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La Iglesia conmemora también el día de San Tiranio, Obispo de Tiro, que había presenciado el triunfo de los Mártires y los había alentado. Pero, seis años después, lo tomaron preso y lo condujeron junto con San Cenobio de Tiro a Antioquía.
Cenobio era médico y sacerdote de la ciudad de Sidón. Tiranio fue arrojado al río Orantes, tras haber sufrido crueles torturas, mientras que Cenobio murió en el potro.
Asimismo, varios cristianos egipcios que se habían establecido en Palestina y otros en Tiro, dieron pruebas de su paciencia y constancia en la fe. Después de haber sido golpeados innumerables veces, -cosa que soportaron con gran paciencia-, fueron arrojados a los leopardos, osos salvajes, jabalíes y toros.
Sin embargo, cuando las fieras aparecieron en la arena, en vez de devorar o destrozar a los Mártires, se mantuvieron a distancia de ellos, sin tocarlos, y se volvieron contra los domadores y cuantos se hallaban cerca.
El hecho se repitió varias veces, pese a que los verdugos reemplazaron por dos ocasiones a las fieras, y obligaron a los cristianos a agitar los brazos para provocarlas.
Después de varios intentos inútiles con diferentes animales, los Santos fueron finalmente decapitados y sus cuerpos arrojados al mar. Otros, que se negaron a ofrecer sacrificios a los dioses, murieron apaleados, quemados y también ejecutados de distintas formas.
Hijo mío, cuando te acerques al temor de Dios, prepárate para las pruebas; mantén el corazón firme, sé valiente, no te asustes en el momento de la prueba; pégate a él, no lo abandones, y al final serás enaltecido. Acepta cuanto te suceda, aguanta enfermedad y pobreza, porque el oro se acrisola en el fuego, y el hombre que Dios ama, en el horno de la pobreza. Confía en Dios, que él te ayudará; espera en él, y te allanará el camino. Los que teméis al Señor, esperad en su misericordia, y no os apartéis, para no caer; los que teméis al Señor, confiad en él, que no retendrá vuestro salario hasta mañana; los que teméis al Señor, esperad bienes, gozo perpetuo y salvación; los que teméis al Señor, amadlo, y él iluminará vuestros corazones. Fijaos en las generaciones pretéritas: ¿quién confió en el Señor y quedó defraudado?; ¿quién esperó en él y quedó abandonado?; ¿quién gritó a él y no fue escuchado? Porque el Señor es clemente y misericordioso, perdona el pecado y salva del peligro.
Confía en el Señor y haz el bien, / habita tu tierra y practica la lealtad; / sea el Señor tu delicia, / y él te dará lo que pide tu corazón. R.
El Señor vela por los días de los buenos, / y su herencia durará siempre; / no se agostarán en tiempo de sequía, / en tiempo de hambre se saciarán. R.
Apártate del mal y haz el bien, / y siempre tendrás una casa; / porque el Señor ama la justicia / y no abandona a sus fieles. / Los inicuos son exterminados, / la estirpe de los malvados se extinguirá. R.
El Señor es quien salva a los justos, / él es su alcázar en el peligro; / el Señor los protege y los libra, / los libra de los malvados y los salva / porque se acogen a él. R.
Encomienda tu camino al Señor, y él actuará. (Salmo 36 )
Evangelio
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos. Les decía: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará." Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó: "¿De qué discutíais por el camino?" Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: "Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos." Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: "El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado."
El Hijo del hombre va a ser entregado. Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos (Marcos 9,30-37)
(1) La vida cristiana es ardua; pero (2) Las dificultades no son para nuestro daño; y (3) La victoria está asegurada para quien permanece en Dios. 2 min. 56 seg.
Cristo que nos acoge y a la vez ha tomado el último lugar quiere que aprendamos a ser como los últimos y que atendamos a quienes están en condición de rechazo y abandono. 5 min. 22 seg.
La palabra "crisol" condensa una rica variedad de experiencias formativas y transformantes: prueba, tentación, desierto, cruz. Y el fruto es siempre notable: conocimiento de sí, pureza, lealtad, más fe, auténtico amor. 11 min. 17 seg.
Revisemos profundamente nuestro corazón, cuáles son nuestras codicias y mentiras, porque el verdadero camino es el del servicio, el del amor compasivo, el del perdón, el del Reino de Dios. 5 min. 27 seg.
En la cruz descubrimos al Niño Jesús, al inocente, al frágil, a Quien nos abre un futuro. Dios Padre se ha compadecido de nuestra fragilidad para que podamos ser inocentes de nuevo y nos abre no solo un futuro sino un espacio en el cielo. 6 min. 25 seg.
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1.1 Una advertencia realista y saludable: "prepárate para la prueba". Así nos hablan los que bien nos aman, los que conocen el camino y saben que no es cariño ocultar las dificultades ni es dulzura crear ilusiones engañosas. "Prepárate para la prueba" : no te asustes, no decaigas, no te rindas.
1.2 Sin embargo, hay diferencia entre la resistencia de un estoico y la perseverancia de un santo. La fuente de la fortaleza cristiana está en aquella frase: "pégate al Señor". La clave no es: "juega a ser un superhombre"; ni tampoco: "haz de cuenta que nada sucede"; ni menos: "anestésiate; aprende a huir". La gran clave es: "pégate al Señor".
1.3 ¿Y de dónde sacamos razones para pegarnos al Señor? De la historia. De los testimonios que conocemos. De aquello que nos ha sido predicado y hemos comprobado que en verdad sucede en las vidas de personas concretas como nosotros, frágiles como nosotros, incluso: pecadoras como nosotros. De ahí nace nuestra confianza absoluta.
2. Un Mesías incomprensible
2.1 El evangelio de hoy nos propone un tema distinto pero próximo al del Eclesiástico. La cruz es la prueba suprema de la misión y del ser mismo de Cristo. Si el Eclesiástico nos decía "prepárate para la prueba", Jesucristo parece haber leído y entendido esto en su alma generosa, pues de lo que habla con sus discípulos es de su propia cruz, y bien se ve que desea que ellos se instruyan en esa ciencia de la cruz.
2.2 Mas este lenguaje y este "modelo" de Mesías resulta incomprensible para aquellos hombres, afanados por otros asuntos, sobre todo es averiguar quién era el más importante. Sabemos que esta era una pregunta que les ocupaba mucho de su tiempo y de su corazón, pues no es esta la última vez que les encontraremos discutiendo sobre sus relaciones de importancia y poder.
2.3 Entonces Jesús, como adaptándose a su reducida atención, utiliza una estrategia pedagógica: acerca a un niño y lo pone en medio de todos. ¡Un niño! ¡Cuántas cosas dice esa imagen de este niño abrazado por Jesús! Ese es el abrazo con que Dios mismo abriga, anima y fortalece el nuevo comienzo que sólo podía venir por el sacrificio de la Pascua. Ese es el abrazo que envuelve toda la confianza, toda la ternura, toda la cercanía del Señor para quien quiera ser verdadero discípulo y no prematuro maestro.
2.4 Es buena idea sentirnos niños ante los milagros del amor de Cristo. Niños que se admiran con gozo sabiendo que el pan ya no es pan, sino Cuerpo de Cristo. Niños que saludan con alegría al viento de la gracia y aplauden con libertad el ritmo prodigioso del amor divino. Niños que saben mostrar la ropa que ensuciaron y entregarla sin los dramas falsos que viene de un orgullo mal disimulado. Niños, en fin, que saben descansar en el abrazo de Cristo y escuchar en su corazón palpitante la canción de Dios.