El Celular

En estos tiempos modernos donde las comunicaciones nos asombran cada día aparece el celular.

Muchos deseamos tener un celular y de hecho muchos lo tienen; algunos tienen cobertura limitada, tarjetas prepago, hay grandes, chicos, finos, de diferentes precios, unos más caros otros baratos… Todos lo deseamos para comunicarnos…

Pero hay un celular que todos tenemos… Es normal y sencillo, no tiene precio, no usa tarjeta prepago, tiene cobertura sin limite, se usa en cualquier lugar, todos tus mensajes, llegan bien y a tiempo… ES LA ORACION

Y tiene un número que es el “203”

“DONDE ESTAN DOS O TRES REUNIDOS EN MI NOMBRE
ALLI ESTARE YO. AMEN”

Retiro Espiritual

Gloria al Padre y al Hijo,

gloria al Espíritu.

Honor y bendición al único Santo;

alabanza y amor al único Bueno;

al único Justo, al único Sabio,

al único Bello, al único Eterno,

al único Dios Verdadero.

Son mis palabras para darte gracias;

de ti recibidas, son gracias que hablan;

secretos de tu amor, palomas blancas,

aplausos de tu gloria, aves que cantan

tus maravillas y mis esperanzas.

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Frases románticas de todos los tiempos… y su aplicación a la Divina Eucaristía

Las frases más románticas que yo haya conocido son estas:

1. Quisiera vivir a orillas de tus ojos. Original de una poetisa colombiana. Y sí, a orillas de los ojos de “El Más Hermoso de los Hombres” (Salmo 45) vive aquel que pasa largos ratos junto al Sagrario, sabiéndose conocido, bendecido y amado.

2. Yo no me cansaría de estar contigo; sólo podría cansarme de NO verte. Así le hablaba una chica enamorada al muchacho de sus afectos. ¡Qué hermosa el alma que siente hastío de todo si no tiene a su Cristo! ¡Qué bello el corazón que no halla reposo sino en el Rey de nuestras almas!

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Los Santos del Futuro

Imagino así a nuestros católicos santos del futuro:

Abiertos al asombro, no al capricho;

fieles en la Roca, aunque no inmóviles;

felices, no superficiales;

firmes, no intransigentes.

Abiertos, y a la vez, muy lúcidos;

lúcidos, y a la vez, muy obedientes;

humildes, pero no acomplejados;

capaces de amar, de esperar y de creer.

Prontos al silencio que deja hablar a Dios,

nunca en silencio cuando se ofende su gloria;

dóciles a la Palabra, cercanos a quien la proclama,

con voz que Cristo quiso autorizada.

Capaces de perdonar y de pedir perdón,

capaces de ternura, poesía y clamor;

capaces de alabanza y de dulce canción;

capaces, por gracia, del Cielo y de Dios.

Con un centro: Jesús que da vida;

y un punto de encuentro: la Santa Eucaristía;

y una referencia: la Virgen María,

que impregna de Pascua la noche y el día.

Dios Providente

Dios Providente,

bendito seas por tus misericordias,

porque quisiste hablarnos

y hallaste modo de hacerlo;

porque viéndonos caídos

quisiste levantarnos:

por ello tu Palabra Omnipotente,

hecha carne de nuestra carne,

aunque exenta de toda mancha de pecado,

habló un lenguaje apropiado

a la grandeza de tu misterio

y a la bajeza de nuestra condición.

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Saludo de Pascua

Todo empezó en la soledad y el frío, en la oscuridad amenazante de un sepulcro. Todo empezó allí precisamente, allí donde la muerte reinaba como señora y donde el vacío se burlaba con altanería de nuestros mejores sueños. Todo empezó allí donde el cuerpo destrozado de Cristo debía convertirse en el recordatorio perpetuo del mandato del demonio, que quería repetir desde esa piel destrozada su consigna perversa: �No quieras ser bueno, porque mira cómo acaban los buenos.�

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Una viva compasión por los que han muerto

La Semana Santa nos ofrece multitud de textos y celebraciones que invitan a la reflexión y la oración. El Cuerpo injuriado de Jesús, su Alma atribulada más allá de todo límite, su ser entero sometido a la afrenta y, a la vez, convertido en manantial de piedad y salvación para todos… ¿quién, que piense un momento en estas verdades, no se sentirá movido a profundas consideraciones sobre el rumbo que lleva en la propia vida? ¿Quién, si medita estas cosas, no dedicará un pensamiento a los que hoy siguen siendo el espejo vivo del dolor o del amor de Cristo, especialmente quienes sufren siendo inocentes o quienes sufren por amor y por amar?

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María y la Eucaristía

La carne de Cristo era de María en cuanto a su origen. Ella podría decir, pues, como los sacerdotes: “Esto es mi Cuerpo…“, pero no es a eso a lo que se refiere el mandato del Señor cuando dice en la Ultima Cena: “haced esto en conmemoración mía“, como se ve del sentido que tiene su doble entrega: eucarística, en la Cena; sacrificial, en la Cruz.

María, sin embargo, no está ausente del misterio de la Eucaristía. De algún modo, a través de la donación última y radical de nuestro Bendito Salvador alcanza su límite de cielo el que pronunciara la Virgen de Nazareth. Y así, es algo de Ella, algo de su intimidad purísima y bellísima, lo que comulgamos, por gracia de Dios…

La gracia de Pentecostés

Pocas veces había experimentado yo la gracia de Pentecostés como un acontecimiento que nos visita a diario.

Hablamos del Señor, oramos al Señor, anunciamos al Señor… y las palabras que usamos, la gracia que las acompaña y el amor que nos mueve a usarlas, todo tiene su origen en Pentecostés. Es un hecho no de un día sino de cada día.

Pentecostés está obrando cuando puedo escuchar que un sacerdote me absuelve.

Pentecostés está obrando cuando el pan se vuelve Pan de Angeles.

Pentecostés está obrando cuando mi hermano me sonríe, solamente porque compartimos la misma fe. El lenguaje que nos une, antes que el inglés o el español, se llama Pentecostés.

Bendito Dios, y gracias a Él por permitirme reconocer esta bendición.