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Dicen que un fraile, en un arrebato de falsa devoción, quiso llevarse a su Convento, -lo que se denomina robar una cosa sagrada y como agravante, en un sitio también sagrado-, la cabeza del Santo que reposaba dentro de un relicario de plata en el Monasterio de benedictinas, que se llama «De las Milicias», en Todes.
Intentándolo, y sin saber muy bien lo que pasaba, no pudo salir del templo, por no conseguir localizar las puertas hasta poco antes tan expeditas. Así, se vio obligado a depositar la reliquia de San Benigno en el sitio que le correspondía.
Todes es una de las primeras ciudades evangelizadas de Hungría. Benigno vive en la segunda mitad del siglo III, y se ha dado conocer entre los suyos como un insigne propagador de la fe cristiana. Lo hace con alegría y con notable entusiasmo.
El Obispo Ponciano conoce su afán apostólico y está al tanto de la sinceridad de su vida. Un día lo consagra Presbítero, apoyándose en él el cumplimiento obligado de atender a su grey y de extender la Salvación.
Llegada la persecución de Maximiano y Diocleciano, la comunidad de creyentes está confortada por la atención espiritual, que con riesgo constante de su vida, le presta el buen sacerdote Benigno.
Socorre a los confesores de la fe presos en las cárceles. Visita las casas de los débiles, y los busca por los campos que los cobijan, con el fin de darles aliento. Se las arregla para estar cerca de los que son torturados, acompañando hasta donde es posible, humanamente, a los que se disponen al martirio.
Pasado el peor momento de estupor, se llena de la audacia del Espíritu Santo y comienza a predicar con fortaleza a Jesucristo. Ahora, lo hace públicamente, en el intento de convertir a los paganos que están en el terrible error de la idolatría.
El principal foco de atención de su discurso, es hacerles comprender que los ídolos son una necedad. Que el culto que se les tributa, supone una verdadera ofensa al único Dios que merece adoración y puede darles la salvación ofrecida a todos los hombres sin excepción.
Ya no le importa su vida. Se sabe portador de la verdad, y conoce bien que ella no es exclusivamente para él. Sólo Jesús es el Señor, y todos han de servirle.
Lo que era presumible con ese comportamiento, se hace realidad. Es apresado y obligado a apostatar, siendo inútiles los tormentos que tuvo que soportar el fiel y valiente discípulo.
Por fin, muere el 13 de febrero del año 303, con la cabeza cortada, aquella que el fraile quiso cambiar de sitio.
La catequesis, es decir, llevar a Cristo a los demás, comporta la responsabilidad de ser fiel a lo que se propone, y en este contexto, la vida humana no es ningún valor absoluto.
¡Qué bien lo supo hacer San Benigno sin tener que darle vueltas a los textos de las bibliotecas de las universidades que aún no se habían inventado! Fue sencillamente el don del Espíritu Santo.
Hoy, también, hacen bastante falta sacerdotes, -no sólo en Hungría-, cuidadosos, menos de su propia vida que de la Salvación que ofrecen, y Obispos que los descubran.
Hermosillo, México (1942) - Doy gracias a Dios por mis padres que me dieron el Bautismo, Confirmación, Primera Comunión, asi como a mis padrinos y pido a Dios todos esten en la Gloria gozando de ese cielo que deseo alcanzar.
Ibagué, Colombia (1985) - Doy gracias a Dios por tu vida y por haberme dado la mía, por los valores que me forjaste con tu ejemplo. Dios te tenga en la gloria.
Queridos hermanos: Dichoso el hombre que soporta la prueba, porque, una vez aquilatado, recibirá la corona de la vida que el Señor ha prometido a los que lo aman. Cuando alguien se ve tentado, no diga que Dios lo tienta; Dios no conoce la tentación al mal y él no tienta a nadie. A cada uno le viene la tentación cuando su propio deseo lo arrastra y seduce; el deseo concibe y da a luz el pecado, y el pecado, cuando se comete, engendra muerte. Mis queridos hermanos, no os engañéis.
Todo beneficio y todo don perfecto viene de arriba, del Padre de los astros, en el cual no hay fases ni períodos de sombra. Por propia iniciativa, con la palabra de la verdad, nos engendró, para que seamos como la primicia de sus criaturas.
Dichoso el hombre a quien tú educas, / al que enseñas tu ley, / dándole descanso tras los años duros. R.
Porque el Señor no rechaza a su pueblo, / ni abandona su heredad: / el justo obtendrá su derecho, / y un porvenir los rectos de corazón. R.
Cuando me parece que voy a tropezar, / tu misericordia, Señor, me sostiene; / cuando se multiplican mis preocupaciones, / tus consuelos son mi delicia. R.
Dichoso el hombre a quien tú educas, Señor. (Salmo 93)
Evangelio
En aquel tiempo, a los discípulos se les olvidó llevar pan, y no tenían más que un pan en la barca. Jesús les recomendó: "Tened cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes." Ellos comentaban: "Lo dice porque no tenemos pan." Dándose cuenta, les dijo Jesús: "¿Por qué comentáis que no tenéis pan? ¿No acabáis de entender? ¿Tan torpes sois? ¿Para qué os sirven los ojos si no veis, y los oídos si no oís? A ver, ¿cuántos cestos de sobras recogisteis cuando repartí cinco panes entre cinco mil? ¿Os acordáis?" Ellos contestaron: "Doce." "¿Y cuántas canastas de sobras recogisteis cuando repartí siete entre cuatro mil?" Le respondieron: "Siete." Él les dijo: "¿Y no acabáis de entender?"
Tened cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes (Marcos 8,14-21)
Como los fariseos, es bien posible que también nosotros tengamos dificultades para liberarnos de nuestros esquemas y para aceptar la lógica maravillosa de Cristo. 4 min. 35 seg.
Purifiquemos el corazón para que en todo lo que hagamos busquemos la gloria divina, que el nombre de Dios sea santificado, que su voluntad se realice y que su reino venga. 5 min. 13 seg.
Dios me ha llamado a vencer y cada dificultad, incluyendo la que me puede llevar al pecado, tiene un propósito: crecer la victoria del Señor en mi vida. 5 min. 46 seg.
El mal proviene de la lamentable capacidad que tenemos los humanos de ir por el camino de la tentación por lo que la victoria sobre el mal implica la educación del deseo, es decir deseando el bien que se encuentra solamente en Dios. 4 min. 48 seg.
Dios no me empuja al pecado, junto a la tentación Él dará la gracia para vencerla; en el Padrenuestro reconocemos nuestra debilidad, sin el Señor nada podemos; la mejor defensa contra la tentación es la huida a tiempo. 8 min. 32 seg.
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1.1 La pedagogía del apóstol Santiago es bien conocida por su cierta rudeza. Su estilo de redacción sin embargo no proviene de la rabia contenida o de una actitud de superioridad; no nace del desprecio ni es un olvido del gran tema neotestamentario de la gracia.
1.2 Santiago utiliza extensamente un método judío de argumentación, que es la diatriba. El propósito con este método es desarmar toda posible objeción contraria a la tesis que se quiere plantear. El que habla usa un estilo demoledor no porque quiera demoler a sus opositores sino porque quiere mostrar de una vez por todas que no hay excusas ni impedimentos para asumir con toda el alma lo que se está predicando.
2. Tentaciones, pruebas, autoengaños...
2.1 Dentro de esa lógica, la lectura de hoy aborda el tema de las tentaciones. Es fácil buscar excusas y decir cosas como: "Dios me puso una prueba tan difícil que no la pude soportar." Y entrar luego a quejarnos de la dureza de la vida o cobijarnos todos en la fragilidad humana.
2.2 Santiago nos quiere ante todo honestos: no le echemos la culpa a Dios; no nos disculpemos tan fácilmente; vayamos al centro y raíz real de nuestras faltas. Según este apóstol, esa causa está en lo que deseamos; en nuestros deseos, concupiscencias o pasiones, pues de todas estas formas se traduce ese término del griego.
2.3 Reconocer el origen de nuestros males no es suficiente si no atendemos también al origen de nuestros bienes. Por eso él escribe: "Todo regalo valioso y todo don perfecto viene de arriba, del Padre de las luces, en quien no hay cambios ni períodos de sombra." De este modo, el capricho de la concupiscencia queda vencido por la libre voluntad del que nos rescata de la concupiscencia, y la locura del pecado con la locura de su amor redentor.
3. Preocupaciones Falsas y Preocupaciones Verdaderas
3.1 El evangelio de hoy nos ayuda a distinguir entre preocupaciones falsas y preocupaciones verdaderas. Jesús advierte sobre un peligro: la influencia perniciosa de los fariseos; los discípulos le entienden poco y mal, y creen que se refiere al hecho de haber olvidado llevar consigo pan para el viaje.
3.2 Detrás de este hecho tan elemental y accidental hay algo más profundo, sin embargo. Hay riesgos que vemos fácilmente, como aquello de "nos vamos a quedar sin que comer;" otros riesgos en cambio son menos visibles. Por ejemplo: "nos están cambiando la mente." Lo primero es lo que alcanzan a ver los discípulos; lo segundo, lo que ve el Señor.
3.3 Esas distinciones son importantes cuando pensamos por ejemplo en todo lo que nos preocupamos por el costo de la vida o la tasa de desempleo (cosas reales y muy visibles), en contraste con lo que nos preocupa el descenso en la moral o el desinterés generalizado por los problemas políticos (cosas también reales, aunque menos visibles). Jesús nos advierte y nos apremia a tener los ojos abiertos para lo invisible.
¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae buenas nuevas, que anuncia salvación, que dice a Sión: «Ya reina tu Dios!» ¡Una voz! Tus vigías alzan la voz, a una dan gritos de júbilo, porque con sus propios ojos ven el retorno de Yahveh a Sión. Prorrumpid a una en gritos de júbilo, soledades de Jerusalén, porque ha consolado Yahveh a su pueblo, ha rescatado a Jerusalén. Ha desnudado Yahveh su santo brazo a los ojos de todas las naciones, y han visto todos los cabos de la tierra la salvación de nuestro Dios.
¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz! (Isaías 52, 7-10)
Salmo
El que procede honradamente / y practica la justicia, / el que tiene intenciones leales / y no calumnia con su lengua. R.
El que no hace mal a su prójimo / ni difama al vecino, / el que considera despreciable al impío / y honra a los que temen al Señor. R.
El que no presta dinero a usura / ni acepta soborno contra el inocente. / El que así obra nunca fallará. R.
¿Quién puede habitar en tu monte santo, Señor? (Salmo 14)
Evangelio
Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva.» Bordeando el mar de Galilea, vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón, largando las redes en el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: «Venid conmigo, y os haré llegar a ser pescadores de hombres.» Al instante, dejando las redes, le siguieron. Caminando un poco más adelante, vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan; estaban también en la barca arreglando las redes; y al instante los llamó. Y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras él.
Con razón se ha llamado a Jordán de Sajonia el Apóstol de la Juventud. La santa alegría del Evangelio fue su herramienta predilecta para conquistar corazones para Cristo. 4 min. 51 seg.
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1.1 No es tarea fácil suceder a un gran hombre, y santo Domingo de Guzmán fue sin duda uno de los grandes. Gigante en sus virtudes, egregio en su sabiduría, admirable en su generosidad, paciencia y visión. Siendo aún muy joven Jordán fue elegido como segundo "Maestro de la Orden," y su tarea no era sólo recibir el legado de Domingo sino consolidar una obra que apenas nacía: la Orden de Predicadores, los que a menudo son llamados "Padres Dominicos," en atención al Fundador.
1.2 Jordán seguramente tuvo sus defectos, como todos los tenemos, pero uno que creo que no lastimó su alma fue la envidia. Diría uno que era más feliz del bien de los otros que del suyo propio y por eso, en lugar de competir, hizo de su voz y de su pluma instrumento que supieran cantar alto y fuerte cómo Dios había onbrado en la vida de Santo Domingo. A Jordán lo escogieron como sucesor pero él escogió ser biógrafo. Su testimonio, lleno de un amor contagioso por la virtud y por la originalidad del carisma dominicano, se convirtió en su propia carta de presentación. Los resultados fueron maravillosos.
2. Amigo de sus amigos
2.1 La Providencia de algún modo tenía reservada esta tarea a alguien como Jordán, como se ve por el señalado don que siempre tuvo para cultivar la amistad con hombres y mujeres. Entre los hombres uno recuerda a Enrique, su compañero de vivienda en París, a quien quiso como a un hermano, y a quien se propuso conquistar para el noble ideal de la vida religiosa. Pues tal es el estilo de la amistad según Jordán: ayudar al otro a crecer; buscar el mayor bien para aquellos a los que uno quiere.
2.2 Sin embargo, es más conocido Jordán por su amistad con una religiosa, la Beata Diana. Cuando pensamos que la Iglesia ha reconocido la santidad tanto en ella como en él pensamos en el significado más profundo de ese cariño que se expresaron estos dos tan abiertamente en sus cartas. Lejos de toda impureza pero también lejos de todo temor mojigato, Diana y Jordán saben tratarse con una libertad llena de prudencia y con un recato en donde no falta la alegría e incluso la ternura. Su amistad permanece como un faro que disipa muchos de los prejuicios que suelen tenerse en torno a la supuesta oscuridad de la Edad Media.
3. El gran promotor vocacional
3.1 Dentro de la Orden misma, es decir, entre los frailes, el recuerdo agradecido hacia Jordán está relacionado con su don para atraer a la juventud hacia Cristo. De cierto modo es una consecuencia de esperar cuando hablamos de alguien con esa capacidad para crear y cultivar amistades sanas: el ámbito de la amistad hace creíble aquella palabra que invita a otros a dar el paso del que uno mismo está convencido. Se cuenta que Jordán mismo dio el hábito a más de mil novicios. Sus palabras, pues, eran efectivas y penetrantes, y sin duda sus ojos tenían destello de la hermosura que Cristo prometió a quienes lo dejan todo por el Evangelio.
3.2 Jordán enseñó no sólo de palabra sino con su ejemplo. No es un simple experto en marketing, contando a otros cómo es bueno que se dediquen a la evagelización sino que él mismo entregó su fuerza y su carisma a la obra de la predicación. No es un administrador desde su despacho u oficina, sino un apóstol que sabe encontrar tiempo para cuidar el bien del la Orden sin quedarse sólo en ella. Jamás olvidemos que Jordán murió precisamente en medio de un viaje misionero: murió luchando por hacer visible el reino y la gloria de Cristo. Su cuerpo exánime sigue gritando que una vida gastada por Dios vale la pena: ¿hay mejor mensaje vocacional?