ningún otro grupo en la Iglesia que pueda reclamar autoridad venida de los apóstoles, si tomamos en serio el NT.

7. En ningún caso la enseñanza de fe y moral de la Iglesia es asunto de votaciones, consensos o mayorías. Tampoco fue así en el camino que siguió Jesucristo. Él no hizo un referendo para ver si era buena idea ir a la Cruz.

Luego la Iglesia “de todos” donde “todos” determinamos qué hacemos y qué queremos, no es la del NT. Es una herejía que parece amable a algunos pero que no corresponde a la fe cristiana. No puedo decirte otra cosa.

Esto no quita sino que muestra la gravedad de los pecados de los obispos y sacerdotes cuando abusan de su autoridad, o cuando caen en codicia, vanidad o arrogancia.

Y en contra de ese tipo de faltas–de codicia, vanidad o arrogancia–se ha ido el Papa Francisco, en buena hora. Lo que hay que arrancar es el pecado, no negar lo que Cristo dispuso y el Espíritu Santo atestigua con claridad.

Conocer y amar la Iglesia, 1 de 2

[Predicación en la Parroquia de la Inmaculada Concepción en San Luis Potosí, México.]

Parte 1 de 2: Relación entre el amor a Dios y el amor al prójimo

* Cuando uno habla de Jesucristo es fácil quererlo , pero al hablar de la Iglesia, no es tan fácil quererla. El papa Francisco habla de la necesidad de mantener unidos el amor a Cristo y el amor a la Iglesia porque “no se puede amar a Cristo si no se ama a la Iglesia.” Nosotros somos los hijos de la Iglesia. Su realidad es misteriosa porque en ella están presentes lo humano y lo divino pero tiene llagas que son sobretodo nuestros pecados y como hijos debemos amarla, cuidarla y curarla.

* Se tocarán tres temas:

– RELACIÓN ENTRE EL AMOR A DIOS Y EL AMOR AL PROJIMO
– PROPÓSITO DE CRISTO CON LA IGLESIA
– COMO PODEMOS AYUDAR EN LOS MOMENTOS DIFICILES DE LA IGLESIA

I. RELACIÓN ENTRE EL AMOR A DIOS Y EL AMOR AL PRÓJIMO:

* En la Escritura aparece que apenas se rompe el vinculo de amor y de unidad entre el hombre y Dios, de inmediato se rompe también el vínculo entre nosotros los seres humanos, es decir que apenas se daña el amor a Dios, se daña el amor al prójimo. Amar a Dios es amar lo mas perfecto en cambio amar al prójimo es amar las imperfecciones que cada uno de nosotros tiene.

* Nosotros como humanidad somos como un poema que pronuncia y crea Dios, por eso cada una de sus sílabas tiene que ser perfecta, y esa perfección es lo que se llama la santidad. Si una de ellas estuviera borrosa, no se vería tan claro el mensaje. Dios ha expresado su ser, gloria y bondad en un poema que es la creación y en esa creación las siglas mas significativas somos nosotros los seres humanos y es el pecado el manchón que no deja ver la gloria de Dios de modo que siguiendo la analogía, el manchón deja entrever a medias el poema de Dios.

* Así el demonio tiene enemistad con la mujer y quiere destruir el plan que Dios tiene para ella empezando por el encargo en el que nada y nadie puede reemplazarla que es dar humanidad, es por eso que el demonio la detesta. Pero también a todo ser humano, porque el demonio quiere destruir el poema de Dios. De aquí se pueden entender 3 cosas importantes:

(1) El pecado que cada uno de nosotros comete, no se queda únicamente en sí mismo, sino que atenta contra la gloria de Dios.

(2) Dios siente dolor por la pérdida de un hijo, lo pierde cuando esta en el pecado.

(3) Cuando se le enseña a un ser humano de quién es hijo y quién le ha amado, se esta limpiando lo que estaba manchado.

* La irrompible relación del amor a Dios y al prójimo es esta: PORQUE AMO A DIOS, QUIERO QUE BRILLE LA GLORIA DE DIOS EN LA VIDA DEL PRÓJIMO. El amor al prójimo no es un asunto de simpatía, es el deseo de que aparezca la luz y el amor de Dios en él.

Conversando con evangélicos sobre el papado

“Continuando con la serie de conversaciones entre amigos sobre temas de apologética, les comparto un nuevo diálogo ficticio en donde se analiza el tema del papado. En esta ocasión, los argumentos los he tomado de algunas Webs de apologética protestante. Los nombres de quien participan no son reales…”

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La Pascua, sus Enemigos y sus Victorias, 4 de 8, Dificultades y frenos interiores a la alegría

[Retiro Espiritual con un grupo de Hermanas Dominicas de la Presentación, en Bogotá. Semana Santa de 2014.]

Tema 4 de 8: Dificultades y frenos interiores a la alegría

Existen también las dificultades interiores, es decir aquellas que se gestan y crecen al interior de la Iglesia, como comunidad invitada a la fe y la caridad. En cuanto a las dificultades que afectan a muchos ministros ordenados, personas consagradas y laicos comprometidos, hay que mencionar sobre todo cinco:

(1) La “hermenéutica de la ruptura” que considera al Concilio Vaticano II como un punto de quiebre en la historia de la Iglesia. Algunos, los tradicionalistas, lamentan ese quiebre y consideran que la Iglesia perdió su pasado. Otros, los de línea progresista, saludan ese cambio, se alegran de que el pasado quede sepultado, y ven al llamado “espíritu” del Vaticano II como el comienzo de algo muy grande que sucederá inevitablemente en un futuro próximo, sobre todo si pronto se celebra el Vaticano III.

(2) Modernismo: forma de pensamiento que pretende comprender y expresar la fe de modo tal que se adapte de continuo al lenguaje, las categorías y los criterios de aceptación de cada época. En nuestra época particular el modernismo se viste de concordismo cientificista o de un pluralismo democrático que quisiera reducir el mensaje del Evangelio a “seamos buenas personas” (buenismo).

(3) Discontinuidad teológica, en lo dogmático, moral y litúrgico. Hijos o ahijados del modernismo, asi sea mitigado, y de la hermenéutica de la ruptura, un número no pequeño de teólogos y escritores de espiritualidad han visto en este tiempo la ocasión para decir su propia palabra, a veces con resonante pexito y notable popularidad, refeljada en ventas. Pero lo que enseñan no es concorde con el Magisterio de la Iglesia, y ellos lo saben. La gente se devora sus palabras y compra con entusiasmo sus obras, con la gravedad de que entre esos lectores están también muchos que se forman para ser predicadores, confesores o maestros. Autores como Anthony De Mello, Carlos Vallés, Anselm Grün, Hans Küng, Xavier Pikaza, Mariano Vidal, José Pagola, José Ignacio González Faus, Jon Sobrino, Leonardo Boff, y muchos más han impactado y siguen impactando profundamente las ideas y perspectivas de muchos que hoy son sacerdotes y pastores de almas.

(4) Ausencia de la Cruz: un modo “light” de interpretar la resurrección–incluso cuando se concede que implica algo real para el Crucificado, y no sólo para la fe de los discípulos–ha llevado a mirar la Cruz como un hecho relativamente accidental, inesperado para el mismo Cristo; o como la consecuencia colateral de un compromiso sociopolítico, en todo comparable a los “mártires” de las revoluciones socialistas o independentistas de antes o de ahora. La irrelevancia de la Cruz trae daños severos en el espíritu de penitencia, en la mortificación, en la generosidad y por supuesto, en la obediencia, con no pequeño daño a las diócesis y a las comunidades religiosas.

(5) “Carrierismo” : tendencia a equiparar las etapas y procesos del servicio a la evangelización con los modelos típicos de ascenso en el mundo empresarial o académico. El resultado es desastroso para la misión de la Iglesia, sobre todo por el despliegue descarado de egoísmo, y por la manera de “usar” las comunidades para promoverse hacia lugares supuestamente mejores, en términos mundanos.

Cánticos Cristológicos, 2 de 4, Efesios

[Retiro de Semana Santa en el Convento de Santo Domingo, en Bogotá, versión 2014.]

Tema 2: Cristo en Efesios 1,3-10

* Las Cartas a los Efesios y a los Colosenses son de las llamadas “de la cautividad.” Pablo está prisionero y su reclusión le lleva a profundizar en el misterio de Cristo, hacia dimensiones más eclesiales, e incluso cósmicas.

* Lo que maravilla al Apóstol es que Dios ha podido, en Cristo y a través de Cristo, crear un pueblo nuevo a partir de dos pueblos que se detestaban: judíos y gentiles.

* El camino que abrió Cristo fue mostrar que el pecado abunda y da fruto de muerte en uno y otro pueblo, y por eso ambos pueden encontrar en Cristo un nuevo comienzo y una esperanza firme.