Homilía de Fr. Nelson Medina, O.P.

En el adviento la voz cantante suele tenerla la primera lectura que muestra las promesas de Dios; el Evangelio luego constata cómo esas promesas se han cumplido en Cristo.

Homilía v012005a, predicada en 20111129, con 4 min. y 54 seg.

Transcripción:

Una de las características un poco extrañas de este tiempo litúrgico de Adviento es que los pasajes del Evangelio para cada día parecen tomados según un orden que uno no entiende, porque uno está acostumbrado a que, por ejemplo, durante los domingos se van leyendo pasajes de un mismo evangelista y se va avanzando en el curso de esa lectura. Y lo mismo para los días entre semana. Uno está acostumbrado, por ejemplo, a que en el tiempo llamado ordinario se empieza por Marcos, que se lee casi completo; se sigue luego por Mateo, luego Lucas, y también ahí el principio organizador parece ser que se va avanzando poco a poco siguiendo una secuencia.

En el Adviento, ese orden no aparece. De hecho, los textos del Evangelio se toman de Marcos, de Mateo y de Lucas, y a veces uno puede quedar un poco perplejo. Yo soy muy amigo de ofrecer siempre algunas explicaciones en nuestra liturgia, porque precisamente el Concilio Vaticano Segundo nos dijo que era un verdadero propósito, que teníamos que tomar todos: que nuestra celebración litúrgica fuera más participada y fuera más fructuosa.

Y para que la liturgia, para que nuestra celebración de fe alcance verdaderamente a dar su fruto, pues tiene que entrar en juego todo nuestro ser, no únicamente los órganos de nuestros sentidos: viendo que hay colores muy hermosos; o no únicamente el olfato, porque están los aromas de las flores o del incienso; no únicamente nuestros ojos, porque el templo está muy bien arreglado. Todo nuestro ser tiene que tomar parte en la liturgia y todo nuestro ser incluye también. No podía faltar nuestra inteligencia.

Por eso, si queremos verdaderamente aprovechar las lecturas y si queremos vivir nuestra liturgia, pues lo correcto, lo sensato, es que nosotros en ese, en esa participación, no lleguemos simplemente como a ver qué sale hoy, a ver cuál es la lectura de hoy. Porque cuando uno no tiene ninguna claridad sobre la liturgia, pues es como una bolsa que está llena de cualquier cosa. Como esas bolsas que están llenas de retazos de tela. Y entonces uno ve distintos colores, distintas texturas, pero lo que no tiene orden no tiene sentido. Y lo que no tiene sentido muy pronto nos cansa. ¿Cuál es el sentido de las lecturas en el Adviento? La clave está en la relación que se establece entre la primera lectura y el Evangelio. La primera lectura es la que va llevando como la voz cantante y, con mucha frecuencia, está tomada del profeta Isaías. Este profeta es el que nos va a servir como principal guía durante el Adviento.

Y entonces estos textos de Isaías, con mucha frecuencia, tienen un tono mesiánico, es decir, nos hablan de cómo van a ser las cosas cuando llegue el Ungido de Dios, porque eso es lo que quiere decir la palabra "Mesías": quiere decir el Ungido de Dios. Entonces Isaías nos habla de cómo van a ser las cosas, y los evangelios están escogidos de acuerdo con la voz cantante que la da Isaías.

Entonces, el criterio fundamental está en la primera lectura, que nos va contando cómo van a ser las cosas, y luego el Evangelio nos va mostrando que eso se cumple en Cristo. Así, por ejemplo, el Evangelio de hoy nos habla de Cristo lleno del Espíritu Santo, y el texto de Isaías nos estaba hablando de cómo el Mesías estaría lleno del Espíritu del Señor.

Ese es el criterio a conocer nuestra liturgia. Vamos a proponernos eso y vamos a vivirla. Vamos a vivirla desde el fondo de nuestro ser y con todo lo que somos.

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