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Después de que María Santísima oyó del Ángel Gabriel que su prima Isabel también esperaba un hijo, sintióse iluminada por el Espíritu Santo.
Comprendió que debería ir a visitar a aquella familia, ayudarles y llevarles las gracias y bendiciones del Hijo de Dios que se había encarnado en Ella.
San Ambrosio anota que fue María la que se adelantó a saludar a Isabel, puesto que es la Virgen la que siempre se adelanta a dar demostraciones de cariño a quienes ama.
Por medio de la visita de Santa María, llevó Jesús a aquel hogar muchos favores y gracias: el Espíritu Santo a Isabel, la alegría a Juan, el don de Profecía, etc.
Todos ellos constituyen los primeros favores que nosotros conocemos que haya realizado en la tierra el Hijo de Dios encarnado.
San Bernardo señala aquí, que desde entonces María quedó constituida como un "Canal inmenso", por medio del cual la bondad de Dios envía hacia nosotros las cantidades más admirables de gracias, favores y bendiciones.
Además, nuestra Madre María recibió el mensaje más importante que Dios ha enviado a la tierra, el de la Encarnación del Redentor en el mundo.
Y en seguida, se fue a prestar servicios humildes a su prima Isabel. No fue como Reina y Señora, sino como Sierva humilde y fraterna, siempre dispuesta a atender a todos los que la necesitan.
Éste fue el primero de los numerosos viajes de María a ayudar a los demás. Hasta el final de la vida, Ella estará siempre viajando para prestar auxilios a quienes lo estén requiriendo.
También resultó ser la primera marcha misionera de María. Porque, fue a llevar a Jesús a que bendijera a otros, obra de amor que sigue realizando cada día y a cada hora.
Finalmente, Cristo empleó a la Virgen para santificar a Juan Bautista. Ahora, Ella sigue siendo el medio por el cual Jesús nos santifica a cada uno de nosotros, que somos también hijos de su Santa Madre.
Una festividad universal de la Iglesia, mediante la cual se conmemora el descendimiento del Espíritu Santo sobre los Apóstoles, a los cincuenta días después de la Resurrección de Cristo, en el festival judío llamado "festejo de las semanas" o Pentecostés (Ex., xxxiv, 22; Deut., xvi, 10).
En algunos lugares es llamado el "Domingo de blanco", "Whitesunday", debido a los ropajes blancos portados por aquellos que son bautizados durante la vigilia.
Pentecostés, "Pfingsten" en alemán, es la denominación griega por "quincuagésimo", 50o. día después de la Pascua.
Se trata de una festividad cristiana que data del siglo primero, aunque no hay evidencia de que haya sido observada tan antiguamente como la Pascua. El pasaje en Corintios I (xvi, 8), probablemente se refiere a una festividad judía.
Esto no es sorprendente, ya que el festejo originalmente duraba un sólo día y se realizaba en domingo. Además, estaba muy estrechamente relacionado con la Pascua. De manera que se podría tratar de una actividad en la terminación pascual.
El hecho de que Pentecostés era una festividad que ya pertenecía a los tiempos apostólicos, lo constata el séptimo de los fragmentos interpolados, cuya autoría es atribuida a San Irineo.
En Tertuliano (De bat., xix), el festival aparece como ya firmemente establecido. El Peregrino Gallic, da detallada cuenta de cómo esta festividad era observada de manera solemne en Jerusalén ("Peregin. Silvae", ed. Geyer, iv).
Las Constituciones Apostólicas (V, xx, 17), señalan que Pentecostés tenía la duración de una semana. Pero, en Occidente no fue observada su ejecución de ocho días sino hasta fecha más tarde.
De acuerdo a Berno de Reichenau (1048), fue un aspecto controversial la duración del festejo de Pentecostés. En la actualidad, tiene un rango similar al del Domingo de Resurrección o Pascua.
Durante la vigilia, los catecúmenos eran bautizados. Consecuentemente, las ceremonias del sábado eran similares a las observadas en Sábado Santo.
El oficio de Pentecostés posee sólo un nocturno durante toda la semana. En la tercera hora tiene el "Veni Creator", el cual es cantado en lugar del himno de costumbre, debido a que en la tercera hora se considera que descendió el Espíritu Santo.
La Misa completa tiene una secuencia de "Veni Sancte Spiritus", la autoría del cual se atribuye al Rey Roberto de Francia. El color del ropaje sacerdotal es rojo, como un símbolo de las lenguas de fuego que descendieron.
Con anterioridad, las cortes no funcionaban durante la semana entera y los trabajos clericales fueron prohibidos. El Concilio de Constanza (1094), limitó estas prohibiciones a los primeros tres días de la semana.
El resto, correspondiente al sábado (sabat) y el martes, fueron abolidos en 1771; en muchos territorios de misión, también el lunes. Este último día fue eliminado de observancia estricta por San Pío X en 1911.
Aún hoy en día, tal y como sucede en la Pascua, el rango litúrgico de lunes y martes de la semana de Pentecostés es del tipo Doble de Primera Clase.
En Italia fue costumbre que se lanzaran pétalos de rosas desde el cielo de las iglesias, simbolizando así el milagro de las lenguas de fuego. Con base en ello, el domingo de Pentecostés es llamado en Sicilia y en otras regiones italianas, Pascha Rosatum, nombre que proviene del uso de los ropajes rojos de la ocasión.
En Francia, la costumbre incluyó el toque de trompetas durante los servicios, con el objeto de recordar el sonido y estruendo que debió acompañar el descenso del Espíritu Santo.
En Inglaterra, la nobleza se entretenía con carreras de caballos. Actualmente, el festival de Whitsun Ales es prácticamente obsoleto.
En las vísperas de Pentecostés, en las iglesias orientales, servicios extraordinarios con genuflexión o arrodillamientos, fueron acompañados por largas lecturas y recitaciones poéticas y de los salmos (de Maltzew, "Fasten_ und Blumen Triodion", p. 898, en donde se identifica el servicio completo de carácter greco-ruso; también en Baumstark, "Jacobit, Fest Brevier", p. 255).
Para los festejos de Pentecostés, los rusos llevan flores y ramas verdes en sus manos.
Panamá, Panamá (2003) - Día de la visitación, donde María visita a su prima Isabel, de la misma forma nos ha visitado a nosotros. Gracias San José y Santa María por cuidar de nuestro Matrimonio. Wilbert
Ordenación Sacerdotal. Yauco, Puerto Rico (1996) - Que el Señor continúe bendiciéndole en su ministerio sacerdotal. Hoy, al celebrar sus 15 años de entrega a Dios, le deseamos toda clase de felicidad en su donación, en cuerpo y alma a Dios y al prójimo. ¡sacerdote eterno! un fraternal abrazo, Mayda y familia
Valencia, Venezuela (2009) - Recuerdo de mi hijo Manuel Gerardo Carrero Franco, que se fué al cielo junto a su novia Cristina y sus compañeras de colegio, tambien su amigo Domingo, Papa Dios, mi Madre Santísima y todos los ángeles del cielo los acompañen siempre, Amén.
Bogotá, Colombia (1610 - 2010) - Los invitamos con mucho cariño a compartir con nosotras las Fiestas Jubilares con motivo del Cuarto Centenario de nuestra Fundación. El programa es el siguiente: Día 31 de mayo: Solemnidad de la Visitación de Nuestra Señor a
Fiesta Patronal de la Orden. Eucaristía Solemne: 5:00p.m. Del 2 al 10 de junio: Solemne Novena en honor del Sagrado Corazón. Exposición del Santísimo Sacramento todo el día. Eucaristías: 7:00 a.m. 11:00 a.m. y 5:00 p.m. Día 4 de junio: Primer Viernes de mes - Renovación de la Consagración de la Orden de la Visitación de Santa María al Sagrado Corazón de Jesús. Eucaristías: 7:00 a.m. y 5:00 p.m. Día 5 de junio: Eucaristías: 7:00 a.m. y 5:00 p.m.
Día 6 de junio: Gran Día de Acción de Gracias por los 400 años de Fundación de la Orden. Eucaristía: 11:00 a.m
Procesión con el Santísimo, Te Deum Solemne y Eucaristía a las 3:00 p.m. presidida por Monseñor Juan Vicente Córdoba, Secretario General de la Conferencia Episcopal de Colombia. Día 11: Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Eucaristías: 7:00 a.m. 11:00 a.m. y 5:00 p.m. Para ganar el Jubileo y la Indulgencia Plenaria
Participar en alguna de las ceremonias jubilares, haber recibido el Sacramento de la Reconciliación y el de la Eucaristía, tener un firme propósito de dejar el pecado, rezar Padre Nuestro, Ave María y Credo por las intenciones del Sumo Pontífice y hacer alguna invocación a San Francisco de Sales y a Santa Juana de Chantal. Los esperamos. Hermanas de la Visitación de Santa María de Bogotá
Regocíjate, hija de Sión; grita de júbilo, Israel; alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén. El Señor ha cancelado tu condena, ha expulsado a tus enemigos. El Señor será el rey de Israel, en medio de ti, y ya no temerás. Aquel día dirán a Jerusalén: "No temas, Sión, no desfallezcan tus manos. El Señor, tu Dios, en medio de ti, es un guerrero que salva. Él se goza y se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo como en día de fiesta." Apartaré de ti la amenaza, el oprobio que pesa sobre ti.
El Señor es mi Dios y salvador: / confiaré y no temeré, / porque mi fuerza y mi poder es el Señor, / él fue mi salvación. / Y sacaréis aguas con gozo / de las fuentes de la salvación. R.
Dad gracias al Señor, / invocad su nombre, / contad a los pueblos sus hazañas, / proclamad que su nombre es excelso. R.
Tañed para el Señor, que hizo proezas, / anunciadlas a toda la tierra; / gritad jubilosos, habitantes de Sión: / "Qué grande es en medio de ti / el Santo de Israel." R
Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel. (Isaías 12,2-6 )
Evangelio
En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: "¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá."
María dijo: "Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre."
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? (Lucas 1,39-56)
La visita de María a su parienta Isabel nos hace ver el espíritu de prontitud y servicio de la Madre de Cristo. Nos enseña también a remitir hacia Dios todo elogio que recibamos. 4 min. 27 seg.
Dejemos llegar al Señor hasta el último rincón de nuestra vida para tener una experiencia de amor abundante, y al igual que la Virgen María lleguemos a quien haga falta amar. 5 min. 18 seg.
Mantengamos los ojos abiertos y el corazón cálido, generoso y dispuesto como María Santísima para salir prontamente a servir a nuestros hermanos. 5 min. 34 seg.
Cuatro grandes lecciones nos da la Virgen en su visita a Santa Isabel: (1) Iniciativa; (2) Agilidad en llevar a Cristo; (3) Humildad; (4) Verdadera disponibilidad. 16 min. 11 seg.
La Virgen María nos enseña cómo debe ser el verdadero servidor: tiene iniciativa, nunca se considera indispensable, siempre lleva a Jesús, le da toda la gloria a Dios y sabe posponerse. 5 min. 50 seg.
El servicio marca la vida de Cristo y ese amor que re recibimos del Espíritu Santo quiere trabajar en nosotros y a través de nosotros para que llevemos ayuda, apoyo, consuelo y el mensaje de Dios a otras personas. 5 min. 27 seg.
El testimonio de María llevando la Buena Noticia a casa de Isabel nos muestra las dimensiones de una vida marcada por la alegría de ser y vivir en Dios. 10 min. 30 seg.
La Santísima Virgen nos enseña estos res elementos del servicio: amor que abre caminos para ver dónde está la necesidad, prontitud para obrar en el momento que nos necesitan y oportunidad para saber retirarse a tiempo. 6 min. 22 seg.
El mundo no puede entender que el Grande le sirva a pequeño, el que es Sabio se ponga al servicio de los ignorantes y el que es Puro busque purificar a nosotros impuros. 6 min. 55 seg.
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1.1 En este día de la visita de Nuestra Señora a su prima Isabel, escuchemos hoy con particular amor una meditación que nos ofrece el Papa Juan Pablo II en su Encíclica Redemptoris Mater, en los números 12 y 19, aunque la numeración aquí propuesta es nuestra.
1.2 Poco después de la narración de la anunciación, el evangelista Lucas nos guía tras los pasos de la Virgen de Nazaret hacia una ciudad de Judá (Lc 1, 39). Según los estudiosos esta ciudad debería ser la actual Ain-Karim, situada entre las montañas, no distante de Jerusalén. María llegó allí con prontitud para visitar a Isabel su pariente. El motivo de la visita se halla también en el hecho de que, durante la anunciación, Gabriel había nombrado de modo significativo a Isabel, que en edad avanzada había concebido de su marido Zacarías un hijo, por el poder de Dios: Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible a Dios (Lc 1, 36-37). El mensajero divino se había referido a cuanto había acontecido en Isabel, para responder a la pregunta de María: ¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón? (Lc 1, 34). Esto sucederá precisamente por el poder del Altísimo, como y más aún que en el caso de Isabel.
1.3 Así pues María, movida por la caridad, se dirige a la casa de su pariente. Cuando entra, Isabel, al responder a su saludo y sintiendo saltar de gozo al niño en su seno, llena de Espíritu Santo, a su vez saluda a María en alta voz: Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno (cf. Lc 1, 40-42). Esta exclamación o aclamación de Isabel entraría posteriormente en el Ave María, como una continuación del saludo del ángel, convirtiéndose así en una de las plegarias más frecuentes de la Iglesia. Pero más significativas son todavía las palabras de Isabel en la pregunta que sigue: ¿de donde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? (Lc 1, 43). Isabel da testimonio de María: reconoce y proclama que ante ella está la Madre del Señor, la Madre del Mesías. De este testimonio participa también el hijo que Isabel lleva en su seno: saltó de gozo el niño en su seno (Lc 1, 44). El niño es el futuro Juan el Bautista, que en el Jordán señalará en Jesús al Mesías.
1.4 En el saludo de Isabel cada palabra está llena de sentido y, sin embargo, parece ser de importancia fundamental lo que dice al final: ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor! (Lc 1, 45). Estas palabras se pueden poner junto al apelativo llena de gracia del saludo del ángel. En ambos textos se revela un contenido mariológico esencial, o sea, la verdad sobre María, que ha llegado a estar realmente presente en el misterio de Cristo precisamente porque ha creído. La plenitud de gracia, anunciada por el ángel, significa el don de Dios mismo; la fe de María, proclamada por Isabel en la visitación, indica como la Virgen de Nazaret ha respondido a este don.
2. Venciendo la desobediencia de Adán
2.1 ¡Sí, verdaderamente feliz la que ha creído! Estas palabras, pronunciadas por Isabel después de la anunciación, [luego] a los pies de la Cruz, parecen resonar con una elocuencia suprema y se hace penetrante la fuerza contenida en ellas. Desde la Cruz, es decir, desde el interior mismo del misterio de la redención, se extiende el radio de acción y se dilata la perspectiva de aquella bendición de fe. Se remonta hasta el comienzo y, como participación en el sacrificio de Cristo, nuevo Adán, en cierto sentido, se convierte en el contrapeso de la desobediencia y de la incredulidad contenidas en el pecado de los primeros padres. Así enseñan los Padres de la Iglesia y, de modo especial, San Ireneo, citado por la Constitución Lumen gentium: El nudo de la desobediencia de Eva fue desatado por la obediencia de María; lo que ató la virgen Eva por la incredulidad, la Virgen María lo desató por la fe.
2.2 A la luz de esta comparación con Eva los Padres -como recuerda todavía el Concilio- llaman a María Madre de los vivientes y afirman a menudo: la muerte vino por Eva, por María la vida.
2.3 Con razón, pues, en la expresión feliz la que ha creído podemos encontrar como una clave que nos abre a la realidad íntima de María, a la que el ángel ha saludado como llena de gracia. Si como a llena de gracia ha estado presente eternamente en el misterio de Cristo, por la fe se convertía en partícipe en toda la extensión de su itinerario terreno: avanzó en la peregrinación de la fe y al mismo tiempo, de modo discreto pero directo y eficaz, hacía presente a los hombres el misterio de Cristo. Y sigue haciéndolo todavía. Y por el misterio de Cristo está presente entre los hombres. Así, mediante el misterio del Hijo, se aclara también el misterio de la Madre.