Bienaventurados

He conocido personas que viven en los confines de sí mismas.

Se han vuelto ajenas a sus mejores sueños y se han dejado exiliar de sus más preciados tesoros.

Da la impresión de que el centro de su existencia les resulta desconocido, como un lugar al que se tiene miedo, y entonces huyen de las preguntas fundamentales mientras van dejando pasar el tiempo en el ciclo asfixiante de producir, consumir y entretenerse.

Para no escuchar las voces profundas–el llamado mismo de la eternidad, que se acerca inexorablemente–han poblado de ruidos su día y su noche, de principio a fin. Si alguna cuestión ardua golpea su conciencia, como queriendo despertarla, entonces se vuelven instintivamente a los murmullos de la masa, y pronto encuentran una semejanza de tranquilidad en las cobijas de la opinión del momento.

Por ese camino se llama “verdad” a la noticia que más suene; es “bello” lo que más se vende en el centro comercial de moda; es “bueno” lo que todos hacen; es “feliz” el que sale con mayor frecuencia en los medios; lo “normal” lo define la estadística y ser “agradable” significa estar bien domesticado.

¡Tantos hombres y mujeres, celosamente moldeados por estas definiciones, siempre mudables y desechables, se consideran relevados de pensar, de preguntar, de disentir, de oponerse! ¿Y para qué oponerse, al fin y al cabo, si nada que uno diga o haga podrá importar? Por ello esta gente, vestida de una sonrisa a medias, que igual significa resignación que alegría fugaz, huyen del día hundiéndose en los torbellinos de la noche. La vida, según este esquema, es aguantar, jugar bien las cartas, reírse del absurdo, colgar sobre el vacío, y tener solo admiración por aquellos que un día cortan el hilo y se lanzan a la nada. Continuar leyendo “Bienaventurados”

Hacia dónde va tu mirada

EL BUITRE

Si pones un buitre en un cajón que mida 2 metros x 2 metros y que este completamente abierto por la parte superior, esta ave, a pesar de su habilidad para volar, será un prisionero absoluto. La razón es que el buitre siempre comienza un vuelo desde el suelo con una carrera de 3 a 4 metros . Sin espacio para correr, como es su hábito, ni siquiera intentará volar sino que quedará prisionero de por vida en una pequeña cárcel sin techo..

EL MURCIÉLAGO

El murciélago ordinario que vuela por todos lados durante la noche es una criatura sumamente hábil en el aire, pero no puede elevarse desde un lugar a nivel del suelo.

Si se lo coloca en el suelo en un lugar plano, todo lo que puede hacer es arrastrase indefenso y, sin duda dolorosamente, hasta que alcanza algún sitio ligeramente elevado del cual se pueda lanzar a si mismo hacia el aire.

Entonces, inmediatamente despega para volar

LA ABEJA.

La abeja al ser depositada en un recipiente abierto, permanecerá allí hasta que muera, a menos que sea sacada de allí.
Nunca ve la posibilidad de escapar que existe por arriba de ella, sin embargo persiste tratando de encontrar alguna forma de escape por los laterales cercanos al fondo.

Seguirá buscando una salida donde no existe ninguna, hasta que completamente se destruye a si misma.

LAS PERSONAS:

En muchas formas, somos como el buitre, el murciélago y la abeja obrera. Lidiamos con nuestros problemas y frustraciones, sin nunca darnos cuenta que todo lo que tenemos que hacer es ver hacia arriba.

Esa es la respuesta, la ruta de escape y la solución a cualquier problema.

Solo mira hacia arriba!!.

LA TRISTEZA MIRA HACIA ATRÁS,

LA PREOCUPACIÓN MIRA ALREDEDOR,

LA DEPRESIÓN MIRA HACIA ABAJO,

PERO LA FE …..

LA FE MIRA HACIA ARRIBA!!

Belleza – Una reflexión de Felipe Gómez

Durante las diversas épocas de la humanidad, los patrones de eso que llamamos belleza y moda han cambiado radicalmente.

De igual manera muchas culturas difieren de esos valores estéticos que hoy consideramos atractivos y los famosos gritos de la moda, mañana nos producirán solo risas al encontrarnos con ese álbum de fotos del pasado.

Los salones de estética, y los cirujanos plásticos ven desfilar a miles de clientes, que incluso llegan con fotografía en mano para tratar de tener un cambio radical y definitivo. Como si un bisturí pudiera concedernos como por arte de magia, mayor sabiduría, una personalidad arrolladora o la capacidad de encontrar el verdadero amor.

Tristemente, olvidamos, que fuimos moldeados por el mismo Dios y es El, quien nos ha dado una identidad.

Olvidamos también, que somos templos del Espíritu Santo y nuestro aspecto externo, es tan solo una parte de nosotros y no la de mayor importancia.

Olvidamos crecer en virtud y buscar la santidad, nos encantamos con la fachada y hacemos de lado el espíritu.

Olvidamos crecer en esa belleza interior con la ayuda de la gracia y creemos que con botox, y adornos, podemos conquistar la felicidad.

Olvidamos también, que sin importar nuestro aspecto externo, hay en nosotros una huella hermosa de nuestro Creador. Perdimos de vista, el haber sido hechos a su imagen y semejanza.

Si la belleza física tuviera la última palabra, las modelos serían las mujeres más felices del mundo y no es así.

Si el tamaño de la musculatura fuera la clave de la felicidad, los gimnasios serían las puertas del cielo y tampoco es así.

Si hacemos un consenso, la inmensa mayoría estará de acuerdo acerca en la trascendencia del alma sobre el cuerpo, sin embargo, los gimnasios están atestados de gente y no así las casas de retiros.

Cuanto bien hace el tiempo dedicado a la oración, pero no, no es en eso sino en ropa, maquillajes, y lujos que invertimos nuestro dinero y nuestro tiempo.
“Hace bien asistir a un funeral de vez en cuando, para recordar nuestra fecha de caducidad” sostenía el padre Loring.

El alma mis hermanos, no descuidemos la belleza del alma! Cultivemos la oración, hace más feliz a la gente una hora ante el Santísimo que una costosa cirugia.

Hagamos deporte, eso debería ser obvio, vistámonos bien, pero no descuidemos nuestra vida espiritual.

La belleza, no es una fachada pasajera, la belleza se llama Dios. Él es hermoso, es Divino en todo el sentido de la palabra y a todos sin excepción, por medio de su amor nos quiere divinizar.

La belleza, la más pura y trascendente, se llama santidad y de esa no hay en las peluquerías o en el quirófano.

Dios nos bendiga.

El regalo crece al compartirlo

Si -después de lo que has vivido- sales en busca del Señor Resucitado y te dejas encontrar por Él, has de contarlo. No te puede quedar la experiencia como regalo íntimo y espiritual. Has de decirlo a un mundo que vive en luto y en sospecha de muerte. El regalo no es sólo para ti… cobra sentido al repartirse, al contarse, al desgranarse.

Y para eso, has de relatar los indicios que te han hecho creer. Cuenta, cuenta lo que comprendiste el Jueves Santo al ver a Cristo arrodillado a tus pies, lo que sentiste al adorar la cruz de Cristo sufriendo lo tuyo, lo que percibiste al hacerse la luz de tu vida en la Vigilia pascual. Y da vida y luz a los que se acercan a ti; como Cristo lo ha hecho contigo. Da testimonio de Cristo resucitado en tu comunidad y aprovecha la ocasión para que sea el primer día de una nueva era. Y para eso, ¡cuéntalo!

Fray Manuel Romero, tor

¿Vale cualquier cosa para que la Iglesia consiga más gente?

— ¿Y no crees que si la Iglesia moderara sus exigencias, habría más creyentes?

Francamente, creo que no. Hay personas que aseguran que tendrían fe si vieran resucitar a un muerto, o si la Iglesia rebajara sus exigencias en materia sexual, o si las mujeres pudieran llegar al sacerdocio, o simplemente si su párroco fuera menos antipático. Pero es muy probable que, si se cumplieran esas condiciones, su increencia encontrara enseguida otras. Porque, como dice Robert Spaemann, la persona que no cree es incapaz de saber bajo qué condiciones estaría dispuesta a creer. Y los que no creen porque su relajo moral se lo estorba, pienso que tampoco creerían aunque un muerto resucitara ante sus propias narices. Enseguida encontrarían alguna ingeniosa explicación que les dejara seguir viviendo como hasta entonces.

-Pero, aunque no fuera para “captar” creyentes, la Iglesia podría moderar sus exigencias en beneficio de los que sí creen. Me parece que fue el mismo Santo Tomás quien dijo que en el punto medio está la virtud…

Lo dijo, efectivamente, pero se refería al punto medio entre dos extremos erróneos, no a hacer la media aritmética entre la verdad y la mentira, o entre lo bueno y lo malo. Porque eso sería incurrir en algo parecido a lo que dijo hace tiempo un parlamentario de nuestro país: “Cuando alguien dice que dos más dos son cuatro, y sale otro diciendo que dos más dos son seis, siempre surge un tercero que, en pro del necesario diálogo y respeto a las opiniones ajenas -todo sea por la moderación y el entendimiento-, acaba concluyendo que dos más dos son cinco. Y no faltarán quienes lo consideren como un hombre conciliador y tolerante”.

La Iglesia, igual que hace cualquier persona sensata, defiende lo que considera verdadero, y no quiere aguar esa verdad. Nadie debería llamar intolerancia a eso, que no es más que defender con coherencia las propias convicciones. Si alguien se quejara, demostraría tener un concepto bastante intolerante de la tolerancia.

Sobre el por qué de la Cruz

No hay un proyecto, o una idea, o un ideal que no implique en su presupuesto el sufrimiento, entendiendo que en algún momento del camino tendrás que hacer uso de tu fortaleza para seguir, que no todo será una alfombra mullida y llevadera.

De por sí es inevitable al trabajar y convivir con otras personas el causar o recibir un daño consciente o inconsciente entre los que estamos inmiscuidos con toda nuestra humanidad de por medio.

Quede claro que el sacrificio de Jesús en la Cruz dejó pagado todo, no se debe nada, la Salvación se logró y punto, eso está saldado. Lo que sí es también un hecho, es que al aceptar ser parte del Corazón de Dios, al adherirte con toda tu alma a la gran Misión de ser Iglesia, en automático entras también en el tener que pasar por todo lo que implica ser parte de ello, las luchas, los cansancios, las decepciones, en fin… los sufrimientos, padecimientos, la aflicciones que son de Cristo y ahora compartes con Él.

[Adaptado del blog de Martín Valverde.]

Ayuda para un examen al final del año

1. ¿Cuál era tu mayor anhelo y cuál tu mayor temor al empezar este año?

2. ¿¿Cuáles son tus principales logros de este año y por qué son importantes para ti?

3. ¿De quiénes te sientes especialmente agradecido y por qué?

4. ¿Quién consideras que está especialmente agradecido contigo al terminar este año?

5. ¿Qué errores has cometido y qué aprendiste de ellos?

6. ¿Qué lugar conociste o qué experiencia tuviste que en algún sentido te hizo distinto?

7. ¿Qué cosas te parecían muy importantes a comienzos de año y ahora te das cuenta de que no lo eran tanto?

8. ¿Cuál es la primera persona en la que piensas como aliado o aliada para emprender el nuevo año?

9. ¿Te satisface tu relación con Dios? ¿Qué crees que puede y debe mejorar primero en esa relación?

10. ¿Qué piensas que te diría el Señor como balance de lo vivido y como consigna para el tiempo que sigue?

Una poesía de Adviento

De lo primero que voy a hacer

De lo primero que voy a hacer
si Dios me regala el Cielo,
es postrarme y agradecer
que me permitió conocer
amor marcado por su Sello.

De lo primero que voy a hacer
al verme en sus ojos bellos
es besar sus hermosos pies
que a bien tuvieron recorrer
esta tierra y este suelo.

De lo primero que voy a hacer
al ver a mi Señor y Dueño
es decirle, una y otra vez,
que por su gracia y su poder
hoy vivo aunque estuve muerto.

De lo primero que voy a hacer
el día del gozo inmenso
es cantar a Jerusalén,
y proclamar “Ciudad del Rey”
mi corazón, mi alma y mi cuerpo.

De lo primero que voy a hacer
al ver llegar a mi Maestro
es dejar que me enseñe Él,
con su Palabra y con su ser,
qué es amar con amor eterno.

Amén.

Una meditación sobre la eternidad

“No podemos imaginar lo que nos espera, pues de poder hacerlo nuestra vida tomaría otro rumbo. ¿Quién no cambiaría si tuviese una visión de la Vida Eterna? Creemos, por la Palabra de Dios, que es una vida diferente y para siempre. En plenitud de gozo y felicidad, pero no podemos imaginar cómo, ni dónde, ni de qué forma…”

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Si ese dolor tuyo…

Dijo Jesucristo:

Si ese dolor tuyo
pudiera ser explicado,
sería menos dolor
pero en realidad no podría llamarse “cruz.”

Si ese dolor que te agobia
fuera bien justificado,
mucho menos dolería
pero no podría llamarse “cruz.”

Si ese dolor intenso
fuera precio que te has buscado,
esa sola reflexión
haría más razonable la pena
pero ya no sería del todo “cruz.”

Si ese dolor absurdo
te dejara ya ver su final,
ese consuelo lo haría menor
pero ya no se llamaría “cruz.”

Si ese dolor que tú tienes
vieras que todos lo tienen,
la multitud de dolientes
haría menor el dolor
pero también sería menor en cuanto “cruz.”

Si ese dolor que te enfada
con claridad se viera de qué sirve,
algo menos dolería
pero no sería digno de llamarse “cruz.”

Si ese dolor que te rodea
te diera respiro de tanto en tanto,
como dolor sería menor
pero ya no podría llamarse “cruz.”

Precisamente porque carece de razones y justicia;
y porque no lo buscaste sino que te buscó,
y porque no se ve cuándo termina,
ni se sabe por qué ahora y a ti,
ni se entiende cuál es su fruto;
precisamente por ello,
y porque no se cansa de cansarte,
por eso es Cruz,
porque al fin se parece a mi Cruz.

¡Al fin nos parecemos!

No te dejes quitar…

  1. Que la prudencia no te quite la audacia.
  2. Que la alegría no te quite la profundidad.
  3. Que la soledad no te quite la ternura.
  4. Que el aplauso no te quite la independencia.
  5. Que la abundancia no te quite la gratitud.
  6. Que la escasez no te quite la generosidad.
  7. Que el sufrimiento no te quite la serenidad.
  8. Que el éxito no te quite la humildad.
  9. Que la compasión no te quite la justicia.
  10. Que la justicia no te quite la compasión.
  11. Que el bienestar no te quite la oración.
  12. Que la creatura no te quite al Creador.

Primero publicado en mi cuenta de Twitter.

Hay silencios y silencios

Un hombre, cuya familia pertenecía a la aristocracia alemana antes de la Segunda Guerra Mundial, fue propietario de una serie de grandes industrias y haciendas. Cuando se le preguntó ¿cuántos de los alemanes eran realmente nazis?, la respuesta que dio puede guiar nuestra actitud hacia el fanatismo

“Muy pocas personas eran nazis en verdad” dijo, “pero muchos disfrutaban de la devolución del orgullo alemán, y muchos más estaban demasiado ocupados para preocuparse. Yo era uno de los que sólo pensaba que los nazis eran un montón de tontos.

Así, la mayoría simplemente se sentó a dejar que todo sucediera. Luego, antes de que nos diéramos cuenta, los nazis eran dueños de nosotros, se había perdido el control y el fin del mundo había llegado. Mi familia perdió todo. Terminé en un campo de concentración y los Aliados destruyeron mis fábricas…”

Se nos dice que la gran mayoría de los musulmanes sólo quieren vivir en paz. El hecho es que los fanáticos dominan el Islam, tanto en este momento como en la historia.

Son los fanáticos los que marchan.

Se trata de los fanáticos los que producen guerras.

Se trata de los fanáticos los que sistemáticamente masacran cristianos o grupos tribales en África y se van adueñando gradualmente de todo el continente en una ola islámica.

Estos fanáticos son los que ponen bombas, decapitan, asesinan. Son los fanáticos los que toman mezquita tras mezquita.

Se trata de los fanáticos los que celosamente difunden la lapidación y la horca de las víctimas de violación y los homosexuales.

Se trata de los fanáticos los que enseñan a sus jóvenes a matar y a convertirse en terroristas suicidas.

El hecho cuantificable y duro es que la mayoría pacífica, la “mayoría silenciosa” es intimidada e imperceptible.

La Rusia comunista estaba compuesta de los rusos, que sólo querían vivir en paz. Sin embargo, los comunistas rusos fueron responsables por el asesinato de cerca de 50 millones de personas. La mayoría pacífica era irrelevante

La enorme población de China era también pacífica, pero los comunistas chinos lograron matar la asombrosa cifra de 70 millones de personas.

El individuo japonés medio antes de la Segunda Guerra Mundial no era un belicista sádico. Sin embargo, Japón asesinó y masacró, en su camino hacia el sur de Asia Oriental, en una orgía de muerte que incluyó el asesinato sistemático, a 12 millones de civiles chinos, la mayoría muertos por espada, pala y bayoneta.

Y ¿quién puede olvidar Ruanda, que se derrumbó en una carnicería?… ¿Podría no ser dicho que la mayoría de los ruandeses eran amantes de la paz?

Las lecciones de la historia son con frecuencia increíblemente simples y contundentes. Sin embargo, a pesar de todos nuestros poderes de la razón, muchas veces perdemos el más básico y sencillo de los puntos:

Los musulmanes amantes de la paz se han hecho irrelevantes por su silencio. Los musulmanes amantes de la paz se convertirán en nuestro enemigo si no se pronuncian, porque al igual que mi amigo de Alemania, se despertarán un día y encontrarán que los fanáticos los poseen, y el fin de su mundo habrá comenzado.

Los alemanes, amantes de la paz, japoneses, chinos, rusos, ruandeses, serbios, afganos, iraquíes, palestinos, somalíes, nigerianos, argelinos, y muchos otros han muerto a causa de que la mayoría pacífica no se pronunció hasta que fue demasiado tarde.

Qué pedir y qué no pedir

Prayer

  1. #NoPidas una carga leve sino hombros más fuertes.
  2. #NoPidas que todos te sonrían sino que tú no hagas llorar a nadie.
  3. #NoPidas una vida larga sino fecunda.
  4. #NoPidas que cese la batalla sino que llegue la victoria.
  5. #NoPidas cantidad sino calidad de amigos.
  6. #NoPidas el mal para tu enemigo sino el bien de su conversión a Dios.
  7. #NoPidas que todos se callen sino que la Verdad se haga escuchar.
  8. #NoPidas misericordia del mundo porque no la conoce; pídela sólo de Dios, que está por encima de todos.
  9. #NoPidas un camino corto ni suave sino correcto.
  10. #NoPidas tener que pedir menos a Dios sino poder confiar más en Él.

Primero publicado en mi cuenta de Twitter.

Las manos de Jesús

Las manos de Jesús bendecían, partían el pan, incluso lo multiplicaba. ¿Alguna vez has pensado en las manos de Jesús?

Cierro los ojos y pienso en las manos de Jesús: Fuertes y vigorosas, de carpintero. Y, al mismo tiempo, tiernas, como cuando acariciaba a un niño o limpiaba una lágrima de las mejillas de la Virgen. Manos que extendían, respetuosas, los rollos de las Escrituras en la Sinagoga. Dedos que enfatizaban sus palabras o escribían sobre la arena.

Las manos de Jesús bendecían, partían el pan, incluso lo multiplicaba. Eran manos que curaban y hasta resucitaban. Podían expresar enojo con los mercaderes en el templo y ternura con los enfermos que llegaban a Él.

Las manos de Jesús enseñaban, expresaban, amaban. Con ellas difundía su misericordia y amor. Eran manos que entregaban incesantemente. Manos orantes, cuando Él subía al monte a conversar con su Padre en la madrugada.

Es hermoso meditar en las manos de Jesús e impresionarse con ellas. Pero ¡Cómo duele pensar en ellas crispadas, heridas, perforadas! Manos en cruz y de cruz, rotas por sostener el peso del Nazareno. Manos inertes cubiertas de sangre y bañadas con los besos y lágrimas de su madre abrazándolo muerto. Manos cruzando el pecho, muertas, envueltas por un sudario en la tumba apagada e impasible de José de Arimatea.

Es fácil removerse ante las manos dolorosas de Jesús, pero ¿por qué no podemos ver con tanta claridad sus manos gloriosas? Tal vez porque nos es más familiar el dolor. Sin embargo pienso en el momento en el que Jesús venció a la muerte, cuando resucitó. ¡Qué instante! El sepulcro imprevistamente iluminado, como una explosión, y todos los ángeles venidos del cielo para ser testigos del momento anunciado desde siempre. Y las manos de Jesús, con una vida como nunca antes habían tenido, apartando el sudario. Manos con llagas, pero ¡qué hermosas y resplandecientes, y cuánto amor rebosando en las heridas! Manos vivas, que volverían a bendecir, cortar y repartir el pan y que, tal vez, harían una seña de “hasta pronto” a los apóstoles en la ascensión de Jesús al cielo.

Qué destruye al ser humano

  1. La Política sin principios,
  2. el Placer sin compromiso,
  3. la Riqueza sin trabajo,
  4. la Sabiduría sin carácter,
  5. los Negocios sin moral,
  6. la Ciencia sin humanidad
  7. y la Oración sin caridad.

Se atribuye a varios personajes, incluído Gandhi.