A trabajar!

¿Qué importa que tengas en contra al mundo entero con todos sus poderes? Tú… ¡adelante! -Repite las palabras del salmo: “El Señor es mi luz y mi salud, ¿a quién temeré?… ‘Si consistant adversum me castra, non timebit cor meum’ -Aunque me vea cercado de enemigos, no flaqueará mi corazón.”

¡Animo! Tú… puedes. -¿Ves lo que hizo la gracia de Dios con aquel Pedro dormilón, negador y cobarde…, con aquel Pablo perseguidor, odiador y pertinaz?

Sé instrumento: de oro o de acero, de platino o de hierro…, grande o chico, delicado o tosco… -Todos son útiles: cada uno tiene su misión propia. Como en lo material: ¿quién se atreverá a decir que es menos útil el serrucho del carpintero que las pinzas del cirujano? -Tu deber es ser instrumento.

Trabajo… hay. -Los instrumentos no pueden estar mohosos. -Normas hay también para evitar el moho y la herrumbre. -Basta ponerlas en práctica.

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