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Después de que María Santísima oyó del Ángel Gabriel que su prima Isabel también esperaba un hijo, sintióse iluminada por el Espíritu Santo.
Comprendió que debería ir a visitar a aquella familia, ayudarles y llevarles las gracias y bendiciones del Hijo de Dios que se había encarnado en Ella.
San Ambrosio anota que fue María la que se adelantó a saludar a Isabel, puesto que es la Virgen la que siempre se adelanta a dar demostraciones de cariño a quienes ama.
Por medio de la visita de Santa María, llevó Jesús a aquel hogar muchos favores y gracias: el Espíritu Santo a Isabel, la alegría a Juan, el don de Profecía, etc.
Todos ellos constituyen los primeros favores que nosotros conocemos que haya realizado en la tierra el Hijo de Dios encarnado.
San Bernardo señala aquí, que desde entonces María quedó constituida como un "Canal inmenso", por medio del cual la bondad de Dios envía hacia nosotros las cantidades más admirables de gracias, favores y bendiciones.
Además, nuestra Madre María recibió el mensaje más importante que Dios ha enviado a la tierra, el de la Encarnación del Redentor en el mundo.
Y en seguida, se fue a prestar servicios humildes a su prima Isabel. No fue como Reina y Señora, sino como Sierva humilde y fraterna, siempre dispuesta a atender a todos los que la necesitan.
Éste fue el primero de los numerosos viajes de María a ayudar a los demás. Hasta el final de la vida, Ella estará siempre viajando para prestar auxilios a quienes lo estén requiriendo.
También resultó ser la primera marcha misionera de María. Porque, fue a llevar a Jesús a que bendijera a otros, obra de amor que sigue realizando cada día y a cada hora.
Finalmente, Cristo empleó a la Virgen para santificar a Juan Bautista. Ahora, Ella sigue siendo el medio por el cual Jesús nos santifica a cada uno de nosotros, que somos también hijos de su Santa Madre.
Panamá, Panamá (2003) - Día de la visitación, donde María visita a su prima Isabel, de la misma forma nos ha visitado a nosotros. Gracias San José y Santa María por cuidar de nuestro Matrimonio. Wilbert
Ordenación Sacerdotal. Yauco, Puerto Rico (1996) - Que el Señor continúe bendiciéndole en su ministerio sacerdotal. Hoy, al celebrar sus 15 años de entrega a Dios, le deseamos toda clase de felicidad en su donación, en cuerpo y alma a Dios y al prójimo. ¡sacerdote eterno! un fraternal abrazo, Mayda y familia
Valencia, Venezuela (2009) - Recuerdo de mi hijo Manuel Gerardo Carrero Franco, que se fué al cielo junto a su novia Cristina y sus compañeras de colegio, tambien su amigo Domingo, Papa Dios, mi Madre Santísima y todos los ángeles del cielo los acompañen siempre, Amén.
Toda la tierra hablaba la misma lengua con las mismas palabras.
Al emigrar (el hombre) de oriente, encontraron una llanura en el país de Senaar y se establecieron allí.
Y se dijeron unos a otros: "Vamos a preparar ladrillos y a cocerlos."
Emplearon ladrillos en vez de piedras, y alquitrán en vez de cemento.
Y dijeron: "Vamos a construir una ciudad y una torre que alcance al cielo, para hacernos famosos, y para no dispersarnos por la superficie de la tierra."
El Señor bajó a ver la ciudad y la torre que estaban construyendo los hombres; y se dijo: "Son un solo pueblo con una sola lengua. Si esto no es más que el comienzo de su actividad, nada de lo que decidan hacer les resultará imposible. Voy a bajar y a confundir su lengua, de modo que uno no entienda la lengua del prójimo."
El Señor los dispersó por la superficie de la tierra y cesaron de construir la ciudad.
Por eso se llama Babel, porque allí confundió el Señor la lengua de toda la tierra, y desde allí los dispersó por la superficie de la tierra.
Se llama Babel, porque allí confundió el Señor la lengua de toda la tierra (Génesis 11, 1-9)
Salmo
Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande eres! Te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto. R.
Cuántas son tus obras, Señor, y todas las hiciste con sabiduría; la tierra está llena de tus criaturas. R.
Todos ellos aguardan a que les eches comida a su tiempo; se la echas, y la atrapan; abres tu mano, y se sacian de bienes - R.
Les retiras el aliento, y expiran y vuelven a ser polvo; envías tu aliento, y los creas, y repueblas la faz de la tierra. R.
Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra (Salmo 103)
2a.
Hermanos: Sabemos que hasta hoy la creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto. Y no sólo eso; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvados. Y una esperanza que se ve ya no es esperanza. ¿Cómo seguirá esperando uno aquello que ve? Cuando esperamos lo que no vemos, aguardamos con perseverancia. Pero además el Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables. Y el que escudriña los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios.
Homilía para la Vigilia de Pentecostés, sobre la base de estas lecturas: Génesis 11 (la torre de Babel); Éxodo 19 (la promulgación de la Ley); Ezequiel 37 (Dios da vida a huesos secos); Joel 3 (la promesa de la efusión del Espíritu). 70 min. 12 seg.
La Biblia entera puede resumirse como la historia de una unidad perdida y al final recuperada, gracias a la Pascua y la efusión de Pentecostés. 36 min. 40 seg.
La gracia del Espíritu Santo que Jesucristo trae a nuestra vida nos hace pasar de la condición de sedientos a la de saciados, y aún más: hace de nosotros manantiales de agua viva. 34 min. 15 seg.
La Vigilia de Pentecostés no es una fiesta divertida ni un concierto, es la mejor ocasión para una buena predicación sobre el Espíritu Santo, para orar pidiendo sus dones; ideal que en la vigilia el culmen sea la Eucaristía. 6 min. 57 seg.
1.1 La belleza incomparable del triunfo de Cristo en su Ascensión puede nublar la mirada frente a un hecho clave: Cristo, antes de partir, dejó una orden a sus discípulos: que oraran juntos esperando "la Promesa del Padre." Es importante recordar que cuando nos reunimos en vigilia de Pentecostés estamos cumpliendo de modo muy concreto ese mandato de nuestro Señor.
1.2 El nombre mismo que recibe aquí el Espíritu es un discurso muy bello, una poesía en sí mismo. Este Espíritu es "la Promesa." Juan Bautista preguntó en alguna ocasión a Cristo si él era el Mesías "o había que esperar a otro" (véase Mateo 11,3). De esa pregunta podemos saber que uno de los nombres del Mesías era: el Esperado. Ahora Cristo nos habla de otro Esperado, el Espíritu.
2. Razones para la Esperanza
2.1 El Papa Benedicto estimó saludable escribir a todos sobre el misterio y la riqueza de la virtud de la esperanza, basándose en aquel texto de san Pablo que reza: "estamos salvados en esperanza" (Romanos 8,24). La espera del Espíritu es al espera de un regalo; es la certeza de un abrazo que ya llega; es la alegría que se adelanta a sí misma y nos saluda como desde lejos.
2.2 Una historia judía medieval habla de un hombre que pasaba por un pésimo momento en su vida, un tiempo en que todo parecía salir muy mal. A punto de claudicar en su fe recibió un consejo piadoso de un amigo que le invitó a que resistiera la prueba, y añadió: "¡Dios viene pronto a ayudarte!" Y el otro replicó: "Yo sé que Dios me va a ayudar, ¡pero necesito que me ayude mientras llega su ayuda!" Esa "ayuda mientras llega la ayuda" es la esperanza.
3. Reunidos en oración
3.1 En Getsemaní, Cristo nos mandó velar y orar (Mateo 26,41). De nuevo en su Ascensión nos ordena estar reunidos en la Ciudad Santa, en Jerusalén, para ser bautizados con el Espíritu (Hechos 1,4-8).
3.2 La Ciudad Santa es hoy la Iglesia, pues san Pablo nos dice que nosotros pertenecemos no a la Jerusalén de abajo sino a la de arriba (véase Gálatas 4,26). Quedarse en esta "Jerusalén" es un modo muy específico de cumplir aquello que decimos en el Credo: "Creo... en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica..." Hay tiempos en la vida en que uno se siente tentado de buscar al Espíritu fuera de la Iglesia, por ejemplo, en aquellos grupos o sectas que parece que hacen más milagros o predican con más vigor. Obrando así, sin embargo, uno está desobedeciendo a Cristo.
3.3 Orar "en Jerusalén" junto con los hermanos es un modo de reconocer que todos tenemos básicamente las mismas necesidades. Nuestra religión no es intimista. No es una huida, ni hacia arriba, con un falso espiritualismo; ni hacia abajo, como si el Evangelio fuera sólo promoción humana y social; ni hacia adentro, como si el Espíritu fuera solo un dato de conciencia o una sensación interna. Oramos, nos reunimos para orar, porque creemos que el mismo que renueva a cada uno nos dispone a todos para renovarlo todo.
Regocíjate, hija de Sión; grita de júbilo, Israel; alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén. El Señor ha cancelado tu condena, ha expulsado a tus enemigos. El Señor será el rey de Israel, en medio de ti, y ya no temerás. Aquel día dirán a Jerusalén: "No temas, Sión, no desfallezcan tus manos. El Señor, tu Dios, en medio de ti, es un guerrero que salva. Él se goza y se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo como en día de fiesta." Apartaré de ti la amenaza, el oprobio que pesa sobre ti.
El Señor es mi Dios y salvador: / confiaré y no temeré, / porque mi fuerza y mi poder es el Señor, / él fue mi salvación. / Y sacaréis aguas con gozo / de las fuentes de la salvación. R.
Dad gracias al Señor, / invocad su nombre, / contad a los pueblos sus hazañas, / proclamad que su nombre es excelso. R.
Tañed para el Señor, que hizo proezas, / anunciadlas a toda la tierra; / gritad jubilosos, habitantes de Sión: / "Qué grande es en medio de ti / el Santo de Israel." R
Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel. (Isaías 12,2-6 )
Evangelio
En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: "¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá."
María dijo: "Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre."
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? (Lucas 1,39-56)
La visita de María a su parienta Isabel nos hace ver el espíritu de prontitud y servicio de la Madre de Cristo. Nos enseña también a remitir hacia Dios todo elogio que recibamos. 4 min. 27 seg.
Dejemos llegar al Señor hasta el último rincón de nuestra vida para tener una experiencia de amor abundante, y al igual que la Virgen María lleguemos a quien haga falta amar. 5 min. 18 seg.
Mantengamos los ojos abiertos y el corazón cálido, generoso y dispuesto como María Santísima para salir prontamente a servir a nuestros hermanos. 5 min. 34 seg.
Cuatro grandes lecciones nos da la Virgen en su visita a Santa Isabel: (1) Iniciativa; (2) Agilidad en llevar a Cristo; (3) Humildad; (4) Verdadera disponibilidad. 16 min. 11 seg.
La Virgen María nos enseña cómo debe ser el verdadero servidor: tiene iniciativa, nunca se considera indispensable, siempre lleva a Jesús, le da toda la gloria a Dios y sabe posponerse. 5 min. 50 seg.
El servicio marca la vida de Cristo y ese amor que re recibimos del Espíritu Santo quiere trabajar en nosotros y a través de nosotros para que llevemos ayuda, apoyo, consuelo y el mensaje de Dios a otras personas. 5 min. 27 seg.
El testimonio de María llevando la Buena Noticia a casa de Isabel nos muestra las dimensiones de una vida marcada por la alegría de ser y vivir en Dios. 10 min. 30 seg.
La Santísima Virgen nos enseña estos res elementos del servicio: amor que abre caminos para ver dónde está la necesidad, prontitud para obrar en el momento que nos necesitan y oportunidad para saber retirarse a tiempo. 6 min. 22 seg.
El mundo no puede entender que el Grande le sirva a pequeño, el que es Sabio se ponga al servicio de los ignorantes y el que es Puro busque purificar a nosotros impuros. 6 min. 55 seg.
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1.1 En este día de la visita de Nuestra Señora a su prima Isabel, escuchemos hoy con particular amor una meditación que nos ofrece el Papa Juan Pablo II en su Encíclica Redemptoris Mater, en los números 12 y 19, aunque la numeración aquí propuesta es nuestra.
1.2 Poco después de la narración de la anunciación, el evangelista Lucas nos guía tras los pasos de la Virgen de Nazaret hacia una ciudad de Judá (Lc 1, 39). Según los estudiosos esta ciudad debería ser la actual Ain-Karim, situada entre las montañas, no distante de Jerusalén. María llegó allí con prontitud para visitar a Isabel su pariente. El motivo de la visita se halla también en el hecho de que, durante la anunciación, Gabriel había nombrado de modo significativo a Isabel, que en edad avanzada había concebido de su marido Zacarías un hijo, por el poder de Dios: Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible a Dios (Lc 1, 36-37). El mensajero divino se había referido a cuanto había acontecido en Isabel, para responder a la pregunta de María: ¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón? (Lc 1, 34). Esto sucederá precisamente por el poder del Altísimo, como y más aún que en el caso de Isabel.
1.3 Así pues María, movida por la caridad, se dirige a la casa de su pariente. Cuando entra, Isabel, al responder a su saludo y sintiendo saltar de gozo al niño en su seno, llena de Espíritu Santo, a su vez saluda a María en alta voz: Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno (cf. Lc 1, 40-42). Esta exclamación o aclamación de Isabel entraría posteriormente en el Ave María, como una continuación del saludo del ángel, convirtiéndose así en una de las plegarias más frecuentes de la Iglesia. Pero más significativas son todavía las palabras de Isabel en la pregunta que sigue: ¿de donde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? (Lc 1, 43). Isabel da testimonio de María: reconoce y proclama que ante ella está la Madre del Señor, la Madre del Mesías. De este testimonio participa también el hijo que Isabel lleva en su seno: saltó de gozo el niño en su seno (Lc 1, 44). El niño es el futuro Juan el Bautista, que en el Jordán señalará en Jesús al Mesías.
1.4 En el saludo de Isabel cada palabra está llena de sentido y, sin embargo, parece ser de importancia fundamental lo que dice al final: ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor! (Lc 1, 45). Estas palabras se pueden poner junto al apelativo llena de gracia del saludo del ángel. En ambos textos se revela un contenido mariológico esencial, o sea, la verdad sobre María, que ha llegado a estar realmente presente en el misterio de Cristo precisamente porque ha creído. La plenitud de gracia, anunciada por el ángel, significa el don de Dios mismo; la fe de María, proclamada por Isabel en la visitación, indica como la Virgen de Nazaret ha respondido a este don.
2. Venciendo la desobediencia de Adán
2.1 ¡Sí, verdaderamente feliz la que ha creído! Estas palabras, pronunciadas por Isabel después de la anunciación, [luego] a los pies de la Cruz, parecen resonar con una elocuencia suprema y se hace penetrante la fuerza contenida en ellas. Desde la Cruz, es decir, desde el interior mismo del misterio de la redención, se extiende el radio de acción y se dilata la perspectiva de aquella bendición de fe. Se remonta hasta el comienzo y, como participación en el sacrificio de Cristo, nuevo Adán, en cierto sentido, se convierte en el contrapeso de la desobediencia y de la incredulidad contenidas en el pecado de los primeros padres. Así enseñan los Padres de la Iglesia y, de modo especial, San Ireneo, citado por la Constitución Lumen gentium: El nudo de la desobediencia de Eva fue desatado por la obediencia de María; lo que ató la virgen Eva por la incredulidad, la Virgen María lo desató por la fe.
2.2 A la luz de esta comparación con Eva los Padres -como recuerda todavía el Concilio- llaman a María Madre de los vivientes y afirman a menudo: la muerte vino por Eva, por María la vida.
2.3 Con razón, pues, en la expresión feliz la que ha creído podemos encontrar como una clave que nos abre a la realidad íntima de María, a la que el ángel ha saludado como llena de gracia. Si como a llena de gracia ha estado presente eternamente en el misterio de Cristo, por la fe se convertía en partícipe en toda la extensión de su itinerario terreno: avanzó en la peregrinación de la fe y al mismo tiempo, de modo discreto pero directo y eficaz, hacía presente a los hombres el misterio de Cristo. Y sigue haciéndolo todavía. Y por el misterio de Cristo está presente entre los hombres. Así, mediante el misterio del Hijo, se aclara también el misterio de la Madre.