Esta es tu casa!

Homilía de Fr. Nelson Medina, O.P.

Dios obra en el mundo a través de sus elegidos. El Espiritu Santo los capacita, los unge, les da gracia, fuerza y conocimiento especial para que su amor, su poder y su victoria se instauran en el mundo.

Homilía v012015a, predicada en 20191203, con 6 min. y 12 seg.

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Transcripción:

Cómo puede hacerse presente la victoria de Dios en este mundo, en medio de tantos intereses y poderes que todos conocemos. Pensemos que la historia humana, en su mayor parte, es una cantidad de conflictos, de intereses. Si miramos la historia de los pueblos, ya se trate de independencias, revoluciones, elecciones, destituciones, juicios políticos, dimisiones, renuncias, dictaduras, todo ese lenguaje y mucho más. ¿De qué nos habla?, conflictos de poder, ¿De qué nos habla?, intereses, egoísmo. Gente que mira únicamente por lo suyo y muchas veces gente que tiene un gran poder, un gran poder para asegurar lo suyo.

Según eso, la pregunta es, y entonces, ¿Cómo entra el actuar de Dios en este mundo? Tal vez nuestra primera respuesta sería, a través de grandes acontecimientos, a través de grandes, que sé yo, por ejemplo, catástrofes. Pero si nosotros vamos a la Sagrada Escritura, la respuesta es más sutil, es más sabia y más bella. Y las lecturas de la misa de hoy nos ayudan a entender por qué es así. Efectivamente, la primera lectura tomada del capítulo once de Isaías y el Evangelio tomado del capítulo cuatro de San Lucas, nos están contando el ingrediente fundamental de esa entrada. Vamos a llamarla así esa entrada del amor, el poder y la victoria de Dios en esta tierra, se llama "unción". Unción del Espíritu de Dios, unción del Espíritu Santo, es decir, Dios podría, por supuesto, que podría obrar directamente.

Hay un dictador y le cae un meteorito encima y se acabó el dictador, ese podría ser el modo de obrar de Dios, hablando de una manera, casi diríamos infantil. Pero como nos enseña el Santo Tomás de Aquino y tantos otros doctores de la Iglesia, ese no suele ser el estilo de Dios. Dios suele obrar a través de sus siervos, Dios suele obrar a través de sus amigos, a través de sus elegidos, a los cuales capacita. Es como si Dios les diera, es como si Dios les diera, una unción especial, como si Dios les diera una gracia especial, como si Dios les diera una fuerza especial o un conocimiento especial. Todo eso que he llamado especial, eso es lo que está en la palabra unción.

Entonces, ¿Qué es un ungido? Por cierto, Ungido en griego se dice Christós y en hebreo equivale a la palabra Mesías, eso es lo que significa ungido. Entonces Cristo es el Ungido, es el Cristo, es el Mesías. Bueno, entonces, ¿Qué es un ungido? o ¿Quién es un ungido? Es una persona tan normal como tú o como yo, que recibiendo una capacidad especial de Dios, obra de un modo que resulta sorprendente por su sabiduría, por su originalidad, por su belleza, por su fuerza. Ya que el Espíritu Santo es uno solo, pero sus dones son múltiples.

Entonces el Espíritu Santo a veces nos sorprende con su hermosura, con la hermosura, con la belleza del actuar que tienen alguna persona, o con la sabiduría que muestra en otra persona, o con el poder que muestra en otra persona, o con lo extraordinario que muestra en otra persona, eso se llama unción. Unción lo que hace especial a esta persona que es como todas las demás para que pueda realizar lo que realiza, es esa acción particular, esa acción especial del Espíritu. Y entonces Cristo quien es, verdadero hombre como nosotros, verdadero Dios como el Padre, Él es el Ungido, el Ungido, el que recibe la unción. Recibir la unción, que es, recibir la unción, es recibir esa capacidad específica para una determinada misión. Y vaya misión que tenía Jesucristo, ni más ni menos que nuestra salvación, esa es la unción que Él recibe.

Entonces Cristo es el que ha recibido sin medida el Espíritu, como dice el Evangelio de Juan. Es el que ha recibido la unción sin medida para esa misión absolutamente única, para ese encargo absolutamente único que es el de la reconciliación de la humanidad con Dios Padre. El perdón de nuestros pecados, la adopción filial, la instauración del Reino de Dios. Todas estas maravillas están en la unción de Cristo. Y sabes cuál es la mejor noticia, que ese mismo Espíritu es el que tú has recibido en el bautismo, ese Espíritu es el que te ha confirmado y sellado en el sacramento de la Confirmación. Así que no amarremos al Espíritu, abramos nuestro corazón a su acción para seguir las huellas de Cristo y realizar cada uno su propia misión.

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