¡Cuánta villanía en mi conducta, y cuánta infidelidad a la gracia! -Madre mía, Refugio de pecadores, ruega por mí; que nunca más entorpezca la obra de Dios en mi alma.
¡Tan cerca de Cristo, tantos años, y… tan pecador! -La intimidad de Jesús contigo, ¿no te arranca sollozos?