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Natural de Nola, abrazó el servicio apostólico desde muy joven. Al morir su padre, Félix distribuyó la herencia entre los pobres y fue ordenado sacerdote por San Máximo, Obispo de Nola.
Iniciándose una cruel persecución contra la Iglesia, Máximo huyó al desierto para continuar al servicio de su rebaño. No siendo encontrado por los soldados romanos, Félix, quien lo sustituía en sus deberes pastorales, fue tomado preso, azotado, cargado de cadenas y encerrado en el calabozo, cuyo piso estaba lleno de vidrios.
Sin embargo, el Ángel del Señor se le apareció y le ordenó ir en ayuda del Obispo, quien yacía medio muerto de hambre y de frío. Ante su incapacidad de hacerlo volver en sí, el Santo acudió a la oración, y al punto apareció un racimo de uvas, cuyas gotas derramó sobre los labios del maestro, el cual recuperó el conocimiento. Luego fue conducido a su iglesia.
San Félix permaneció escondido orando constantemente por la Iglesia hasta la muerte de Decio. No obstante, continuó siendo perseguido hasta que se estableció la paz.
Falleció en medio de la pobreza y al servicio de los más necesitados, a pesar de haber sido elegido Obispo de Nola.
En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas.
Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo.
Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de su majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles, cuanto más sublime es el nombre que ha heredado.
Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: «Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado», o: «Yo seré para él un padre, y él será para mí un hijo»?
Y en otro pasaje, al introducir en el mundo al primogénito, dice: «Adórenlo todos los ángeles de Dios.»
Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía:
-«Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.»
Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago.
Jesús les dijo:
-«Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.»
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él.
Mientras que las parejas adviento-navidad, por una parte, y cuaresma-pascua, por otra parte, se concentran respectivamente en la entrada en la salida de Cristo a nuestra historia, durante el tiempo ordinario deseamos recorrer los misterios de la vida del Señor siguiendo por orden los evangelios. 4 min. 21 seg.
La Carta a los Hebreos está dirigida a familias sacerdotales judías con conocimiento del templo de Jerusalén que se convirtieron al cristianismo y que sufren por el Evangelio. 5 min. 29 seg.
Los "hebreos" de esta Carta son, con toda probabilidad, levitas judíos convertidos a la fe en Cristo, y por eso atacados duramente desde muchos frentes. 23 min. 11 seg.
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1.1 Empezamos hoy el tiempo llamado "ordinario", o mejor: el tiempo "durante el año". En el dúo adviento-navidad celebramos la encarnación del Señor; en el dúo cuaresma-pascua celebramos la muerte y resurrección del Señor. La Encarnación y la Pascua son los dos misterios mayores de nuestra fe, pero no agotan el misterio de Cristo. El tiempo "durante el año" tiene ese propósito: contemplar de la mano del Evangelio el conjunto admirable del misterio del ministerio de Cristo, que es lo que va desde su Encarnación hasta su Pascua.
1.2 Nuestra guía en esa contemplación y maravilloso aprendizaje es, desde luego, el Santo Evangelio. Por eso el tiempo ordinario es el tiempo del evangelio, el tiempo para oír, de un modo continuo y muy completo, el evangelio. Ahora bien, como hay una serie de textos evangélicos que se proclaman en adviento-navidad y otra en cuaresma-pascua, los textos del tiempo ordinario empiezan con el bautismo del Señor, que fue la fiesta de ayer, y se prolongan hasta los discursos de fondo escatológico que Jesús predicó en Jerusalén, ya próximo a su Pasión.
1.3 El tiempo ordinario tiene 33 o 34 semanas, dependiendo del comienzo del adviento del año litúrgico siguiente. Durante esas semanas se leen los textos principales del Evangelio según san Marcos, luego las partes de Mateo que no tienen paralelo en Marcos y luego las partes de Lucas que no tienen paralelo exacto ni en Marcos ni en Mateo. De este modo, los evangelios llamados "sinópticos" nos enseñan a lo largo de este ciclo del tiempo ordinario a mirar el misterio del ministerio de Nuestro Señor Jesucristo.
1.4 Eso en cuanto a las lecturas del evangelio. Con respecto a la primera lectura, la Iglesia ha tomado una opción en dos ciclos: uno para los años impares, como este, y otro para los años pares. Los libros, o mejor dicho, las partes de los libros que se leen en cada ciclo, par o impar, son obviamente distintos. El ciclo de los años impares comienza, como vemos, con la Carta a los Hebreos; el ciclo de los años pares empezará con la historia de Samuel, en el Primer Libro que lleva su nombre.
2. La unicidad del Hijo
2.1 Por amor a nuestra fe y por anhelo de apreciarla mejor, hemos de destacar algunos puntos del texto de Hebreos que la Iglesia nos ofrece hoy. Empezamos con una pregunta: ¿qué peculiaridades tiene Cristo, según estos versículos?
2.2 Son varias estas peculiaridades. Cristo llega en el momento "final", y como final de un proceso (Heb 1,2). Cristo es el "heredero de todo"; es aquel "por quien fue hecho el universo" (Heb 1,2). Aún más: "El es reflejo de su gloria, imagen perfecta de su ser. El sostiene el universo con su palabra poderosa." (Heb 1,3). Cristo es el que ha realizado "la purificación por los pecados" (Heb 1,3); es el que está "a la diestra del Padre", y que recibe un trato (tiene un "título") superior al de todo ángel, pues es "engendrado de Dios", que le llama "hijo" y se llama "Padre".
2.3 La enseñanza, pues, es clara: Cristo es único. Lo que podemos esperar de Cristo es único. Lo que hizo Cristo es único. Lo que hemos de agradecerle y el amor que le debemos, todo, todo es único.