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Los escritos de Santa Teresa subrayan sobre todo el espíritu de oración, la manera de practicarlo y los frutos que produce.
Como la Santa escribió precisamente en la época en que estaba consagrada a la difícil tarea de fundar Conventos de Carmelitas Reformadas, sus obras, prescindiendo del contenido y naturaleza, dan testimonio del vigor, laboriosidad y capacidad de recogimiento de Teresa.
Escribió el "Camino de Perfección", para dirigir a sus religiosas, y el libro de las "Fundaciones", para alentarlas y edificarlas. En cuanto al "Castillo Interior", se puede considerar que lo escribió para la instrucción de todos los cristianos. En esta obra se muestra como verdadera Doctora de la Iglesia.
Las Carmelitas, como la mayoría de las religiosas, habían decaído mucho del primer fervor a principios del siglo XVI. Las monjas podían salir de la clausura con el menor pretexto, de suerte que el Convento se convirtió en el sitio ideal para quien deseaba una vida fácil y sin problemas.
Las Comunidades eran sumamente numerosas, lo cual era causa y efecto de la relajación. Por ejemplo, en el Convento de Ávila había 140 monjas. Santa Teresa, que llevaba ya 25 años de vida religiosa en el Convento de la Encarnación de Ávila, emprendió el reto de llevar a cabo la iluminada idea de fundar una Comunidad más reducida y reformada.
La Santa estableció la más estricta clausura y el silencio casi perpetuo. El Convento carecía de rentas y reinaba en él la mayor pobreza. Las religiosas vestían toscos hábitos, usaban sandalias en vez de zapatos, -por ello se les llamó Descalzas-, y estaban obligadas a la perpetua abstinencia de carne.
Santa Teresa no admitió al principio más que 13 religiosas, pero luego aceptó que hubiese 21. En 1567, el Superior General de los Carmelitas, Juan Bautista Rubio, Rossi, visitó el Convento de Ávila y quedó muy satisfecho con el trabajo realizado allí por la Santa.
Le concedió entonces a ella plenos poderes para fundar otros Conventos del mismo tipo, y aún la autorizó a crear dos Conventos de Frailes Reformados, Carmelitas Contemplativos.
Santa Teresa murió en los brazos de la Beata Ana el 4 de octubre de 1582. Su canonización se realizó en 1622.
Bogotá, Colombia (2000) - Damos gracias a Dios por el milagro de tu vida. Eres testimonio vivo de una sanación en el vientre de tu madre y en tus primeras horas de nacida. Gloría a Dios!
Tú, el que seas, que te eriges en juez, no tienes disculpa; al dar sentencia contra el otro te condenas tú mismo, porque tú, el juez, te portas igual. Todos admitimos que Dios condena con derecho a los que obran mal, a los que obran de esa manera. Y tú, que juzgas a los que hacen eso, mientras tú haces lo mismo, ¿te figuras que vas a escapar de la sentencia de Dios? ¿O es que desprecias el tesoro de su bondad, tolerancia y paciencia, al no reconocer que esa bondad es para empujarte a la conversión? Con la dureza de tu corazón impenitente te estás almacenando castigos para el día del castigo, cuando se revelará el justo juicio de Dios, pagando a cada uno según sus obras. A los que han perseverado en hacer el bien, porque buscaban contemplar su gloria y superar la muerte, les dará vida eterna; a los porfiados que se rebelan contra la verdad y se rinden a la injusticia, les dará un castigo implacable. Pena y angustia tocarán a todo malhechor, primero al judío, pero también al griego; en cambio, gloria, honor y paz a todo el que obre el bien, primero al judío, pero también al griego; porque Dios no tiene favoristismos.
Pagará a cada uno según sus obras, primero al judío, pero también al griego (Romanos 2,1-11)
Salmo
Sólo en Dios descansa mi alma, / porque de él viene mi salvación; / sólo él es mi roca y mi salvación, / mi alcázar: no vacilaré. R.
Descansa sólo en Dios, alma mía, / porque él es mi esperanza; / sólo él es mi roca y mi salvación, / mi alcázar: no vacilaré. R.
Pueblo suyo, confiad en él, / desahogad ante él vuestro corazón, / que Dios es nuestro refugio. R.
Tú, Señor, pagas a cada uno según sus obras. (Salmo 61)
Evangelio
En aquel tiempo, dijo el Señor: "¡Ay de vosotros, fariseos, que pagáis el diezmo de la hierbabuena, de la ruda y de toda clase de legumbres, mientras pasáis por alto el derecho y el amor de Dios! Esto habría que practicar, sin descuidar aquello. ¡Ay de vosotros, fariseos, que os encantan los asientos de honor en las sinagogas y las reverencias por la calle! ¡Ay de vosotros, que sois como tumbas sin señal, que la gente pisa sin saberlo!" Un maestro de la Ley intervino y le dijo: "Maestro, diciendo eso nos ofendes también a nosotros." Jesús replicó: "¡Ay de vosotros también, maestros de la Ley que abrumáis a la gente con cargas insoportables, mientras vosotros no las tocáis ni con un dedo!"
¡Ay de vosotros, fariseos! ¡Ay de vosotros también, maestros de la Ley! (Lucas 11,42-46)
Los fariseos acertaban al darle el primer puesto a la venida del Reino de Dios; se equivocaban sin embargo, al creer que le ser humano puede por sí mismo descubrir y practicar lo más importante de la alianza. 4 min. 34 seg.
La respuesta a mi necesidad solamente viene de Cristo, y sólo en Él está la fuerza transformante capaz de realizar el plan de Dios en mi vida. 4 min. 52 seg.
El gran drama de la humanidad no está solo en cómo hemos de conocer la voluntad de Dios, sino que después acogerla en el corazón y a partir de ahí decidir, proyectarlo y hacerlo. 4 min. 25 seg.
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1.1 Ese viejo refrán, "la ley es para todos", sí que se cumple en la primera lectura de hoy.
1.2 Es posible que nos cueste trabajo dimensionar la carga de revolución que contienen las palabras tan breves pero tan profundas del apóstol Pablo en ese breve texto. Empezamos a comprenderlo cuando caemos en cuenta que su autor es un judío. De hecho, un hombre que hasta entonces ha dado todas sus fuerzas, su corazón, sus sueños a la causa del judaísmo en su versión más estricta y abarcante: el fariseísmo.
1.3 Estamos acostumbrados a mirar el fariseísmo sólo desde la vertiente de las críticas que Jesús hizo a la hipocresía farisaica, hasta el punto de que "fariseo" e "hipócrita" son prácticamente sinónimos para nosotros. Mas el fariseísmo como tal contenía una propuesta que puede describirse en términos positivos: la búsqueda del Reino de Dios. Con la peculiaridad de ver este Reinado Divino como fruto del perfecto cumplimiento de la Ley dada por Dios a los "mayores", y así entendida por ellos. De este modo, ser fariseo se convertía en un proyecto que abarcaba todos los aspectos de la vida, que quedaban reglamentados por los preceptos de Moisés y por las meticulosas regulaciones de las tradiciones de esos "mayores". Y era aquí donde la cosa se volvía insostenible, porque esa carga de exigencia totalizante y detallada terminaba por volverse un fardo imposible de mover, y un dedo acusador contra todo y contra todos, como lo muestra el Señor en el evangelio de hoy.
2. Todos culpables; todos llamados a conversión
2.1 Pues bien, Pablo había sido formado en ese régimen de exigencia radical y de autosatisfacción en la idea de estar haciendo la voluntad de Dios, en contraste con las desgracias y miserias de los demás seres humanos. O dicho de otro modo: aunque es una tendencia muy humana creerse uno mejor que los demás, los fariseos, en cuanto secta radicalísima del judaísmo, llevaban esa tendencia hasta su último extremo.
2.2 Por eso nos maravilla la claridad y energía con que este "fariseo" fustiga la dureza típica de los judíos al referirse a los paganos. Pablo, en el pasaje de hoy, no está haciendo otra cosa que desenmascarando toda esa farsa a la que nos conduce pretender que Dios reinará a base de nuestros solos esfuerzos por seguir normas refinadas hasta la aberración del detalle. Pablo ha descubierto que hay una "ley" que nos cobija a todos, y es la "ley" del pecado. De poco sirve alardear de una ley sabia si no somos sabios en obedecerla.
2.3 Ahora bien, detrás de esa crítica hay un propósito más constructivo, que iremos viendo en los siguientes pasajes de esta misma Carta. De lo que se trata, en últimas, es que todos nos reconozcamos necesitados de Dios y de su gracia, para que abramos con generosidad y confianza las puertas a Aquel que en verdad nos ha amado.
Hermanos: Sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto; y no sólo ella, sino también nosotros, los que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, anhelando que se realice plenamente nuestra condición de hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo.
Porque ya es nuestra la salvación, pero su plenitud es todavía objeto de esperanza. Esperar lo que ya se posee no es tener esperanza, porque, ¿cómo se puede esperar lo que ya se posee? En cambio, si esperamos algo que todavía no poseemos, tenemos que esperarlo con paciencia.
El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene; pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que conoce profundamente los corazones, sabe lo que el Espíritu quiere decir, porque el Espíritu ruega conforme a la voluntad de Dios, por los que le pertenecen.
El Espíritu intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras (Romanos 8, 22-27)
Salmo
Tus preceptos son admirables, / por eso los guarda mi alma. R.
La explicación de tus palabras ilumina, / da inteligencia a los ignorantes. R.
Abro la boca y respiro, / ansiando tus mandamientos. R.
Vuélvete a mí y ten misericordia, / como es tu norma con los que aman tu nombre. R.
Asegura mis pasos con tu promesa, / que ninguna maldad me domine. R.
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, / enséñame tus leyes. R
Haz brillar, Señor, tu rostro sobre tu siervo. (Salmo 118)
Evangelio
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Al sarmiento que no da fruto en mí, él lo arranca, y al que da fruto lo poda para que dé más fruto.
Ustedes ya están purificados por las palabras que les he dicho. Permanezcan en mí y yo en ustedes. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante, porque sin mí nada pueden hacer. Al que no permanece en mí se le echa fuera, como al sarmiento, y se seca; luego lo recogen, lo arrojan al fuego y arde.
Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se les concederá. La gloria de mi Padre consiste en que den mucho fruto y se manifiesten así como discípulos míos».
El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante (Juan 15, 1-8)
(1) Uno puede quedarse en ser "bueno" sin realmente desear ser "santo." (2) Sólo el Espíritu da nueva vida. (3) Quien recibe el amor de Dios empieza a amar. 11 min. 32 seg.
Pidamos la intercesión de Santa Teresa porque en esta época indudablemente se necesita vivir como ella: de manera sencilla y en equilibrio, ser dócil al Espíritu y en santidad. 5 min. 24 seg.
Como Santa Teresa practiquemos la oración frecuente, el descubrir a Dios en lo cotidiano y practicar la obediencia según nuestro propio estado de vida. 5 min. 47 seg.
La humildad nos lleva a reconocer lo que somos y nuestras necesidades, la perseverancia brota de ver lo que Dios ha hecho por nosotros y la oración que une la humildad y la perseverancia para conducirnos al encuentro con Él. 5 min. 28 seg.
¿Por qué fundo Santa Teresa? Porque el amor no puede dejar de difundirse, porque hay que abrir espacio para corazones generosos y porque la Iglesia lo pide. 8 min. 31 seg.
El camino de la contemplación comienza al separarte de lo que roba tu atención y afecto para elevar tu corazón a Dios en un espacio y en un tiempo reservados solo para Él. 6 min. 41 seg.
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1.1 La vocación del Carmelo viene a recordarnos de manera muy visible que la espiritualidad no es un agregado opcional--una especie de decoración--dentro del conjunto la vida cristiana.
1.2 En realidad, ser "espirituales" no es una opción sino un deber y un derecho que brotan como lógica consecuencia de haber sido renacidos "del agua y del Espíritu." Un bautismo tomado en serio se llama una vida santa. Así de sencillo.
1.3 Esto ya indica que la santidad no es privilegio elitista ni puede ser tampoco una serie intrincada y compleja de instrucciones. La vida del Espíritu es a la vez sencilla y profunda, bella sin ser superficial, fecunda sin olvidar la interioridad. Principios como estos gobernaron la vocación y la enseñanza de Santa Teresa de Jesús.
2. Una vocación tardía
2.1 No muchas personas saben o toman suficientemente en cuenta que la vocación de Teresa de Jesús es más bien tardía. Y aquí hay que hablar del sentido de la palabra vocación, o sea, llamado. Si bien Teresa había entrado al convento siendo relativamente joven, su verdadero "llamado," el que llegó a hacer de ella maestra y testigo eminente de la vida en Dios, llegó más bien tarde, cuando la monja llevaba camino recorrido en el convento y frisaba los cuarenta años de edad.
2.2 Esta experiencia de ser llamada "tarde," o mejor: de haber escuchado solo tardíamente la voz divina, tuvo un impacto muy singular en dos cosas: por un lado, el lenguaje de absoluta confianza en el Dios que es bueno y sabe esperarnos; por otro, la centralidad de la humanidad de Cristo, pues fueron las llagas del Señor las que le hicieron brotar tan copiosas lágrimas.
2.3 Lo tardío de la vocación realmente contemplativa de Teresa también podemos leerlo como un signo para cada uno de nosotros, especialmente si la mediocridad, el cinismo o la tibieza nos acechan: recordar siempre que nos "acecha" también el amor de Dios, y su gracia.
3. Doctora-Maestra de los Caminos de la Gracia
3.1 No debe extrañarnos que la figura de Teresa esté bajo ataque en estos últimos años, sobre todo en su nativa España, que tanto tendría que agradecerle. Bajo pretexto de revelar lo "humano" de una mujer incomparable se han dicho toda clase de tonterías que sólo revelan la incapacidad de la mente mundana para reconocer que existen otros anhelos en el corazón del hombre, más allá de lo sensible, lo placentero o lo puramente psicológico.
3.2 Una actitud más sensata sería sencillamente reconocer que nuestros pobres ojos, fatigados de hurgar los bienes y males a ras de tierra, necesitan el reposo de un buen retiro espiritual, y necesitan también acostumbrarse a un lenguaje que no por diferente es irracional o inútil. Muy al contrario, la deliciosa literatura que Teresa nos ha dejado es el testimonio vívido de cuántos tesoros quizás nos estamos perdiendo, pero que están ahí para nosotros.