¿Por qué imaginas que todo lo que te dicen va con segunda intención?… Con tu susceptibilidad, estás limitando de continuo la acción de la gracia, que te llega por medio de la palabra, no lo dudes, de quienes luchan por ajustar sus obras al ideal de Cristo.
Mientras sigas persuadido de que los demás han de vivir siempre pendientes de ti, mientras no te decidas a servir -a ocultarte y desaparecer-, el trato con tus hermanos, con tus colegas, con tus amigos, será fuente continua de disgustos, de malhumor…: de soberbia.
Detesta la jactancia. -Repudia la vanidad. -Combate el orgullo, cada día, en todo instante.
¿Crees que los demás no han tenido nunca veinte años? ¿Crees que no han estado nunca copados por la familia, como menores de edad? ¿Crees que se han ahorrado los problemas -mínimos o no tan mínimos- con los que tropiezas?… No. Ellos han pasado por las mismas circunstancias que tú atraviesas ahora, y se han hecho maduros -con la ayuda de la gracia-, pisoteando su yo con perseverancia generosa, cediendo en lo que se podía ceder, y manteniéndose leales, sin arrogancia y sin herir -con serena humildad-, cuando no se podía ceder.