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Pacífico Ramota nació en la ciudad de Novara en el Piamonte, en el año de 1424. Sus padres murieron cuando era muy joven y quedó al cuidado de los benedictinos en la Abadía de Novara.
A la edad de 21 años salió de ahí, para tomar el hábito en el Convento franciscano de la Estricta Observancia.
Después de su ordenación, trabajó como predicador en toda Italia entre los años 1452 y 1471.
Escribió un tratado de teología moral, titulado "Sometta di Pacifica Concienza", que fue publicado en Milán en 1475. Durante mucho tiempo, éste fue un modelo del género, ya que simplifica las explicaciones, y usa un lenguaje claro.
En 1480 se le ordenó el traslado a Cerdeña como Visitador e Inspector General para los Conventos de la Estricta Observancia, así como Nuncio Apostólico, encargado por el Papa Sixto II de proclamar una cruzada contra Mahoma II.
Para este tiempo, el Santo sabía ya que no le quedaba mucho tiempo de vida. Apenas había comenzado la cruzada, cayó gravemente enfermo.
Murió en Sassari, el 4 de junio de 1482. El cadáver fue llevado a Cerano, donde se construyó una iglesia en su honor.
Bogotá, Colombia (2001) - Hoy conmemoramos la unión matrimonial de nuestro maravilloso hogar.
Confiamos en que con nuestra oración y la ayuda de Dios siempre sabremos sobrellevar cualquier dificultad.
Ordenación sacerdotal. Guadalajara, Mexico (2009) - Que toda la corte celestial derrame bendiciones y gracia sobre usted para que con esa alegría y carisma que lo identifica, continue con el gran ministerio que el Señor ha escogido para usted. L.G. y sus amigos de Canadá
En aquellos días, el rey Ajab despachó órdenes a todo Israel, y los profetas de Baal se reunieron en el monte Carmelo.
Elías se acercó a la gente y dijo: "¿Hasta cuándo vais a caminar con muletas? Si el Señor es el verdadero Dios, seguidlo; si lo es Baal, seguid a Baal."
La gente no respondió una palabra. Entonces Elías les dijo: "He quedado yo solo como profeta del Señor, mientras que los profetas de Baal son cuatrocientos cincuenta. Que nos den dos novillos: vosotros elegid uno; que lo descuarticen y lo pongan sobre la leña, sin prenderle fuego; yo prepararé el otro novillo y lo pondré sobre la leña, sin prenderle fuego. Vosotros invocaréis a vuestro dios, y yo invocaré al Señor; y el dios que responda enviando fuego, ése es el Dios verdadero."
Toda la gente asintió: "¡Buena idea!"
Elías dijo a los profetas de Baal: "Elegid un novillo y preparadlo vosotros primero, porque sois más. Luego invocad a vuestro dios, pero sin encender el fuego."
Cogieron el novillo que les dieron, lo prepararon y estuvieron invocando a Baal desde la mañana hasta mediodía: "¡Baal, respóndenos!"
Pero no se oía una voz ni una respuesta, mientras brincaban alrededor del altar que habían hecho.
Al mediodía, Elías empezó a reírse de ellos: "¡Gritad más fuerte! Baal es dios, pero estará meditando, o bien ocupado, o estará de viaje; ¡a lo mejor está durmiendo y se despierta!"
Entonces gritaron más fuerte; y se hicieron cortaduras, según su costumbre, con cuchillos y punzones, hasta chorrear sangre por todo el cuerpo.
Pasado el mediodía, entraron en trance, y así estuvieron hasta la hora de la ofrenda. Pero no se oía una voz, ni una palabra, ni una respuesta.
Entonces Elías dijo a la gente: "¡Acercaos!"
Se acercaron todos, y él reconstruyó el altar del Señor, que estaba demolido: cogió doce piedras, una por cada tribu de Jacob, a quien el Señor había dicho: "Te llamarás Israel"; con las piedras levantó un altar en honor del Señor, hizo una zanja alrededor del altar, como para sembrar dos fanegas; apiló la leña, descuartizó el novillo, lo puso sobre la leña y dijo: "Llenad cuatro cántaros de agua y derramadla sobre la víctima y la leña."
Luego dijo: "¡Otra vez!"
Y lo hicieron otra vez.
Añadió: "¡Otra vez!"
Y lo repitieron por tercera vez.
El agua corrió alrededor del altar, e incluso la zanja se llenó de agua.
Llegada la hora de la ofrenda, el profeta Elías se acercó y oró: "¡Señor, Dios de Abrahán, Isaac e Israel! Que se vea hoy que tú eres el Dios de Israel, y yo tu siervo, que he hecho esto por orden tuya. Respóndeme, Señor, respóndeme, para que sepa este pueblo que tú, Señor, eres el Dios verdadero, y que eres tú quien les cambiará el corazón."
Entonces el Señor envió un rayo que abrasó la víctima, la leña, las piedras y el polvo, y secó el agua de la zanja.
Al verlo, cayeron todos sobre su rostro, exclamando: "¡El Señor es el Dios verdadero! ¡El Señor es el Dios verdadero!"
Que sepa este pueblo que tú eres el Dios verdadero, y que tú les cambiarás el corazón (1 Reyes 18, 20-39)
Salmo
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; / yo digo al Señor: "Tú eres mi bien." R.
Multiplican las estatuas / de dioses extraños; / no derramaré sus libaciones con mis manos, / ni tomaré sus nombres en mis labios. R.
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; / mi suerte está en tu mano. / Tengo siempre presente al Señor, / con él a mi derecha no vacilaré. R.
Me enseñarás el sendero de la vida, / me saciarás de gozo en tu presencia, / de alegría perpetua a tu derecha. R.
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti. (Salmo 15 )
Evangelio
«No creáis que he venido a abolir la ley o los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres, será el menos importante en el Reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el Reino de los cielos».
La postura cristiana ante el Antiguo Testamento supone: valorar lo que allí se dice pero reconocerlo incompleto, pues su plenitud está sólo en Jesucristo. 4 min. 50 seg.
El bien, la bondad y la donación de Dios no son completas en la ley; sólo es plena en Jesucristo pues Él nos trae la fuerza para alcanzar el bien y vencer el mal y el pecado. 4 min. 37 seg.
¿De qué lado quieres estar? ¿En la comodidad del río de los seguidores de Baal o en la austeridad de un Elías y de tantos testigos y santos fieles que ha tenido y tiene la Iglesia? 7 min. 14 seg.
Hay una profunda unidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento: unidad en el propósito de la ley que recibimos de Moisés y en la gracia que recibimos de Cristo: desde siempre Dios ha querido que nosotros seamos realmente su pueblo y Él sea de verdad nuestro Dios. 24 min. 25 seg.
Solo Dios me puede cambiar mi corazón, Él puede mandar fuego del cielo y darme un corazón nuevo capaz de dejar de perseguir a mis ?baales? y volverme a Él, al Dios Verdadero. 5 min. 8 seg.
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1.1 Elías sometió a los israelitas a una prueba de fuego, literalmente. La expresión que utilizó fue contundente y logró el efecto querido. "El Dios que responda, ese es Dios."
1.2 Contrasta en la escena la multitud de seguidores de Baal y la soledad de Elías. Es una experiencia que puede aproximarse a lo que alguna vez hemos vivido o viviremos. Como creyentes, más de una vez encontraremos que somos pocos o que estamos solos. Nuestra fe se sentirá puesta a prueba cuando el frío de esa soledad pretenda apagar todo rescoldo de fe en nuestras almas.
1.3 Los sacerdotes de Baal hacían oración a su modo. Una especie de oración larga que incluía rituales horrendos como hacerse cortadas y derramar sangre para "convencer" a su dios. La plegaria de Elías, en cambio, es breve, directa, colmada de confianza. No hace un negocio con Dios, no pretende convencerlo. No pide para sí, sino que pide que se manifieste la verdad y la gloria del Dios que sí es. Aprendemos del relato que orar no es convencer a Dios.
2. Los Límites de un Sí
2.1 Ante la demostración maravillosa que hace Elías, todo el pueblo proclama con entusiasmo que Dios, el Dios de Abrahán, de Isaac y Jacob, es el verdadero Dios. La victoria parece completa. Incluso podríamos disculpar el rasgo bárbaro de Elías que manda degollar a los falsos profetas. Entendemos que es parte de un mundo que ya no es nuestro mundo, un mundo en el que muchas cosas se resuelven así, por vías de hecho.
2.2 Y sin embargo, ese "sí" entusiasta tiene su límite. Pronto veremos perseguido al mismo profeta Elías, que ciertamente no recibió mayor apoyo de los suyos. La misma soledad que tuvo que soportar para enfrentarse a centenares de falsos profetas le marcó y acompañó toda su vida. De ello aprendemos que el entusiasmo, sobre todo cuando viene de una multitud, es flor que se marchita muy pronto. Poco puede esperarse del fervor de un solo día. La fe es más que eso.
3. Valor Cristiano de la Ley
3.1 Es frecuente oír que los mandamientos son cosa del Antiguo Testamento y que han quedado desuetos con la llegada de la ley nueva, la ley del amor y del evangelio, la ley del Espíritu Santo y la gracia. El texto de hoy nos ayuda a salir de ese error.
3.2 Lo que parece innegable es que Cristo dio un valor muy grande a la ley. Por cierto, entre tantas acusaciones que hubieran podido hacerle a la hora de juzgarlo en el Sanedrín, una que nunca pudo ser probada es que él trasgrediera la ley de Moisés. Y es interesante que cuando Pedro, pasados ya los hechos de la Pascua del Señor, tiene la visión en que se le invita a comer animales considerados "impuros" por la Ley de Moisés, él dice que nunca ha comido nada impuro (Hch 10,14). Este testimonio es importante porque muestra que Jesús, que estaba con ellos, era observante incluso de esos aspectos menores o accidentales de la Ley.
3.3 La salvación que trae Cristo no es un endurecimiento de la ley, ni una prolongación de la ley, pero tampoco es un prescindir de la ley, como si no tuviera su razón y su sentido. Cristo supera la ley llevándola a plenitud es decir, concediendo el bien que ella defendía y dándonos victoria sobre el mal que ella denunciaba.