Esta es tu casa!

Homilía de Fr. Nelson Medina, O.P.

El corazón humano cambia cuando acoge el Germen, es decir, la iniciativa de gracia que Dios nos ofrece ante todo en su Hijo Jesucristo.

Homilía v012008a, predicada en 20141202, con 4 min. y 36 seg.

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Transcripción:

La primera lectura del día de hoy está tomada del capítulo once del profeta Isaías. Es importante destacar la procedencia de este texto, porque Isaías es uno de nuestros grandes guías durante el tiempo de Adviento. Podemos decir que tres son los personajes que nos ayudan a vivir el Adviento con verdadero provecho. Tenemos en primer lugar al profeta Isaías, en segundo lugar a Juan el Bautista, el precursor del Mesías y en tercer lugar, por supuesto, la Santísima Virgen María. Ella, con su actitud de acogida de la Palabra, con su fe sin grietas y sobre todo con su amorosa esperanza activa, es la imagen misma de lo que significa el Adviento, es decir, cómo debemos vivir este tiempo de gracia, al comienzo del año litúrgico.

Isaías en el capítulo once, nos describe una realidad maravillosa. Lo que más destaca es que ha desaparecido la violencia, ha desaparecido la agresividad, la opresión. El lobo habitará con el cordero, esa manera de hablar no solamente indica paz, sino indica la desaparición de la codicia, de la agresividad. En realidad, Isaías no nos está hablando de animales, por supuesto, no es eso lo que le interesa, en primer lugar. Isaías nos está hablando de corazones, nos está hablando de cómo el corazón cambia y cesa en su codicia. Pero hay una condición y esa condición es aceptar lo que el mismo profeta llama el renuevo, el germen, el vástago, un germen, algo que empieza, un brote.

En aquellos países donde se sienten con mucha fuerza las estaciones climáticas, el verano, la primavera, el invierno, el otoño. En aquellos países en los que se sienten con fuerza las estaciones, siempre hay un momento en el año, entre el invierno y la primavera, en que todos esperan con mucha ansia que aparezcan los brotes, las señales de la nueva vida. En países como Japón, por ejemplo, la llegada de la primavera es un acontecimiento nacional. Hay días específicos en los que parece que cambia por completo el paisaje, y es que es así. Ha llegado el brote nuevo, ha llegado la vida nueva, es un nuevo comienzo.

Pues bien, la primavera, la primavera de nuestra fe, la primavera de nuestra esperanza y la primavera de nuestro amor, eso es lo que viene a traer Cristo a nuestra vida. El vástago de la casa de David, el renuevo de la casa de David es precisamente Jesucristo. En él todo empieza de nuevo, y en él nosotros somos invitados a una vida nueva.

Eso quiere decir que debemos tomar en serio las palabras del apóstol San Pablo en el capítulo doce de la Carta a los Romanos, cuando nos dice transformaos por la renovación de vuestra mente. Tengo que aprender a pensar de otro modo, tengo que aprender a amar de otro modo, tengo que aprender a vivir de otro modo. Y mi maestro, en esta nueva etapa, el que me va a enseñar cómo se vive, cómo se habla, cómo se ama, de qué hay que alegrarse, de qué es bueno alegrarse, cómo es posible construir la paz, cómo se pueden transformar los corazones, el que me va a enseñar todo esto se llama Jesucristo, el Hijo de Dios, aquel a quien estamos esperando. Eso es vivir el Adviento.

El Adviento es centrarse en la figura de Jesucristo, es poner en él nuestra esperanza y recibirlo como el comienzo de una vida nueva. Él es nuestra primavera, él es nuestro verdadero comienzo. A Él la gloria por los siglos. Amén.

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