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Cuando el Emperador Teodosio, el Grande, buscaba un buen profesor para sus dos hijos, el Papa San Dámaso le recomendó a Arsenio, un senador sumamente sabio y muy práctico en sus consejos.
Durante diez años, San Arsenio vivió en el palacio del Emperador, educando a sus dos hijos, Arcadio y Honorio.
Estando un día orando en medio de una gran crisis espiritual, mientras le pedía a Dios que le iluminara lo que debía hacer para santificarse, oyó una voz que le decía: "Apártate del trato con la gente, y vete a la soledad".
Entonces, dispuso irse al desierto a orar y a hacer penitencia con los monjes.
Cuando llegó al Monasterio del desierto, los monjes, sabiendo que había estado viviendo tanto tiempo como senador y como alto empleado del palacio imperial, dispusieron ponerle algunas pruebas, con el objetivo de saber si en verdad era apto para esa vida de humillación y mortificación.
Fue ahí donde San Arsenio se hizo muy conocido por todos, a causa de sus penitencias extraordinarias.
Por muchos siglos han sido enormemente estimados los dichos o frases breves, que San Arsenio acostumbraba expresar a la gente.
Desde remotas tierras iban viajeros ansiosos de escuchar sus enseñanzas, que eran cortas pero bastante provechosas.
Entre varias de sus enseñanzas o frases que el Santo pronunciaba, están: "Muchas veces he tenido que arrepentirme de haber hablado. Pero, nunca me he arrepentido de haber guardado silencio".
O: "Siempre he sentido temor a presentarme al juicio de Dios, porque soy un pecador".
Atlanta-Marietta, Usa - Agradecemos primero a Dios por el regalo de este sacerdote en nuestra comunidad y el apoyo que él esta dando al grupo nuevo que estamos iniciando: Apostoles Eucaristicos de la Divina Misericordia.
Reinaba en Judá Acaz, hijo de Yotán, hijo de Ozías. Rasín, rey de Damasco, y Pecaj, hijo de Romelía, rey de Israel, subieron a Jerusalén para atacarla; pero no lograron conquistarla. Llegó la noticia al heredero de David: "Los sirios acampan en Efraín." Y se agitó su corazón y el del pueblo, como se agitan los árboles del bosque con el viento.
Entonces el Señor dijo a Isaías: "Sal al encuentro de Acaz, con tu hijo Sear Yasub, hacia el extremo del canal de la Alberca de Arriba, junto a la Calzada del Batanero, y le dirás: "¡Vigilancia y calma! No temas, no te acobardes ante esos dos cabos de tizones humeantes, la ira ardiente de Rasín y los sirios y del hijo de Romelía. Aunque tramen tu ruina diciendo: Subamos contra Judá, sitiémosla, apoderémonos de ella, y nombraremos en ella rey al hijo de Tabeel.
Así dice el Señor: No se cumplirá ni sucederá: Damasco es capital de Siria, y Rasín, capitán de Damasco; Samaria es capital de Efraín, y el hijo de Romelía, capitán de Samaria. Dentro de cinco o seis años, Efraín, destruido, dejará de ser pueblo. Si no creéis, no subsistiréis."
Grande es el Señor y muy digno de alabanza / en la ciudad de nuestro Dios, / su monte santo, altura hermosa, / alegría de toda la tierra. R.
El monte Sión, vértice del cielo, / ciudad del gran rey; / entre sus palacios, / Dios descuella como un alcázar. R.
Mirad: los reyes se aliaron / para atacarla juntos; / pero, al verla, quedaron aterrados / y huyeron despavoridos. R.
Allí los agarró un temblor / y dolores como de parto; / como un viento del desierto, / que destroza las naves de Tarsis.
Dios ha fundado su ciudad para siempre. (Salmo 47)
Evangelio
En aquel tiempo se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde había hecho casi todos sus milagros, porque no se habían convertido: "¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza. Os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. Y tú, Cafarnaúm, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al abismo. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, habría durado hasta hoy. Os digo que el día del juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti".
El día del juicio le será más llevadero a Tiro y Sidón y a Sodoma que a vosotras (Mateo 11, 20-24)
Dios abre un diálogo de amor con nosotros a través de su poder, sanación y milagros; la respuesta a esta palabra de misericordia ha de ser la acogida de la fe, la obediencia y el amor hacia Él. 5 min. 10 seg.
Usualmente la gente ve los milagros como reparaciones o mejoras que le sirven apara continuar con su propio proyecto vida: la idea de Jesús es diferente. 7 min. 8 seg.
¿Qué estoy buscando en la religión? ¿Qué estoy buscando a través de la fe? ¿Qué estoy buscando en Dios? ¿Busco que se arreglen mis problemas o una vida nueva en Dios? 4 min. 38 seg.
Mientras no seamos santos como Dios es santo estamos en proceso de conversión y tenemos que preguntarnos qué estamos haciendo con el amor que Dios nos ha dado. 4 min. 56 seg.
La prepotencia del demonio le hace presentarse siempre como si fuera invencible y aplastante pero, para que el que permanece unido por la fe y la oración a la vida de la comunidad, todo ese engaño se desvanece en humo y la victoria de Cristo prevalece. 23 min. 38 seg.
La misión de la Iglesia debe continuar la misión de Cristo la cual no es solamente mejorar la calidad de vida de la gente sino llevarnos a la conversión, a una vida nueva. 6 min. 26 seg.
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1.1 La imagen de héroe que solemos encontrar en las películas de cine o en las aventuras de novela es la de una persona que se enfrenta en solitario contra el mundo entero y sale victorioso. Toda su fuerza está en él mismo y sólo apela a sus convicciones y a sus recursos, que parecen casi infinitos. La Biblia nos presenta un mensaje distinto, que puede bien sintetizarse en la frase que hemos oído hoy de Isaías: "sino confían no subsistirán." La fuerza no es la de quien pone su confianza en sí mismo sino en el Señor.
1.2 Claro que este mensaje no es obvio y nadie ha dicho que sea fácil de entender. Hay ocasiones en que las circunstancias nos muestran nuestros límites de tal manera que casi nos vemos "obligados" a confiar, por la sencilla razón de que casi no hay otra cosa que pueda hacerse sino abandonarse.
1.3 Algo así fue lo que vivió Ajaz, rey de Judá, cuando supo que sus enemigos del Norte se habían aliado y hacían ya campamento de guerra cerca de Jerusalén, como nos cuenta la primera lectura. En semejantes circunstancias, la voz segura y lúcida de Isaías hace una predicción asombrosa: no sólo será salvada Jerusalén sino que los enemigos serán aniquilados.
1.4 Humanamente hablando, allí no había nada que hacer. Al respecto es interesante comparar las actitudes de los hebreos del reino del Norte, aquí llamado "Efraín" y las de los reino del sur, es decir, Judá. La presión venía de más arriba, de Siria. Los de Efraín, con su rey Pécaj a la cabeza, caen en la desesperación y lo que hacen es aliarse con los opresores para convertirse ellos mismos en opresión hacia el sur, o sea, hacia Judá. Los del reino del sur, en cambio, inspirados por la serenidad de Isaías no hacen pactos con los enemigos sino que resisten en Dios. Los hechos le dan la razón al profeta: los del Norte, los de Efraín, de hecho desaparecieron como pueblo; los del sur, los judíos, subsisten incluso hasta el día de hoy.
2. Los que se Resistieron
2.1 Uno tiende a pensar que una buena tanda de milagros será suficiente para convertir a cualquiera. El evangelio de hoy muestra que no es así.
2.2 Las ciudades que nombra Jesucristo en este breve texto, Corozaín, Betsaida y Cafarnaúm, tienen probablemente el mayor índice de milagros por kilómetro cuadrado del mundo entero. Y sin embargo, ya hemos oído el reproche del Señor: no se convirtieron. La primera conclusión es que la conversión no sucede a fuerza de cosas extraordinarias.
2.3 Los milagros no son "pruebas," en el sentido de una demostración de geometría, que te obliga a aceptar lo que se te está diciendo. Los milagros son señales, y en cuanto tales, pueden ser aceptados o no.
2.4 De donde sacamos otra enseñanza: si los milagros son señales, es evidente que no son las únicas. El mundo entero está lleno de señales, sólo que las consideramos poco interesantes o significativas por la única razón de que nos hemos acostumbrado a ellas. Un atardecer, la paz de un arroyo, el parpadear de las estrellas o la inmensidad del océano son señales y también a su modo están proclamando a su Hacedor. Lo importante, en últimas, no es el tamaño de la señal sino la docilidad de la mirada que las lee, reconoce y agradece.