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Faustino y Jovita, que eran hermanos, habían nacido en Brescia, y provenían de una de las más importantes familias de la ciudad.
Según la tradición de Brescia, ambos Santos predicaron valientemente el cristianismo, en tanto que el Obispo de la ciudad se había escondido por temor. Su celo excitó la furia de los paganos.
Un poderoso señor pagano, llamado Julián, les aprehendió. Los Mártires fueron torturados y enviados a Milán, Roma, y Nápoles, de donde volvieron finalmente a Brescia.
Sin embargo, durante la travesía, Faustino y Jovita consiguieron bautizar a una multitud de gente. Sólo por citar un ejemplo, en el viaje de Roma a Nápoles, bautizaron a 191128 personas.
En vista de que ni las torturas ni las amenazas conseguían doblegar su constancia, el emperador Adriano, que se hallaba de paso en Brescia, ordenó que fueran decapitados.
La ciudad de Brescia los venera como sus principales Patronos, y pretende poseer sus reliquias.
Atlanta, Estados Unidos (2009) - Hijo eres el mejor regalo que Dios nos a dado, feliz cumpleaños te deseamos mucha felicidad y mil bendiciones con cariño Tulio, Claudia y Camila te amamos
Montería, Colombia - Querida hija que Dios te bendiga y te dé mucha sabiduría para tomar tus decisiones, agradezco a Dios por ese hermoso regalo. Te deseamos Irma, Julio, Francisco, mucha felicidad en tu día.
Santiago, Chile (1966) - Dios me dio la vida y pido perdón por querer tomar deciones por Él. Que Dios me perdone.
Gracias Señor por la vida la libertad la salud y mis dos hijos Joshua y Muriel, por la paz, por las bendiciones diarias y por lo que vendra en este 2010 que me dé fortaleza para lo que vivire. Gracias y la paz del Señor este con uds.
Matagalpa, Nicaragua (2009) - Consagración de las Comunidades Cristianas "Hijos de Dios" de Nicaragua, ante la Virgen Santísima en la Advocación de Cuapa.
Bogotá, Colombia (2012) - Querida madre, esposa y abuela, conmemoramos tu partida hacia la divina morada. Descansa, contempla la paz eterna e intercede por todos nosotros para nuestro bien, nuestro amor por ti, permanecera para siempre.
Si quieres, guardarás los mandatos del Señor, porque es prudencia cumplir su voluntad; ante ti están puestos fuego y agua: echa mano a lo que quieras; delante del hombre están muerte y vida: le darán lo que él escoja. Es inmensa la sabiduría del Señor, es grande su poder y lo ve todo; los ojos de Dios ven las acciones, él conoce todas las obras del hombre; no mandó pecar al hombre, ni deja impunes a los mentirosos.
Dichoso el que, con vida intachable, / camina en la voluntad del Señor; / dichoso el que, guardando sus preceptos, / lo busca de todo corazón. R.
Tú promulgas tus decretos / para que se observen exactamente. / Ojalá esté firme mi camino, / para cumplir tus consignas. R.
Haz bien a tu siervo: viviré / y cumpliré tus palabras; / ábreme los ojos, y contemplaré / las maravillas de tu voluntad. R.
Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes, / y lo seguiré puntualmente; / enséñame a cumplir tu voluntad / y a guardarla de todo corazón. R.
Dichoso el que camina en la voluntad del Señor. (Salmo 118)
2a.
Hermanos: Hablamos, entre los perfectos, una sabiduría que no es de este mundo, ni de los príncipes de este mundo, que quedan desvanecidos, sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria. Ninguno de los príncipes de este mundo la ha conocido; pues, si la hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria. Sino, como está escrito: "Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman." Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu. El Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios.
Dios predestinó la sabiduría antes de los siglos para nuestra gloria (1 Corintios 2,6-10)
Evangelio
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: ["No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno sólo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos.] Os lo aseguro: Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No matarás", y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado. [Y si uno llama a su hermano "imbécil", tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama "renegado", merece la condena del fuego. Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito, procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto.]
Habéis oído el mandamiento "no cometerás adulterio". Pues yo os digo: El que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior. [Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en el infierno. Si tu mano derecha te hace caer, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero al infierno. Está mandado: "El que se divorcie de su mujer, que le dé acta de repudio." Pues yo os digo: El que se divorcie de su mujer, excepto en caso de impureza, la induce al adulterio, y el que se case con la divorciada comete adulterio.]
Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No jurarás en falso" y "Cumplirás tus votos al Señor". Pues yo os digo que no juréis en absoluto: [ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo.] A vosotros os basta decir "si" o "no". Lo que pasa de ahí viene del Maligno."
Cristo radicaliza las exigencias de la Ley de Moisés, al pedir que sean nuestras intenciones y no sólo nuestras obras las que sean concordes con la voluntad divina. Cristo exige más, pero es que también da mucho más: da su amor, su Sangre, el Don de su Espíritu Santo. 4 min. 12 seg.
Cristo habla con autoridad divina cuando presenta sus palabras al mismo nivel, o aun superior, que los mandatos transmitidos por Moisés. Y el plan divino apunta a una perfección de intención que nos obliga a ser verdaderos y luego arrepentidos, humildes y salvos. 24 min. 13 seg.
Todos seguimos mandatos y mandamientos, y en ese sentido todo ser humano tiene algún "señor." Pero los que creemos en Cristo hemos descubierto en Él a nuestro Señor, Dios-Hombre de inmenso amor. 15 min. 28 seg.
Cristo pone el acento en las intenciones y decisiones del corazón, más que en las apariencias u obras externas por sí mismas. De este modo nos revela el espacio interior donde se decide lo fundamental de la vida. 18 min. 20 seg.
Cuidemos la sencillez del lenguaje cristiano evitando confusiones, sin cambiarle el nombre a las cosas y definiendo claramente lo que es bueno y lo que es malo. 7 min. 54 seg.
Cristo nos ordena la nueva ley la cuál es más perfecta, más exigente y más interior y a su vez Él mismo nos da la nueva fuerza para esta nueva ley, la gracia del Espíritu Santo. 7 min. 30 seg.
La obra de Jesucristo es plenitud de la ley de Moisés porque, aunque buscamos lo mismo que la ley, entendemos ahora que con nuestras solas fuerzas no podemos; Jesús viene a darnos un corazón nuevo para cumplirla y estar en perfecta unión con Dios. 8 min. 56 seg.
1.1 Si preguntamos a casi cualquier persona si le gusta recibir órdenes (o sea, mandatos, mandamientos), esperamos oír la consabida respuesta: "Soy libre. No me gusta que manden." O algo parecido.
1.2 Al mismo tiempo, uno ve que la gente sí que sigue instrucciones, a veces muy detalladas. El comercio les dice cómo vestirse, adónde divertirse, qué música escuchar, de quién enamorarse.
1.3 Además, recibimos de los médicos, los policías y los profesores multitud de mandatos, que, en general, no llevan ese nombre, pero que lo son. El médico por ejemplo me prohíbe ciertos alimentos, o me manda que vuelva a su consultorio en tres semanas. Y yo obedezco.
2. Las órdenes de Dios
2.1 Queda demostrado entonces que sí recibimos órdenes de muchas personas e instituciones, de donde es claro que nuestra pretendida libertad y nuestro deseo de no hacer caso a Dios es un caso aislado: un modo de respuesta que usamos cuando se trata de religión o de la Iglesia; porque para lo demás sí que somos obedientes.
2.2 Ahora bien, nuestra obediencia en los ejemplos dados tiene una razón de ser: nuestro placer, provecho o protección. Se entiende entonces que desobedecemos a Dios porque no encontramos ninguno de esos tres. Y no los encontramos porque conocemos poco de sus planes y de su voluntad.
2.3 Es quiere decir que cuando va conociendo mejor al Señor va aprendiendo a obedecer mejor y sobre todo con más amor y fidelidad.
3. Cristo Legislador
3.1 El Sermón del Monte nos presenta a Cristo en claro paralelo con la figura inigualable de Moisés; pero Cristo no está suprimiendo ni suplantando ni completando a Moisés. La palabra de Cristo no se apoya en lo que le oyó a Dios sino que se sustenta en sí misma: "Pero yo os digo..." Este modo de hablar sólo tiene sentido sobre la base de una afirmación, implícita pero real, de la divinidad de Cristo.
3.2 Cristo no es sólo un mensajero acreditado, como lo fue, y con honores, Moisés. Cristo es el mensaje mismo; y Cristo es la fuente misma de todo mandato y mandamiento. Vivir en Cristo y de Cristo es alcanzar lo que la Ley de Moisés no podía sino desear.