Sólo ganas cuando te rindes (a Dios)

La aceptación rendida de la Voluntad de Dios trae necesariamente el gozo y la paz: la felicidad en la Cruz. -Entonces se ve que el yugo de Cristo es suave y que su carga no es pesada.

Un razonamiento que lleva a la paz y que el Espíritu Santo da hecho a los que quieren la Voluntad de Dios: “Dominus regit me, et nihil mihi deerit” -el Señor me gobierna, nada me faltará. ¿Qué puede inquietar a un alma que repita de verdad esas palabras?

No dudes: deja que salga del corazón a los labios un “Fiat” -¡hágase!… -que sea la coronación del sacrificio.

El abandono en la Voluntad de Dios es el secreto para ser feliz en la tierra. -Di, pues: “meus cibus est, ut faciam voluntatem ejus” -mi alimento es hacer su Voluntad.

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