A trabajar!

¿Qué importa que tengas en contra al mundo entero con todos sus poderes? Tú… ¡adelante! -Repite las palabras del salmo: “El Señor es mi luz y mi salud, ¿a quién temeré?… ‘Si consistant adversum me castra, non timebit cor meum’ -Aunque me vea cercado de enemigos, no flaqueará mi corazón.”

¡Animo! Tú… puedes. -¿Ves lo que hizo la gracia de Dios con aquel Pedro dormilón, negador y cobarde…, con aquel Pablo perseguidor, odiador y pertinaz?

Sé instrumento: de oro o de acero, de platino o de hierro…, grande o chico, delicado o tosco… -Todos son útiles: cada uno tiene su misión propia. Como en lo material: ¿quién se atreverá a decir que es menos útil el serrucho del carpintero que las pinzas del cirujano? -Tu deber es ser instrumento.

Trabajo… hay. -Los instrumentos no pueden estar mohosos. -Normas hay también para evitar el moho y la herrumbre. -Basta ponerlas en práctica.

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Medios de transformacion hacia la santidad

Pero… ¿y los medios? -Son los mismos de Pedro y de Pablo, de Domingo y Francisco, de Ignacio y Javier: el Crucifijo y el Evangelio… -¿Acaso te parecen pequeños?

En las empresas de apostolado, está bien -es un deber- que consideres tus medios terrenos (2 + 2 = 4), pero no olvides ¡nunca! que has de contar, por fortuna, con otro sumando: Dios + 2 + 2…

Sirve a tu Dios con rectitud, séle fiel… y no te preocupes de nada: porque es una gran verdad que “si buscas el reino de Dios y su justicia, El te dará lo demás -lo material, los medios- por añadidura.”

Echa lejos de ti esa desesperanza que te produce el conocimiento de tu miseria. -Es verdad: por tu prestigio económico, eres un cero…, por tu prestigio social, otro cero…, y otro por tus virtudes, y otro por tu talento… Pero, a la izquierda de esas negaciones, está [el Uno de] Cristo… Y ¡qué cifra inconmensurable resulta!

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Rostros y rastros de la caridad

De ordinario, la gente es muy poco generosa con su dinero -me escribes-. Conversación, entusiasmos bulliciosos, promesas, planes. -A la hora del sacrificio, son pocos los que “arriman el hombro”. Y, si dan, ha de ser con una diversión interpuesta -baile, tómbola, cine, velada- o anuncio y lista de donativos en la prensa. -Triste es el cuadro, pero tiene excepciones: sé tú también de los que no dejan que su mano izquierda, cuando dan limosna, sepa lo que hace la derecha.

-Sólo se me ocurre esto: vamos tú y yo a dar y a darnos sin tacañería. Y evitaremos que quienes nos traten adquieran tu triste experiencia.

“Saludad a todos los santos. Todos los santos os saludan. A todos los santos que viven en Efeso. A todos los santos en Cristo Jesús, que están en Filipos.” -¿Verdad que es conmovedor ese apelativo -¡santos!- que empleaban los primeros fieles cristianos para denominarse entre sí? -Aprende a tratar a tus hermanos.

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Perdonar y hablar

Esfuérzate, si es preciso, en perdonar siempre a quienes te ofendan, desde el primer instante, ya que, por grande que sea el perjuicio o la ofensa que te hagan, más te ha perdonado Dios a ti.

No juzguéis sin oír a las dos partes. –Muy fácilmente, aun las personas que se tienen por piadosas, se olvidan de esta norma de prudencia elemental.

¿Sabes el daño que puedes ocasionar al tirar lejos una piedra si tienes los ojos vendados? -Tampoco sabes el perjuicio que puedes producir, a veces grave, al lanzar frases de murmuración, que te parecen levísimas, porque tienes los ojos vendados por la desaprensión o por el acaloramiento.

Hacer crítica, destruir, no es difícil: el último peón de albañilería sabe hincar su herramienta en la piedra noble y bella de una catedral. -Construir: ésta es la labor que requiere maestros.

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Palabras y obras

Es más fácil decir que hacer. -Tú…, que tienes esa lengua tajante -de hacha-, ¿has probado alguna vez, por casualidad siquiera, a hacer “bien” lo que, según tu “autorizada” opinión, hacen los otros menos bien?

¡Cuánto duele a Dios y cuánto daña a muchas almas -y cuánto puede santificar a otras- la injusticia de los “justos”!

No queramos juzgar. -Cada uno ve la cosas desde su punto de vista… y con su entendimiento, bien limitado casi siempre, y oscuros o nebulosos, con tinieblas de apasionamiento, sus ojos, muchas veces. Además, lo mismo que la de esos pintores modernistas, es la visión de ciertas personas tan subjetiva y tan enfermiza, que trazan unos rasgos arbitrarios, asegurándonos que son nuestro retrato, nuestra conducta… ¡Qué poco valen los juicios de los hombres! -No juzguéis sin tamizar vuestro juicio en la oración.

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Rostros del amor

“Timor Domini sanctus”. -Santo es el temor de Dios. -Temor que es veneración del hijo para su Padre, nunca temor servil, porque tu Padre-Dios no es un tirano.

Dolor de Amor. -Porque El es bueno. -Porque es tu Amigo, que dio por ti su Vida. -Porque todo lo bueno que tienes es suyo. -Porque le has ofendido tanto… Porque te ha perdonado… ¡El!… ¡¡a ti!! -Llora, hijo mío, de dolor de Amor.

Cuando hayas terminado tu trabajo, haz el de tu hermano, ayudándole, por Cristo, con tal delicadeza y naturalidad que ni el favorecido se dé cuenta de que estás haciendo más de lo que en justicia debes. -¡Esto sí que es fina virtud de hijo de Dios!

Te duelen las faltas de caridad del prójimo para ti. ¿Cuánto dolerán a Dios tus faltas de caridad -de Amor- para El?

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Dios-Amor

Si el Amor, aun el amor humano, da tantos consuelos aquí, ¿qué será el Amor en el cielo?

Todo lo que se hace por Amor adquiere hermosura y se engrandece.

Jesús, que sea yo el último en todo… y el primero en el Amor.

No temas a la Justicia de Dios. -Tan admirable y tan amable es en Dios la Justicia como la Misericordia: las dos son pruebas del Amor.

Considera lo más hermoso y grande de la tierra…, lo que place al entendimiento y a las otras potencias…, y lo que es recreo de la carne y de los sentidos… Y el mundo, y los otros mundos, que brillan en la noche: el Universo entero. -Y eso, junto con todas las locuras del corazón satisfechas…, nada vale, es nada y menos que nada, al lado de … este tesoro infinito, margarita preciosísima, humillado, hecho esclavo, anonadado con forma de siervo en el portal donde quiso nacer, en el taller de José, en la Pasión y en la muerte ignominiosa… y en la locura de Amor de la Sagrada Eucaristía.

Deja que se vierta tu corazón en efusiones de Amor y de agradecimiento al considerar cómo la gracia de Dios te saca libre cada día de os lazos que te tiende el enemigo.

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Amor, amor del bueno

El secreto para dar relieve a lo más humilde, y aun a lo más humillante, es amar.

Dios mío, te amo, pero… ¡enséñame a amar!

Castigar por Amor: este es el secreto para elevar a un plano sobrenatural la pena impuesta a quienes la merezcan. Por amor de Dios, a quien se ofende, sirva la pena de expiación: por amor al prójimo por Dios, sirva la pena, jamás de venganza, sino de medicina saludable.

¿Saber que me quieres tanto, Dios mío, y… no me he vuelto loco?

Señor: que tenga peso y medida en todo… menos en el Amor.

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El plano de tu santidad

¡Has fracasado! -Nosotros no fracasamos nunca. -Pusiste del todo tu confianza en Dios. -No perdonaste, luego, ningún medio humano. Convéncete de esta verdad: el éxito tuyo -ahora y en esto- era fracasar. -Da gracias al Señor y ¡a comenzar de nuevo!

¿Que has fracasado? -Tú -estás bien convencido- no puedes fracasar. No has fracasado: has adquirido experiencia. -¡Adelante!

Que tu virtud no sea una virtud sonora.

El “non serviam” de Satanás ha sido demasiado fecundo. -¿No sientes el impulso generoso de decir cada día, con voluntad de oración y de obras, un “serviam” -¡te serviré, te seré fiel!- que supere en fecundidad a aquel clamor de rebeldía?

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En serio, la santidad

¡Cuántos crímenes se cometen en nombre de la justicia! Si tú vendieras armas de fuego y alguien te diera el precio de una de ellas, para matar con esa arma a tu madre, ¿se la venderías?… Pues ¿acaso no te daba su justo precio?… -Catedrático, periodista, político, hombre de diplomacia: meditad.

¡Dios y audacia! -La audacia no es imprudencia. -La audacia no es [simple] osadía.

No pidas a Jesús perdón tan sólo de tus culpas: no le ames con tu corazón solamente… Desagráviale por todas las ofensas que le han hecho, le hacen y le harán…, ámale con toda la fuerza de todos los corazones de todos los hombres que más le hayan querido. Sé audaz: dile que estás más loco por El que María Magdalena, más que Teresa y Teresita…, más chiflado que Agustín y Domingo y Francisco, más que Ignacio y Javier.

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Una intransigencia santa

La santa desvergüenza es una característica de la “vida de infancia”. Al pequeño, no le preocupa nada. -Sus miserias, sus naturales miserias, se ponen de relieve sencillamente, aunque todo el mundo le contemple… Esa desvergüenza, llevada a la vida sobrenatural, trae este raciocinio: alabanza, menosprecio…: admiración, burla…: honor, deshonor…: salud, enfermedad…: riqueza, pobreza…: hermosura, fealdad… Bien; y eso… ¿qué?

Convéncete de que el ridículo no existe para quien hace lo mejor.

Un hombre, un… caballero transigente, volvería a condenar a muerte a Jesús.

La transigencia es señal cierta de no tener la verdad. -Cuando un hombre transige en cosas de ideal, de honra o de Fe, ese hombre es un… hombre sin ideal, sin honra y sin Fe.

Aquel hombre de Dios, curtido en la lucha, argumentaba así: ¿Que no transijo? ¡Claro!: porque estoy persuadido de la verdad de mi ideal. En cambio, usted es muy transigente…: ¿le parece que dos y dos sean tres y medio? -¿No?…, ¿ni por amistad cede en tan poca cosa? -¡Es que, por primera vez, se ha persuadido de tener la verdad… y se ha pasado a mi partido!

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Luces para discernir

Confusionismo. -Supe que vacilaba la rectitud de tu criterio. Y, para que me entendieras, te escribí: el diablo tiene la cara muy fea, y, como sabe tanto, no se expone a que le veamos los cuernos. No va de frente. -Por eso, ¡cuántas veces viene con disfraz de nobleza y hasta de espiritualidad!

Dice el Señor: “Un mandato nuevo os doy: que os améis los unos a los otros. En esto conocerán que sois mis discípulos”. -Y San Pablo: “Llevad unos la carga de los otros, y así cumpliréis la ley de Cristo”. -Yo no te digo nada.

No olvides, hijo, que para ti en la tierra sólo hay un mal, que habrás de temer, y evitar con la gracia divina: el pecado.

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Rostro de gente formada

Si tienes un puesto oficial, tienes también unos derechos, que nacen del ejercicio de ese cargo, y unos deberes. -Te apartas de tu camino de apóstol, si, con ocasión -o con excusa- de una obra de celo, dejas incumplidos los deberes del cargo. Porque me perderás el prestigio profesional, que es precisamente tu “anzuelo de pescador de hombres”.

Disipación. -Dejas que se abreven tus sentidos y potencias en cualquier charca. -Así andas tú luego: sin fijeza, esparcida la atención, dormida la voluntad y despierta la concupiscencia. -Vuelve con seriedad a sujetarte a un plan, que te haga llevar vida de cristiano, o nunca harás nada de provecho.

“¡Influye tanto el ambiente!”, me has dicho. -Y hube de contestar: sin duda. Por eso es menester que sea tal vuestra formación, que llevéis, con naturalidad, vuestro propio ambiente, para dar “vuestro tono” a la sociedad con la que conviváis. -Y, entonces, si has cogido este espíritu, estoy seguro de que me dirás con el pasmo de los primeros discípulos al contemplar las primicias de los milagros que se obraban por sus manos en nombre de Cristo: “¡Influimos tanto en el ambiente!”

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Formarse en Cristo

¡Ah, si te propusieras servir a Dios “seriamente”, con el mismo empeño que pones en servir tu ambición, tus vanidades, tu sensualidad!…

¿Te aburres? -Es que tienes los sentidos despiertos y el alma dormida.

La caridad de Jesucristo te llevará a muchas concesiones… nobilísimas. -Y la caridad de Jesucristo te llevará a muchas intransigencias…, nobilísimas también.

Si no eres malo, y lo pareces, eres tonto. -Y esa tontería -piedra de escándalo- es peor que la maldad.

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Ocio?

Los que andan en negocios humanos dicen que el tiempo es oro. -Me parece poco: para los que andamos en negocios de almas el tiempo es ¡gloria!

No me explico que te llames cristiano y tengas esa vida de vago inútil. -¿Olvidas la vida de trabajo de Cristo?

Todos los pecados -me has dicho- parece que están esperando el primer rato de ocio. ¡El ocio mismo ya debe ser un pecado! -El descanso no es no hacer nada: es distraernos en actividades que exigen menos esfuerzo.

Pon un motivo sobrenatural a tu ordinaria labor profesional, y habrás santificado el trabajo.

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La fe vivida en publico

Queda tranquilo si asentaste una opinión ortodoxa [concorde con nuestra fe], aunque la malicia del que te escuchó le lleve a escandalizarse. -Porque su escándalo es farisaico.

No es suficiente que seas sabio, además de buen cristiano. -Si no corriges las maneras bruscas de tu carácter, si haces incompatibles tu celo y tu ciencia con la buena educación, no entiendo que puedas ser santo.

Con ese aire de suficiencia resultas un tipo molesto y antipático, te pones en ridículo, y, lo que es peor, quitas eficacia a tu trabajo de apóstol.

Aconfesionalismo. Neutralidad. -Viejos mitos que intentan siempre remozarse. ¿Te has molestado en meditar lo absurdo que es dejar de ser católico, al entrar en la Universidad o en la Asociación profesional o en la Asamblea sabia o en el Parlamento, como quien deja el sombrero en la puerta?

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