EL DON DEL PADRE A LA HUMANIDAD

EL DON DEL PADRE A LA HUMANIDAD

El gran designio del Padre, que dominó toda la obra de la creación y de la redención, consistía en hacernos sus hijos, en elevarnos a la filiación divina, mediante la participación en la filiación de su Hijo divino. Este designio se llevó a cabo por el sacrificio redentor de Jesús. “Miren qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, ¡pues lo somos!” (1Jn 3,1). Al hacernos sus hijos adoptivos en Cristo, el Padre asumió una nueva relación de paternidad con nosotros. No solo nos decimos sino que somos en realidad hijos de nuestro Padre Dios.

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Las Palabras del Angel:
192. Cuaresma

192.1. Ha empezado la Cuaresma [Corresponde, por supuesto, al tiempo en que fue dado el mensaje]. De esto no te había hablado: mi voz se acalla en este tiempo. Escucha a la Iglesia. Escucha siempre la voz de la Iglesia, pero especialmente en este tiempo. En mi silencio velaré por ti. Dios te ama y yo también.

Las Palabras del Angel:
193. Piedra sobre piedra

193.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

193.2. Cuando Nuestro Señor dijo que de aquel templo no quedaría “piedra sobre piedra” (Mt 24,2), vuestra atención suele quedarse en la imagen de lo que es destruido. Tú no deberías olvidar lo que aquel sabio dice a Dios: “Amas a todos los seres y nada de lo que hiciste aborreces, pues, si algo odiases, no lo habrías hecho” (Sab 11,24). Si hay algo que no existe en Dios es el placer de la destrucción. No es que le haga falta crear o construir, pero en la bondad de la obra de sus manos, esto es, en la creación, encuentra imagen de su Hijo y por eso al ver lo que ha hecho lo ve “bueno” (Gén 1,10.12.18.21.25.31).

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MI REGRESO AL PADRE

MI REGRESO AL PADRE

(Lc 15,18-20; Jn 20, 17; Mt 28,10; Jn 3,16)

Les invito a estudiar un tema que nos ayudará a comprender y mejor, todavía, a hundirnos experiencialmente, en la bondad y misericordia del Padre Celestial. A descubrir el camino para llega al Padre, parecido al que hace el hijo en su retorno al padre, y que éste recibe incondicionalmente a su hijo que le había traicionado tan villanamente. Nuestro tema nos lleva a ser concientes de la presencia amorosa de nuestro Padre, a dejarnos amar, a recibir el amor permanente del Padre y a vivirlo gozosamente. Para lograr entrar en una verdadera asimilación del tema necesitamos “hundirnos” en de la Palabra, o mejor dejarnos sumergir en ella por el mismo Padre, como lo hacemos en una piscina que nos dejamos hundir por nuestro mismo peso, para que el agua nos empape y nos penetre como la esponja se deja colmar, se deja saturar del agua en la que está inmersa, del agua que la anega. Esa piscina climatizada es la Palabra que quiere llevarnos hasta el Padre y hundirnos en Él: “Me levantaré e iré a mi Padre”y, levantándose, partió hacia su Padre” (Lc 15, 18-20). Hundámonos de cabeza en esta Palabra para que impregne y cale todo nuestro ser, para que se apodere totalmente de nuestro corazón.

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VIVIENDO EN EL PADRE

VIVIENDO EN EL PADRE

(Lc 3, 22; Jn 17, 21; Jer 31, 31-34; Ez 36,26,28; Hech 2,1-47)

Les invito a iniciar una reflexión sobre cómo entramos a vivir la vida del Padre y nuestra participación en ella. Es una reflexión que nos ayudará a vivir mejor nuestra vida de hijos junto con nuestro Padre del cielo. Iniciamos nuestra vida de hijos del Padre con la recepción del sacramento del Bautismo. No podemos tener miedo a insistir en la bondad y misericordia de nuestro Padre Dios. En efecto, cambiamos de mentalidad, de forma de proceder y fácilmente nos convertimos, cuando nos descubrimos amados por el Padre a pesar de ser pecadores. Desde el día de nuestro Bautismo los divinos Tres han puesto su morada en nuestro corazón. Hace falta acudir permanentemente y, ojalá, todos los días a estar con ellos, a saludarlos, a comunicarnos y a dejarnos llenar de su amor.

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190. Todo Lo Que Tu No Puedes, Parte II

190.1. El padecimiento de la Cruz es la expresión más perfecta de lo que significa el saludable y noble conocimiento de sí mismo. Por eso dijo el Señor: «el que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí» (Mt 10,38). Es interesante que compares esta frase con otra de Jesucristo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame» (Mt 16,24; Mc 8,34; Lc 9,23). Parece que de estas dos, la primera, la de la “dignidad” debe entenderse según Lc 14,27: «El que no lleve su cruz y venga en pos de mí, no puede ser discípulo mío.”

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EL RECONOCIMIENTO DEL PADRE

EL RECONOCIMIENTO DEL PADRE

Lc 15, 20

Su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente” (v. 20).

Les invito a extasiarse ante la imagen más reveladora y desconcertante del Padre-Dios, entregada por el mismo Jesús en la parábola que estamos analizando. El que el padre se adelante para recibir al hijo calavera no es lo más lógico ni lo más pedagógico en el proceder humano. Sería como tratar al desertor como si viniera de haber cumplido una misión heroica. De la misma manera, perdonarle sin llamarle la atención, sin hacerle comprender la magnitud de su falta no cabe en una sana pedagogía. Para nosotros, es necesario advertirle y exigirle el propósito de la enmienda y la promesa de que no vuelva repetir su mala conducta. Pero veamos cómo, en el proceder de Dios, del amor, todo sucedió exactamente al revés.

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NUESTRO ENCUENTRO CON EL PADRE

NUESTRO ENCUENTRO CON EL PADRE

(Lc 15, 17-24; Gen 46,28-30; Ef 1, 3-14; Mc 10, 17-22)

El hijo le dijo: Padre, pequé contra el cielo y contra Ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo” (v. 21)

Les invito a iniciar una reflexión sobre cómo encontrarnos con el Padre para poder estar con él todo el tiempo, pues en esto consiste nuestra verdadera felicidad. El mismo Padre, invitándonos a estar con Jesús, nos muestra el camino para encontrarnos con el Padre, cuando nos dice en el monte: “Este es mi Hijo, el Amado, escúchenlo” (Mt 17, 5). Según la carta a los Efesios, Dios nos creó para ser hijos en el Hijo, por lo tanto necesitamos encontrarnos con nuestro Padre, conocerlo, amarlo, estar con Él, dejarnos amar por el. En esto está la plenitud y felicidad del hombre. Así lo dice el mismo Jesús: “Esta es la vida eterna que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y al que tu ha enviado, Jesucristo” (Jn 17, 3).

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LA REACCION DEL HIJO MAYOR

LA REACCIÓN DEL HIJO MAYOR

(Lc 15, 28-30)

El hijo mayor se enojó y no quiso entrar. Su padre salió a suplicarle” (Lc 15,28).

Les propongo que iniciemos una reflexión sobre la reacción del hijo mayor ante la fiesta que el Padre celebra, invitando a todos los de su casa, por la resurrección del hijo menor. Posteriormente podremos personalizar las reacciones del hijo mayor, pues en nuestra vida todos tenemos actitudes de los dos hijos. De todos modos, la pintura que hace Jesús del hijo mayor, es la de un fariseo clásico. Pienso que, cuando Jesús describe el modo de ser del hijo mayor, está describiendo, también, las actitudes de muchos religiosos y sacerdotes y de algunos hombres y mujeres “piadosos”, con actitudes más del hijo “fiel”, que del hijo menor. Imploremos, por tanto, la luz del Espíritu para que logremos descubrir si en nosotros se encuentran esas actitudes ocultas, disimuladas, que pueden estar obstruyendo nuestra relación con Dios y nuestra vida de relación amorosa y delicada con los hermanos.

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187. Inteligencia, Conciencia, Inspiracion

187.1. “Tú no necesitas más tiempo, sino educar tu deseo.” Este pensamiento te lo dice tu conciencia, no yo. Yo podría hablarte sobre la educación de la voluntad, es decir, sobre “aprender a desear,” pero mi propósito no es ese hoy. Además, quiero que distingas, a partir de este mismo ejemplo, la diferencia que hay entre las conclusiones que saca tu inteligencia, los imperativos de tu conciencia y las inspiraciones que Dios me concede darte.

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El Hermano Mayor de la Parabola del Hijo Prodigo

UN PERSONAJE MEZQUINO

(Lc 15, 25-27; Gén 4,2; Sab 2,24)

Les invito a reflexionar con especial atención sobre el segundo cuadro de la parábola. En ella no hay una solo detalle que no tenga un significado querido por Jesús. Veamos la historia del hijo mayor, contada por Jesús ante dos clases de interlocutores: los pecadores y publicanos y los fariseos, escribas y sacerdotes. En este hijo, Jesús quiere hacer un pintura del espíritu que anima a los dirigentes judíos: los fariseos, los escribas, y una cantidad de personas de ayer, de hoy y de siempre, que marginan y rechazan a los que creen malos. Al describir al hijo mayor Jesús quiere descubrirnos un espíritu que se esconde bajo capa de religiosidad y de cumplimiento estricto de normas y deberes. Ya había dicho el relato que “el padre repartió su bienes entre los dos“. Al hijo mayor le interesó muy poco que su padre, también a él, diese la herencia, que sólo se da cuando el padre muere. Con eso le estaba reclamando que el padre había muerto, también, para él. Pero el mayor no entendió el lenguaje del padre al repartir la herencia a los dos hermanos y continuó viviendo lejano del Padre, a pesar de estar con Él. Al respecto, es interesante anotar que, en labios del hijo mayor, refiriéndose a su padre, no se encuentra, ni una vez, la palabra “padre”, sí un tú totalmente despectivo.

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186. Modelado por la Palabra

186.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

186.2. Escribe, hermano, que no sólo escribes para ti. Escribe con perseverancia, humildad, agradecimiento, honradez y espíritu de servicio. No todo lo que dices es importante para cada uno, pero cada uno sí podrá encontrar algo importante en todo lo que dices. Sirve a tus hermanos las viandas de la Palabra y procura con amor de hermano que se sirvan con gusto y con provecho de todo lo que Dios da para consuelo, sanación, corrección y fortaleza de sus almas.

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EL PADRE CORRIO AL ENCUENTRO DEL HIJO

EL PADRE CORRIO AL ENCUENTRO DEL HIJO

(Lc 15, 20- 24)

Les propongo reflexionar unos momentos en la última parte del primer cuadro de la parábola para descubrir, desde los detalles en que Jesús quiere insistir, el amor del Padre y su verdadera personalidad, pintada por Jesús. Para ello, veamos, ojalá desde una contemplación amorosa, al padre corriendo con la premura de su amor al encuentro de su hijo. Dice Jesús que el hijo se levantó y se fue donde su padre y: “cuando aún estaba lejos, su padre lo vio y, profundamente conmovido, salió corriendo a su encuentro, se echó a su cuello y le cubrió efusivamente de besos” (v.20). Sólo el abrazo y el beso del Padre han conseguido desbaratar los proyectos del hijo arrepentido y su modo de pensar, y le hacen entregarse al amor del Padre, abandonarse en él, cambiar totalmente su modo de ser en relación con su padre.

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185. Vertigo y Valor

185.1. En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

185.2. Una de las más extrañas sensaciones, pero también una de las más buscadas por tus contemporáneos, es la del vértigo. ¿Por qué —puedes preguntarte— esa casi necesidad de experimentar el peligro y de aproximarse y rozar la muerte? ¿No tiene ya suficientes motivos de preocupación el hombre, como para andar a la caza de lo arduo, lo riesgoso, lo aterrador o lo irreversible?

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