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Homilías de Fr. Nelson Medina, O.P.Derechos Reservados © 1997-2024
Miércoles, Noviembre 15 de 2006[Lectio Divina] [Laudes] [Vísperas] [Completas] Sobre las fechas y horas de publicación de estas oraciones mira aquí Ten presente en tus intenciones de este día:
Para esta fecha hay 2 posibles celebraciones litúrgicas. Esquema No. 1 Tiempo Ordinario, Año Par,
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1a. |
Andábamos perdidos, pero Cristo nos salvó por su misericordia (Tito 3, 1-7) |
Salmo |
El Señor es mi pastor, nada me falta (Salmo 22 ) |
Evangelio |
¿No ha habido nadie, fuera de este extranjero, que volviera para dar gloria a Dios? (Lucas 17, 11-19) |
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Homilía para leer: |
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1. Una distinción sutil pero necesaria1.1 Hay un cierto orgullo que uno puede sentir cuando el mensaje del Evangelio, más allá de su carga de cruz y paradoja, se impone y triunfa. Cuando, por ejemplo, vemos a un Francisco de Asís dando la espalda a los privilegios y halagos del mundo sólo por seguir la lógica de Cristo, sentimos que el mundo mismo queda derrotado y tiene que postrarse ante el poder de la gracia. Es fácil sentirse de orgulloso de eso. 1.2 Y es fácil también sentir algo de orgullo cuando la radicalidad del Evangelio se vuelve intransigencia ante el mundo, como cuando Jesús manifiesta su impresionante independencia o da muestras de una libertad maravillosa. Ante Pilato, ante Herodes o ante Caifás, gente a la que todo el mundo temía y ante la que todos temblaban, Cristo muestra una pasmosa franqueza, desprovista de todo adorno y casi de toda urbanidad. 1.3 Esos orgullos pueden desorientarnos sobre una verdad fundamental: una cosa es evitar el servilismo y otra cosa moverse en el ámbito de la grosería; una cosa es ser franco y otra ser agresivo; una cosa es ser radical y otra ser rígido; una cosa es manifestar la soberanía de Dios y otra pretender que uno no obedece a nadie; una cosa es ensalzar a Dios y otra negar el honor debido a los seres humanos. Estas son distinciones delicadas, casi sutiles, pero muy necesarias, si lo que queremos es favorecer la obra de la evangelización. Ni la grosería, ni la altivez, ni la petulancia son ayudas para la tarea de difusión de la Buena Nueva. 2. La Iglesia y las Relaciones Públicas2.1 O dicho con otras palabras: hay un sentido válido y cristiano para las "relaciones públicas" en la Iglesia. Solemos asociar diplomacia con hipocresía y decencia con disimulo. Es un terreno resbaloso y ambiguo en el que un cristiano radical no quisiera hallarse, pero decididamente la vida nos lleva no por donde nosotros quisiéramos sino por donde debiéramos. 2.2 Este contexto nos permite entender las recomendaciones que Pablo, el radical Pablo, termina ofreciendo en la carta a Tito: "que respeten plenamente a las autoridades que gobiernan; que les obedezcan y estén dispuestos a hacer el bien; que no calumnien a nadie, que sean pacíficos, amables y siempre bondadosos con todo el mundo". Interesante ver esta recomendación de la "amabilidad". En griego dice "epiekëis", de donde viene la famosa "epiqueya"de los mediavales, que puede implicar también: modestos, humildes, mansos, pacientes. 2.3 Se trata de la frontera entre una persona humanamente acogedora y abierta, y una persona sufrida y generosa. Lo humano no riñe con lo cristiano. Vista desde fuera, esta virtud es plenamente humana; es la cualidad propia de las personas con quienes es agradable vivir porque son comprensivos, descomplicados y sencillos; vista desde dentro, es mucho más que buenas maneras: es el fruto maduro de un corazón que, por amor, sabe "sufrir" a la obra de Cristo (o sea, dejarlo actuar, quitando y poniendo a su gusto) y que, por amor, sabe esperar el momento de la gracia. 3. La Eucaristía, prenda de la herencia3.1 En efecto, la razón profunda de esa "epiqueya" es la comprensión del tamaño de la sala del banquete, y de la grandeza del don que todos heredamos. Tenemos paciencia porque hubo Uno que nos tuvo paciencia, nos dio de sus dones y nos llamó a colaborar en la obra bendita de anunciar ese misterio de su propio y característico amor. 3.2 La paciencia no es simple aguante; es nuestro aporte específico a la difusión del don que se nos dio, que nos llenó de gozo y nos hizo mensajeros de la gracia. La amabilidad no es simple urbanidad; es nuestro modo de mantener obstinadamente abiertas las puertas de la salvación para que todos reciban la herencia que el Heredero, Jesucristo, nos concedió en la hora espantosa y noble de la Cruz. |
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1a. |
Lo llenará con un espíritu de inteligencia (Eclesiástico 15, 1-6) |
Salmo |
El Señor es justo en todos sus caminos. (Salmo 144 ) |
Evangelio |
Cosas nuevas y cosas antiguas (Mateo 13, 47-52) |
Núm. |
Datos |
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Más... |
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1996/11/15 |
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1997/11/15 |
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2011/11/15 |
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2023/11/15 |
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2023/11/15 |
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2024/11/15 |
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Homilía para leer: |
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1. Predicador y Obispo1.1 Una figura rica y compleja como la de Alberto, que por tantas razones ha sido llamado "el Grande" (Magno), nos presenta el tremendo reto de hallar qué unifica a una personalidad tan fascinante. La repuesta, creo yo, debemos encontrarla en su propia vocación, que fue ante todo un llamado a predicar el Evangelio. Alberto es, primero que todo, un "hermano (fraile) predicador," y esto es bueno recordarlo entre otras cosas para percibir en él las riquezas del carisma de santo Domingo de Guzmán. 1.2 Es bueno recordar que el término "Ordo Praedicatorum," que santo Domingo quiso para su comunidad, era el uso común para referirse a los obispos. En cuanto sucesores de los apóstoles, son ellos los primeros testigos de la fe y maestros en el conocimiento del Evangelio de Cristo. Y tales fueron los rasgos que Domingo quiso para sus frailes. En este sentido, hay una cierta lógica en que la Iglesia muchas veces haya escogido a frailes predicadores para al alto ministerio del episcopado. Tal fue el caso con san Alberto. 2. Científico y Filósofo2.1 La predicación del Evangelio no parece inmediatamente relacionada con los conocimientos que hoy relacionamos más con la ciencia, sobre todo la ciencia natural. San Alberto, sin embargo, descolló en el conocimiento de especies animales y vegetales, y también en áreas profundas de lo que hoy es la química, y que en ese tiempo era más alquimia que otra cosa. Hay por eso incluso leyendas sobre el supuesto "esoterismo" de este hombre admirable que en su deseo de saber buscó los caminos de la sabiduría por todas partes. Tal mote, bien que resulte atractivo a las modas de Nueva Era actuales, poco tiene que ver con este fraile estudioso y crítico de sus fuentes, que no se contentaba con supersticiones. 2.2 El mundo natural atrae a Alberto como una expresión del poder, de la sabiduría y del amor de Dios. La variedad de las especies y los numerosos paralelos que pueden hacerse entre sus actividades y las de los humanos, son en el fondo aproximaciones al don primero, el don de la vida. Podemos decir que el santo y sabio fraile no da por descontada la vida sino que quiere leerla con avidez y con profundidad. 2.3 Por eso su búsqueda insaciable no se limita a lo puramente visible. Si hoy nos parece que ser científico y limitarse a lo sensible son cosas sinónimas, no era así en el siglo XIII y en todo caso, no era así para san Alberto. La misma mente que se abre a las manifestaciones del ser en los entes particulares en el fondo anhela puntos de vista más amplios, que son los que sólo puede ofrecer la filosofía. Lo mismo que alguien que recorre la orilla de un río y luego se extasía ante el panorama de todo el valle que el río atraviesa, así Alberto sabe descender a lo concreto con la ciencia y levantarse a lo universal con la filosofía. 3. Santo y Maestro de Santos3.1 Por supuesto, la búsqueda no termina en el ámbito de las cosas creadas. Creyente hasta la entraña de su ser, Alberto contempla con amor agradecido la obra del Creador y no le faltan palabras para cantar también la obra de la redención. Su magna labor filosófica quedaría incompleta sin la luz brillantísima que sólo viene de la Palabra revelada. Sin arredrarse, incansable como siempre, Alberto deja por un momento los ensayos de los filósofos y se postra con gusto ante la gracia que se derrama con abundancia del Nuevo y del Antiguo Testamento. Si por algo es "Magno" este hombre notable es por esa capacidad de recorrer la creación con ojos admirados y sin embargo ansiosos de esa Verdad, la única eterna, la única que puede saciar del todo al alma racional. 3.2 Alberto, el teólogo, el escritor, el autor místico, es también el profesor y maestro de otros. De Alberto recibe un método el más grande de los teólogos católicos, santo Tomás de Aquino. De Alberto bebe con abundancia la mística que por un tiempo hizo famoso al río Rin, con nombres solemnes como el Maestro Ekhart, Juan Taulero y el Beato Enrique Seuze. 3.3 Sin duda cuesta trabajo admitir que toda esa obra intelectual y apostólica aconteció en el curso de una sola vida humana. Prodigio fue de la naturaleza, pero sobre todo obra del amor más grande y de la gracia que no ha de faltarnos. |
-Fr. Nelson Medina, OP
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