¿Por qué las carreras de caballos son tan populares en Gran Bretaña? ¿Por qué el béisbol o el básquetbol producen en Estados Unidos un entusiasmo que no genera el fútbol? ¿Qué hace atrayente el tejo en algunas partes de Colombia y por qué el ajedrez ha cautivado a tantos rusos? ¿Puede decirse que los países se “retratan” en sus deportes? El rugby es el más popular en Australia; el hurling en Irlanda; el boxeo en Puerto Rico; la natación en Lanzarote; el cricket en la India; el hockey en Canadá; la lucha libre en gran parte de las Canarias; el tiro con arco en Bután; el esquí sobre nieve en Polonia y también en Austria.
Lo que no sabemos que sabemos
Borges fue, que yo sepa, el primero en llamar la atención sobre un hecho curioso del Corán: en sus cientos de páginas no se menciona nunca un solo camello. Por supuesto, tanto Mahoma como sus lectores conocían y usaban los camellos con gran frecuencia, y ello precisamente hacía superfluo mencionarlos. Las cosas desaparecen en los dos extremos: por muy poco visibles o por demasiado visibles. Unas cosas no las decimos porque no las entendemos; otras, porque las sobreentendemos. Lo no entendido y lo sobreentendido están ausentes y lo presente no tiene las claves de lo ausente.
La discusión sobre los REBATES
Todo empezó hace algo más de veinte años. Margaret Tatcher era Primer Ministro en el Reino Unido, y en la cumbre de países europeos de 1984, celebrado en Fontainebleau, no lejos de París, soltó una de aquellas frases que la hicieron famosa: We want our money back: “Devuélvannos la plata.”
Sólo preguntas
Las reflexiones de hace unos días sobre la inteligencia abren también el tema de sus límites y, en particular, la locura. Surge una serie de preguntas básicas: ¿Quién define las fronteras de lo que es normal? ¿Estamos todos un poco locos o temporalmente locos? ¿Qué causa la locura? ¿Qué debe considerarse ideal al respecto: controlar a los locos, aislarlos, curarlos, lograr que convivamos sin daño mutuo?
Convivir con la sensibilidad de los demás
Uno de los aspectos más difíciles de las relaciones interpersonales es la sensibilidad. En sí misma es una cosa buena porque indica que somos capaces de sentir y es ello precisamente lo que hace que estemos en contacto y relación con el mundo exterior: sin sensibilidad seríamos inertes, como las rocas, y por eso se suele decir de alguien insensible que tiene un corazón de piedra.
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12. ¿Es posible escanear el alma?
Una colección de microscopios no hace un telescopio. Los métodos de análisis por resonancia magnética y los mapeos cerebrales son microscopios que miran el detalle y que quisieran encontrar cuál es la neurona que decidió que yo escribiera esto. Sin embargo, ese enfoque ha ido encontrando, como por sí solo, sus propias limitaciones. Cada vez resulta más evidente que, junto al enfoque “localista” hace falta un enfoque “holístico” en el examen del flujo incesante de ondas electromagnéticas en el cerebro.
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11. Un discurso racional sobre el espíritu
El tema de una inteligibilidad no material tiene dos vertientes. Por una parte: ¿qué podemos comprender en las cosas que no sea materia?; por otra: ¿qué hay en nosotros que nos permita comprender lo que no es materia o no es solamente materia? Ambos temas fueron abordados por Aristóteles bajo la noción de “forma.”
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10. Malos entendidos sobre la espiritualidad del alma
Cuando se dice que la inteligencia es facultad del alma espiritual mucha gente que ha formado su mente en el rigor de la ciencia puede pensar que ya nada racional podrá decirse. Quizá imaginan que afirmar la espiritualidad del alma es abrir la puerta a que cualquier cosa ya se pueda decir. Un “espíritu” es algo que no puede ser comprobado ni controlado, temen ellos, no sin razón, y parece que admitir que hay espíritus rondando es renunciar a entender nada del mundo. Este es un malentendido en realidad, y le vamos a dar un nombre para identificarlo: el fantasma. Quienes sufren de este malentendido creen que uno va a tratar al alma como un fantasma que nos ahorra la tarea de explicar, de investigar, de formular hipótesis y de comprobarlas. Por supuesto, no es así: el alma humana es espiritual pero no es un fantasma.
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9. ¿Es material la inteligencia? ¿Es inteligente la materia?
Si seguimos con algún detalle la secuencia de eventos, hipótesis, teorías y experimentos que han conducido a lo que se llama el “modelo estándar” sobre la constitución de la materia, podemos afirmar varias cosas:
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8. ¿Qué entendemos por materia?
La inteligencia humana es para sí uno de los mayores retos que ella misma puede encontrar. Su especificidad no es obvia. Además, lo que de ella se diga marca decisivamente todo lo que se diga del ser humano, de su voluntad y libertad; del sentido de su vida y de su propio ser.
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7. La inteligencia como smartness
En aquel programa de la BBC que mencioné al principio de estas notas no se hablaba directamente de inteligencia sino de “agudeza.” El duelo entre Deep Blue y Kasparov fue descrito como un modo de averiguar quién era “smarter,” más agudo o astuto.
Esta agudeza implica, en inglés, la idea de agilidad. Existe la expresión “smart talker” por ejemplo, para referirse a esa persona que es ocurrente y esencialmente ágil en su manera de defender su postura o mostrar la debilidad de otros. Uno no es “smart” exponiendo las grandezas de la vida eterna o los síntomas de la melancolía sino allí donde hay contraste de opiniones y en el ámbito de la polémica. Esto indica que no toda inteligencia es “smartness” aunque ciertamente la idea de ser agudo y ágil es muy compatible con la idea generalizada de inteligencia como “resolver problemas.” Se espera que quien resuelve problemas lo haga con prontitud y eficiencia, sorteando obstáculos.
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6. Límites intrínsecos del principio de doble asociación
Llinás observando el cerebro y Hume haciendo introspección quieren explicar al entendimiento y al ser humano que entiende siguiendo el hilo de lo que llamamos principio de doble asociación. Si algo “adentro” de mí puede ser invariablemente asociado con lo que llamamos “conocer”, “percibir” o “amar,” entonces aquello que hace explicable ese evento es también la explicación de lo que yo soy y de cómo obro. Para Hume, ese “adentro” era el hábito, emanado de la repetición, por el cual tendemos a juntar unas percepciones con otras, con lo cual creamos la noción de “causa,” por ejemplo. Para Llinás, ese adentro es la senda rastreable de impulsos electromagnéticos en el tálamo y la corteza cerebral. Explicados esos hábitos está explicada la naturaleza humana, nos dice Hume; explicados los circuitos del cableado cerebral está explicado el mito del yo, afirma Llinás.
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5. ¿Entender al cerebro es entender la inteligencia?
La neurología y demás ciencias asociadas han logrado notables resultados, tanto en la comprensión de nuestro propio cuerpo como en el diagnóstico y tratamiento de diversas dolencias. Ello sin embargo no nos ahorra la pregunta clave: ¿Entender al cerebro es entender la inteligencia? O puesto de otro modo: ¿todo lo que puede entenderse sobre la inteligencia puede ser deducido de nuestra anatomía, fisiología y relación con el entorno?
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4. Neurobioquímica
La neurobioquímica investiga las ondas electromagnéticas de la corteza cerebral y la circulación de sustancias psicoactivas, como la dopamina o la oxitocina, y mira cómo se asocian con los distintos estados mentales y procesos fisiológicos en general del cuerpo humano. El rastreo electromagnético se hace usualmente por escanografía magnética; el rastreo bioquímico es más complejo y usualmente va unido a largos y a veces controvertidos estudios siquiátricos.
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3. Tendencias reduccionistas en el estudio de la inteligencia
Las visiones clásicas ven en la inteligencia una diferencia, o mejor, la diferencia esencial de nuestro ser humano, que por eso puede definirse propiamente como “animal racional.” Esto no significa que obremos siempre racionalmente, por supuesto, sino que estamos en la capacidad de estar ante el mundo de un modo que no es posible a ninguna otra especie viviente. De esta postura pueden seguirse luego comportamientos nobles o crueles, acciones heroicas o mezquinas, una santidad deslumbrante o una vida asquerosa y baja. Pero ni el santo ni el truhán podrían serlo sin esa capacidad raizal o facultad que consiste en mirar las cosas no sólo en cuanto me afectan sino en lo que son en sí mismas, en su “de suyo,” como diría Zubiri. Porque conozco el “de suyo” de la pólvora puedo hacer un arma asesina o un túnel que alivia la economía de miles de pobres.
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2. Visiones clásicas sobre la inteligencia
¿En qué quedamos: Deep Blue es inteligente o no? La respuesta depende de lo que se entienda por inteligencia. En ámbito anglosajón la definición operacional es la que parece prevalecer en la práctica: ser inteligente es resolver un problema. Por penetración de los medios, esta definición está en todas partes y es la responsable de que sea un lugar común decir que animales como los chimpancés o los delfines son inteligentes.