Descanso y retiro

De una cosa doy gracias a Dios particularmente: que descansar y hacer retiro han sido dos palabras que se me confunden en la cabeza, en la agenda y en las palabras. Ahora mismo, en esas ando con este cenáculo de laicos en Madrid.

Queda poco tiempo para escribir pero mucho para sonreír y para agradecer al Dador de todo bien.

Sigamos oyendo…

Publica Terra:

En declaraciones a EFE antes de clausurar el Foro de Madrid por la Competitividad organizado por la Confederación Empresarial de Madrid (CEIM-CEOE), la presidenta de la Comunidad Autónma de Madrid, Esperanza Aguirre, manifestó a Efe que ‘considerar la homosexualidad una patología (como dijo ayer el catedrático de Psicopatología de la Universidad Complutense Aquilino Polaino, citado por el PP en la Comisión de Justicia del Senado) o una enfermedad es una concepción no ya del siglo XX sino del siglo XIX’.

En su opinión, ‘las enfermedades están para ser erradicadas y la orientación sexual es una cuestión que pertenece a cada individuo y es una decisión libre de cada hombre y de cada mujer’, por lo que ‘en absoluto puede considerarse una patología’.

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De camino

Salgo para el retiro espiritual con algunos laicos en Madrid. Cuento con la oración de todos. ¡Gracias!

Oigamos, oigamos…

Sigo con el tema de la manifestación del sábado pasado, porque en lo que se dijo, se calló o se refutó ese día en Madrid. Sería un grave error no escuchar lo que dicen quienes no comparten nuestras ideas, porque impide tres cosas: corregir lo que haya que corregir, descubrir la verdad que no sabemos, y divulgar del mejor modo lo que parece correcto en nuestra apreciación de lo cierto y bueno.

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Traduciendo

He estado bastante atareado estos días ayudando en la traducción al inglés de textos oficiales en español. Se trata de pasajes de las Actas del Capítulo General de Cracovia, en Polonia.

No es fácil y demanda tiempo esa tarea, pero es una oportunidad magnífica para aprender muchos detalles de signficación de ambas lenguas.

Los países se retratan en sus deportes

¿Por qué las carreras de caballos son tan populares en Gran Bretaña? ¿Por qué el béisbol o el básquetbol producen en Estados Unidos un entusiasmo que no genera el fútbol? ¿Qué hace atrayente el tejo en algunas partes de Colombia y por qué el ajedrez ha cautivado a tantos rusos? ¿Puede decirse que los países se “retratan” en sus deportes? El rugby es el más popular en Australia; el hurling en Irlanda; el boxeo en Puerto Rico; la natación en Lanzarote; el cricket en la India; el hockey en Canadá; la lucha libre en gran parte de las Canarias; el tiro con arco en Bután; el esquí sobre nieve en Polonia y también en Austria.

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Lo que no sabemos que sabemos

Si eso vale para una sola persona, vale mucho más para una comunidad. Borges habla del camello ausente del Corán; nosotros podríamos pensar en el caso de la Biblia. Es un texto sagrado que ha servido y sirve de referencia a miles de millones de personas. Ha sido gestado a lo largo de más de mil años, por diversas personas en los más diversos contextos. Si fuera posible explicitar absolutamente el mensaje, y si ese mensaje explicitado estuviera contenido en las páginas de la Biblia valdría el lema de Lutero: “Sola Scriptura.”

Pero ese modo de ver las cosas es inhumano, o por lo menos no es humano. Nuestro conocer no funciona así. Lo que creemos no cabe en ninguna explicitación y por ello los cristianos, que ya tenían los Evangelios, sintieron que tenían que redactar y profesar públicamente “símbolos.” El Símbolo de los Apóstoles, u otros Símbolos venerables, son expresión de la necesidad de pasar algo del fondo a la categoría de figura.

¿Y qué es lo que queda por fuera de esos Símbolos? Queda todo lo sobreentendido. Los católicos solemos usar el término “Tradición” para indicar ese fondo vital. Más que añadir datos, la Tradición es la manera de recibir esos datos; es la experiencia vital que da ojos para leer lo recibido desde los Apóstoles.

Algunos protestantes, cuando uno les habla de la importancia de la Tradición, quieren que se les presente un libro, probablemente muy gordo, que vendría a “completar” el libro de la Biblia. Por supuesto, esa no es la idea, aunque algunos católicos, quizá nerviosos por la presión de la Sola Scriptura, han querido mostrar, en lugar del “libro gordo,” los documentos del Magisterio, o por ejemplo, el Catecismo. Aunque puede funcionar como solución de emergencia, personalmente creo que no es buena idea en el largo plazo.

Un catecismo o un documento del Magisterio bebe de la Escritura y de la Tradición, entendida como ese “fondo vital” o “espíritu de familia” que sólo parcialmente queda plasmado en escritos o documentos de diversa extensión y valor. Los Padres de la Iglesia, el Derecho Canónico, los textos litúrgicos, las vidas de los santos, los planes pastorales, los relatos de misiones, las especulaciones de los teólogos y los decretos de los pastores… todo ello es parte del suelo vital que uno debería conocer y amar entrañablemente, hasta apropiárselo, para ser fiel a la Tradición.

Ser católico, según eso, es una especie de proyecto; no es un dato que quede certificado una vez y para siempre. Se parece más a un camino cuya meta es la plenitud de vida que encontramos en los santos, sobre todo en aquellos que la Iglesia misma reconoce como ejemplos universales de sabiduría, compasión, celo por la gloria de Dios, amor a las almas.

Ser católico es hacer que el fondo sea figura; que la gracia sea gloria.

Sólo preguntas

Las reflexiones de hace unos días sobre la inteligencia abren también el tema de sus límites y, en particular, la locura. Surge una serie de preguntas básicas: ¿Quién define las fronteras de lo que es normal? ¿Estamos todos un poco locos o temporalmente locos? ¿Qué causa la locura? ¿Qué debe considerarse ideal al respecto: controlar a los locos, aislarlos, curarlos, lograr que convivamos sin daño mutuo?

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Convivir con la sensibilidad de los demás

Uno de los aspectos más difíciles de las relaciones interpersonales es la sensibilidad. En sí misma es una cosa buena porque indica que somos capaces de sentir y es ello precisamente lo que hace que estemos en contacto y relación con el mundo exterior: sin sensibilidad seríamos inertes, como las rocas, y por eso se suele decir de alguien insensible que tiene un corazón de piedra.

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Entender el entendimiento (12 de 12)

12. ¿Es posible escanear el alma?

Una colección de microscopios no hace un telescopio. Los métodos de análisis por resonancia magnética y los mapeos cerebrales son microscopios que miran el detalle y que quisieran encontrar cuál es la neurona que decidió que yo escribiera esto. Sin embargo, ese enfoque ha ido encontrando, como por sí solo, sus propias limitaciones. Cada vez resulta más evidente que, junto al enfoque “localista” hace falta un enfoque “holístico” en el examen del flujo incesante de ondas electromagnéticas en el cerebro.

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Entender el entendimiento (11 de 12)

11. Un discurso racional sobre el espíritu

El tema de una inteligibilidad no material tiene dos vertientes. Por una parte: ¿qué podemos comprender en las cosas que no sea materia?; por otra: ¿qué hay en nosotros que nos permita comprender lo que no es materia o no es solamente materia? Ambos temas fueron abordados por Aristóteles bajo la noción de “forma.”

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Entender el entendimiento (10 de 12)

10. Malos entendidos sobre la espiritualidad del alma

Cuando se dice que la inteligencia es facultad del alma espiritual mucha gente que ha formado su mente en el rigor de la ciencia puede pensar que ya nada racional podrá decirse. Quizá imaginan que afirmar la espiritualidad del alma es abrir la puerta a que cualquier cosa ya se pueda decir. Un “espíritu” es algo que no puede ser comprobado ni controlado, temen ellos, no sin razón, y parece que admitir que hay espíritus rondando es renunciar a entender nada del mundo. Este es un malentendido en realidad, y le vamos a dar un nombre para identificarlo: el fantasma. Quienes sufren de este malentendido creen que uno va a tratar al alma como un fantasma que nos ahorra la tarea de explicar, de investigar, de formular hipótesis y de comprobarlas. Por supuesto, no es así: el alma humana es espiritual pero no es un fantasma.

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