No puede descubrirse el regalo de la misericordia si uno no descubre que la necesita.
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Alimento del Alma: Textos, Homilias, Conferencias de Fray Nelson Medina, O.P.
No puede descubrirse el regalo de la misericordia si uno no descubre que la necesita.
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“Deus meus es tu, et confitebor tibi: Deus meus es tu, et exaltabo te”. -Tú eres mi Dios, y te confesaré: Tú eres mi Dios, y te exaltaré. -Hermoso programa…, para un apóstol de tu talla.
Que ningún afecto te ate a la tierra, fuera del deseo divinísimo de dar gloria a Cristo y, por El y con El y en El, al Padre y al Espíritu Santo.
Rectifica, rectifica. -¡Tendría tan poca gracia que ese vencimiento fuera estéril porque te has movido por miras humanas!
Pureza de intención. -Las sugestiones de la soberbia y los ímpetus de la carne los conoces pronto… y peleas y, con la gracia, vences. Pero los motivos que te llevan a obrar, aun en las acciones más santas, no te parecen claros… y sientes una voz allá dentro que te hace ver razones humanas…, con tal sutileza, que se infiltra en tu alma la intranquilidad de pensar que no trabajas como debes hacerlo -por puro Amor, sola y exclusivamente por dar a Dios toda su gloria. Reacciona en seguida cada vez y di: “Señor, para mí nada quiero. -Todo para tu gloria y por Amor”.
Pregúntate muchas veces al día: ¿hago en este momento lo que debo hacer?
Jesús, lo que tú “quieras”… yo lo amo.
Escalones: Resignarse con la Voluntad de Dios: Conformarse con la Voluntad de Dios: Querer la Voluntad de Dios: Amar la Voluntad de Dios.
Señor, si es tu Voluntad, haz de mi pobre carne un Crucifijo.
No caigas en un círculo vicioso: tú piensas: cuando se arregle esto así o del otro modo seré muy generoso con mi Dios. ¿Acaso Jesús no estará esperando que seas generoso sin reservas para arreglar El las cosas mejor de lo que imaginas? Propósito firme, lógica consecuencia: en cada instante de cada día trataré de cumplir con generosidad la Voluntad de Dios.
Es cuestión de segundos… Piensa antes de comenzar cualquier negocio: ¿Qué quiere Dios de mí en este asunto? Y, con la gracia divina, ¡hazlo!
La aceptación rendida de la Voluntad de Dios trae necesariamente el gozo y la paz: la felicidad en la Cruz. -Entonces se ve que el yugo de Cristo es suave y que su carga no es pesada.
Un razonamiento que lleva a la paz y que el Espíritu Santo da hecho a los que quieren la Voluntad de Dios: “Dominus regit me, et nihil mihi deerit” -el Señor me gobierna, nada me faltará. ¿Qué puede inquietar a un alma que repita de verdad esas palabras?
No dudes: deja que salga del corazón a los labios un “Fiat” -¡hágase!… -que sea la coronación del sacrificio.
El abandono en la Voluntad de Dios es el secreto para ser feliz en la tierra. -Di, pues: “meus cibus est, ut faciam voluntatem ejus” -mi alimento es hacer su Voluntad.
“Para de veras encontrar a Dios no es suficiente orar con el corazón y con las palabras, ni aprovecharse de ayudas ajenas. Esto hay que hacer, pero, además, esforzarse lo que pueda en la práctica de las virtudes. En efecto, aprecia más Dios una acción que haga la propia persona, que otras muchas que otras personas hagan en su favor (San Juan de la Cruz, Cántico Espiritual, 3, 2)…”
Click!
Esta es la llave para abrir la puerta y entrar en el Reino de los Cielos: “qui facit voluntatem Patris mei qui in coelis est, ipse intrabit in regnum coelorum” -el que hace la voluntad de mi Padre…, ¡ése entrará!
De que tú y yo nos portemos como Dios quiere -no lo olvides- dependen muchas cosas.
Nosotros somos piedras, sillares, que se mueven, que sienten, que tienen una libérrima voluntad. Dios mismo es el cantero que nos quita las esquinas, arreglándonos, modificándonos, según El desea, a golpe de martillo y de cincel. No queramos apartarnos, no queramos esquivar su Voluntad, porque, de cualquier modo, no podremos evitar los golpes. -Sufriremos más e inútilmente, y, en lugar de la piedra pulida y dispuesta para edificar, seremos un montón informe de grava que pisarán las gentes con desprecio.
¿Resignación?… ¿Conformidad?… No basta ¡Hay que querer la Voluntad de Dios!
Anímate. -¿No sabes que dice San Pablo, a los de Corinto, que “cada uno recibirá su propio salario, a medida de su trabajo”?
El cielo: “ni ojo alguno vio, ni oreja oyó, ni pasaron a hombre por pensamiento las cosas que tiene Dios preparadas para aquellos que le aman”. ¿No te empujan a luchar esas revelaciones del apóstol?
“Ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos”, rezamos en el Credo. -Ojalá no me pierdas de vista ese juicio y esa justicia y… a ese Juez.
¿No brilla en tu alma el deseo de que tu Padre-Dios se ponga contento cuando te tenga que juzgar?
Hay mucha propensión en las almas mundanas a recordar la Misericordia del Señor. -Y así se animan a seguir adelante en sus desvaríos. Es verdad que Dios Nuestro Señor es infinitamente misericordioso, pero también es infinitamente justo: y hay un juicio, y El es el Juez.
[Serie de reflexiones para la Asociación de Vírgenes Seglares Dominicas, en Colombia.]
Tema 10 de 10: Antropología Teológica
* El término del camino del conocimiento de sí mismo está en aquello que dice la Santa: que el alma esté en Dios, y Dios en el alma, como el pez está en el agua y el agua en el pez. El ser humano es ininteligible, y profundamente infeliz, si pierde su relación de amor con Dios, su Padre. Por eso la verdadera antropología es siempre hija de la mejor teología.
* Por eso, después de hablar del conocimiento de sí, y de los caminos de la oración, hemos de preguntarnos qué ser humano surge y se levanta con la fuerza del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Catalina, en esto heredera de una rica tradición agustiniana, presenta la semejanza original y final del ser humano en términos trinitarios:
* Hay tres potencias en el alma: memoria, inteligencia y voluntad. La voluntad tiene hambre de amor; la inteligencia tiene hambre de sabiduría; la memoria se ensancha para dar cabida a aquello que ha dejado huella, aquello que ha mostrado poder.
* Pues en Dios están estas tres, que por apropiación se describen así: En Dios Padre brilla el poder; en Dios Hijo, la sabiduría; en Dios Espíritu Santo, el amor.
* Y así vemos que la doctrina espiritual de Santa Catalina es como un círculo, o como una espiral: aquello que mencionamos al principio, que el hombre está hecho para Dios, se divisa con mayor claridad al término de nuestro recorrido. Y ese término nos invita a mirar con mayor ardor la “orilla” de Dios, y a caminar con mayor convicción por ese Puente.
[Serie de reflexiones para la Asociación de Vírgenes Seglares Dominicas, en Colombia.]
Tema 9 de 10: La Oración
* La mayor parte del conocimiento de sí mismo en Dios acontece cuando estamos de modo más claro abiertos a su gracia, su Espíritu y su amor. Así sucede sobre todo en la oración. Sin oración no hay vida en el alma.
* La estructura básica de la oración es cíclica, según lo que ya se explicó de la meditación “sazonada.” La oración es como una danza del Espíritu Santo en el corazón humano, que nos lleva a contemplar las grandezas del amor de Dios y el tamaño de las muchas necesidades nuestras en términos de perdón, peticiones, misericordia, y demás. Teniendo eso claro, algunas anotaciones adicionales vienen al caso:
(1) Sobre la oración vocal y la oración mental. Se simplifican y comprenden mejor las cosas si entendemos por oración “vocal” aquella que recibimos de otras personas, y que por eso, típicamente, la decimos con nuestra voz, es decir, la recitamos. Leer los salmos, incluso si se hace sin proferir sonidos, es oración vocal. Es falso el dilema que pretenden poner algunos protestantes, entre “rezar” y “orar.” Si la diferencia entre las dos es que “rezar” es malo porque implica repetir palabras de otros, entonces Jesús nos indujo a algo malo cuando dijo que oráramos diciendo (repitiendo) el Padrenuestro. Él mismo recitó salmos, hasta la hora de la Cruz. Todos empezamos por la oración vocal, y a ella hay que volver cuando la atención se dispersa sin remedio, porque la oración vocal cumple la misma función que cumplen las repeticiones cuando uno está aprendiendo a hablar, o cuando aprende un nuevo idioma. Pero hay que ir más allá de la repetición: hay que poner el corazón y elevar la mente; hay que ponderar y degustar lo que uno dice; hay que atesorarlo en la memoria y volver a reflexionar sobre ello a menudo. De esa manera la oración crece y hace bien.
(2) Propósitos y disciplina. Hay dos riesgos en esto; dos extremos: En un extremo, la falta de toda disciplina (por ejemplo, un horario) lleva fácilmente a la mediocridad, el descuido y el abandono de la oración. En el otro extremo, la obsesión por cumplir tato tiempo de oración o decir tantas oraciones puede llevar a un legalismo estéril que seca y endurece el alma. Catalina sabe que la disciplina es necesaria pero también sabe que mientras queremos con prudencia, que ella llama “discreción,” seguir nuestros buenos propósitos, debemos estar abiertos a la inspiración de Dios y a la vez trabajar en la purificación de la intención, de modo que no sean los consuelos o emociones lo que nos mueva ni lo que nos sostenga. A la vez, la inspiración momentánea que eleva la devoción, aunque no debe ser despreciada, tampoco debe reemplazar el ritmo constante y disciplinado que ayuda como criterio de perseverancia y crecimiento.
(3) Sobre el valor de la intercesión. Cuando reflexionamos en lo que significa que Cristo haya querido, con amor y obediencia, ser “Puente,” entendemos que esa es la misión que asumimos, aunque en pequeña escala, cuando hacemos intercesión por los hermanos. Pero esa unión con el Crucificado es también una fuente muy fuerte de caridad, de modo que Catalina asegura que el primer acto de caridad ha de ser orar por el hermano. Acto primero también en el sentido de servir de criterio y de luz para todos los demás bienes que queramos o debamos hacer al prójimo. Sin el beneficio de luz que trae el orar por una persona es muy fácil que el bien pretendido no sea el bien verdadero.
(4) Y nunca olvidar que, como dijo Dios a esta santa: el alma humana fue creada por amor y fue hecha de amor, de modo que la oración es alimento que alimenta. Todo su fruto y grandeza proviene de ser, expresar y celebrar el amor que ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado (Romanos 5).
[Serie de reflexiones para la Asociación de Vírgenes Seglares Dominicas, en Colombia.]
Tema 7 de 10: Conocimiento de sí, parte 3 de 4
* Si se superan, por lo menos en su mayor parte, el anillo exterior de maleza, y el anillo interior de oscuridad que rodean el santuario interior de la conciencia, allí donde Dios deja oír más claramente su voz, ¿qué es en ese momento conocerse a sí mismo? El proceso puede ser descrito en ocho etapas, que tienen como fundamento común el propio ser, descubierto como:
(1) Recibido. “Yo soy la que no soy; tú eres el que eres,” exclama Catalina, con certeza que no es simplemente metafísica sino que hunde su raíz en la experiencia de gratuidad que está en la base de todo su ser. Al saber que no nos hemos dado el ser, sabemos también que quien conoce mejor nuestro ser, y quien puede llevarlo a plenitud, es quien lo ha dado.
(2) Profanado. De Dios todo ha salido bien. “Vio todo lo que había hecho, y todo era bueno” (Génesis, capítulo 1). La maldad entonces, la que se aposenta en nuestra vida, equivale a ensuciar la hermosa obra de Dios: es como una profanación que distorsiona e inutiliza el bien recibido.
(3) Necesitado. Si no se deja llevar por el cinismo o la desesperación. el hombre llega a reconocer su indigencia. Se trata de una profunda insatisfacción que tiene en sí la semilla para movernos a nuestra condición más auténtica y verdadera.
(4) Iluminado. La luz de la razón alcanza incluso para dejarnos saber que en la raíz de nuestro descontento hay hechos, actos y actitudes específicas que deben cambiar. He aquí el comienzo del interés por las verdaderas virtudes, en las cuales uno encuentra algo qué admirar y algo en qué trabajar.
(5) Compadecido. No hay razón de mérito que explique por qué Cristo ha venido a nuestra tierra, participando en todo de lo que somos, menos en el pecado, que no tiene ser. En Cristo encuentro a la vez uno que tiene todo para ser admirado pero que además ha hecho camino junto a mí: es sumo sacerdote perfecto y compasivo a la vez, como indica la Carta a los Hebreos.
(6) Restaurado. A través del perdón y el amor, el ser humano experimenta un primer sorbo de alegría, de reconciliación y de paz. Puede hablarse de una conversión, y sobre todo, de un gran deseo de avanzar por el Puente.
(7) Peregrino. En compañía de sus hermanos en la fe, y alimentado con la doctrina y los sacramentos, el hombre avanza en Cristo. Comprende que su horizonte y destino sólo puede ser Dios. En las dificultades y caídas tiene a la Madre y Maestra, que es la Iglesia.
(8) Unido – unificado. Deseablemente, es el término de esta historia. Es allí donde el hombre descubre que no le engañaba su conciencia cuando lo empujaba una y otra vez a la conversión, a l amor y a la esperanza.
[Serie de reflexiones para la Asociación de Vírgenes Seglares Dominicas, en Colombia.]
Tema 5 de 10: Conocimiento de sí, parte 1 de 4
* De nada sirve el Puente si no lo usamos. Pero descubrir el valor del Puente no es un asunto externo sino que tiene que ver con descubrirse uno mismo llamado hacia la plenitud en Dios y bloqueado en su camino hacia esa plenitud.
* Por eso es necesario “entrar” en sí mismo: porque sólo en uno mismo, en la propia historia, puede uno llegar a la convicción profunda de cuánto se necesita ese Puente y qué saludable es ir a través de Él.
* Además, el pecado es siempre olvido de Dios, o dar la espalda a Dios, por volverse hacia los bienes parciales que nos ofrecen las creaturas. En tal sentido, la vida de pecado está volcada hacia afuera, según aquello que reflexionaba San Agustín en sus Confesiones, ya tiempo después de la conversión: “Tú estabas dentro de mí, Señor, y yo afuera…” Si pecar es quedarse retenido “afuera” parece lógico afirmar que convertirse implica entrar en sí mismo y descubrir allí a Dios. Es lo que propone Santa Catalina.
* Pero para llegar a esa casa interior del conocimiento de sí mismo es preciso salir del agua del río. Aunque uno no puede llegar a la orilla de Dios por las propias fuerzas, sí puede y debe volver a la verdad de su condición de ser humano, con todas las limitaciones y pecados. Hay obstáculos externos a nuestra verdad profunda, que quieren impedir que lleguemos a esa verdad. Los principales son:
(1) Inmadurez: cuando uno pretende que la responsabilidad de la propia vida recaiga siempre en otras personas, usualmente del propio pasado: lo que los papás fueron o hicieron, etc.
(2) Ignorancia, que puede ser salvable o insalvable.
(3) Error, cuando uno ha llegado a convencerse de algo que no es cierto, por ejemplo, por repetición del entorno.
(4) Cinismo: cuando, agotado de luchar por cambiar lo que parece reprobable, uno intenta convencerse, y convencer a los demás, que ello no tiene nada de malo.
(5) Desesperación: cuando, agotado de luchar, y aveces también: agotado de tratar de convencerse de que no está mal lo que sí está mal, la persona renuncia a la esperanza y se enclaustra en su pasado.
* Esos diversos obstáculos forman una especie de anillo de maleza que impide entrar en la “casa” del propio conocimiento.
No tengas miedo a la muerte. -Acéptala, desde ahora, generosamente…, cuando Dios quiera…, como Dios quiera…, donde Dios quiera. -No lo dudes: vendrá en el tiempo, en el lugar y del modo que más convenga…, enviada por tu Padre-Dios. -¡Bienvenida sea nuestra hermana la muerte!
¿Ves cómo se deshace materialmente, en humores que apestan, el cadáver de la persona querida? -Pues, ¡eso es un cuerpo hermoso! -Contémplalo y saca consecuencias.
Me hablas de morir “heroicamente”. -¿No crees que es más “heroico” morir inadvertido en una buena cama, como un burgués…, pero de mal de Amor?
Tú -si eres apóstol- no has de morir. -Cambiarás de casa, y nada más.
“La santidad es la participación de la vida divina, según siguiente definición: “El Señor Jesús, maestro y modelo divino de toda perfección, a todos y cada uno de sus discípulos de cualquier condición, ha predicado la santidad de vida, de quien Él mismo es el autor y el perfeccionador, <> (Mt. 5,48). En efecto, Él mandó a todos el Espíritu Santo, para movernos internamente a amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas, y amarse unos a otros como Cristo los ha amado”…”
Click!
“Esta es vuestra hora y el poder de las tinieblas”. -Luego, ¿el hombre pecador tiene su hora? -Sí…, ¡y Dios su eternidad!
Si eres apóstol, la muerte será para ti una buena amiga que te facilita el camino.
¿Has visto, en una tarde triste de otoño, caer las hojas muertas? Así caen cada día las almas en la eternidad: un día, la hoja caída serás tú.
No has oído con qué tono de tristeza se lamentan los mundanos de que “cada día que pasa es morir un poco”? Pues, yo te digo: alégrate, alma de apóstol, porque cada día que pasa te aproxima a la Vida.
A los “otros”, la muerte les para y sobrecoge. -A nosotros, la muerte -la Vida- nos anima y nos impulsa. Para ellos es el fin: para nosotros, el principio.
Nunca te desesperes. Muerto y corrompido estaba Lázaro: “iam foetet, quatriduanus est enim” -hiede, porque hace cuatro días que está enterrado, dice Marta a Jesús. Si oyes la inspiración de Dios y la sigues -“Lazare, veni foras!” -¡Lázaro, sal afuera!-, volverás a la Vida.
¡Que cuesta! -Ya lo sé. Pero, ¡adelante!: nadie será premiado -y ¡qué premio!- sino el que pelee con bravura.
La prueba esta vez es larga. -Quizá -y sin quizá- no la llevaste bien hasta aquí… porque aún buscabas consuelos humanos. -Y tu Padre-Dios los arrancó de cuajo para que no tengas más asidero que El.
En carne viva. -Así te encuentras. Todo te hace sufrir en las potencias y en los sentidos. Y todo te es tentación… Sé humilde -insisto-: verás qué pronto te sacan de ese estado: y el dolor se trocará en gozo: y la tentación, en segura firmeza. Pero, mientras, aviva tu fe; llénate de esperanza; y haz continuos actos de Amor, aunque pienses que son sólo de boca.
¡Oh, Dios mío: cada día estoy menos seguro de mí y más seguro de Ti!
Si no le dejas, El no te dejará.
Espéralo todo de Jesús: tú no tienes nada, no vales nada, no puedes nada. -El obrará, si en El te abandonas.
Confía siempre en tu Dios. -El no pierde batallas.