ROSARIO de las Semanas 20180720

#RosarioFrayNelson para el Viernes:
Contemplamos los Misterios de la Dolorosa Pasión

Usamos esta versión de las oraciones.

  1. En el primer misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos a Jesús, que vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron.
  2. En el segundo misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos la agonía de Jesús en el huerto de Getsemaní intercediendo por nosotros los pecadores.
  3. En el tercer misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos a Jesús, juzgado por el sanedrín, y luego por la autoridad romana, y así condenado a muerte.
  4. En el cuarto misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos la flagelación de Nuestro Señor Jesucristo, porque sus heridas nos han curado.
  5. En el quinto misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos a Jesús coronado de espinas: Rey humilde y Príncipe de Paz.
  6. En el sexto misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos a Jesús que carga con su cruz.
  7. En el séptimo misterio de la Dolorosa Pasión contemplamos a Jesús que muere en la Cruz.

[REPRODUCCIÓN PERMITIDA – Este es un ejercicio privado de devoción “ad experimentum” en proceso de aprobación oficial. Puede divulgarse en las redes sociales, blogs, emisoras de radio, y otros medios siempre que al mismo tiempo se haga la presente advertencia.]

¿Puede una persona perder la esperanza y conservar la fe?

La infidelidad [entendida como pérdida de la fe] pertenece al entendimiento; la desesperación, en cambio, a la parte apetitiva. Pero el entendimiento versa sobre las cosas universales, y la parte apetitiva se mueve en el plano de lo particular, ya que es movimiento apetitivo del alma hacia las cosas concretas. Hay, sin embargo, quien tiene una valoración justa en el plano universal, y no tiene rectificado el movimiento apetitivo, como consecuencia de una falsa estimación en el juicio sobre la realidad concreta individual. Es, efectivamente, necesario, como se enseña en III De An., pasar del juicio universal al deseo de la realidad individual a través de un juicio particular, del mismo modo que de la proposición universal no se deduce la conclusión particular sino asumiendo otra particular. De ahí que alguien, teniendo fe recta en el plano universal, incurra en falta en el movimiento del apetito frente a lo particular, por tener viciada por hábito o por pasión la apreciación de la realidad concreta; como quien peca eligiendo la fornicación como un bien para sí en aquel momento, tiene falseado el juicio frente a la realidad particular, aunque conserve un juicio universal verdadero según la fe, es decir, que es pecado mortal. De la misma manera, puede uno conservar verdadera estimación de un dato de fe en universal, por ejemplo, la remisión de los pecados en la Iglesia, y, a pesar de ello, ser víctima de un movimiento de desesperación de que para él, en su situación actual, no hay lugar para el perdón, y esto como consecuencia del juicio viciado frente a un caso particular. De este modo puede darse la desesperación sin la infidelidad, lo mismo que otros pecados mortales. (S. Th., II-II, q.20, a.2, resp.)


[Estos fragmentos han sido tomados de la Suma Teológica de Santo Tomás, en la segunda sección de la segunda parte. Pueden leerse en orden los fragmentos publicados haciendo clic aquí.]

La Escuela Católica: comunión de amor

“Si toda escuela es una comunidad educativa, una escuela católica tiene que ser una comunión de amor: una unión de hijos de Dios en la verdad y en la caridad. “La Iglesia ve en el hombre, en cada hombre, la imagen viva de Dios mismo” (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 105): este es el punto crucial que debería marcar la diferencia entre una escuela laica y una escuela verdaderamente católica. El hecho diferencial de una escuela católica no es la disciplina ni el bilingüismo ni la excelencia académica: es el amor. Y la única norma que se debe establecer de modo inflexible e incuestionable en ella es la caridad, entendiendo por caridad el modo de amar de Dios: un amor incondicional…”

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ROSARIO de las Semanas 20180719

#RosarioFrayNelson para el Jueves:
Contemplamos los Misterios de la vida pública del Señor

Usamos esta versión de las oraciones.

  1. En el primer misterio de la vida pública contemplamos a Jesús, que es bautizado por Juan en el Jordán y recibe la unción del Espíritu Santo.
  2. En el segundo misterio de la vida pública contemplamos que el diablo tienta a Jesús en el desierto pero al final tiene que retirarse derrotado.
  3. En el tercer misterio de la vida pública contemplamos las bodas en Caná de Galilea, donde Cristo dio su primera señal como Mesías.
  4. En el cuarto misterio de la vida pública contemplamos a Jesús, que predica la Buena Nueva a los pobres.
  5. En el quinto misterio de la vida pública contemplamos a Jesús, que llama a algunos discípulos para que estén con él y sean sus apóstoles.
  6. En el sexto misterio de la vida pública contemplamos la transfiguración del Señor, verdadero anuncio de su pasión y de su pascua.
  7. En el séptimo misterio de la vida pública contemplamos la institución de la Eucaristía y el mandamiento de amar como Jesús nos ha amado.

[REPRODUCCIÓN PERMITIDA – Este es un ejercicio privado de devoción “ad experimentum” en proceso de aprobación oficial. Puede divulgarse en las redes sociales, blogs, emisoras de radio, y otros medios siempre que al mismo tiempo se haga la presente advertencia.]

El poder embriaga

VER

Lo que sucede en otras partes, nos ilustra y nos advierte. En Nicaragua, el actual Presidente Daniel Ortega luchó contra la dictadura de Anastasio Somoza y cambió el sistema. Ahora se está pareciendo a un dictador, que se perpetúa en el poder y reprime a la población, incluso a los obispos, que están tratando de ayudar en un diálogo por la paz y la justicia, que se ha visto frustrado por la violencia policiaca y por la obstinación en no adelantar elecciones. Sus adictos de otros tiempos, hoy le critican que el poder lo ha corrompido.

Luis Ignacio Lula, en Brasil, un luchador social incansable, sincero, muy bien intencionado, austero, defensor de los pobres, llegó a la presidencia e hizo muchas cosas buenas. Sin embargo, ahora está en la cárcel, por actos de corrupción y tráfico de influencias que le adjudican. Sean ciertos o no, muchos que lo apoyaron, ahora lo rechazan porque, dicen, ha caído en las fallas que él mismo criticó. Pueden no ser actos de los que sea personalmente responsable, pero no faltan corruptos en los equipos de trabajo, que manchan todo a su alrededor.

En Bolivia, Evo Morales reivindicó los derechos sobre todo de los indígenas, que son la mayoría en el país, y promovió varios cambios sociales y políticos, con mucha aceptación inicial del pueblo. Sin embargo, cambió la Constitución y se está reeligiendo, con la intención, dice, de consolidar los cambios que ha impulsado. Hoy, un buen número de indígenas ya no está de acuerdo con él.

No traigo a colación los casos de Chávez y Maduro en Venezuela, porque cayeron en abusos extremos de poder, con sufrimientos indecibles para la población. Quienes reciben programas asistenciales y quienes se benefician de cargos públicos, apoyan al actual presidente, incluso con elecciones amañadas para perpetuarse, pero millones de venezolanos están huyendo hacia países vecinos, por la insoportable situación alimenticia, sanitaria y de seguridad.

PENSAR

El Papa Francisco, en un mensaje a católicos con responsabilidades políticas, insistió en opciones políticas y sociales que siempre se han de atender:

“¡Cuánta necesidad estamos teniendo de una «buena y noble política» y de sus protagonistas hoy en América Latina! ¿Acaso no hay que enfrentar problemas y desafíos de gran magnitud? Ante todo, la custodia del don de la vida en todas sus etapas y manifestaciones. América Latina tiene también necesidad de un crecimiento industrial, tecnológico, auto-sostenido y sustentable, junto con políticas que enfrenten el drama de la pobreza y que apunten a la equidad y a la inclusión, porque no es verdadero desarrollo el que deja a multitudes desamparadas y sigue alimentando una escandalosa desigualdad social. No se puede descuidar una educación integral, que comienza en la familia y se desarrolla en una escolarización para todos y de calidad. Hay que fortalecer el tejido familiar y social. Una cultura del encuentro —y no de los permanentes antagonismos— tiene que fortalecer los vínculos fundamentales de humanidad y sociabilidad y poner cimientos fuertes a una amistad social, que deje atrás las tenazas del individualismo y la masificación, la polarización y la manipulación.

Tenemos que encaminarnos hacia democracias maduras, participativas, sin las lacras de la corrupción, o de las colonizaciones ideológicas, o las pretensiones autocráticas y las demagogias baratas. Cuidemos nuestra casa común y sus habitantes más vulnerables evitando todo tipo de indiferencias suicidas y de explotaciones salvajes.

Levantemos nuevamente muy en alto y muy concretamente la exigencia de una integración económica, social, cultural y política de pueblos hermanos para ir construyendo nuestro continente, que será todavía más grande cuando incorpore «todas las sangres», completando su mestizaje, y sea paradigma de respeto de los derechos humanos, de paz, de justicia. No podemos resignarnos a la situación deteriorada en que con frecuencia hoy nos debatimos” (I-XII-2017).

ACTUAR

No desconfiemos de todo y de todos, pero no seamos ingenuos. El poder puede corromper al mejor intencionado. Ayudemos a que esto no suceda. ¿Cómo? Si advertimos alguna desviación, seamos capaces de advertirla a quien compete, buscando caminos para hacérselo ver al directamente implicado.

No digamos que eso es imposible, pues siempre hay medios para llegar a quien nos importa. Si no se corrige, sigamos intentando otras alternativas, siempre personales. Y si hace falta, hagamos la denuncia pública. Aunque alguien diga que esto de nada sirve, cada quien hagamos lo que podemos, y no nos quedemos de brazos cruzados, viendo de lejos pasar la historia. Seamos constructores de historia, no plañideras permanentes. Y oremos al Espíritu, pues la oración hecha con fe tiene un poder increíble.

+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo Emérito de San Cristóbal de Las Casas