Pensamientos de eternidad

Esta ha sido la gran revolución cristiana: convertir el dolor en sufrimiento fecundo; hacer, de un mal, un bien. Hemos despojado al diablo de esa arma…; y, con ella, conquistamos la eternidad.

Tremendo se revelará el juicio para los que, sabiendo perfectamente el camino, y habiéndolo enseñado y exigido a los otros, no lo hayan recorrido ellos mismos. -Dios los juzgará y los condenará con sus propias palabras.

El purgatorio es una misericordia de Dios, para limpiar los defectos de los que desean identificarse con El.

Si alguna vez te intranquiliza el pensamiento de nuestra hermana la muerte, porque ¡te ves tan poca cosa!, anímate y considera: ¿qué será ese Cielo que nos espera, cuando toda la hermosura y la grandeza, toda la felicidad y el Amor infinitos de Dios se viertan en el pobre vaso de barro que es la criatura humana, y la sacien eternamente, siempre con la novedad de una dicha nueva?

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Tres reflexiones útiles sobre la muerte

Aquel sacerdote amigo trabajaba pensando en Dios, asido a su mano paterna, y ayudando a que los demás asimilaran estas ideas madres. Por eso, se decía: cuando tú mueras, todo seguirá bien, porque continuará ocupándose El.

¡No me hagas de la muerte una tragedia!, porque no lo es. Sólo a los hijos desamorados no les entusiasma el encuentro con sus padres.

Todo lo de aquí abajo es un puñado de ceniza. Piensa en los millones de personas -ya difuntas- “importantes” y “recientes”, de quienes no se acuerda nadie.

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Algunos pensamientos sobre la muerte y la eternidad

La muerte llegará inexorable. Por lo tanto, ¡qué hueca vanidad centrar la existencia en esta vida! Mira cómo padecen tantas y tantos. A unos, porque se acaba, les duele dejarla; a otros, porque dura, les aburre… No cabe, en ningún caso, el errado sentido de justificar nuestro paso por la tierra como un fin. Hay que salirse de esa lógica, y anclarse en la otra: en la eterna. Se necesita un cambio total: un vaciarse de sí mismo, de los motivos egocéntricos, que son caducos, para renacer en Cristo, que es eterno.

«Non habemus hic manentem civitatem» -no se halla en esta tierra nuestra morada definitiva. -Y, para que no lo olvidemos, aparece con crudeza, a veces, esta verdad a la hora de la muerte: incomprensión, persecución, desprecio,… -Y siempre la soledad, porque -aunque estemos rodeados de cariño- cada uno muere solo. -¡Soltemos ya todas las amarras! Preparémonos de continuo para ese paso, que nos llevará a la presencia eterna de la Trinidad Santísima.

El tiempo es nuestro tesoro, el “dinero” para comprar la eternidad.

Te has consolado con la idea de que la vida es un gastarse, un quemarla en el servicio de Dios. -Así, gastándonos íntegramente por El, vendrá la liberación de la muerte, que nos traerá la posesión de la Vida.

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Tres breves puntos sobre la muerte

El verdadero cristiano está siempre dispuesto a comparecer ante Dios. Porque, en cada instante -si lucha para vivir como hombre de Cristo-, se encuentra preparado para cumplir su deber.

Cara a la muerte, ¡sereno! -Así te quiero. -No con el estoicismo frío del pagano; sino con el fervor del hijo de Dios, que sabe que la vida se muda, no se quita. -¿Morir?… ¡Vivir!

Doctor en Derecho y en Filosofía, preparaba una oposición a cátedra, en la Universidad de Madrid. Dos carreras brillantes, realizadas con brillantez. Recibí un aviso suyo: estaba enfermo, y deseaba que fuera a verle. Llegué a la pensión, donde se hospedaba. -“Padre, me muero”, fue su saludo. Le animé, con cariño. Quiso hacer confesión general. Aquella noche falleció. Un arquitecto y un médico me ayudaron a amortajarle. -Y, a la vista de aquel cuerpo joven, que rápidamente comenzó a descomponerse…, coincidimos los tres en que las dos carreras universitarias no valían nada, comparadas con la carrera definitiva que, buen cristiano, acababa de coronar.

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El complejo tema de la muerte encefálica

“Las discusiones sobre la muerte encefálica (o muerte cerebral, aunque no todos la entienden como idéntica a la muerte encefálica) muestran que estamos ante un tema complejo. Porque, en el corazón de esas discusiones, se cruzan varios problemas y perspectivas…”

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Inmortalidad del alma espiritual humana

“La «metaantropología» –tal como denomina Abelardo Lobato a la doctrina del hombre del Aquinate– prueba la existencia y naturaleza de una unión de lo espiritual, de un ente substancial, subsistente o con un ser propio como toda substancia, con una parte substancial incompleta, como es la materia. Además, que el espíritu humano es el alma de la materia o forma del cuerpo, y, que ello constituye la unidad del compuesto, La misma naturaleza del espíritu humano requiere informar al cuerpo. La unión substancial o en el único ser del alma y del cuerpo del hombre, que se sigue de este peculiar hilemorfismo explica porqué los dos constitutivos del hombre estén referidos mutuamente. El alma espiritual lo es de un cuerpo y el cuerpo material lo es de un espíritu. El uno es para el otro en la unidad del compuesto humano. Por separado, ni el cuerpo ni el alma constituyen al hombre. El cadáver no es el hombre, ni el alma separada tampoco…”

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Clarificaciones sobre la pena de muerte

“La Sagrada Escritura, los Padres de la Iglesia, el magisterio eclesial y los Doctores de la Iglesia siempre han considerado la pena de muerte como una posibilidad justa y lícita en algunas ocasiones, que puede incluso llegar a ser un deber para el Estado en ciertas circunstancias…”

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Oración por una persona en su agonía


En una misión me pidiero que hiciera oración por una persona que se encuentra en la última etapa de su vida. Padece de una enfermedad terminal y los médicos han indicado que no hay nada que la ciencia pueda hacer ante la gravedad de la situación. Rodeada del amor de parientes y amigos, esta señora se dispone a terminar su camino por esta tierra. Ella está prácticamente inconsciente y la Iglesia hace súplicas por ella en estos momentos difíciles. La oración ha sido grabada con permiso de familia para que sirva a otras personas o familias que estén en situaciones semejantes.

LA GRACIA del Domingo 2 de Abril de 2017

DOMINGO V DEL TIEMPO DE CUARESMA, CICLO A

Estamos experimentando la muerte de muchas maneras, por eso es necesario volcarnos hacia Jesucristo como verdadero Señor de la vida.

[REPRODUCCIÓN PERMITIDA – Ayúdanos a divulgar este archivo de audio en las redes sociales, blogs, emisoras de radio, y otros medios.]

Oración por nuestros seres queridos

Oh buen Jesús, que durante toda tu vida te compadeciste de los dolores ajenos, mira con misericordia las almas de nuestros seres queridos que están en el Purgatorio. Oh Jesús, que amaste a los tuyos con gran predilección, escucha la súplica que te hacemos, y por tu misericordia concede a aquellos que Tú te has llevado de nuestro hogar el gozar del eterno descanso en el seno de tu infinito amor. Amén.

Concédeles, Señor, el descanso eterno y que les ilumine tu luz perpetua.

Que las almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz. Amén.

Una homilía escrita sobre Filipenses, capítulo 1

La primera lectura del Sábado XXX del Tiempo Ordinario está tomada de Filipenses 1,18b-26. Esta es una reflexión inédita que con gusto comparto con todos:

1. La vida es Cristo

1.1 “¡Mi amor!” “¡Mi vida!” son expresiones frecuentes entre los enamorados. Con estas dulces palabras expresan la alegría irreemplazable de contar con alguien que ha traído grandes bienes a su historia personal.

1.2 ¿Qué dirá entonces aquel que se ha encontrado con Cristo? ¿No son por ventura mayores, infinitamente mayores, los bienes que de Él hemos recibido? El perdón, la paz, la reconciliación, el sentido verdadero de la vida y las promesas más hermosas que puedan imaginarse para la eternidad. ¿Cómo no decirle a Él con infinita gratitud: “Tú eres mi vida”?

1.3 Y es que además, de Él hemos recibido lo que nadie más podría darnos. A Él nos debemos por ser creaturas, puesto que por Él y para Él han sido creadas todas las cosas. A Él nos debemos por ser redimidos, puesto que hemos sido adquiridos a precio de su Sangre. A Él nos debemos, en fin, por ser templos de su Espíritu, que Él imploró y ereció para nosotros con su sacrificio en la Cruz

2. ¿La muerte, una ganancia?

2.1 Dice San Pablo que la muerte es “una ganancia” para él. ¿Cómo puede ser esto? Para comprenderlo hay que tener presente que en el conjunto de la vida humana, lo que llamamos “muerte” es la única puerta y posibilidad de acceso a nuestra realidad más profunda y permanente, que es la eternidad.

2.2 La muerte estará ahí, lo queramos o no. Para quien tiene todos sus tesoros solamente en esta vida, la muerte implica la pérdida inevitable y completa de todo lo que quiso lograr y poseer. Una persona en tal condición dirá: “para mí la muerte es la peor de las desgracias.” Muy distinto es el caso del que conoce la proporción de la victoria de Cristo, la fidelidad de sus palabras y el alcance de su poder y sus promesas.

2.3 Nos damos cuenta entonces que no es opcional para el cristiano el modo de ver la muerte. El que niega que la muerte nos acerca a los bienes plenos, estables y verdaderos está negando la eficacia del amor redentor de Cristo. Lo que sucede es que hay gente maravillosa, como san Pablo, que se atreve a decir las cosas de un modo tan claro y brillante, que su claridad nos ilumina a todos.