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Nació en Brescia, Italia, en 1813, y al cumplir los 17 años, consagró su vida al servicio de obras de caridad. En la finca de sus padres fundó con las campesinas de los alrededores, una asociación religiosa que las hizo crecer y madurar en la fe católica.
En su Parroquia organizó retiros y misiones especiales para las mujeres. En 1836 llegó la peste del cólera a Brescia. Después de la peste, como habían quedado tantas niñas huérfanas, el municipio formó unos talleres artesanales y los confió a la dirección de María de la Rosa.
Con apenas 24 años, gozaba de la estima y confianza de toda la ciudad. Desempeñó ese cargo con gran eficacia durante dos años, y luego se dedicó a organizar su propia obra, abriendo un internado para las niñas huérfanas o muy pobres. Poco después, inauguró también un instituto para niñas sordomudas.
En 1840 creó en Brescia una asociación de mujeres piadosas, para atender a los enfermos de los hospitales, nombrando como Superiora a Santa María de la Rosa.
Las mujeres que pertenecían a la asociación, se llamaban Doncellas de la Caridad. Al principio sólo eran cuatro jóvenes, pero a los tres meses ya eran 32.
Muchas personas admiraban la obra que las Doncellas de la Caridad hacían en los hospitales, atendiendo a los más abandonados y enfermos de gravedad. En 1850 se fue a Roma y obtuvo que el Papa Pío Nono aprobara su consagración.
Bogotá, Colombia (2007) - Bendiciones y Dios los llene de abundancia, especialmente sabiduría, paz, regocijo, discernimiento y amor. su tía Juanita Ruiz.
Ordenación Sacerdotal - Tijuana, BC, Mexico (1984) - Felicito al Padre Rayito, en su 25 Aniversario de Ordenación Sacerdotal, para que la Virgen Santísima lo siga cubriendo con su Manto Maternal y le permita cumplir hasta el final la misión que Ella le ha encomendado. Dios Bendiga a Monte Maria www.montemaria.org. Ernesto
Ordenación Sacerdotal. Pasto, Colombia - Padre Celestial gracias por la vida del padre Oscar, gracias por tu llamado al ministerio sacerdotal. Bendicelo y llenalo de tu Santo Espiritu para que cada día pueda cumplir su misiòn. Nohemy
Así dice el Señor: "¡Ay de la ciudad rebelde, manchada y opresora! No obedeció ni escarmentó, no aceptaba la instrucción, no confiaba en el Señor, no se acercaba a su Dios. Entonces daré a los pueblos labios puros, para que invoquen todos el nombre del Señor, para que le sirvan unánimes. Desde más allá de los ríos de Etiopía, mis fieles dispersos me traerán ofrendas. Aquel día no te avergonzarás de las obras con que me ofendiste, porque arrancaré de tu interior tus soberbias bravatas, y no volverás a gloriarte sobre mi monte santo. Dejaré en medio de ti un pueblo pobre y humilde, que confiará en el nombre del Señor. El resto de Israel no cometerá maldades, ni dirá mentiras, ni se hallará en su boca una lengua embustera; pastarán y se tenderán sin sobresaltos."
Bendigo al Señor en todo momento, / su alabanza está siempre en mi boca; / mi alma se gloría en el Señor: / que los humildes lo escuchen y se alegren. R.
Contempladlo, y quedaréis radiantes, / vuestro rostro no se avergonzará. / Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha / y lo salva de sus angustias. R.
Pero el Señor se enfrenta con los malhechores, / para borrar de la tierra su memoria. / Cuando uno grita, el Señor lo escucha / y lo libra de sus angustias. R.
El Señor está cerca de los atribulados, / salva a los abatidos. / El Señor redime a sus siervos, / no será castigado quien se acoge a él. R.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha. (Salmo 33)
Evangelio
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: "¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: "Hijo, ve hoy a trabajar en la viña." Él le contestó: "No quiero." Pero después recapacitó y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: "Voy, señor." Pero no fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?" Contestaron: "El primero."
Jesús les dijo: "Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no recapacitasteis ni le creísteis."
Con el profeta Sofonías asoma un cambio grande de perspectiva en el Antiguo Testamento, que ya anticipa el mensaje de las bienaventuranzas. 5 min. 53 seg.
Jesucristo anuncia e inaugura el Reino de Dios, el cual empieza en mí al reconocer mi pecado, abriéndome al arrepentimiento y a la gracia transformante de Dios. 4 min. 56 seg.
Este Adviento es tiempo para desechar a los ídolos de este mundo, poniendo la alegría en el Señor con un corazón dispuesto, permitiendo que se cumpla su plan bendito en nosotros. 6 min. 21 seg.
La manera de avanzar hacia el Reino de Dios es acogiendo el llamado al arrepentimiento. Cuidado con los pecados ocultos porque nos es más difícil reconocerlos y en consecuencia arrepentirnos de ellos. 6 min. 14 seg.
La persona que vive la espiritualidad del Adviento es consciente de que ha cometido errores, de que es frágil, del poder del pecado y la tentación en su vida; por todo ello desplaza su esperanza y su confianza al Señor. 4 min. 28 seg.
El pecado que Dios más detesta es la soberbia, su providencia es tan grande que puede utilizar unos pecados para derribar otros y cuanto más exterior es el pecado más le sirve a Él para nuestro proceso de conversión. 6 min. 1 seg.
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1.1 A las puertas de la celebración de la llegada de Cristo es bueno recordar dos cosas: primero, qué género de personas estarán prontas a recibirlo: "un puñado de gente pobre y humilde", según la descripción de Sofonías; segundo, qué espiritualidad conlleva este hecho y qué significa para nosotros como Iglesia.
1.2 Observemos que el pueblo se vio diezmado por factores esencialmente externos, ante todo el destierro. Mas una lectura profunda de ese hecho externo los llevó a la conciencia de un factor interno, el pecado. Así vinieron a entender que habían sido infieles, como expresamente lo denuncia Sofonías.
1.3 Y es interesante notar que esta misma realidad del pecado viene como a "hermanar" a los judíos y los no judíos, es decir, al pueblo elegido, el pueblo de la alianza, con los demás pueblos. Porque si a Israel se le llama "infiel", a quienes desterraron a Israel se les llama "ciudad potente y opresora." No son mejores los judíos, porque fueron infieles, ni son mejores los paganos, porque oprimen.
1.4 Esta especie de hermandad en el barro del pecado será muy importante como elemento de predicación para san Pablo, por ejemplo cuando diga: "¿Entonces qué? ¿Somos nosotros mejores que ellos? De ninguna manera; porque ya hemos denunciado que tanto judíos como griegos están todos bajo pecado" (Rom 3,9). No para quedarnos en la amargura de una desgracia universal, sino para gozarnos en una gracia que a todos se predica en Cristo, pues el mismo Pablo dice poco más adelante: "Concluimos que el hombre es justificado por la fe aparte de las obras de la ley. ¿O es Dios el Dios de los judíos solamente? ¿No es también el Dios de los gentiles? Sí, también de los gentiles, porque en verdad Dios es uno, el cual justificará en virtud de la fe a los circuncisos y por medio de la fe a los incircuncisos" (Rom 3,28-30).
1.5 Por otra parte, notemos cómo esta gente humilde y pobre, pero al mismo tiempo capaz de verdad, es un verdadero puente entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Sofonías anuncia que este Pequeño Resto será la herencia de Dios y si miramos el Evangelio lo que encontramos es que María, José, Ana, Simeón y todos ellos, y también la mayor parte de las multitudes que se apretujan para escuchar al Maestro son claros representantes de ese grupo de humillados y a la vez fieles.
1.6 ¿Y a nosotros, como Iglesia, qué nos enseña todo esto? Nos enseña, cuando ya el Adviento entra en su fase final, cuál es la espiritualidad de los que aceptan al Señor y le comprenden su mensaje. Cristo no será un maestro que avasalla con su lógica, ni un tecnócrata que pretende aplicar las conclusiones de sus fríos análisis; Cristo no será un líder de seductora elocuencia ni un comerciante de sueños. Será el humilde entre los humildes, el pobre entre los pobres, y también el verdaderamente fiel entre los que buscan ser fieles a Dios.
2. Lo que Cuenta Verdaderamente
2.1 El evangelio de hoy es una bella oportunidad para meditar en el sentido de la fidelidad. Por lo pronto nos enseña que hay una fidelidad de palabras y otra de obras. Y que la que cuenta es la de las obras.
2.2 Esa enseñanza nos queda clara. Pero hay otra enseñanza que está sugerida y que nos puede también servir mucho. Miremos que el segundo hijo tuvo la fidelidad de las obras pero también la rebeldía en sus palabras. ¿Qué nos indica esto?
2.3 Nos indica por lo menos dos cosas. Primera: Jesús no está hablando en abstracto o en general. Aquellos que dicen que sí al encargo del padre y que luego no lo hacen corresponden a los fariseos o los escribas, que se tienen en muy alta estima a sí mismos porque conocen muy bien lo que Dios quiere y hacen alarde de cumplirlo. Jesús los está denunciando con esta parábola. Por el contrario, los pecadores, a quienes el Señor ejemplifica con lo más bajo de la sociedad de su tiempo, aunque no dicen que hacen cosas buenas resultan ser mejores creyentes y se abren más a la propuesta de la gracia, la que el mismo Señor trae con su predicación y sus obras. De donde entendemos que el objetivo primordial de la parábola no es oponer obras y palabras, sino denunciar la mentira de los que creen que son buenos por lo que muestran mientras que por dentro no son como se muestran.
2.4 Por otra parte, de este ejemplo podemos aprender que nuestros tiempos malos en la vida no necesariamente son tiempos malditos o desperdiciados. De una actitud tan rebelde como la del segundo hijo pudo salir un momento de recapacitación y conversión. No porque hayamos dicho con fuerza y aparente seguridad "no quiero" estamos ya condenados. Dios puede dar arrepentimiento. De hecho, se puede pensar incluso que esa misma rebeldía explícita puede servir como un medio para conocerse uno y para descubrir la verdad, horrenda pero cierta, de la propia insolencia. ¿Cuántos ateos y cuántos herejes han conocido la bondad de Dios después de aterrarse un día de la fealdad de su corazón protervo? Por eso no debemos desesperar de nuestros errores pasados ni de las conversiones que Dios pueda hacer en otros y en nosotros.