Ser agradecido es un rasgo cristiano

“En un mensaje publicado en su perfil oficial en lengua española de la red social Twitter, el lunes 27 de julio, el Pontífice señaló que “cuando alguien nos ofrece un servicio, no debemos pensar que todo nos es debido. La gratitud, el reconocimiento, es ante todo una señal de buena educación, pero también es una característica distintiva del cristiano. Es un signo simple pero genuino del reino de Dios”…”

Haz clic aquí!

Alguien me pidió una opinión breve sobre el Papa Francisco

Sobre nuestro Papa Francisco, te resumo: Es verdadero y legítimo Papa. Hay propuestas y gestos de él que son muy valiosos y eran necesarios en la Iglesia, sobre todo en cuanto a lo que él llama “Iglesia en salida” y en cuanto a desmontar tanto clericalismo (aunque la expresión es ambigua y puede usarse mal). Por otra parte, muchos quisiéramos que fuera mucho más claro en aspectos doctrinales. Y oramos todos los días por él y su ministerio.

Homilía del Papa Francisco en la Fiesta de San José, obrero

Dios creó. Un Creador. Creó el mundo, creó al hombre y le dio al hombre una misión: administrar, trabajar, llevar adelante la creación. Y la palabra “trabajo” es lo que la Biblia usa para describir esta actividad de Dios: “Él llevó a término la obra que había hecho y cesó en el séptimo día de toda su obra”, y le dio esta actividad al hombre: “Debes hacer esto, cuidar aquello, aquello otro, debes trabajar para crear conmigo – es como si Él lo dijera – este mundo, para que pueda continuar. Tanto es así que el trabajo no es más que la continuación del trabajo de Dios: el trabajo humano es la vocación del hombre recibida de Dios para la creación del universo.

Y el trabajo es lo que hace al hombre semejante a Dios, porque con el trabajo el hombre es un creador, es capaz de crear, de crear muchas cosas, incluso de crear una familia para seguir adelante. El hombre es un creador y crea con el trabajo. Esta es la vocación. Y dice en la Biblia que “Dios vio lo que había hecho y vio que era algo muy bueno. Es decir, el trabajo tiene en sí mismo una bondad y crea la armonía de las cosas – belleza, bondad – e involucra al hombre en todo: en su pensamiento, en su actuación, en todo. El hombre está involucrado en el trabajo. Es la primera vocación del hombre: trabajar. Y esto le da dignidad al hombre. La dignidad que lo hace parecerse a Dios. La dignidad del trabajo.

Una vez, en una Cáritas, a un hombre que no tenía trabajo y fue a Cáritas a buscar algo para su familia, un empleado de Cáritas le dijo: “Por lo menos puedes llevar pan a casa” – “Pero esto no es suficiente para mí, no es suficiente”, fue la respuesta: “Quiero ganarme el pan para llevarlo a casa”. Le faltaba la dignidad, la dignidad de “hacer” el pan él mismo, con su trabajo, y llevárselo a casa. La dignidad del trabajo, que es tan pisoteada, por desgracia. En la historia hemos leído la brutalidad que hicieron con los esclavos: los trajeron de África a América – pienso en esa historia que toca a mi tierra – y decimos “qué barbaridad”… Pero aún hoy hay tantos esclavos, tantos hombres y mujeres que no son libres para trabajar: se ven obligados a trabajar, a sobrevivir, nada más. Son esclavos: trabajo forzado… son trabajos forzados, injustos, mal pagados y que llevan al hombre a vivir con la dignidad pisoteada. Hay muchos, muchos en el mundo. Muchos. En los periódicos de hace unos meses leímos, en ese país de Asia, cómo un caballero había apaleado hasta la muerte a uno de sus empleados que ganaba menos de medio dólar al día, porque había hecho algo mal. La esclavitud de hoy es nuestra “indignidad” porque nos quita la dignidad a los hombres, mujeres y a todos nosotros. “No, yo trabajo, tengo mi dignidad”: sí, pero tus hermanos, no. “Sí, padre, es verdad, pero esto, como está tan lejos, me cuesta entenderlo. “Pero aquí en nuestra casa…”: “Aquí también, entre nosotros. Aquí, entre nosotros. Piensa en los trabajadores, en los diarios, que los hacen trabajar por un salario mínimo y no ocho, sino doce, catorce horas al día: esto sucede hoy, aquí. En todo el mundo, pero también aquí. Piensen en la empleada doméstica que no tiene un salario justo, que no tiene asistencia de la seguridad social, que no tiene capacidad de jubilación: esto no sólo ocurre en Asia. Aquí.

Toda injusticia que se comete contra un trabajador es un atropello a la dignidad humana, incluso a la dignidad de lo que hace la injusticia: bajas el nivel y terminas en esa tensión de dictador-esclavo. En cambio, la vocación que Dios nos da es tan bella: crear, re-crear, trabajar. Pero esto puede hacerse cuando las condiciones son correctas y se respeta la dignidad de la persona.

Hoy nos unimos a muchos hombres y mujeres, creyentes y no creyentes por igual, que conmemoran hoy el Día de los Trabajadores, el Día del Trabajo, por aquellos que luchan por la justicia en el trabajo, por aquellos – buenos empresarios – que realizan el trabajo con justicia, aunque ellos pierdan. Hace dos meses escuché a un empresario al teléfono, aquí en Italia, pidiéndome que rezara por él porque no quería despedir a nadie, y dijo: “Porque despedir a uno de ellos es despedirme a mí”. Esta conciencia de tantos buenos empresarios, que vigilan a los trabajadores como si fueran sus hijos. Recemos por ellos también. Y le pedimos a San José – con este hermoso icono con las herramientas en la mano – que nos ayude a luchar por la dignidad del trabajo, para que haya trabajo para todos y que sea un trabajo digno. No el trabajo de esclavos. Que esta sea nuestra oración hoy.

Bendición Urbi et Orbi del Papa Francisco para la Pascua 2020

Queridos hermanos y hermanas: ¡Feliz Pascua!

Hoy resuena en todo el mundo el anuncio de la Iglesia: “¡Jesucristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado!”.

Esta Buena Noticia se ha encendido como una llama nueva en la noche, en la noche de un mundo que enfrentaba ya desafíos cruciales y que ahora se encuentra abrumado por la pandemia, que somete a nuestra gran familia humana a una dura prueba. En esta noche resuena la voz de la Iglesia: «¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza!» (Secuencia pascual).

Continuar leyendo “Bendición Urbi et Orbi del Papa Francisco para la Pascua 2020”

Homilía del Papa Francisco en la Vigilia Pascual

«Pasado el sábado» (Mt 28,1) las mujeres fueron al sepulcro. Así comenzaba el evangelio de esta Vigilia santa, con el sábado. Es el día del Triduo pascual que más descuidamos, ansiosos por pasar de la cruz del viernes al aleluya del domingo. Sin embargo, este año percibimos más que nunca el sábado santo, el día del gran silencio. Nos vemos reflejados en los sentimientos de las mujeres durante aquel día. Como nosotros, tenían en los ojos el drama del sufrimiento, de una tragedia inesperada que se les vino encima demasiado rápido. Vieron la muerte y tenían la muerte en el corazón. Al dolor se unía el miedo, ¿tendrían también ellas el mismo fin que el Maestro? Y después, la inquietud por el futuro, quedaba todo por reconstruir. La memoria herida, la esperanza sofocada. Para ellas, como para nosotros, era la hora más oscura.

Continuar leyendo “Homilía del Papa Francisco en la Vigilia Pascual”

Homilía del Papa Francisco en la Misa de Domingo de Ramos

“El Papa Francisco presidió este 5 de abril la Misa del Domingo de Ramos en el interior de la Basílica de San Pedro del Vaticano, y no en la Plaza como es tradicionalmente, debido a la pandemia del coronavirus, COVID19. En su homilía el Santo Padre animó a abrir el corazo?n al amor del Señor. “Sentira?s el consuelo de Dios, que te sostiene’”…”

Haz clic aquí!

Papa Francisco bendijo al mundo y dio indulgencia plenaria ante coronavirus

“El Papa Francisco presidió este viernes 27 de marzo un momento extraordinario de oración por la pandemia del coronavirus en el que impartió la bendición Urbi et Orbi, a Roma y el mundo, con la posibilidad de los fieles de obtener indulgencia plenaria. El Santo Padre presidió la oración desde el atrio de la Basílica de San Pedro, en medio de la lluvia y ante una plaza vacía, debido a las medidas de seguridad que las autoridades italianas han dispuesto para superar la emergencia sanitaria…”

Haz clic aquí!

El mensaje del Papa Francisco frente a la pandemia

* Nos encontramos asustados y perdidos. Al igual que los Discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta. En esta barca, estamos todos.

* Jesús, después de calmar las aguas, se dirige a los Discípulos: ¿Por qué tienen miedo? ¿Acaso no tienen fe?

* La tempestad desenmascara nuestra debilidad.

* Nos hemos mantenido imperturbables, pensando mantenernos sanos en un mundo enfermo.

* En tiempos de sufrimiento, entendemos el llamado de Jesús .que todos sean uno.

* La oración y el servicio silencioso son nuestras armas.

* Jesús trae serenidad en nuestras tormentas.

* En su cruz hemos sido salvados; tenemos un timón.

* Abrazar su cruz es animarse a abrazar todas las contrariedades de nuestro tiempo.

* Abrazar al Señor es abrazar la Esperanza.

BREVÍSIMA CATEQUESIS SOBRE LA BENDICIÓN DE HOY 27 DE MARZO

¿Qué significa la bendición “Urbi et Orbi”?

“Urbi et Orbi” son palabras en latín que significan: “para la ciudad (Roma) y el mundo.” En la actualidad es la bendición más solemne que imparte el Papa, y solamente él, tanto a su diócesis propia (Roma) como a todo el mundo.

¿Cuándo se imparte esta bendición?

El Papa concede de modo ordinario esta bendición siempre en dos fechas: el Domingo de Pascua, y el día de Navidad. Es excepcional que el Papa Francisco ha querido dar su bendición propia este 27 de Marzo de 2020. Siempre se concede la bendición desde la Plaza de San pedro, en el Vaticano.

¿Qué es una indulgencia plenaria, ya que, según se dice, el Papa la otorga este 27 de Marzo?

Según el Derecho Canónico, el derecho de la Iglesia, la indulgencia es “la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados, en cuanto a la culpa, que un fiel dispuesto y cumpliendo determinadas condiciones consigue por mediación de la Iglesia.”

¿Es decir que no reemplaza a la confesión sacramental?

No la reemplaza. De hecho, es parte de las condiciones para recibir la indulgencia plenaria.

¿Cuáles son estas condiciones?

1. El Papa ha querido que la indulgencia plenaria alcance a los afectados por el COVID-19 y sus familiares, a quienes se exhorta a ofrecer sus dolores e incomodidades. La misma indulgencia se extiende también a todos los que se unan con el Papa en oración para implorar el fin de la epidemia, el alivio de los afligidos y la salvación eterna de los que el Señor llame a la eternidad por causa de esta epidemia.

2. Quienes deseen recibirla han de prepararse con la confesión sacramental o realizarla pronto. Si ello no es posible, hacer actos de contrición, tan perfectos como sea posible, aborreciendo el pecado en cuanto ofensa a Dios. Y si no hay confesión sacramental próxima, es preciso hacer “votum confessionis”: propósito firme y determinado de confesarse en cuanto ello se pueda, diciendo ene sa confesión todos los pecados graves.

3. Unirse espiritualmente a través de los medios de comunicación (televisión, radio, Internet) a la oración del Papa.

4. Participar de la Santa Misa, incluso si solo es posible a través de medios de comunicación, en directo.

5. Rezar el Santo Rosario o el Viacrucis.

6. Rezar el Credo, el Padrenuestro y una oración a la Virgen María, por todas las intenciones del Papa.

Querida Amazonía: documento del Papa Francisco

“El Papa Francisco obvia también las cuestiones del rito amazónico o el «pecado ecológico» y respecto a los sacerdotes recalca: «Ese carácter exclusivo recibido en el Orden, lo capacita sólo a él para presidir la Eucaristía. Esa es su función específica, principal e indelegable», saliendo al paso de los intentos de clericalización de laicos y de las mujeres…”

Haz clic aquí!

Homilía del papa Francisco al comienzo del año 2020

«Cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer» (Ga 4,4). Nacido de mujer: así es cómo vino Jesús. No apareció en el mundo como adulto, sino como nos ha dicho el Evangelio, fue «concebido» en el vientre (Lc 2,21): allí hizo suya nuestra humanidad, día tras día, mes tras mes. En el vientre de una mujer, Dios y la humanidad se unieron para no separarse nunca más. También ahora, en el cielo, Jesús vive en la carne que tomó en el vientre de su madre. En Dios está nuestra carne humana.

El primer día del año celebramos estos desposorios entre Dios y el hombre, inaugurados en el vientre de una mujer. En Dios estará para siempre nuestra humanidad y María será la Madre de Dios para siempre. Ella es mujer y madre, esto es lo esencial. De ella, mujer, surgió la salvación y, por lo tanto, no hay salvación sin la mujer. Allí Dios se unió con nosotros y, si queremos unirnos con Él, debemos ir por el mismo camino: a través de María, mujer y madre. Por ello, comenzamos el año bajo el signo de Nuestra Señora, la mujer que tejió la humanidad de Dios. Si queremos tejer con humanidad las tramas de nuestro tiempo, debemos partir de nuevo de la mujer.

Nacido de mujer. El renacer de la humanidad comenzó con la mujer. Las mujeres son fuente de vida. Sin embargo, son continuamente ofendidas, golpeadas, violadas, inducidas a prostituirse y a eliminar la vida que llevan en el vientre. Toda violencia infligida a la mujer es una profanación de Dios, nacido de una mujer. La salvación para la humanidad vino del cuerpo de una mujer: de cómo tratamos el cuerpo de la mujer comprendemos nuestro nivel de humanidad. Cuántas veces el cuerpo de la mujer se sacrifica en los altares profanos de la publicidad, del lucro, de la pornografía, explotado como un terreno para utilizar. Debe ser liberado del consumismo, debe ser respetado y honrado. Es la carne más noble del mundo, pues concibió y dio a luz al Amor que nos ha salvado. Hoy, la maternidad también es humillada, porque el único crecimiento que interesa es el económico. Hay madres que se arriesgan a emprender viajes penosos para tratar desesperadamente de dar un futuro mejor al fruto de sus entrañas, y que son consideradas como números que sobrexceden el cupo por personas que tienen el estómago lleno, pero de cosas, y el corazón vacío de amor.

Nacido de mujer. Según la narración bíblica, la mujer aparece en el ápice de la creación, como resumen de todo lo creado. De hecho, ella contiene en sí el fin de la creación misma: la generación y protección de la vida, la comunión con todo, el ocuparse de todo. Es lo que hace la Virgen en el Evangelio hoy. «María, por su parte ?dice el texto?, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón» (v. 19). Conservaba todo: la alegría por el nacimiento de Jesús y la tristeza por la hospitalidad negada en Belén; el amor de José y el asombro de los pastores; las promesas y las incertidumbres del futuro. Todo lo tomaba en serio y todo lo ponía en su lugar en su corazón, incluso la adversidad. Porque en su corazón arreglaba cada cosa con amor y confiaba todo a Dios.

En el Evangelio encontramos por segunda vez esta acción de María: al final de la vida oculta de Jesús se dice, en efecto, que «su madre conservaba todo esto en su corazón» (v. 51). Esta repetición nos hace comprender que conservar en el corazón no es un buen gesto que la Virgen hizo de vez en cuando, sino un hábito. Es propio de la mujer tomarse la vida en serio. La mujer manifiesta que el significado de la vida no es continuar produciendo cosas, sino tomar en serio las que ya están. Sólo quien mira con el corazón ven bien, porque saben «ver en profundidad» a la persona más allá de sus errores, al hermano más allá de sus fragilidades, la esperanza en medio de las dificultades, a Dios en todo.

Al comenzar este nuevo año, preguntémonos: «¿Sé mirar a las personas con el corazón? ¿Me importa la gente con la que vivo o la destruyo con los murmullos? Y, sobre todo, ¿tengo al Señor en el centro de mi corazón, u otros valores, otros intereses, mi promoción, la riqueza, el poder?». Sólo si la vida es importante para nosotros sabremos cómo cuidarla y superar la indiferencia que nos envuelve. Pidamos esta gracia: vivir el año con el deseo de tomar en serio a los demás, de cuidar a los demás. Y si queremos un mundo mejor, que sea una casa de paz y no un patio de batalla, que nos importe la dignidad de toda mujer. De una mujer nació el Príncipe de la paz. La mujer es donante y mediadora de paz y debe ser completamente involucrada en los procesos de toma de decisiones. Porque cuando las mujeres pueden transmitir sus dones, el mundo se encuentra más unido y más en paz. Por lo tanto, una conquista para la mujer es una conquista para toda la humanidad.

Nacido de mujer. Jesús, recién nacido, se reflejó en los ojos de una mujer, en el rostro de su madre. De ella recibió las primeras caricias, con ella intercambió las primeras sonrisas. Con ella inauguró la revolución de la ternura. La Iglesia, mirando al niño Jesús, está llamada a continuarla. De hecho, al igual que María, también ella es mujer y madre, y en la Virgen encuentra sus rasgos distintivos. La ve inmaculada, y se siente llamada a decir «no» al pecado y a la mundanidad. La ve fecunda y se siente llamada a anunciar al Señor, a generarlo en las vidas. La ve, madre, y se siente llamada a acoger a cada hombre como a un hijo.

Acercándose a María, la Iglesia se encuentra a sí misma, encuentra su centro y su unidad. En cambio, el enemigo de la naturaleza humana, el diablo, trata de dividirla, poniendo en primer plano las diferencias, las ideologías, los pensamientos partidistas y los bandos. Pero no podemos entender a la Iglesia si la miramos a partir de sus estructuras, a partir de los programas, de las tendencias, de las ideologías, de la funcionalidad: percibiremos algo de ella, pero no su corazón. Porque la Iglesia tiene el corazón de una madre. Y nosotros, hijos, invocamos hoy a la Madre de Dios, que nos reúne como pueblo creyente. Oh Madre, genera en nosotros la esperanza, tráenos la unidad. Mujer de la salvación, te confiamos este año, custódialo en tu corazón. Te aclamamos: ¡Santa Madre de Dios, Santa Madre de Dios, Santa Madre de Dios!

Mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de la Paz 2020

1. La paz, camino de esperanza ante los obstáculos y las pruebas

La paz, como objeto de nuestra esperanza, es un bien precioso, al que aspira toda la humanidad. Esperar en la paz es una actitud humana que contiene una tensión existencial, y de este modo cualquier situación difícil «se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino»[1]. En este sentido, la esperanza es la virtud que nos pone en camino, nos da alas para avanzar, incluso cuando los obstáculos parecen insuperables.

Continuar leyendo “Mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de la Paz 2020”