Palabras y obras

Es más fácil decir que hacer. -Tú…, que tienes esa lengua tajante -de hacha-, ¿has probado alguna vez, por casualidad siquiera, a hacer “bien” lo que, según tu “autorizada” opinión, hacen los otros menos bien?

¡Cuánto duele a Dios y cuánto daña a muchas almas -y cuánto puede santificar a otras- la injusticia de los “justos”!

No queramos juzgar. -Cada uno ve la cosas desde su punto de vista… y con su entendimiento, bien limitado casi siempre, y oscuros o nebulosos, con tinieblas de apasionamiento, sus ojos, muchas veces. Además, lo mismo que la de esos pintores modernistas, es la visión de ciertas personas tan subjetiva y tan enfermiza, que trazan unos rasgos arbitrarios, asegurándonos que son nuestro retrato, nuestra conducta… ¡Qué poco valen los juicios de los hombres! -No juzguéis sin tamizar vuestro juicio en la oración.

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Rostros del amor

“Timor Domini sanctus”. -Santo es el temor de Dios. -Temor que es veneración del hijo para su Padre, nunca temor servil, porque tu Padre-Dios no es un tirano.

Dolor de Amor. -Porque El es bueno. -Porque es tu Amigo, que dio por ti su Vida. -Porque todo lo bueno que tienes es suyo. -Porque le has ofendido tanto… Porque te ha perdonado… ¡El!… ¡¡a ti!! -Llora, hijo mío, de dolor de Amor.

Cuando hayas terminado tu trabajo, haz el de tu hermano, ayudándole, por Cristo, con tal delicadeza y naturalidad que ni el favorecido se dé cuenta de que estás haciendo más de lo que en justicia debes. -¡Esto sí que es fina virtud de hijo de Dios!

Te duelen las faltas de caridad del prójimo para ti. ¿Cuánto dolerán a Dios tus faltas de caridad -de Amor- para El?

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Dios-Amor

Si el Amor, aun el amor humano, da tantos consuelos aquí, ¿qué será el Amor en el cielo?

Todo lo que se hace por Amor adquiere hermosura y se engrandece.

Jesús, que sea yo el último en todo… y el primero en el Amor.

No temas a la Justicia de Dios. -Tan admirable y tan amable es en Dios la Justicia como la Misericordia: las dos son pruebas del Amor.

Considera lo más hermoso y grande de la tierra…, lo que place al entendimiento y a las otras potencias…, y lo que es recreo de la carne y de los sentidos… Y el mundo, y los otros mundos, que brillan en la noche: el Universo entero. -Y eso, junto con todas las locuras del corazón satisfechas…, nada vale, es nada y menos que nada, al lado de … este tesoro infinito, margarita preciosísima, humillado, hecho esclavo, anonadado con forma de siervo en el portal donde quiso nacer, en el taller de José, en la Pasión y en la muerte ignominiosa… y en la locura de Amor de la Sagrada Eucaristía.

Deja que se vierta tu corazón en efusiones de Amor y de agradecimiento al considerar cómo la gracia de Dios te saca libre cada día de os lazos que te tiende el enemigo.

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Amor, amor del bueno

El secreto para dar relieve a lo más humilde, y aun a lo más humillante, es amar.

Dios mío, te amo, pero… ¡enséñame a amar!

Castigar por Amor: este es el secreto para elevar a un plano sobrenatural la pena impuesta a quienes la merezcan. Por amor de Dios, a quien se ofende, sirva la pena de expiación: por amor al prójimo por Dios, sirva la pena, jamás de venganza, sino de medicina saludable.

¿Saber que me quieres tanto, Dios mío, y… no me he vuelto loco?

Señor: que tenga peso y medida en todo… menos en el Amor.

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El plano de tu santidad

¡Has fracasado! -Nosotros no fracasamos nunca. -Pusiste del todo tu confianza en Dios. -No perdonaste, luego, ningún medio humano. Convéncete de esta verdad: el éxito tuyo -ahora y en esto- era fracasar. -Da gracias al Señor y ¡a comenzar de nuevo!

¿Que has fracasado? -Tú -estás bien convencido- no puedes fracasar. No has fracasado: has adquirido experiencia. -¡Adelante!

Que tu virtud no sea una virtud sonora.

El “non serviam” de Satanás ha sido demasiado fecundo. -¿No sientes el impulso generoso de decir cada día, con voluntad de oración y de obras, un “serviam” -¡te serviré, te seré fiel!- que supere en fecundidad a aquel clamor de rebeldía?

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En serio, la santidad

¡Cuántos crímenes se cometen en nombre de la justicia! Si tú vendieras armas de fuego y alguien te diera el precio de una de ellas, para matar con esa arma a tu madre, ¿se la venderías?… Pues ¿acaso no te daba su justo precio?… -Catedrático, periodista, político, hombre de diplomacia: meditad.

¡Dios y audacia! -La audacia no es imprudencia. -La audacia no es [simple] osadía.

No pidas a Jesús perdón tan sólo de tus culpas: no le ames con tu corazón solamente… Desagráviale por todas las ofensas que le han hecho, le hacen y le harán…, ámale con toda la fuerza de todos los corazones de todos los hombres que más le hayan querido. Sé audaz: dile que estás más loco por El que María Magdalena, más que Teresa y Teresita…, más chiflado que Agustín y Domingo y Francisco, más que Ignacio y Javier.

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Una intransigencia santa

La santa desvergüenza es una característica de la “vida de infancia”. Al pequeño, no le preocupa nada. -Sus miserias, sus naturales miserias, se ponen de relieve sencillamente, aunque todo el mundo le contemple… Esa desvergüenza, llevada a la vida sobrenatural, trae este raciocinio: alabanza, menosprecio…: admiración, burla…: honor, deshonor…: salud, enfermedad…: riqueza, pobreza…: hermosura, fealdad… Bien; y eso… ¿qué?

Convéncete de que el ridículo no existe para quien hace lo mejor.

Un hombre, un… caballero transigente, volvería a condenar a muerte a Jesús.

La transigencia es señal cierta de no tener la verdad. -Cuando un hombre transige en cosas de ideal, de honra o de Fe, ese hombre es un… hombre sin ideal, sin honra y sin Fe.

Aquel hombre de Dios, curtido en la lucha, argumentaba así: ¿Que no transijo? ¡Claro!: porque estoy persuadido de la verdad de mi ideal. En cambio, usted es muy transigente…: ¿le parece que dos y dos sean tres y medio? -¿No?…, ¿ni por amistad cede en tan poca cosa? -¡Es que, por primera vez, se ha persuadido de tener la verdad… y se ha pasado a mi partido!

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Luces para discernir

Confusionismo. -Supe que vacilaba la rectitud de tu criterio. Y, para que me entendieras, te escribí: el diablo tiene la cara muy fea, y, como sabe tanto, no se expone a que le veamos los cuernos. No va de frente. -Por eso, ¡cuántas veces viene con disfraz de nobleza y hasta de espiritualidad!

Dice el Señor: “Un mandato nuevo os doy: que os améis los unos a los otros. En esto conocerán que sois mis discípulos”. -Y San Pablo: “Llevad unos la carga de los otros, y así cumpliréis la ley de Cristo”. -Yo no te digo nada.

No olvides, hijo, que para ti en la tierra sólo hay un mal, que habrás de temer, y evitar con la gracia divina: el pecado.

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Rostro de gente formada

Si tienes un puesto oficial, tienes también unos derechos, que nacen del ejercicio de ese cargo, y unos deberes. -Te apartas de tu camino de apóstol, si, con ocasión -o con excusa- de una obra de celo, dejas incumplidos los deberes del cargo. Porque me perderás el prestigio profesional, que es precisamente tu “anzuelo de pescador de hombres”.

Disipación. -Dejas que se abreven tus sentidos y potencias en cualquier charca. -Así andas tú luego: sin fijeza, esparcida la atención, dormida la voluntad y despierta la concupiscencia. -Vuelve con seriedad a sujetarte a un plan, que te haga llevar vida de cristiano, o nunca harás nada de provecho.

“¡Influye tanto el ambiente!”, me has dicho. -Y hube de contestar: sin duda. Por eso es menester que sea tal vuestra formación, que llevéis, con naturalidad, vuestro propio ambiente, para dar “vuestro tono” a la sociedad con la que conviváis. -Y, entonces, si has cogido este espíritu, estoy seguro de que me dirás con el pasmo de los primeros discípulos al contemplar las primicias de los milagros que se obraban por sus manos en nombre de Cristo: “¡Influimos tanto en el ambiente!”

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Formarse en Cristo

¡Ah, si te propusieras servir a Dios “seriamente”, con el mismo empeño que pones en servir tu ambición, tus vanidades, tu sensualidad!…

¿Te aburres? -Es que tienes los sentidos despiertos y el alma dormida.

La caridad de Jesucristo te llevará a muchas concesiones… nobilísimas. -Y la caridad de Jesucristo te llevará a muchas intransigencias…, nobilísimas también.

Si no eres malo, y lo pareces, eres tonto. -Y esa tontería -piedra de escándalo- es peor que la maldad.

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Ocio?

Los que andan en negocios humanos dicen que el tiempo es oro. -Me parece poco: para los que andamos en negocios de almas el tiempo es ¡gloria!

No me explico que te llames cristiano y tengas esa vida de vago inútil. -¿Olvidas la vida de trabajo de Cristo?

Todos los pecados -me has dicho- parece que están esperando el primer rato de ocio. ¡El ocio mismo ya debe ser un pecado! -El descanso no es no hacer nada: es distraernos en actividades que exigen menos esfuerzo.

Pon un motivo sobrenatural a tu ordinaria labor profesional, y habrás santificado el trabajo.

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La fe vivida en publico

Queda tranquilo si asentaste una opinión ortodoxa [concorde con nuestra fe], aunque la malicia del que te escuchó le lleve a escandalizarse. -Porque su escándalo es farisaico.

No es suficiente que seas sabio, además de buen cristiano. -Si no corriges las maneras bruscas de tu carácter, si haces incompatibles tu celo y tu ciencia con la buena educación, no entiendo que puedas ser santo.

Con ese aire de suficiencia resultas un tipo molesto y antipático, te pones en ridículo, y, lo que es peor, quitas eficacia a tu trabajo de apóstol.

Aconfesionalismo. Neutralidad. -Viejos mitos que intentan siempre remozarse. ¿Te has molestado en meditar lo absurdo que es dejar de ser católico, al entrar en la Universidad o en la Asociación profesional o en la Asamblea sabia o en el Parlamento, como quien deja el sombrero en la puerta?

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Estudio y piedad

Libros: no los compres sin aconsejarte de personas cristianas, doctas y discretas. -Podrías comprar una cosa inútil o perjudicial. ¡Cuántas veces creen llevar debajo del brazo un libro… y llevan una carga de basura!

Estudia. -Estudia con empeño. -Si has de ser sal y luz, necesitas ciencia, idoneidad. ¿O crees que por vago y comodón vas a recibir ciencia infusa?

Está bien que pongas ese empeño en el estudio, siempre que pongas el mismo empeño en adquirir la vida interior.

Educador: el empeño innegable que pones en conocer y practicar el mejor método para que tus alumnos adquieran la ciencia terrena ponlo también en conocer y practicar la ascética cristiana, que es el único método para que ellos y tú seáis mejores.

¡Cultura, cultura! -Bueno: que nadie nos gane a ambicionarla y poseerla. -Pero, la cultura es medio y no fin.
Sólo te preocupas de edificar tu cultura. -Y es preciso edificar tu alma. -Así trabajarás como debes, por Cristo: para que El reine en el mundo hace falta que haya quienes, con la vista en el cielo, se dediquen prestigiosamente a todas las actividades humanas, y, desde ellas, ejerciten calladamente -y eficazmente- un apostolado de carácter profesional.

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Estudiar y creer

Al que pueda ser sabio no le perdonamos que no lo sea.

Estudio. -Obediencia: “non multa, sed multum” [No saber muchas cosas sino saberlas bien.]

Si has de servir a Dios con tu inteligencia, para ti estudiar es una obligación grave.

Frecuentas los Sacramentos, haces oración, eres casto… y no estudias… -No me digas que eres bueno: eres solamente bondadoso.

Antes, como los conocimientos humanos -la ciencia- eran muy limitados, parecía muy posible que un solo individuo sabio pudiera hacer la defensa y apología de nuestra Santa Fe. Hoy, con la extensión y la intensidad de la ciencia moderna, es preciso que los apologistas se dividan el trabajo para defender en todos los terrenos científicamente a la Iglesia. -Tú… no te puedes desentender de esta obligación.

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Cuidado con la tibieza

Lucha contra esa flojedad que te hace perezoso y abandonado en tu vida espiritual. -Mira que puede ser el principio de la tibieza…, y, en frase de la Escritura, a los tibios los vomitará Dios.

Me duele ver el peligro de tibieza en que te encuentras cuando no te veo ir seriamente a la perfección dentro de tu estado. -Di conmigo: ¡no quiero tibieza!: “confige timore tuo carnes meas!” -¡dame, Dios mío, un temor filial, que me haga reaccionar!

¡Qué poco amor de Dios tienes cuando cedes sin lucha porque no es pecado grave!

Los pecados veniales hacen mucho daño al alma. -Por eso, “capite nobis vulpes parvulas, quæ demoliuntur vineas”, dice el Señor en el “Cantar de los Cantares”: cazad las pequeñas raposas que destruyen la viña.

¡Qué pena me das mientras no sientas dolor de tus pecados veniales! -Porque, hasta entonces, no habrás comenzado a tener verdadera vida interior.

Eres tibio si haces perezosamente y de mala gana las cosas que se refieren al Señor; si buscas con cálculo o “cuquería” el modo de disminuir tus deberes; si no piensas más que en ti y en tu comodidad; si tus conversaciones son ociosas y vanas; si no aborreces el pecado venial; si obras por motivos humanos.

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La santa pureza

La santa pureza la da Dios cuando se pide con humildad.

¿Qué hermosa es la santa pureza! Pero no es santa, ni agradable a Dios, si la separamos de la caridad. La caridad es la semilla que crecerá y dará frutos sabrosísimos con el riego, que es la pureza. Sin caridad, la pureza es infecunda, y sus aguas estériles convierten las almas en un lodazal, en una charca inmunda, de donde salen vaharadas de soberbia.

Hace falta una cruzada de virilidad y de pureza que contrarreste y anule la labor salvaje de quienes creen que el hombre es una bestia. -Y esa cruzada es obra vuestra.

Muchos viven como ángeles en medio del mundo. -Tú… ¿por qué no?

Cuando te decidas con firmeza a llevar vida limpia, para ti la castidad no será carga: será corona triunfal.

Me escribías, médico apóstol: “Todos sabemos por experiencia que podemos ser castos, viviendo vigilantes, frecuentando los Sacramentos y apagando los primeros chispazos de la pasión sin dejar que tome cuerpo la hoguera. Y precisamente entre los castos se cuentan los hombres más íntegros, por todos los aspectos. Y entre los lujuriosos dominan los tímidos, egoístas, falsarios y crueles, que son características de poca virilidad”.

La gula es la vanguardia de la impureza.

No quieras dialogar con la concupiscencia: despréciala.

El pudor y la modestia son hermanos pequeños de la pureza.

Sin la santa pureza no se puede perseverar en el apostolado.