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Nació en Peñafort de Cataluña, destacándose por su gran habilidad en los estudios. Luego de ser nombrado Archidiácono de Barcelona, tomó el hábito de Santo Domingo a la edad de 47 años.
Sus Superiores le señalaron la penitencia de escribir una colección de casos de conciencia para uso de los confesores y moralistas.
A la vida de retiro, el Santo añadió las labores del apostolado, trabajando incesantemente en la predicación, la instrucción, las confesiones y la conversión de los herejes, judíos y moros.
Además, realizó viajes por diferentes regiones españolas, inculcando lecciones espirituales para lograr la total transformación del pueblo contaminado por las costumbres de los moros.
En 1230, el Papa lo llamó a Roma, convirtiéndose en su confesor e imponiéndole la penitencia de oír y despachar inmediatamente las peticiones de los pobres.
Al caer enfermo, San Raimundo regresó a Barcelona, donde continuó con su labor apostólica, luchando en contra de la herejía. También fundó un convento en Túnez y otro en Murcia entre los moros.
El Santo entregó su alma a Dios a la edad de 100 años, en 1275.
La Paz, Bolivia (1995) - Tengo la dicha de haberte visto cumplir tus 15 años, y solo puedo pedir a Dios que me permita acompañarte en todos tus acontecimientos como cuando vayas a culminar tu profesión, cuando te cases, y tantas cosas todavía que debes vivir y en todas ellas quiero estar siempre presente. Deseo en el alma estar en todos tus acontecimientos como cuando te cases, nazca tu primer bebé, pero si no fuera así, quiero que sepas que te amo mucho hijita y mientras tenga las fuerzas para seguir viviendo y la Providencia me la otorgue estaré a tu lado formando tu caminar y seas una hija de Dios.
Foz do Iguaçu, Brasil - My present thoughts determine my future. I move towards and become that which I think about. Mis bendiciones a mi hijo... Dios regale a su corazón lo necesario
para su felicidad y progreso. Besos al
corazón muy amado. Felíz día hijo. Zully
San Juan, Argentina (1973) - En tu cumpleaños quiero pedir al cielo y su creador que bendiga nuestro matrimonio porque justamente el 3 de enero de 2011 cumplimos 13 años, y que nos de la posibilidad de concretar nuestro anhelo de ser padres.
Queridos hermanos: ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Éste es el que vino con agua y con sangre: Jesucristo. No sólo con agua, sino con agua y con sangre; y el Espíritu es quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad. Porque tres son los testigos: el Espíritu, el agua y la sangre, y los tres están de acuerdo.
Si aceptamos el testimonio humano, más fuerza tiene el testimonio de Dios. Éste es el testimonio de Dios, un testimonio acerca de su Hijo. El que cree en el Hijo de Dios tiene dentro el testimonio. Quien no cree a Dios le hace mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. Y éste es el testimonio: Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo. Quien tiene al Hijo tiene la vida, quien no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. Os he escrito estas cosas a los que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que os deis cuenta de que tenéis vida eterna.
Una vez, estando Jesús en un pueblo, se presentó un hombre lleno de lepra; al ver a Jesús cayó rostro a tierra y le suplicó: "Señor, si quieres puedes limpiarme." Y Jesús extendió la mano y lo tocó diciendo: "Quiero, queda limpio." Y en seguida le dejó la lepra. Jesús le recomendó que no lo dijera a nadie, y añadió: "Ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés para que les conste."
Se hablaba de él cada vez más, y acudía mucha gente a oírle y a que los curara de sus enfermedades. Pero él solía retirarse a despoblado para orar.
El que cree en Jesús, tiene victoria sobre el mundo, y el que tiene a Jesús, tiene vida. Como con San Francisco, Dios con una compasión muy grande logra enamorar nuestro corazón y con El podemos vencer al mundo para que no tenga poder sobre nosotros. Cristo, tiene una sonrisa hermosa, tiene una paz muy grande, y es capaz de cambiar el corazón con una sola de sus miradas 12 min. 14 seg.
En su Primera Carta el apóstol Juan ha insistido sobre todo en la verdad de la carne de Jesucristo, porque si su carne es apariencia, su amor es apariencia. Si, en cambio, podemos decir que nos ha amado hasta dar su sangre y su vida, entonces es verdad que hemos sido amados hasta el extremo. 4 min. 8 seg.
La gracia de la Unción que Dios conceda en virtud de los méritos de Cristo entreabre para nosotros la grandeza y verdad de la fe que profesamos. 13 min. 3 seg.
Cristo revela la fuerza de Dios al contradecir aquello a lo que estábamos acostumbrados: que el mal contagia a los que están sanos porque la sanidad de Cristo se le "contagia" al leproso. 7 min. 28 seg.
Los tres testigos de que nos habla la Primera Carta de San Juan tienen una aplicación particular a la vida sacerdotal: El AGUA, memoria del bautismo de Juan, invita a una vida en humildad y continua conversión; la SANGRE nos recuerda el camino y el sacrificio de Cristo; el Espíritu nos invita a la oración perseverante, seguros de que solo Dios cambia los corazones. 10 min. 42 seg.
Cuando tu fe esté en crisis: el Espíritu Santo es la voz interior que te ayuda a reconocer a Jesús, los sacramentos te hablan de Él y su sangre y la de los mártires te fortalecen. 7 min. 17 seg.
Debemos conocer cómo obra el mundo con sus condiciones absurdas y sucias, pero sabemos que Jesús venció al mundo en la cruz y en la resurrección. 6 min. 17 seg.
El mundo es el quiere imponerte valores, que pretende que todos pensemos, hablemos, deseemos y consumamos lo mismo; y quien hace la diferencia es quien se ha encontrado con Cristo, quien cree que Él es único Dios eterno, que nació y murió para salvarnos. 6 min. 10 seg.
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1.1 El cuarto evangelio favorece la opinión de que Juan, antes de ser discípulo de Jesús, fue discípulo de Juan el Bautista (cf. Jn 1,40). Si este es el caso, entonces Juan, el evangelista, conoció de cerca el ministerio de Juan, el bautista. Supo bien qué podía esperarse de aquella agua que se derramaba profusamente sobre los israelitas arrepentidos gracias al ministerio del gran asceta y profeta del desierto.
1.2 En el ministerio de Jesús hay más que esa agua. Vino Cristo " no sólo con agua, sino con agua y con sangre" (1 Jn 5,6). Hay un gran testimonio que nos mueve a acoger el mensaje y el ministerio de Cristo: un testimonio triple: agua, Sangre y Espíritu (cf. 1 Jn 5,8).
1.3 ¿Qué añade la Sangre?, podemos preguntarnos, sobre todo si tenemos en cuenta que también el Bautista rubricó con el martirio su ministerio admirable. Tengamos en cuenta, para buscar una respuesta, que toda esta primera carta de Juan ha sido un gran himno al misterio de la carne de Jesucristo, en cuanto verdad palpable de su presencia entre nosotros, y en cuanto fuente y medio de toda revelación.
1.4 La sangre es la expresión definitiva de la ofrenda de la propia carne, porque la carne que entrega su sangre entrega su vida. Cada sangre revela la verdad de cada carne. La Sangre de Cristo es la expresión del misterio que trae su carne. En su Sangre entendemos por qué ha venido en nuestra carne: para dar su vida por nosotros. De este modo, la Sangre da testimonio.
2. El Puro nos Purifica
2.1 La Ley Mosaica prohibía la leproso tener contacto con sus congéneres; debía vivir solo, fuera del campamento (Lev 13,46). No podía acercarse porque podía contagiar su impureza y sus ropas o cosas debían estar separadas, como él, de toda influencia o trato con los demás. El papel de los sacerdotes frente a esta espantosa enfermedad era simplemente el de declarar que sí había lepra o declarar que se había curado la lepra (Lev 14,2-7).
2.2 La Ley, pues, conocía que el mal puede extenderse; la impureza puede avanzar. No contemplaba, en cambio, el caso que nos presenta el evangelio de hoy, como hermosa epifanía del poder de Cristo: hoy estamos frente a un caso de pureza contagiosa. El amor de Cristo ha causado que su propia salud se extienda al que estaba infectado y que su pureza se transmita al que estaba aislado por la impureza de su enfermedad.
1.3 Y en ese espíritu hemos de leer este evangelio como eco de la solemnidad de la epifanía: hoy hemos visto que la salud de Cristo es más fuerte que la enfermedad del mundo, así como su luz es más fuerte que nuestras tinieblas.
Queridos hermanos: Cuanto pidamos lo recibimos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada. Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó. Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio.
Queridos: no os fiéis de cualquier espíritu, sino examinad si los espíritus vienen de Dios, pues muchos falsos profetas han salido al mundo. Podréis conocer en esto el espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a Jesucristo venido en carne es de Dios; y todo espíritu que no confiesa a Jesús no es de Dios: es del Anticristo. El cual habéis oído que iba a venir; pues bien, ya está en el mundo. Vosotros, hijos míos, sois de Dios y lo habéis vencido. Pues el que está en vosotros es más que el que está en el mundo. Ellos son del mundo; por eso hablan según el mundo y el mundo los escucha. Nosotros somos de Dios. Quien conoce a Dios nos escucha, quien no es de Dios no nos escucha. En esto conocemos el espíritu de la verdad y el espíritu del error.
Voy a proclamar el decreto del Señor; / el me ha dicho: / "Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy. / Pídemelo: te daré en herencia las naciones, / en posesión, los confines de la tierra." R.
Y ahora, reyes, sed sensatos; / escarmentad, los que regís la tierra: / servid al Señor con temor, / rendidle homenaje temblando. R.
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan se retiró a Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que había dicho el profeta Isaías: "País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló."
Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: "Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos." Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo. Su fama se extendió por toda Siria y le traían todos los enfermos aquejados de toda clase de enfermedades y dolores, endemoniados, lunáticos y paralíticos. Y él los curaba. Y le seguían multitudes venidas de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y Trasjordania.
San Juan destaca lo que significa para nosotros el misterio de la Encarnación, el gran misterio que celebramos en Navidad. Nos enseña que es verdad la historia de Cristo, lo que Él vivió y su completa inserción en nuestra historia humana. Nos invita a aceptar el mensaje íntegro de Cristo apartándonos de los falsos profetas que pretenden que nos quedemos con lo que nos parece mas conveniente. 16 min. 2 seg.
La semana que sigue a la Epifanía es una especie de octava que nos ayuda a contemplar momentos únicos de manifestación de Dios en su Hijo Jesucristo. 4 min. 45 seg.
El desafío es ser como Cristo, luz que muestra la verdad, luz que conduce hacia el Reino, luz que se manifiesta en la capacidad de ternura y acogida hacia lo más pequeños. 4 min. 50 seg.
La Primera Carta de Juan nos invita a discernir. Hay muchos falsos profetas. un gran criterio es el misterio de la Encarnación, que revala tanto del ser y hacer de Dios, y tiene un impacto fuerte en nuestra moral cristiana. 9 min. 15 seg.
El camino y el Espíritu que seguimos son los que nos llevan hacia Jesucristo, a la manera como Él vivió, amó, oró; lo que Él hizo, lo que evitó. 6 min. 11 seg.
El criterio de discernimiento para no caer en engaños es vivir como vivió Jesús, descubrir que nuestra fe no es igual a cualquier otra religión y entender que nuestra salvación está en el sacrificio de la carne de Cristo. 6 min. 59 seg.
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1.1 Juan nos exhorta al discernimiento. Es una monición extraordinariamente actual, por doble motivo: porque siempre necesitamos estar despiertos para no dejarnos confundir, y porque el tipo de engaños que él denuncia están hoy muy vivos, especialmente a través de esa difusa religiosidad que se denomina "Nueva Era".
1.2 Los anticristos, los grandes enemigos que denuncia Juan, son en realidad enemigos de la carne de Cristo. Hablarán de él como de un maestro (uno entre muchos); dirán que es puro, bello, majestuoso, luminoso, pero callarán el misterio que da su sentido más hondo a todos esos elogios: él es de nuestra naturaleza; su carne es nuestra carne; ha cargado sobre sí nuestros delitos; nos conoce por dentro; ha vencido desde dentro al enemigo que nos acechaba y ahora nos ofrece no sólo su ejemplo sino su preciosa gracia, sin la cual es imposible vencer.
1.3 Es sumamente valiosa por esto la síntesis que nos ofrece este capítulo tercero de la primera carta de Juan: "éste es su mandamiento: que creamos en la persona de Jesucristo, su Hijo, y nos amemos los unos a los otros" (1 Jn 3,23). Esta es la vida cristiana: creer y amar.
1.4 ¿En dónde se encuentran el creer y el amar? En la carne de Jesucristo. Creemos que su misterio no es una fábula, porque sucedió en una carne y en una historia como nuestra carne y como nuestra historia. Amamos, porque nuestra existencia en una carne como la suya sólo puede ser espejo de la vida nueva que hemos recibido y que proviene de él, de su carne misma.
2. El ministerio del Bautista y el ministerio de Jesús
2.1 El texto del evangelio de hoy nos permite articular el ministerio de Juan Bautista y el de Jesús. Entre estos dos ministerios no hay solamente una secuencia de tiempo; hay algo mucho más profundo, y con la ayuda del Señor deseamos descubrirlo cuanto Dios nos lo conceda.
2.2 Jesús inicia su predicación después del arresto de Juan. No es sólo un orden temporal de hechos; estamos ante una lectura de los signos de los tiempos realizada por Jesús, después de superar las tentaciones del desierto, luego de haber sido bautizado por el mismo Juan.
2.3 Jesús deja Nazaret, y con ella, a María, su Madre. Desde este momento su morada será cada vez más incierta hasta el día en que tenga que decir que no tiene dónde reclinar su cabeza (Mt 8,20). Por ahora, su primera escala es la ciudad costera de Cafarnaúm, en donde habrá de realizar un magnífico ministerio pero con frutos escasos para sus ojos ávidos de más amor y obediencia a Dios Padre (cf. Mt 11,23). Después dejará Galilea del todo para emprender la peregrinación final hacia Jerusalén (Lc 9,51). Y por último lo dejará todo para subir a la Cruz.
2.4 Jesús deja su casa materna. El Génesis enseñaba: "el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne". Cuando Jesús deja su casa en Nazaret, parte para sus bodas. Sale a buscar a su Novia, a sanar a su Esposa, embellecer a su Preferida. Sale Jesús, como verdadero Novio (cf. Mt 9,15; 25,1), según dijo el mismo Bautista (Jn 3,29), y va tras aquella Iglesia, su Amada, con quien un día celebrará bodas (Ap 19,7). ¡Dichosos los invitados a ese banquete, preparado con tantas renuncias y tantísimo amor, cuyo preludio es la Santísima Eucaristía!