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Homilía de Fr. Nelson Medina, O.P.
En Jesucristo se cumplen todas las promesas, se hacen realidad los anhelos más profundos de nuestro corazón, llenándonos de gozo y paz, haciéndonos testigos de su amor.
Homilía v012011a, predicada en 20161129, con 4 min. y 9 seg. 
Transcripción:
La primera lectura de hoy está tomada del capítulo número once del profeta Isaías, y el Evangelio está tomado del capítulo décimo de San Lucas. Hay que hacer un comentario, y es que si observamos los Evangelios durante el tiempo de Adviento, son tomados de muy diversos lugares. Ayer escuchábamos un texto de San Mateo, hoy tenemos uno de San Lucas, muy pronto va a aparecer también San Marcos y esto puede desorientar un poco a aquellos que son asistentes frecuentes de la Santa Misa en los días entre semana, esto les puede desconcertar un poco. ¿Qué significa esa variación?, ¿Qué significa ese distinto origen de las lecturas?. Es que la clave en el Adviento viene sobre todo por la primera lectura, por eso recordé que esa primera lectura había sido tomada de Isaías. Isaías es un gran guía en el tiempo de Adviento, porque muchos de los oráculos del profeta Isaías hacen referencia al cumplimiento del plan de Dios, al desarrollo de su plan y de su voluntad en medio de nosotros. Entonces, la metodología, la pedagogía que tiene el Adviento es que nos va presentando en Isaías algunos textos, podríamos decir, como algunos adelantos sobre cuál es el plan de Dios, cómo es el ungido de Dios, (ungido, en hebreo se dice Mesías), como es el Mesías, y luego bueno, en el evangelio resulta que va apareciendo la figura de Cristo. La clave de todo esto es que nosotros vayamos viendo cómo en Cristo se cumplen todas las promesas, cómo en Cristo se hacen realidad los más profundos anhelos del corazón humano. Esa es la clave del Adviento, y esa es la manera como la Iglesia va levantando nuestra esperanza contándonos de muchas formas como aquel que prometió luego nos ha cumplido. Así, por ejemplo, en el texto de hoy se habla de la unción de Dios, se habla del Espíritu de Dios, el Espíritu Santo de Dios que unge ¿A quien?, pues unge al rey, porque precisamente la unción de Dios es la que hace que el rey sea rey. Entonces Isaías nos habla de una unción que va a recibir un rey, una unción maravillosa que va a traer unos frutos abundantes de paz y de reconciliación, una unción muy fuerte. Y qué es lo que nos presenta el Evangelio, nos presenta a Jesucristo, lleno de la alegría del Espíritu Santo, Jesucristo, colmado de gozo del Espíritu, y Jesucristo, que nos introduce en esa realidad que se llama el Reino de Dios con una condición muy particular. Y es que, es necesario entrar con gran sencillez al Reino de Dios, es decir, necesitamos, como nos dirá Cristo en otra oportunidad, ser como niños. Dice Cristo en oración en alabanza al Padre celestial. Has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Entonces nosotros, desde un corazón sencillo, desde un corazón abierto, recibimos las promesas del Señor y nos damos cuenta que aquello que se anunció en otro tiempo, como aparece en Isaías, se cumple plenamente en nuestro Señor Jesucristo. Y así vamos creciendo en la certeza de que Él es nuestra respuesta, en la certeza de que en Él se pueden cumplir nuestros anhelos, eso nos da gozo, eso nos da paz y eso nos permite ser testigos de su amor.

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