EL DON DEL PADRE A LA HUMANIDAD
El gran designio del Padre, que dominó toda la obra de la creación y de la redención, consistía en hacernos sus hijos, en elevarnos a la filiación divina, mediante la participación en la filiación de su Hijo divino. Este designio se llevó a cabo por el sacrificio redentor de Jesús. “Miren qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, ¡pues lo somos!” (1Jn 3,1). Al hacernos sus hijos adoptivos en Cristo, el Padre asumió una nueva relación de paternidad con nosotros. No solo nos decimos sino que somos en realidad hijos de nuestro Padre Dios.