LA BIBLIA – Día 344 de 365

Fr. Nelson Medina, O.P. lee contigo el texto completo de la Sagrada Escritura – Día 344 de 365

Daniel 6–7
Eclesiástico 39,12-35
Apocalipsis 12

Lo que se ha publicado de esta serie de lectura de la Biblia.

Formación católica todos los días: amigos@fraynelson.com

Predicación y más oración: https://fraynelson.com/blog

Seguimos el texto publicado en la página web del Vaticano.

Memoria del genocidio indígena en el Brasil

Más luchas y sufrimientos

A finales del XVII disminuyó en el sur la actividad de los bandeirantes, y los jesuitas españoles plantaron siete reducciones, que resultaron muy florecientes, al oriente del río Uruguay, en sus afluentes Icamaguá e Ijuí. Pero tampoco éstas pudieron vivir en paz, pues al norte de esa zona, en Mato Grosso, Goiás y Minas Gerais, el descubrimiento del oro provocó una avalancha de mineros que, en su empuje ambicioso, destruyeron muchas aldeas indias, y secuestraron buen número de indios para los trabajos mineros.

Tribus indias como los carijó, los goiá o los cayapó, sufrieron graves mermas a mediados del XVIII. Los payaguá, en la primera mitad del siglo, lucharon durante decenios, con suerte cambiante. También los guaicurúes, expertos jinetes, se mostraron muy fuertes guerreros frente a los portugueses. En los campos auríferos de Cuiabá muchos bororo huyeron, y no pocos pareci fueron apresados. En torno al 1700, varias otras etnias indígenas, como los paiacú, los tremembé de la costa atlántica, los corso, nómadas de la zona de Marañón, los vidal y axemi del Parnaíba, fueron agredidas o aniquiladas, distinguiéndose por su crueldad el paulista Manoel Alvares de Morais Navarro y Antonio da Cunha Souto-Maior. Éste fue muerto en una gran insurrección de los indios, en 1712, que conducida por Mandu Ladino, un indio criado en las misiones, se generalizó durante siete años en Marañón, Piauí y Ceará. En 1719 Mandú fue muerto y sus tapuya fueron exterminados.

El extremo noroeste del Brasil, la región del río Solimôes, quedó descuidado mucho tiempo, tanto de españoles como de portugueses. En 1689 un jesuita español, Samuel Fritz, misionaba a los yurimagua, el la desembocadura del Purús, pero fue retenido por los portugueses durante tres años en Belém, y más tarde fue expulsado. Otro jesuita español fue expulsado de la zona del actual Iquitos en 1709.

En estas circunstancias, los portugueses fundaron una misión en Tabatinga, en la misma frontera con Perú y Colombia. De todos modos, para la mitad del XVIII, los indios omagua y yurimagua, los tora y los mura del río Madeira, los manaos del río Negro, y en general la mayor parte de los indios de la región amazónica, estaban ya diezmados, dispersados o completamente aniquilados.

El Tratado de Madrid y Pombal (1750)

Durante los años del rey José I (1750-77) y de su primer ministro, el ilustrado marqués de Pombal, masón acérrimo, se produjeron cambios notables en la historia que estamos recordando. En primer lugar, España cedió a Portugal dos tercios del Brasil en el Tratado de Madrid, de 1750, por el que se reconocía la validez de las ocupaciones portuguesas. Por otra parte, el medio hermano de Pombal, Francisco Xavier de Mendonça Furtado, gobernador de Marañón-Pará (1751-59), no veía con buenos ojos que tantos indios brasileños fueran inmediatamente gobernados por los misioneros.

En efecto, 12.000 indios vivían en 63 misiones de la Amazonia, al cuidado de diversas órdenes. Los mercedarios tenían 60.000 en la isla de Marajó; los jesuitas, en 19 misiones, cerca de 30.000; y los carmelitas unos 9.000… Más aún; siete reducciones de los jesuitas españoles habían quedado al este de la nueva frontera trazada en 1750, y se resistían a abandonar aquellas tierras.

Pues bien, estas siete reducciones fueron arrasadas por un ejército hispanoluso en 1756 -unos 1.400 indios fueron muertos en esa guerra-. Y en cuanto a los demás poblados misionales, dos leyes promovidas por el marqués de Pombal, en 1755, pretendieron cambiar radicalmente la situación de los indios, liberándolos del yugo, a su juicio aplastante, de los misioneros. Portugal declaraba así, por escrito, es decir, en un papel, que los indios del Brasil eran ciudadanos libres, dueños de sus territorios, capaces de autogobierno y de comerciar directamente con los blancos, y que sus aldeias, rebautizadas con nombres portugueses, debían ser en adelante poblaciones seculares normales, en las que los misioneros no tuvieran más función que la estrictamente espiritual.

Ninguna parte de todo esto se cumplió, pues Pombal y su medio hermano, alegando la pereza e incapacidad general de los indios, en 1757, establecieron un Diretório de Indios, que ponía un director blanco al frente de cada poblado indígena, encargado de impulsar la promoción social… y de asegurar el trabajo obligatorio de los indios en las «obras públicas».

Aunque nadie que estuviera en su sano juicio esperaba que el pretendido humanitarismo secular de estos directores iba a ser más benéfico que la caridad de los misioneros, el Diretório se puso en práctica. Y la secularización de los poblados misionales recibió otro golpe muy grave cuando en 1759, también en nombre de la Ilustración y del Progreso, fueron expulsados del Brasil los jesuitas.

En cuanto a los indios, que en 1500 eran 2.431.000, en el censo de 1819, según informa Maria Luiza Marcílio (AV, Hª América Latina 40-60), cuando Brasil tenía algo más de tres millones y medio de habitantes, eran 800.000.


El autor de esta obra es el sacerdote español José Ma. Iraburu, a quien expresamos nuestra gratitud. Aquí la obra se publica íntegra, por entregas. Lo ya publicado puede consultarse aquí.

ROSARIO de las Semanas 20201209

#RosarioFrayNelson para el Miércoles:
Contemplamos los Misterios de la Infancia de Jesús

Usamos esta versión de las oraciones.

  1. En el primer misterio de la infancia contemplamos la Anunciación a María Santísima y la Encarnación del Hijo de Dios.
  2. En el segundo misterio de la infancia contemplamos la visita de la Virgen Madre a su pariente Isabel.
  3. En el tercer misterio de la infancia contemplamos el sufrimiento que pasó San José, y la fe amorosa que tuvo.
  4. En el cuarto misterio de la infancia contemplamos el Nacimiento del Hijo de Dios en el humilde portal de Belén.
  5. En el quinto misterio de la infancia contemplamos la Epifanía: Jesús es luz para las naciones, y así es adorado por unos magos venidos de Oriente.
  6. En el sexto misterio de la infancia contemplamos la Presentación del Niño Jesús en el templo de Jerusalén.
  7. En el séptimo misterio de la infancia contemplamos a Jesús Niño en el templo, ocupado de las cosas de su Padre del Cielo.

[REPRODUCCIÓN PERMITIDA – Este es un ejercicio privado de devoción “ad experimentum” en proceso de aprobación oficial. Puede divulgarse en las redes sociales, blogs, emisoras de radio, y otros medios siempre que al mismo tiempo se haga la presente advertencia.]

LA GRACIA 2020/12/10 El “secuestro” del Reino de Dios

Cristo nos advierte que el Reino de Dios está “secuestrado” por intereses de dominio, poder y codicia; Él te dice que debes luchar contra esa violencia dejando que Dios reine en primero en ti.

[REPRODUCCIÓN PERMITIDA en redes sociales, blogs, emisoras de radio, y otros medios. Tu donación hace fuerte la evangelización católica. ¡Dona ahora!]

El Papa exhorta a pedir la gracia de la conversión

“Durante su alocución previa al Ángelus dominical, el Papa dijo que debido a que «son muchas las ataduras que nos mantienen cerca del pecado», la conversión «es una gracia» que debemos pedir con fuerza. La conversión implica el desapego del pecado y de la mundanidad, y su objetivo final, es la comunión y amistad con Dios…”

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LA BIBLIA – Día 343 de 365

Fr. Nelson Medina, O.P. lee contigo el texto completo de la Sagrada Escritura – Día 343 de 365

Daniel 4–5
Eclesiástico 39,1-11
Apocalipsis 11

Lo que se ha publicado de esta serie de lectura de la Biblia.

Formación católica todos los días: amigos@fraynelson.com

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Seguimos el texto publicado en la página web del Vaticano.

Ante un caso de profanación eucarística “en vivo”

Hay un video que circula por Internet en el que se ve a un señor que recibe la comunión con su mano derecha y luego, ante la pasividad de los fieles, se mete la hostia en el bolsillo y sigue su camino. ¿Qué debería hacerse en ese caso, si uno estuviera en esa Misa? — E.A.Q.

* * *

Ante todo, tengamos claro que la profanación se da no por el hecho de comulgar en la mano sino por la manera de utilizar la comunión en la mano para quedarse con la Hostia. Importante aclarar esto.

Es terriblemente doloroso lo que cuentas. Sirve ante todo de advertencia para nosotros, sacerdotes, que por vocación hemos de ser los primeros custodios del Sacramento que es Santo por su esencia y es fuente de toda santidad. Es indispensable que el sacerdote, ante la comunión en la mano, advierta con frecuencia a los fieles sobre el riesgo de que queden partículas en sus manos; pero además es necesario que no se parte del comulgante sino solo cuando verifique con sus ojos que la persona ha consumido la Sagrada Hostia. Cualquier otro comportamiento del sacerdote, sin que importe cuánta prisa o cansancio tenga, implica un riesgo demasiado alto de profanación.

En cuanto a los laicos, debe tenerse en cuenta que quien hace un acto como lo que describe tu pregunta no tiene respeto alguno por la presencia eucarística y seguramente se dispone a realizar peores aberraciones con la Hostia así adquirida. Como el tiempo es un factor adverso en este caso, es mandatorio obrar pronto y de modo que intervengan otras personas. Por ejemplo: gritar en medio de la Asamblea: “¡PROFANACIÓN!, ¡PROFANACIÓN!” Y de inmediato algo como: “¡PADRE, ESTOY VIENDO UNA PROFANACIÓN! ¡PADRE, HAY QUE ACTUAR AHORA MISMO! ¡HERMANOS, NO PERMITAMOS ESTO!” Con las personas que puedan ayudar, hay que bloquear el movimiento del profanador, aunque sin hacerle daño.

Soy consciente de que se trata de una situación extrema y soy consciente de que si no se obra así, o de manera parecida, seremos cómplices de profanación.

De nuevo: lamento que cosas así sucedan y debemos por eso orar con persistencia para que Dios detenga y no impida actos como este.