Camino de victoria sobre el pecado

“Nuestros pecados son perdonados inmediatamente con las palabras de la absolución en la confesión, pero la curación de las inclinaciones pecaminosas se lleva a cabo de una manera muy personal a través de la cooperación con la gracia de Cristo a través del tiempo…”

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Hacer retiro espiritual

Siento particular afecto por aquellos hombres y mujeres que sacan un espacio en sus agendas y en sus presupuestos para hacer un retiro espiritual. Estoy vivamente convencido que es una de las mejores inversiones, tanto de tiempo como de dinero, y además, es un elemento absolutamente minusvalorado de aporte a la sociedad.

Me explico: cada matrimonio que se salva o se reconcilia le está ahorrando costos económicos y sobre todo psicológicos y sociales inmensos al conjunto de la sociedad. Cada joven que abandona una vida de vicio le ahorra a la sociedad costos terribles en la economía y muchas veces en el crimen, dicho así simple y directo. Cada chica que descubre su valor como mujer y como persona evita costos teribles en témrinos de vidas humanas (posibles abortos, por ejemplo) y también en daños familiares que vendrían con el tiempo.

De verdad, si los gobiernos fueran justos y si la sociedad fuera más consciente, y si fuera más claro el liderazgo de la Iglesia, MUCHOS deberían apoyar en todos los frentes los buenos retiros espirituales.

Sobre los placeres físicos y los espirituales

Buenas noches Fray Nelson. Esperando esté ya bien de salud. Y bueno, no pocos católicos relacionan los éxtasis de santos con “orgasmos” espirituales. Si pudiera aclarar este punto. Saludos desde Méjico.

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Hay un parecido y muchísimas diferencias; tantas, que la comparación, lejos de ilustrar, desorienta y conduce a comentarios o imágenes morbosas, cínicas, superficiales o blasfemas.

El leve parecido está en que en ambos casos hay una intensidad de alegría y gozo parece haber una comparación. Las diferencias, en cambio, son notables son muchas:

1. El placer físico puede darse aún en contra de la moral, y por tanto, de Dios mismo. Imposible y absurdo si se trata del gozo espiritual.

2. El placer puramente físico obnubila la mente; jamás en el caso del gozo en Dios.

3. El solo placer físico tiende a la idolatría, si no se toman las medidas necesarias; por supuesto: no tiene nada que ver con la alegría que viene del Espíritu Santo.

4. El placer físico absorbe de tal manera la atención que a menudo cambia las priridades y altera la escala de valores de la persona. Jamás en el ámbito realmente espiritual.

5. El placer físico tiene su fin propio más allá de él mismo, en el acto de generación, con lo que se ve que tiene más carácter de medio que de fin; exactamente lo opuesto sucede en el gozo espiritual.

6. El placer puramente físico encierra a la persona en sí misma, y en el caso de una pareja, la encierra en su intimidad, de modo que por supuesto no quieren ni deben compartirlo; todo lo contrario sucede en el ámbio del Espíritu.

7. El solo placer físico produce tarde o temprano hastío y vacío; jamás en el caso del placer realmente espiritual.

Criterio básico para una dirección espiritual provechosa

Ama y busca la ayuda de quien lleva tu alma. En la dirección espiritual, pon al descubierto tu corazón, del todo -¡podrido, si estuviese podrido!-, con sinceridad, con ganas de curarte; si no, esa podredumbre no desaparecerá nunca. Si acudes a una persona que sólo puede limpiar superficialmente la herida…, eres un cobarde, porque en el fondo vas a ocultar la verdad, en daño de ti mismo.

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Criterios básicos de Dirección Espiritual

Recibe los consejos que te den en la dirección espiritual, como si viniesen del mismo Jesucristo. Me has pedido una sugerencia para vencer en tus batallas diarias, y te he contestado: al abrir tu alma, cuenta en primer lugar lo que no querrías que se supiera. Así el diablo resulta siempre vencido. -¡Abre tu alma con claridad y sencillez, de par en par, para que entre -hasta el último rincón- el sol del Amor de Dios! Si el demonio mudo -del que nos habla el Evangelio- se mete en el alma, lo echa todo a perder. En cambio, si se le arroja inmediatamente, todo sale bien, se camina feliz, todo marcha. -Propósito firme: “sinceridad salvaje” en la dirección espiritual, con delicada educación…, y que esa sinceridad sea inmediata.

Sin desanimarse jamás

No te avergüence descubrir que en el corazón tienes el «fomes peccati» -la inclinación al mal, que te acompañará mientras vivas, porque nadie está libre de esa carga. No te avergüences, porque el Señor, que es omnipotente y misericordioso, nos ha dado todos los medios idóneos para superar esa inclinación: los Sacramentos, la vida de piedad, el trabajo santificado. -Empléalos con perseverancia, dispuesto a comenzar y recomenzar, sin desanimarte.

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Secreto de crecimiento interior

¿Cómo haré yo para que mi amor al Señor continúe, para que aumente?, me preguntas encendido. -Hijo, ir dejando el hombre viejo, también con la entrega gustosa de aquellas cosas, buenas en sí mismas, pero que impiden el desprendimiento de tu yo…; decir al Señor, con obras y continuamente: “aquí me tienes, para lo que quieras”.

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No solo buenos deseos

Llénate de buenos deseos, que es una cosa santa, y Dios la alaba. ¡Pero no te quedes en eso! Tienes que ser alma -hombre, mujer- de realidades. Para llevar a cabo esos buenos deseos, necesitas formular propósitos claros, precisos. -Y, después, hijo mío, ¡a luchar, para ponerlos en práctica, con la ayuda de Dios!

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La santidad como programa de vida

El examen de conciencia responde a una necesidad de amor, de sensibilidad.

No esperes a la vejez para ser santo: ¡sería una gran equivocación! -Comienza ahora, seriamente, gozosamente, alegremente, a través de tus obligaciones, de tu trabajo, de la vida cotidiana.

Ruega al Señor que te conceda toda la sensibilidad necesaria para darte cuenta de la maldad del pecado venial; para considerarlo como auténtico y radical enemigo de tu alma; y para evitarlo con la gracia de Dios.

Con serenidad, sin escrúpulos, has de pensar en tu vida, y pedir perdón, y hacer el propósito firme, concreto y bien determinado, de mejorar en este punto y en aquel otro: en ese detalle que te cuesta, y en aquél que habitualmente no cumples como debes, y lo sabes.

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Propósitos para una Semana y una vida SANTA

Contempla al Señor detrás de cada acontecimiento, de cada circunstancia, y así sabrás sacar de todos los sucesos más amor de Dios, y más deseos de correspondencia, porque El nos espera siempre, y nos ofrece la posibilidad de cumplir continuamente ese propósito que hemos hecho: «serviam!», ¡te serviré!

Renueva cada jornada el deseo eficaz de anonadarte, de abnegarte, de olvidarte de ti mismo, de caminar «in novitate sensus», con una vida nueva, cambiando esta miseria nuestra por toda la grandeza oculta y eterna de Dios.

¡Señor!, dame ser tan tuyo que no entren en mi corazón ni los afectos más santos, sino a través de tu Corazón llagado.

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¿Puede ser amado Dios inmediatamente en esta vida?

Queda ya expuesto (q.26 a.1 ad 2) que el acto de la potencia cognoscitiva se perfecciona por el hecho de que el objeto conocido está en el sujeto que conoce; el acto, empero, de la potencia apetitiva se perfecciona por la tendencia del apetito hacia la realidad misma. Por eso es menester que el movimiento del apetito sensitivo se dirija hacia la realidad tal cual es, mientras que el acto de la potencia cognoscitiva se conforma a la condición de quien conoce. Ahora bien, este mismo orden se encuentra de suyo en las cosas, y es: Dios es cognoscible y amable por El mismo, puesto que es esencialmente la verdad y la bondad, por lo que son conocidas y amadas las demás cosas. Pero respecto a nosotros hay que considerar que nuestro conocimiento tiene su origen en el sentido, y lo más cognoscible es lo más inmediato a los sentidos, mientras que lo más alejado es lo último que conocemos. De todo esto hay que concluir que el amor, acto de la potencia apetitiva, tiende en primer lugar hacia Dios, incluso en nuestra vida, y de El va hacia las otras cosas. A tenor de eso, la caridad ama inmediatamente a Dios, y a las demás cosas las ama mediante El. En el conocimiento, en cambio, al revés: a Dios le conocemos por las cosas, como a la causa por los efectos, o por vía de eminencia o de negación, como está claro en Dionisio en el libro De div. nom. (S. Th., II-II, q.27, a.4, resp.)


[Estos fragmentos han sido tomados de la Suma Teológica de Santo Tomás, en la segunda sección de la segunda parte. Pueden leerse en orden los fragmentos publicados haciendo clic aquí.]

¿Perdonar a Dios?

Buenos días Fraynelson. Cóno estás? Soy de Argentina, Chaco, Barranqueras. Quería hacerte una consulta: Necesitaba saber sobre PERDONAR A DIOS. eso es válido? sabía de PERDONARSE A UNO MISMO – PERDONAR AL HERMANO – PEDIR PERDÓN A DIOS – pero de PERDONAR A DIOS eso si es válido no lo comprendo! podrías darme luz. desde ya muchas gracias. — A.G.

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La expresión “perdonar a Dios” es un modo metafórico de referirse a la experiencia que tienen algunas personas que han pasado por situaciones de terrible dureza o muy prolongado sufrimiento. Cuando alguien pasa por algo así fácilmente siente que Dios tiene responsabilidad en lo que le sucede. La pregunta más frecuente es: “¿Por qué a mí?” A menudo esta pregunta va acompañada de una comparación con otras personas, que uno considera menos buenas y a la vez más afortunadas.

Por supuesto, estos sentimientos son injustos, pero la persona adolridad y contristada carece de la objetividad para un análisis reposado de las cosas. Su corazón puede llenarse de amargura y entonces, aunque las circunstancias duras pasen y queden en el pasado, los resentimientos contra Dios puedan todavía quedar.

Es en estas circunstancias en las que se entiende lo de “perdonar a Dios.” No es que Dios haya sido nunca culpable de nada de lo que a uno le ha sucedido pero al usar esta expresión de lo que se habla es de tomar consciencia de los sentimientos que uno ha dejado acumular, y luego desechar tales ideas. Es un ejercicio que puede ayudar a limpiar la mente quitando obstáculos para poder construir una relación de amor y obediencia con el Dios verdadero.

Consejos de vida interior

Me has dicho que no sabías cómo pagarme el celo santo que te inundaba el alma. -Me apresuré a responderte: yo no te doy ninguna vibración: te la concede el Espíritu Santo. -Quiérele, trátale. -Así, irás amándole más y mejor, y agradeciéndole que sea El quien se asienta en tu alma, para que tengas vida interior.

Lucha para conseguir que el Santo Sacrificio del Altar sea el centro y la raíz de tu vida interior, de modo que toda la jornada se convierta en un acto de culto -prolongación de la Misa que has oído y preparación para la siguiente-, que se va desbordando en jaculatorias, en visitas al Santísimo, en ofrecimiento de tu trabajo profesional y de tu vida familiar…

Procura dar gracias a Jesús en la Eucaristía, cantando loores a Nuestra Señora, a la Virgen pura, la sin mancilla, la que trajo al mundo al Señor. -Y, con audacia de niño, atrévete a decir a Jesús: mi lindo Amor, ¡bendita sea la Madre que te trajo al mundo! De seguro que le agradas, y pondrá en tu alma más amor aún.

Cuenta el Evangelista San Lucas que Jesús estaba orando…: ¡cómo sería la oración de Jesús! Contempla despacio esta realidad: los discípulos tratan a Jesucristo y, en esas conversaciones, el Señor les enseña -también con las obras- cómo han de orar, y el gran portento de la misericordia divina: que somos hijos de Dios, y que podemos dirigirnos a El, como un hijo habla a su Padre.

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Dispuestos a crecer cada día

Si amas al Señor, “necesariamente” has de notar el bendito peso de las almas, para llevarlas a Dios.

Para quien quiere vivir de Amor con mayúscula, el término medio es muy poco, es cicatería, cálculo ruin.

¡Dios mío, enséñame a amar! -¡Dios mío, enséñame a orar!

Debemos pedir a Dios la fe, la esperanza, la caridad, con humildad, con oración perseverante, con una conducta honrada y con costumbres limpias.

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Dios y solo Dios

“¡Qué hermoso pensamiento! Imagínense: Dios los ama tanto que se llenará de júbilo por causa de ustedes. ¡Esto es Navidad! Sin embargo, para muchos esta época del año se mezcla con la tristeza pues hay seres queridos que echamos de menos o por los cuales nos preocupamos, heridas antiguas que no han sanado, relaciones que necesitan todavía ser restauradas…”

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