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Se llama "taumaturgo" al que hace muchos milagros. A este Santo le pusieron ese nombre, porque según indica la tradición popular, desde tiempos de Moisés no se había visto a una persona conseguir tantos de ellos como los que obtuvo San Gregorio.
Cuando era joven, se vio obligado a viajar a Cesarea en Palestina, con el fin de acompañar a una hermana. Estando allá, conoció al sabio más grande de su tiempo que era Orígenes, quien había puesto una escuela de teología en esa ciudad.
Al estallar la persecución de Decio en 250, San Gregorio aconsejó a los cristianos que se escondieran, para que no tuvieran peligro de renegar de su fe cristiana por temor a los tormentos.
Se ha hecho célebre en la historia de la Iglesia la frase que dijo este gran Santo poco antes de morir. Preguntó: "¿Cuántos infieles quedan aún en la ciudad sin convertirse al cristianismo?" Le respondieron: "Quedan diecisiete". Y él exclamó gozoso: "¡Gracias Señor! Ese era el número de cristianos que había en esta ciudad cuando yo llegué a misionar aquí. En aquel tiempo no había sino 17 cristianos, y ahora no hay sino 17 paganos".
Las gentes lo invocaban después, cuando hubo inundaciones y terremotos. Es que San Gregorio con sus oraciones y sacrificios, logró detener terribles catástrofes que amenazaban acabar con todos los cultivos y casas de la ciudad.
Aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de prudencia y sabiduría, espíritu de consejo y valentía, espíritu de ciencia y temor del Señor. Le inspirará el temor del Señor.
No juzgará por apariencias ni sentenciará sólo de oídas; juzgará a los pobres con justicia, con rectitud a los desamparados. Herirá al violento con la vara de su boca, y al malvado con el aliento de sus labios. La justicia será cinturón de sus lomos, y la lealtad, cinturón de sus caderas.
Habitará el lobo con el cordero, la pantera se tumbará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos: un muchacho pequeño los pastorea. La vaca pastará con el oso, sus crías se tumbarán juntas; el león comerá paja con el buey. El niño jugará en la hura del áspid, la criatura meterá la mano en el escondrijo de la serpiente. No harán daño ni estrago por todo mi monte santo: porque está lleno el país de ciencia del Señor, como las aguas colman el mar. Aquel día, la raíz de Jesé se erguirá como enseña de los pueblos: la buscarán los gentiles, y será gloriosa su morada.
Dios mío, confía tu juicio al rey, / tu justicia al hijo de reyes, / para que rija a tu pueblo con justicia, / a tus humildes con rectitud. R.
Que en sus días florezca la justicia / y la paz hasta que falte la luna; / que domine de mar a mar, / del Gran Río al confín de la tierra. R.
Él librará al pobre que clamaba, / al afligido que no tenía protector; / él se apiadará del pobre y del indigente, / y salvará la vida de los pobres. R.
Que su nombre sea eterno, / y su fama dure como el sol: / que él sea la bendición de todos los pueblos, / y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra. R.
Que en sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente (Salmo 71 )
Evangelio
En aquel tiempo, lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó Jesús: "Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar."
Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: "¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis vosotros, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron."
Jesús, se llenó de la alegría del Espíritu Santo (Lucas 10,21-24)
En el adviento la voz cantante suele tenerla la primera lectura que muestra las promesas de Dios; el Evangelio luego constata cómo esas promesas se han cumplido en Cristo. 4 min. 54 seg.
El adviento nos enseña que hay razones para la esperanza, pues en Cristo se cumplen todas las promesas, ¡confiemos en Él ya que su palabra es eficaz y da fruto! 4 min. 30 seg.
En Jesucristo se cumplen todas las promesas, se hacen realidad los anhelos más profundos de nuestro corazón, llenándonos de gozo y paz, haciéndonos testigos de su amor. 4 min. 9 seg.
La teología de la unción brota de la convicción de que no bastan las cualidades humanas para mejorar a las cosas y situaciones humanas: ese "toque" que necesitamos para obrar con genuina sabiduría y constancia sólo lo da Dios. 13 min. 22 seg.
Ten cuidado de todo aquello en lo que te sientes más fuerte porque puede ser un obstáculo que te lleva a perder los tesoros de Dios por conservar los tuyos. 4 min. 39 seg.
Dios obra en el mundo a través de sus elegidos. El Espiritu Santo los capacita, los unge, les da gracia, fuerza y conocimiento especial para que su amor, su poder y su victoria se instauran en el mundo. 6 min. 12 seg.
Ser líder no es simplemente una conquista humana, una genialidad de la persona; es un don que viene de lo alto, es un regalo de Dios y que hace posible que tenga cualidades para gobernar. 4 min. 39 seg.
Nosotros por el pecado tenemos la capacidad de arruinar las cosas; sin embargo, reconstruir de verdad lo dañado solo lo puede hacer el Espíritu Santo. 6 min. 0 seg.
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1.1 Jesé es el padre del rey David, cuyo reinado se convirtió en el gran punto de referencia y la medida propia de lo que significa reinar a la manera y al gusto de Dios. En David brilló la fuerza y riqueza interiores de ese "tronco" que es Jesé. El tronco de Jesé se prolongó luego en los hijos y los hijos de los hijos de David, es decir, aquella dinastía que fue anunciada por boca del profeta Natán: "Tu casa y tu reino permanecerán para siempre delante de mí; tu trono será establecido para siempre" (2 Sam 7,16).
1.2 Este anuncio maravilloso era como la manifestación visible de la presencia de Dios y de su fidelidad inquebrantable. A pesar de las infidelidades de los sucesores al trono de David, Dios una y otra vez mostró que él permanecía y que defendía a su pueblo. Por ministerio de los profetas reprochaba y corregía, aunque siempre sobre la base de una estabilidad: siempre hay y siempre habrá un sucesor al trono. Pasara lo que pasara, el tronco de Jesé seguía mostrándose fuerte y nuevos brotes, es decir, nuevos reyes, presidían en nombre de Yahvé al pueblo de Judá.
1.3 El destierro a Babilonia, quizá el acontecimiento más triste y el punto más bajo de todo el Antiguo Testamento, vino a ser la gran contradicción de todo ese esquema. Un rey ultrajado y cautivo, que además muere sin dejar descendencia al trono, significaba simplemente que la profecía y promesa de Natán a David se desplomaban en el vacío. El pueblo siente: Dios ya no está, su palabra ha caído, su alianza se ha terminado, el tronco de Jesé ha quedado mutilado y seco para siempre...
1.4 Con este contexto nos asomamos a la profecía valiente, casi inverosímil que nos presenta Isaías hoy: "saldrá un brote del tronco de Jesé, un retoño brotará de sus raíces" (Is 11,1). Estas palabras muy probablemente fueron anteriores a la catástrofe del destierro, pero eso no las priva del eco impresionante con que debieron retumbar después de los acontecimientos del exilio. Un renuevo... un retoño... un brote... Algo pequeño, casi insignificante, y sin embargo: un anuncio de esperanza, un principio de futuro, un grito de rebeldía contra las fuerzas de la muerte, el desánimo y el fracaso.
2. El Reino revelado a los pequeños
2.1 Así como uno puede pasar por encima de un tronco viejo sin descubrir sus retoños nuevos, así uno puede pasar por el mundo sin descubrir los brotes del Reino. Hablando en términos generales, que son los términos de los grandes teoréticos, los grandes estrategas y los grandes comerciantes, el Reino no importa mucho. En términos generales y en una visión de bulto el Reino hace poco y pesa poco. Mas hay gente, la gente sencilla, la gente pequeña, que no tiene una vida grande sino una vida pequeña, y por eso tienen ojos para descubrir el misterio, la belleza y la fecundidad de lo pequeño. Así nos lo muestra Jesús en el evangelio de hoy.
2.2 Los "sabios y entendidos" buscan la verdad en aquello que se impone. Necesitan ser abrumados por el poder de algo para desear comprenderlo. El Reino de Dios se les escurre entre los dedos y travieso se oculta a sus ojos. El que se impone es débil porque no puede vencer la verdadera fortaleza del hombre, que es su corazón. Allá, en esa fortaleza, es donde nos encerramos a odiar a los que nos oprimen y a maldecir a los que pretenden imponerse sobre nosotros. Por eso el Reino n ose impone, porque el que tiene que imponerse en ello mismo demuestra que nada puede frente a la muralla interior que cada uno construye en su corazón.
2.3 Los sencillos y humildes, en cambio, han aprendido otro lenguaje. Saben distinguir las señales de auxilio del que padece necesidad quizá porque han tenido que utilizarlas en su momento. Saben que todos pasamos por horas difíciles en las que nada podemos y todo necesitamos. Ese es el lenguaje del Reino de Dios. Ese es el lenguaje de Jesús. Ese es la atmósfera que irradia, discreta y humilde y pura, la Eucaristía.