VENIMOS DEL PADRE Y A ÉL VOLVEMOS
(Jn 16, 26-28)
Estos últimos momentos de nuestra reflexión vamos a emplearlos meditando sobre un tema maravilloso, que nos llena de esperanza. Y es sobre nuestro ingreso y nuestro fin en este mundo. Cuando alguien me pregunta de dónde soy, yo le contesto: vine del cielo y al cielo regreso. Pero es mucho mejor decir, vine del Padre y regreso al Padre. Esto mismo decía Jesús: “Salí del Padre y vine al mundo, de nuevo dejo el mundo y regreso al Padre” (Jn 16,28). Esta sola frase resume el misterio de su Persona. En efecto, dice la Palabra que “El Verbo estaba junto a Dios” (Jn 1, 1). Pues existía antes de todas las cosas. Y existía junto al Padre, es decir, tiene una relación de intimidad con Él, tan grande que tiene la misma naturaleza con El. Salí del Padre: es el misterio de su Encarnación, la Palabra se hizo carne; ahora vuelvo al Padre: resucitado y glorioso lleva los trofeos de su victoria: el pecado destruido, la muerte vencida, la vieja ley de Moisés superada, deja a los hombres los sacramentos, su Iglesia, la salvación.
