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Homilías de Fr. Nelson Medina, O.P.Derechos Reservados © 1997-2024
Martes, Junio 28 de 2022[Lectio Divina] [Laudes] [Vísperas] [Completas] Sobre las fechas y horas de publicación de estas oraciones mira aquí Ten presente en tus intenciones de este día:
Para esta fecha hay 3 posibles celebraciones litúrgicas. Esquema No. 1 Tiempo Ordinario, Año Par,
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1a. |
Habla el Señor, ¿quién no profetiza? (Amós 3, 1-8; 4, 11-12) |
Salmo |
Señor, guíame con tu justicia (Salmo 5) |
Evangelio |
Se puso en pie, increpó a los vientos y al lago, y vino una gran calma (Mateo 8, 23-27) |
Núm. |
Datos |
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1996/07/02 |
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1998/06/30 |
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1998/06/30 |
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2002/07/02 |
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2002/07/02 |
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2014/07/01 |
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2014/07/01 |
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2016/06/28 |
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2020/06/30 |
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2020/06/30 |
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2020/06/30 |
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2024/07/02 |
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Homilía para leer: |
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1 |
1. Leer la vida1.1 Las sencillas comparaciones que usa el profeta Amós en la primera lectura de hoy nos invitan a reconocer que siempre hay vínculos entre causas y efectos. Ver las consecuencias de los actos y descubrir qué produce cada efecto: tal es el principio de eso que llamamos "leer la vida." En efecto, en la vida hay trazos que podemos reconocer cuando vemos cómo se relacionan unas cosas con otras. Viendo esos trazos aprendemos a reconocer letras y palabras enteras: mensajes que Dios nos hace comprender, si estamos dispuestos a recibírselos. 1.2 Un profeta es alguien que lee la vida con la profundidad y la luz que Dios le concede. Por eso el profeta conoce mejor que nadie el sentido del pasado y el futuro al que va el pueblo, muchas veces sin darse cuenta. Dios "revela" sus secretos a los profetas, no porque ellos sean seres especiales sino porque sus ojos se han acostumbrado a la especial claridad que trae la luz divina. 1.3 Según eso, ser profeta no es un privilegio para unos pocos, sino la vocación de todos nosotros, en la medida en que TODOS estamos invitados a reconocer los trazos de Dios en nuestra vida y en la vida de nuestros pueblos. Así, de hecho, lo testifica nuestra Iglesia, cuando, al momento de bautizarnos, nos declara partícipes de Cristo "sacerdote, profeta y rey." 2. La tormenta calmada2.1 Si la primera lectura nos deja ver una espantosa tormenta de fuego, el evangelio de hoy hace el contraste mostrándonos a Jesús sosegando una tormenta de lluvia y viento en el Mar de Galilea. 2.2 De donde podemos aprender que el mismo Dios que manda la tormenta trae también la paz. Dios no deja de ser Dios ni en la guerra ni en la paz, ni en la tribulación ni en el consuelo, ni en la confusión ni en la claridad. 2.3 A nuestros ojos Dios puede parecer escondido cuando hay guerra o adormilado en la pereza de la inacción y la paz. Puede parecernos lejano en horas de tribulación o cariñoso en horas de consuelo. Distante cuando hay confusión y presente cuando vuelve la claridad. 2.4 Pero todas estas son interpretaciones NUESTRAS. Como muestra el evangelio de este día, hemos de saber en fe que Él es siempre Dios, y que su soberanía no tiene eclipses ni hay párpados en sus ojos. Todo lo conoce y en todo está su gobierno, sea que lo entendamos o que no nos lo parezca. |
Lectura: |
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1a. |
Te voy a dar lo que tengo: En el nombre de Jesús, camina (Hechos 3, 1-10) |
Salmo |
El cielo proclama la gloria de Dios. (Salmo 18) |
2a. |
Quiso revelarme a su Hijo para que yo lo anunciara entre los paganos (Gálatas 1,11-20) |
Evangelio |
Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas (Juan 21, 15-19) |
Núm. |
Datos |
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1 |
1998/06/29 |
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1999/06/29 |
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2008/06/28 |
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2008/06/28 |
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2012/06/28 |
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2014/06/28 |
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7 |
2015/06/28 |
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Homilía para leer: |
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1 |
1. Sucesor de Pedro...1.1 El Papa Juan Pablo I, de tan breve como gratamente recordado pontificado, nos regaló en la Eucaristía en que iniciaba su servicio de Supremo Pastor, el 3 de septiembre de 1978, estas palabras que bien ilustran no sólo lo que significa el Papa sino quién es Pedro en el querer de Cristo. Entresacamos algunos textos. La numeración es nuestra. 1.2 Venerados hermanos e hijos queridísimos. En esta celebración sagrada, con la que damos comienzo solemne al ministerio de Sumo Pastor, que ha sido puesto sobre nuestros hombros, el primer pensamiento de adoración y súplica se dirige a Dios, infinito y eterno, el cual, con una decisión suya humanamente inexplicable y por su benignísima dignación, nos ha elevado a la Cátedra de San Pedro. Brotan espontáneamente de nuestros labios las palabras de San Pablo: ¡Oh profundidad de la riqueza, de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos! (Rom 11, 33). 2. Todo el Pueblo de Dios reunido en torno al Papa2.1 Nuestro pensamiento va después, con paterno y afectuoso saludo, a toda la Iglesia de Cristo; a esta asamblea que casi la representa en este lugar --cargado de piedad, de religión y de arte--, que guarda celosamente la tumba del Príncipe de los Apóstoles; y también a la Iglesia que nos está viendo y escuchando en estos momentos a través de los modernos instrumentos de comunicación social. 2.2 Saludamos a todos los miembros del Pueblo de Dios: a los cardenales, obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas, misioneros, seminaristas, seglares empeñados en el apostolado y en las diversas profesiones; a los hombres de la política, de la cultura, del arte, de la economía; a los padres y madres de familia, a los obreros, a los emigrantes, a los jóvenes de ambos sexos, a los niños, a los enfermos, a los que sufren, a los pobres. 2.3 Queremos dirigir asimismo nuestro saludo respetuoso y cordial a todos los hombres del mundo, a quienes consideramos y amamos como hermanos, porque son hijos del mismo Padre celestial y hermanos todos en Cristo Jesús (cf. Mt. 23, 8 ss.). 3. La misión de Pedro en la Iglesia3.1 La Palabra de Dios que acabamos de escuchar, nos ha presentado como en un crescendo, ante todo a la Iglesia, prefigurada y entrevista por el profeta Isaías (cf. Is 2, 2-5) como el nuevo Templo, hacia el que confluyen las gentes desde todas las partes del mundo, deseosas de conocer la ley de Dios y observarla dócilmente, mientras las terribles armas de guerra son transformadas en instrumentos de paz. Pero este nuevo Templo misterioso, polo de atracción de la nueva humanidad --nos recuerda San Pedro--, tiene una piedra angular, viva, escogida, preciosa (cf. 1 Pe 2, 4-9), que es Jesucristo, el cual ha fundado su Iglesia sobre los Apóstoles y la ha edificado sobre San Pedro, Cabeza de ellos (Lumen gentium, 19). 3.2 Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré yo mi Iglesia (Mt 16,18): son las palabras graves, importantes y solemnes que Jesús dirige a Simón, el hijo de Juan, en Cesárea de Filipo, después de la profesión de fe que no ha sido el producto de la lógica humana del pescador de Betsaida, o la expresión de una particular perspicacia suya, o el efecto de una moción sicológica; sino el fruto misterioso y singular de una auténtica revelación del Padre celestial. 3.3 Y Jesús cambia a Simón su nombre, poniéndole el de Pedro, significando con ello la entrega de una misión especial; le promete edificar sobre él su Iglesia, sobre la cual no prevalecerán las fuerzas del mal o de la muerte; le entrega las llaves del Reino de Dios, nombrándolo así máximo responsable de su Iglesia, y le da el poder de interpretar auténticamente la ley divina. 3.4 Ante estos privilegios, o mejor dicho, ante estas tareas sobrehumanas confiadas a Pedro, San Agustín nos advierte: Pedro, por su naturaleza, era simplemente un hombre; por la gracia, un cristiano; por una gracia todavía más abundante, uno y a la vez el primero de los Apóstoles (SAN AGUSTÍN, In Ioannis Evang. tract., 124, 5; PL 35, 1973). 3.5 Con atónita y comprensible emoción, pero también con una confianza inmensa en la gracia omnipotente de Dios y en la oración ferviente de la Iglesia, hemos aceptado ser el Sucesor de Pedro en la sede de Roma, tomando el yugo que Cristo ha querido poner sobre nuestros frágiles hombros. Y nos parece escuchar como dirigidas a Nos, las palabras que según San Efrén, Cristo dirige a Pedro: Simón, mi apóstol, yo te he constituido fundamento de la Santa Iglesia. Yo te he llamado ya desde el principio Pedro porque tú sostendrás todos los edificios; tú eres el superintendente de todos los que edificarán la Iglesia sobre la tierra;... tú eres el manantial de la fuente, de la que mana mi doctrina;... tú eres la cabeza de mis apóstoles;... yo te he dado las llaves de mi reino (S. EFRÉN, Sermones in hebdomadam sanctam, 4, 1; LAMY T. J., S. Ephraem Syri hymni et sermones, 1,412). 4. Roma, centro de la unidad y de la caridad4.1 Desde el primer momento de nuestra elección y en los días siguientes, nos hemos sentido profundamente impresionados y animados por las manifestaciones de afecto de nuestros hijos de Roma y también de aquellos que, de todo el mundo, nos hacen llegar el eco de su incontenible gozo por el hecho de que una vez más Dios ha dado a la Iglesia su Cabeza visible. Resuenan de nuevo espontáneas en nuestro espíritu las conmovedoras palabras que nuestro gran Predecesor, San León Magno, dirigía a los fieles romanos: No deja de presidir su sede San Pedro, y está vinculado al Sacerdote eterno en una unidad que nunca falla... Y por eso todas las demostraciones de afecto que, por complacencia fraterna o piedad filial, habéis dirigido a Nos, reconoced con mayor devoción y verdad que las habéis dirigido conmigo a aquel cuya sede nos gozamos no tanto en presidir, como en servir (S. LEÓN MAGNO, Sermo V, 4-5; PL 54, 155-156). 4.2 Sí, nuestra presidencia en la caridad es un servicio y, al afirmarlo, pensamos no solamente en nuestros hermanos e hijos católicos, sino asimismo en todos aquellos que quieren también ser discípulos de Jesucristo, honrar a Dios y trabajar por el bien de la humanidad. 4.3 En este sentido, dirigimos un saludo afectuoso y agradecido a las Delegaciones de las otras Iglesias y comunidades eclesiales, aquí presentes. Hermanos todavía no en plena comunión, dirijámonos juntos hacia Cristo Salvador, avanzando unos y otros en la santidad que él quiere para nosotros y, juntos en el recíproco amor sin el cual no existe cristianismo, preparando los caminos de la unidad en la fe, en el respeto de su verdad y del ministerio que él ha confiado, para su Iglesia, a sus Apóstoles y a sus Sucesores. 4.4 Rodeado de vuestro amor y sostenido por vuestra oración, comenzamos nuestro servicio apostólico invocando, cual espléndida estrella de nuestro camino, a la Madre de Dios, María, Salus populi romani y Mater Ecclesiae, que la liturgia venera de manera particular en este mes de septiembre. 4.5 La Virgen, que ha guiado con delicada ternura nuestra vida de niño, de seminarista, de sacerdote y de obispo, continúe iluminando y dirigiendo nuestros pasos, para que, convertidos en voz de Pedro, con los ojos y la mente fijos en su Hijo, Jesús, proclamemos al mundo con alegre firmeza, nuestra profesión de fe: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo (Mt 16,16). Amén. |
Lectura: |
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1a. |
Quien sirve al Señor debe ser amable con todos y ha de corregir con dulzura (Timoteo 2, 22-26) |
Salmo |
El Señor es mi pastor, nada me falta. (Salmo 22, 1-3A.3B-4.5.6) |
Evangelio |
Quiero que donde yo esté, también estén ellos conmigo (Juan 17, 20-26) |
Núm. |
Datos |
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Más... |
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2002/06/28 |
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2017/06/28 |
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3 |
2018/06/28 |
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4 |
2021/06/28 |
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5 |
2022/06/28 |
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6 |
2024/06/28 |
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Homilía para leer: |
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1. Un hombre y un nombre de paz1.1 Ireneo viene de la palabra griega eirene que significa paz. Este santo obispo fue eso: un hombre con un nombre y una obra de paz. Pero ello no es evidente cuando uno mira el título de su obra más conocida, que parece un grito de batalla: Contra las Herejías. 1.2 La paz que vivió y predicó Ireneo no es el irenismo, una palabra que también viene de la eirene griega. El irenismo es esa paz superficial que consiste en evitar las discusiones aunque se sepa que las mentes están pensando cosas opuestas. El irenismo es la renuncia a la verdad y es la cobardía de preferir que los problemas estallen en el futuro mientras en el presente hacemos de cuenta que podemos tolerarnos. 1.3 La paz de Ireneo es la paz de los corazones que descansan agradecidos en una verdad común. Es la paz de la con-cordia, palabra que alude a eso: corazón unidos. por eso es una paz que requiere la predicación vigorosa e incluso la guerra contra lo que pueda ocultar o desfigurar la verdad. 2. La verdad de la Carne de Cristo2.1 Es muy interesante, al recorrer las controversias doctrinales de Ireneo, ver que lo que estaba en disputa esencialmente, en el siglo II, es la realidad de la Encarnación. Si la carne de Cristo no es como la nuestra, entonces su dolor no es como el nuestro, y entonces su pasión y su cruz en el fondo son irrelevantes, equivalen a un dibujo o la fantasía de algún artista. 2.2 Si la carne de Cristo no importa, lo único que importa es lo que él dijo, la idea que él trajo, el conocimiento que aportó. "Conocimiento" en griego se dice gnosis. Ireneo por eso ve en el gnosticismo la gran negación de la verdad de Dios, porque pretende negar la Encarnación, los Sacramentos y el valor intrínseco del amor mostrado en la Cruz. 2.3 Contra las Herejías es además un libro que en cierto modo inaugura lo que hoy llamamos la "teología sistemática," o sea, la exposición del contenido de la fe de un modo razonado, y según el mismo contenido, y no, por ejemplo, el comentario a algún libro de la Escritura. Tras Ireneo, otros autores seguirán ese camino, hasta llegar a las grandes cumbres del pensamiento cristiano. |
-Fr. Nelson Medina, OP
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