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César de Rossi nació en Brindisi, ciudad del Reino de Nápoles, en 1559.
Se educó primero en el Convento de los Franciscanos de su ciudad natal y después en el Colegio de San Marcos de Venecia. A los 16 años ingresó en el Convento de los Capuchinos de Verona.
Durante sus estudios de filosofía y teología en la Universidad de Padua, se distinguió por su extraordinario don de lenguas: aprendió el griego, el hebreo, el alemán, el bohemio, el francés, el español, y llegó a conocer muy a fondo el texto de la Biblia.
En 1596 ejerció en Roma el cargo de definidor de su Orden, y el Papa Clemente VIII le pidió que trabajase especialmente por la conversión de los judíos.
Tuvo en ello gran éxito, ya que a su erudición y santidad de vida, unía un profundo conocimiento del hebreo.
Sus superiores lo enviaron más tarde, junto con el Beato Benito de Urbino, a establecer a los capuchinos en Alemania como una muralla contra el protestantismo.
Fundaron tiempo después, conventos en Praga, Viena y Gorizia. San Lorenzo fue elegido superior general de su Orden, pero en 1605 se negó a aceptar la reelección, pues pensaba que Dios le reservaba para otras empresas.
Cuando Lorenzo era vicario general, el emperador Rodolfo II le envió en misión diplomática a conseguir la ayuda de los príncipes alemanes contra los turcos, cuya amenaza se cernía sobre toda Hungría.
El Santo tuvo éxito en su misión y fue nombrado capellán general del ejército. Tras algún tiempo de predicar y de reconciliar con la Iglesia a los herejes de Alemania, recibió del emperador la comisión de persuadir a Felipe III de España a que se uniese a la Liga Católica.
Aprovechó la ocasión para fundar un Convento de Capuchinos en Madrid. Después fue enviado a Munich como Nuncio de la Santa Sede ante Maximiliano de Baviera, el jefe de la Liga.
Desde ahí administró dos provincias de su Orden y prosiguió su tarea de pacificación y predicación. En 1618, tras haber mediado dos veces en las diferencias reales, se retiró al Convento de Caserta.
El Santo era frecuentemente arrebatado en éxtasis mientras celebraba la Misa. Su vida interior constituía el punto de partida de todas sus actividades exteriores.
San Lorenzo falleció en su Convento, el 22 de julio de 1619. Fue sepultado en el cementerio de las Clarisas Pobres de Villafranca, beatificado en 1783 y canonizado en 1881.
Señor, pastorea a tu pueblo con el cayado, a las ovejas de tu heredad, a las que habitan apartadas en la maleza, Pastarán en Basán y Galaad, como en tiempos antiguos; como cuando saliste de Egipto y te mostraba mis prodigios.
¿Qué Dios como tú, que perdonas el pecado y absuelves la culpa al resto de tu heredad? No mantendrá por siempre la ira, pues se complace en la misericordia.
Volverá a compadecerse y extinguirá nuestras culpas, arrojará a lo hondo del mar todos nuestros delitos. Serás fiel a Jacob, piadoso con Abrahán, como juraste a nuestros padres en tiempos remotos.
Señor, has sido bueno con tu tierra, / has restaurado la suerte de Jacob, / has perdonado la culpa de tu pueblo, / has sepultado todos sus pecados, / has reprimido tu cólera, / has frenado el incendio de tu ira. R.
Restáuranos, Dios salvador nuestro; / cesa en tu rencor contra nosotros. / ¿Vas a estar siempre enojado, / o a prolongar tu ira de edad en edad? R.
¿No vas a devolvernos la vida, / para que tu pueblo se alegre contigo? / Muéstranos, Señor, tu misericordia / y danos tu salvación. R.
En aquel tiempo, estaba Jesús hablando a la gente, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablan con él. Uno se lo avisó: Oye, tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo."
Pero él contestó al que le avisaba: ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?"
Y, señalando con la mano a los discípulos, dijo: Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre."
Señalando con la mano a los discípulos, dijo: "Éstos son mi madre y mis hermanos" (Mateo 12, 46-50)
La Virgen María es el Evangelio hecho carne. Ella practicándolo en la santidad de su cuerpo, su corazón y su mente, muestra que el Evangelio es una realidad, y no una ideología quimérica. 23 min. 22 seg.
Miqueas, el profeta-teólogo del tiempo anterior al exilio a Babilonia, es testimonio de comprensión de cómo se enlazan los caminos de la justicia y de la misericordia. 8 min. 49 seg.
El amor según el Espíritu reside en la gracia que se comunica por la palabra predicada, poniendo en camino a todos los corazones hacia Jesucristo, nuestra salvación. 4 min. 34 seg.
El Señor es justo y al mismo tiempo es compasivo y poderoso, y con esa magnificencia tiene victoria plena sobre el pecado y sus consecuencias. 4 min. 41 seg.
Ser de la familia de Jesús quiere decir que aunque peque y me equivoque siempre habrá espacio para mí y al ser su familia soy coheredero de la eternidad. 5 min. 11 seg.
Pasos para perdonarse a sí mismo: (1) Es estéril tratar de bloquear los recuerdos; resulta mejor idea aceptarlos serenamente y presentarlos una y otra vez a Cristo. (2) Dar testimonio consolida la certeza de un antes y un después en nuestra vida y nos convence de que aquello que sucedió no tiene la última palabra. (3) El perdón siempre implica un camino de vida nueva y por ello nuestro centro y nuestra ruta ha de ser claramente Jesucristo. 31 min. 47 seg.
La verdadera fraternidad la trae el Espíritu de Dios, es la que trae el amor nuevo de Cristo y es la que se instaura cuando testificamos y compartimos el Evangelio. 7 min. 7 seg.
1.1 La primera lectura de hoy nos ofrece en tono de súplica los dos grandes temas del Antiguo Testamento: la fidelidad y la misericordia. Son las dos notas características del Dios que se reveló a nuestros padres: es fiel y es compasivo. Porque es fiel, no rompe su alianza, sino que la cumple; porque es compasivo, permenece a favor de su pueblo, aunque el pueblo mismo no haya sido fiel. Es decir: es fiel pero sabe comprender, acoger y restaurar a los que no lo son.
1.2 Miqueas ruega a Dios apoyándose en esos dos bastiones, que sabe que son firmes e inconmovibles. Por eso presenta al pueblo como ovejas descarriadas, y en ese sentido culpables, peor que ahora sufren "en medio de la maleza." La culpa se vuelve daño. El culpable, que por serlo merece castigo, en parte ha recibido ya ese castigo en el daño que se ha causado y se sigue causando. Por eso la intercesión de Miqueas casi se limita a presentar el estado lamentable de los culpables, para apelar de este modo a la piedad de Dios.
1.3 En esto hay una enseñanza para nosotros. A veces concentramos nuestro aborrecimiento en los que obran mal sin tener en cuenta el daño que ellos mismo padecen. Este hecho nos hace amigos de la justicia pero distantes de la misericordia, con lo cual, en últimas, estamos apartándonos del modo de obrar de Dios.
2. Los hermanos de Jesús
2.1 Para la mayor parte de los cristianos no católicos el pasaje del evangelio de hoy es una demostración de que Jesús tuvo hermanos y hermanas, que ellos suponen hijos de José y María. Ya uno no debería tener que aclarar esas cosas pero puede ser saludable para muchos, así que comentemos un poco el tema.
2.2 Ante todo hemos de recordar que, aunque en griego existe la palabra para decir "primo", ese término no existe en el arameo corriente, y lo más frecuente para la lengua y la mentalidad en que vivió nuestro Señor era simplemente llamar "hermanos" a los parientes, como vemos que por ejemplo Abraham llama "hermano" a Lot (Gén 13,8), que en realidad era su sobrino (Gén 11,27).
2.3 Además, en la escena del evangelio de hoy aparece María con algunos de estos "hermanos y hermanas". Mas en la crucifixión no hay nadie, y Jesús confía su madre al cuidado de un discípulo, Juan (Jn 19,26-27). Esta escena sería superflua y por completo ajena a la mentalidad hebrea si María hubiera tenido más hijos.
3. La familia de Cristo
3.1 Así que la familia de Cristo no viene de los nacidos de la carne y la sangre. Viene de otra realidad, que enlaza bellamente el texto del evangelio con la primera lectura, pues dice el Señor: "El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre" (Mc 3,35). Así como por la obediencia a la voluntad del Padre Cristo es Cristo, por esa obediencia nosotros somos cristianos.
3.2 No dejemos de notar un hecho muy bello, que tantos otros predicadores nos han enseñado: cuando Jesús dice que su "madre" será quien haga la voluntad de Dios no estaba descartando ni dando la espalda a María, que precisamente definió su vida con una consigna nunca quebrantada: "He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra" (Lc 1,38). De modo que el evangelio de hoy, lejos de disminuir la figura de la Madre del Señor, la presenta en su hermosa y formidable proporción.