La reproduccion de estos textos y archivos de audio, para uso privado o publico, esta permitida, aunque solamente sin fines de lucro y citando la fuente: http://fraynelson.com/homilias.html.
Sobre las fechas y horas de publicación de estas oraciones mira aquí
Ten presente en tus intenciones de este día:
Haz click en los nombres para ver más información:
Se llama "taumaturgo" al que hace muchos milagros. A este Santo le pusieron ese nombre, porque según indica la tradición popular, desde tiempos de Moisés no se había visto a una persona conseguir tantos de ellos como los que obtuvo San Gregorio.
Cuando era joven, se vio obligado a viajar a Cesarea en Palestina, con el fin de acompañar a una hermana. Estando allá, conoció al sabio más grande de su tiempo que era Orígenes, quien había puesto una escuela de teología en esa ciudad.
Al estallar la persecución de Decio en 250, San Gregorio aconsejó a los cristianos que se escondieran, para que no tuvieran peligro de renegar de su fe cristiana por temor a los tormentos.
Se ha hecho célebre en la historia de la Iglesia la frase que dijo este gran Santo poco antes de morir. Preguntó: "¿Cuántos infieles quedan aún en la ciudad sin convertirse al cristianismo?" Le respondieron: "Quedan diecisiete". Y él exclamó gozoso: "¡Gracias Señor! Ese era el número de cristianos que había en esta ciudad cuando yo llegué a misionar aquí. En aquel tiempo no había sino 17 cristianos, y ahora no hay sino 17 paganos".
Las gentes lo invocaban después, cuando hubo inundaciones y terremotos. Es que San Gregorio con sus oraciones y sacrificios, logró detener terribles catástrofes que amenazaban acabar con todos los cultivos y casas de la ciudad.
En aquellos días, el rey Baltasar ofreció un banquete a mil nobles del reino, y se puso a beber delante de todos. Después de probar el vino, mandó traer los vasos de oro y plata que su padre, Nabucodonosor, había cogido en el templo de Jerusalén, para que bebieran en ellos el rey y sus nobles, sus mujeres y concubinas. Cuando trajeron los vasos de oro que habían cogido en el templo de Jerusalén, brindaron con ellos el rey y los nobles, sus mujeres y concubinas. Apurando el vino, alababan a los dioses de oro y plata, de bronce y hierro, de piedra y madera. De repente, aparecieron unos dedos de mano humana escribiendo sobre el revoco del muro del palacio, frente al candelabro, y el rey veía cómo escribían los dedos. Entonces su rostro palideció, la mente se le turbó, le faltaron las fuerzas, las rodillas le entrechocaban.
Trajeron a Daniel ante el rey, y éste le preguntó: "¿Eres tú Daniel, uno de los judíos desterrados que trajo de Judea el rey, mi padre? Me han dicho que posees espíritu de profecía, inteligencia, prudencia y un saber extraordinario. Me han dicho que tú puedes interpretar sueños y resolver problemas; pues bien, si logras leer lo escrito y explicarme su sentido, te vestirás de púrpura, llevarás un collar de oro y ocuparás el tercer puesto en mi reino."
Entonces Daniel habló así al rey: "Quédate con tus dones y da a otros tus regalos. Yo leeré al rey lo escrito y le explicaré su sentido. Te has rebelado contra el Señor del cielo, has hecho traer los vasos de su templo, para brindar con ellos en compañía de tus nobles, tus mujeres y concubinas. Habéis alabado a dioses de oro y plata, de bronce y hierro, de piedra y madera, que ni ven, ni oyen, ni entienden; mientras que al Dios dueño de vuestra vida y vuestras empresas no lo has honrado. Por eso Dios ha enviado esa mano para escribir ese texto. Lo que está escrito es: "Contado, Pesado, Dividido". La interpretación es ésta: "Contado": Dios ha contado los días de tu reinado y les ha señalado el límite; "Pesado": te ha pesado en la balanza y te falta peso; "Dividido": tu reino se ha dividido y se lo entregan a medos y persas."
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Os echarán mano, os perseguirán, estregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas."
Todos os odiarán por causa mía, pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá (Lucas 21, 12-19)
La arrogancia conduce pronto a la ingratitud, el exceso, el cinismo y el sacrilegio. La confianza, en cambio, lleva pronto a la fortaleza, la perseverancia y al final, la victoria. 7 min. 9 seg.
El engaño del pecado está en hacernos sentir poderosos pero en el fondo somos esclavos, quiere que nos levantemos con soberbia pero ya está preparando nuestra ruina. 6 min. 0 seg.
El mal no tiene freno dentro de sí: su aspiración última es pisotear y profanar todo lo que sea obra de Dios hasta burlarse sacrílegamente de lo que fue purificado y levantado por el Señor. 25 min. 50 seg.
¿Cómo está la calidad de tu amor a Cristo? ¿Qué estás dispuesto a perder por Él? ¿A quién estás dispuesto a contrariar si está en juego el reinado, la gloria y la verdad del Señor? 4 min. 56 seg.
El demonio es hábil caricaturizando a Dios y le corresponde al cristiano vivir en discernimiento, tener ese ?olfato? espiritual para que todo lo que hagamos le dé la gloria a Señor. 7 min. 5 seg.
El episodio de la corte del rey Baltasar muestra el camino al que conduce la expansión del ego: ansia desmedida de placeres y de ostentación; profanaciones y mofa a lo sagrado; y al final, la muerte. 33 min. 22 seg.
1.1 Las lecturas de hoy nos presentan un mismo tema en dos aspectos complementarios: un hombre "alcanzado por la justicia de Dios", y muchos creyentes "perseguidos por la injusticia de los hombres."
1.2 Este Baltasar, de la primera lectura, es la imagen viva del hombre endiosado por su propia presunción, por el inmenso poder que tiene, por la felicidad que supuestamente puede darse (banquetes, lujos, placeres), y sobre todo por el deseo de hacer público que no respeta autoridad alguna por encima de sí mismo y de sus creencias (por eso lo de beber precisamente en las copas del templo de Jerusalén).
1.3 Este hombre endiosado se ve obligado a contemplar cómo un poder "intruso" se inmiscuye en su vida y en su recinto. Como en el caso del ricachón que derribó sus graneros y que sólo hablaba consigo mismo (cf. Lc 12,16-21), al cual Dios interrumpió llamándolo "necio", así también aquí, toda la necedad de Baltasar queda en evidencia y él mismo descubre una verdad que le resulta espantosamente amarga: "no soy Dios."
1.4 Descubramos, sin embargo, que esa es una mala noticia para quien ve en Dios su enemigo o por lo menos a alguien que le hace competencia. Para quien ve en Dios su fuente, su Padre, su amigo, su Salvador, es una gran noticia que Dios está cerca. Por eso la proximidad del Señor es en realidad purificación y puerta de salvación para todos.
2. Perseguidos por la Injusticia de los Hombres
2.1 La otra cara de la proximidad del Señor es la persecución. Parecería absurdo: un buen cristiano es un buen ciudadano, un buen amigo, un buen profesional; en suma, es alguien que hace el bien, ¿por qué perseguirlo?
2.2 Sin embargo, es de notar que la bondad del orden restaurado según la gracia es una estorbo espantoso a las pretensiones idolátricas que caracterizan al mundo marcado por las huellas del pecado del pecado original y de la compleja red de nuestros pecados personales y sociales.
2.3 Por otro lado, hay que destacar que la persecución no significa, ni mucho menos, una disminución en la cantidad o la calidad de la predicación. La persecución nos da micrófonos y estrados que de otro modo nunca tendríamos. Aunque juzgados, en apariencia, somos nosotros quienes, revestidos de la sabiduría del Juez de todos, manifestamos juicio contra la injusticia del mundo.
2.4 El llamado final hoy es a la perseverancia. No dejarnos escandalizar por el aparente fracaso que significa ver morir inocentes, vernos traicionados por quienes podrían o deberían apoyarnos, sentir que la iniquidad logra estrangularnos hasta casi anegar nuestra fe. Perseverar es ir más allá de eso; es ver más allá de eso; es confiar más allá de todo eso, sostenidos solamente por la palabra de Cristo: "si se mantienen firmes, conseguirán la vida."