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Fundadora de las religiosas terciarias servitas
(1270-1341), sobrina de San Alejo Falconieir, tuvo la dicha de ser dirigida espiritualmente por San Felipe Benicio.
Nació en Florencia en el año 1270. Provenía de una noble y rica familia. De niña acostumbraba pasar largos ratos rezando en el templo, donde fue descubriendo su verdadera vocación. A los 15 años decidió ingresar a la Orden Terciaria de los Siervos de María.
Santa Juliana permaneció en la casa de su madre, pero observando una conducta tan religiosa y tan santa como la de una fervorosa religiosa.
Otras jovencitas que también sentían un llamado especial a la labor religiosa, les agradó este modo de practicar la vida consagrada, por lo que siguieron su ejemplo, llevando todas como distintivo un manto sobre la cabeza.
Dado que el número de muchachas creció muy rápido, se formó la "Asociación de Siervas de la Virgen María", de la cual Santa Juliana resultó ser la superiora durante 35 años.
La Santa se caracterizó por la bondad, caridad, amabilidad y sobre todo, por buscar el bien de todas las almas.
Pasaba largas horas en constante oración, y sus ayunos casi diarios, los ofrecía como penitencia para la conversión de los pecadores.
Falleció a la edad de 71 años, de una severa infección estomacal. En su sepulcro se obraron numerosos milagros.
Mama linda, Dios le conceda muchos años más para disfrutar de su amor y que sean llenos de Paz como lo está viviendo ahora. La queremos mucho y que la Virgen María sea su compañía permanente
Medellín, Colombia - Padre gracias por haberme mostrado un Dios tierno y misericordioso. Gracias por esas poesias tan lindas que declamabas en tus Eucaristías. Dios te bendiga y conserve tu Santo sacerdocio.
Madrid, España (2011) - Que Dios los bendiga en este primer aniversario de vuestro matrimonio. Que el Señor siga siendo el centro de sus vidas y que la alegría de Samuel, el primer hijo que esperan para agosto, los colme de dicha y la presencia de Dios. Los queremos mucho: Bernardo y Lesvy.
Después de la muerte de Nabot, el Señor dirigió la palabra a Elías, el tesbita: "Anda, baja al encuentro de Ajab, rey de Israel, que vive en Samaria. Mira, está en la viña de Nabot, adonde ha bajado para tomar posesión. Dile: Así dice el Señor: ¿Has asesinado, y encima robas?, Por eso, así dice el Señor: "En el mismo sitio donde los perros han lamido la sangre de Nabot, a ti también los perros te lamerán la sangre."
Ajab dijo a Elías: "¿Conque me has sorprendido, enemigo mío?"
Y Elías repuso: "¡Te he sorprendido! Por haberte vendido, haciendo lo que el Señor reprueba, aquí estoy para castigarte; te dejaré sin descendencia, te exterminaré todo israelita varón, esclavo o libre. Haré con tu casa como con la de Jeroboán, hijo de Nabal, y la de Basá, hijo de Ajías, porque me has irritado y has hecho pecar a Israel. También ha hablado el Señor contra Jezabel: "Los perros la devorarán en el campo de Yezrael. "A los de Ajab que mueran en poblado los devorarán los perros, y a los que mueran en descampado los devorarán las aves del cielo."
Y es que no hubo otro que se vendiera como Ajab para hacer lo que el Señor reprueba, empujado por su mujer Jezabel. Procedió de manera abominable, siguiendo a los ídolos, igual que hacían los amorreos, a quienes el Señor había expulsado ante los israelitas.
En cuanto Ajab oyó aquellas palabras, se rasgó las vestiduras, se vistió un sayal y ayunó; se acostaba con el sayal puesto y andaba taciturno.
El Señor dirigió la palabra a Elías, el tesbita: "¿Has visto cómo se ha humillado Ajab ante mí? Por haberse humillado ante mí, no lo castigaré mientras viva; castigaré a su familia en tiempo de su hijo."
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen y rezad por los que os persiguen y calumnian. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestro hermano, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los paganos? Por tanto, sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto"
El amor verdadero y transformante nos lo trae Cristo y Él nos pide que no lo detengamos, sino que pase a través de nosotros para que toque y construya el bien en otras personas. 5 min. 17 seg.
Los cristianos somos imagen de Dios y nos vamos volviendo semejanza del Señor en la medida que obramos como Él obra, amando a nuestros enemigos; amando como Él nos ama a pesar de que pequemos. 4 min. 33 seg.
Para vivir el Evangelio se necesita la gracia de Dios, no es un esfuerzo de nuestra voluntad; se necesita ser hijos del Padre celestial para poder amar a nuestros enemigos. 4 min. 53 seg.
Amar no es un sentimiento, tampoco es tolerar la injusticia. Amar como Jesús nos lleva a revisar nuestro interior, a ver que debemos cambiar. 7 min. 36 seg.
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1.1 Hay ocasiones en que queremos un Dios que no vea nuestras faltas, como cuando Adán trataba de esconderse de Dios en el paraíso. Otras veces queremos que no deje de ver las faltas, porque son la de otras personas. Ayer escuchábamos del horrendo crimen de Ajab, que se apoderó vil y cobardemente de la viña del inocente Nabot, y ante esa injusticia queremos un Dios que vea y que intervenga. Pero, ¿quién nos entiende? ¿No es verdad que sentimos algo de disgusto cuando Dios luego resulta tan capaz de ver que ve también el arrepentimiento de Ajab y promete no castigarlo por lo menos en vida?
1.2 La enseñanza, pues, de la primera lectura es sencilla, aunque a veces desconcierte nuestras expectativas: Dios ve, Dios conoce. Ve la culpa y ve el arrepentimiento. Sabe de nuestras fallas pero también de lo fácil que es que fallemos; conoce nuestras culpas y nuestra fragilidad. Ve las intenciones torcidas que tratamos de esconderle pero también ese fondo de bondad que persiste en nosotros incluso cuando ya ni creemos que pueda existir.
1.3 Elías fue la voz de Dios para Ajab. Su ministerio fue verdaderamente el de un profeta. Si recordamos la historia de Elías, sabemos cuánto odio y cuánta injusticia acumuló el rey Ajab cuando Elías, fundamentalmente porque Elías le denunciaba su idolatría y haber torcido la fe del pueblo. Y sin embargo, Elías va más allá de su miedo en plantarse frente a Ajab para denunciarle su crimen; y luego el mismo Elías va más allá de sus propios malos recuerdos y es capaz de tener palabras de indulgencia y comprensión con quien lo ha maltratado tanto. Así son los profetas. Los verdaderos profetas.
2. Un Evangelio Difícil
2.1 A veces se presenta el Evangelio del amor en agudo contraste con el Dios de la justicia, que sería el del Antiguo Testamento. Es una simplificación demasiado grande. A ella se suele añadir esta idea: la ley de Moisés, resumida finalmente en los Mandamientos, termina acusándonos porque exige demasiado en su meticulosidad; por el contrario, la ley nueva, la del Evangelio, no pide "detalles" sino sólo "actitudes generales." En un cierto momento esta línea de pensamiento, que ha servido de base a bastante de la teología moral reciente, llega a la conclusión de que es casi imposible que alguien se condene, porque, en primer lugar, Dios es amorosísimo, y en segundo lugar, es difícil que alguien falle en tener algo de bueno. Al fin y al cabo, "en el fondo" todos somos buenos.
2.2 Esta postura tiene algo muy valioso, que es subrayar, la primacía del amor. Se equivoca, sin embargo, en la vaguedad con que presenta el hecho de amar, y también se equivoca al pensar o hacernos pensar que el amor es siempre una experiencia deliciosa, como si amar fuera siempre un poco estar enamorado.
2.3 El evangelio de hoy nos baja de esa nube. He aquí a Cristo pidiendo que amemos a los enemigos. Para quien haya tenido un enemigo de verdad, de esos que se gozan si tú caes y se entristecen si las cosas te salen bien, las palabras de Cristo son casi un imposible. ¿Habrá alguien para quien sea deleitable amar a quien muestra semejantes actitudes, no generales, sino muy particulares? Y por cierto, ¿no es eso más exigente que toda la ley de Moisés junta?
2.4 Y sin embargo, Cristo lo mandó y, que se sepa, nunca se desdijo. De lo cual aprendemos que amar es otra cosa, es algo que envuelve experiencias muy dulces pero que no se reduce a la dulzura. Pasa por el misterio de la Cruz y trasciende las fronteras de nuestros límites naturales, si queremos usar esa expresión. Quiero decir: hay un momento en que amar no es espontáneo, no es "natural." Tampoco es "antinatural;" sencillamente es "sobrenatural": es algo que supera nuestra naturaleza, elevándola como sólo Dios sabe y puede hacerlo a través del don de su Espíritu.