Ante los males del mundo, como afirmar que Dios existe?

La pérdida de un ser querido, el hundimiento de un amor, las agresiones a nuestra persona física o moral, parecen cuestionar las certezas más elementales. Ante tales heridas y sufrimientos nos sentimos desamparados e impotentes. ¿Podemos seguir creyendo que Dios existe?

El mal es un desorden que trastorna el orden debido: por ejemplo, un accidente de coche provocado por el alcoholismo de un conductor ebrio.

Comprobamos aquí cómo muchos males provienen de un uso malo de nuestra libertad. Pero la libertad es en sí misma un bien, ya que nos permite elegir el bien no en forma automática, sino con conocimiento de causa.

Pero vengamos ahora al caso de un niño que nace enfermo. A primera vista se puede pensar que tal realidad demuestra la inexistencia de un ser perfecto que obra en el mundo. Sin embargo, ¿cómo explicar entonces las innumerables y variadas huellas de una inteligencia superior en el universo?

Por el contrario, si esta inteligencia existe, como es innegable, es de una naturaleza muy superior a nuestro pequeño cerebro.

Hay cosas que nos hunden en el desconcierto. Vemos el mundo como el envés de un tapiz. Solo vemos un barullo incoherente de líneas y colores. Habría que estar en el lugar de quien realiza la tarea para, viéndola al derecho, poder apreciar la armonía de la labor.

La perspectiva de una vida futura y la resurrección de los cuerpos, viene aquí a esclarecer el ejemplo anterior, desdramatizando las circunstancias del niño enfermo. Se trata, en efecto, de su primer nacimiento. Su segundo nacimiento, el definitivo, será cuando resucite después de la muerte.

«Pienso –dice San Pablo– que los sufrimientos del tiempo presente no guardan proporción con la gloria que ha de manifestarse en nosotros» (Rm 8,18). Y San Juan, recordando conversaciones con Jesús nos dice: «La mujer, cuando da a luz, está triste porque le ha llegado su hora; pero cuando el niño le ha nacido, ya no se acuerda del sufrimiento por el gozo de que ha nacido un hombre en el mundo» (Jn 16,21).

Si el sufrimiento pasajero del inocente nos resulta un misterio, sabemos, sin embargo, que Dios mismo cargó con este sufrimiento a Jesucristo. A través del sufrimiento el cristiano se une ya ahora a su Señor, antes del encuentro definitivo en la gloria.

Podemos ilustrar estas reflexiones señalando recientes conversiones, como las de Frossard o de Clavel e, y de otras mucho más numerosas al otro lado del telón de acero, donde parece que hoy las personas están descubriendo a Dios algo así como se coge un virus.

Así pues, en la presencia del mal, el no creyente tiene en cuenta solamente una parte de la realidad: la negativa; mientras que el creyente toma en cuenta el todo: lo positivo y lo negativo, orden y desorden, bien y mal.

• «No te dejes vencer por el mal… Yo he vencido al mundo» (Rm 12,21; Jn 16,33)

Yves Moreau es el autor de Razones para Creer. Texto disponible por concesión de Gratis Date.

El demonio reclama dominio sobre el mundo?

Distinguido Fray nelson,que la Paz,el Amor y la Ternura de Cristo Resucitado este contigo y siempre; Escuchando su conferencia “Eucaristia,Medicina de Amor”,usted cita el tema de las Tentaciones de nuestro Señor Jesus en el desierto,del Evangelio de San Lucas,donde el demonio le ofrece a Jesus “todos estos reinos”,previo Usted afirmo “El Pecado promete algo verdadero a traves de un camino falso”, El versiculo 6 del Cap. 4 dice ” y le dijo el diablo “Te dare todo el poder y la gloria de estos reinos, porque me la han entregado a mi y yo se lo doy a quien quiero.” tomada de Biblia de Jerusalen Latinoamericana,la pregunta es la siguiente, Quien le ëntrego al demonio estos reinos? O es una mas de sus mentiras? Gracias,bendiciones. – M. de la C.

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Hay algo de verdad en esa mentira del demonio: la extensión y profundidad del pecado hace que se le pueda llamar a él “príncipe de este mundo.” Pero no es que Dios se lo haya entregado sino que nosotros nos hemos entregado al pecado muchas veces.

Por que soy hijo de mi madre?

“En realidad los autores de este artículo son muchos niños de primaria del campus varonil del Instituto Cumbres y Alpes Saltillo. Hace poco tiempo, ellos respondieron una encuesta con preguntas variadas y he aquí una pequeña muestra. Por las respuestas comprobaremos que hay niños poetas, filósofos, teólogos y también prácticos y pragmáticos…”

hijo de mi madre

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Orar y Oracion

La acción nada vale sin la oración: la oración se avalora con el sacrificio.

Primero, oración; después, expiación; en tercer lugar, muy en “tercer lugar”, acción.

La oración es el cimiento del edificio espiritual. -La oración es omnipotente.

“Domine, doce nos orare” -¡Señor, enséñanos a orar! -Y el Señor respondió: cuando os pongáis a orar, habéis de decir: “Pater noster, qui es in coelis…” -Padre nuestro, que estás en los cielos… ¡Cómo no hemos de tener en mucho la oración vocal!

Despacio. -Mira qué dices, quién lo dice y a quién. -Porque ese hablar de prisa, sin lugar para la consideración, es ruido, golpeteo de latas. Y te diré con Santa Teresa, que no lo llamo oración, aunque mucho menees los labios.

Tu oración debe ser litúrgica. -Ojalá te aficiones a recitar los salmos, y las oraciones del misal, en lugar de oraciones privadas o particulares.

“No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que procede de la boca de Dios”, dijo el Señor. -¡Pan y palabra!: Hostia y oración. Si no, no vivirás vida sobrenatural.

Morir dando vida

“Chiara es una joven madre romana que conmovió con su historia al Papa Benedicto XVI. Enferma de cáncer prefirió no someterse al tratamiento para no afectar a su tercer hijo Francesco, cuyos dos hermanos murieron tiempo atrás…”

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